Programa Infamilia-MIDES
La violencia intrafamiliar no escapa a ningún
estrato social y repercute en la sociedad
El Director del Programa Infamilia,
Julio Bango, hizo especial hincapié en la necesidad de
tomar conciencia sobre las prácticas de crianza
violentas, que -según una investigación reciente-
afecta a todos los sectores sociales. El jerarca llamó
a la reflexión ante prácticas recurrentes de violencia,
tanto física como psicológica, porque quien aprende a
relacionarse de manera agresiva luego aplica esos
códigos en la sociedad.
En diciembre del año pasado culminó una
investigación sobre violencia intrafamiliar que aportó
valioso cuerpo de información. En torno a la misma, se
presentó recientemente una publicación que actualiza
una mirada a la sociedad uruguaya, según informó Julio
Bango, director de Infamilla (MIDES). El especialista
aclaró que el estudio se realizó en torno a la
población de Montevideo y Área Metropolitana , no
incluyendo al resto del país.
La violencia intrafamiliar, las
prácticas de crianza violentas y el establecimiento de
vínculos violentos no solo acontece en los sectores más
vulnerables o pobres de la sociedad, sino que atraviesa
todos los estratos sociales, indicó.
La apuesta es llevar a la reflexión,
sobre todo en los casos en que las prácticas son
recurrentes, más de una vez e incluso permanentes.
Algún grito puede haber en una familia,
dijo, pero el problema es cuando padres e hijos
establecen vínculos violentos permanentes. Bango
explicó que cuando se habla de “violentos”, no es una
referencia solamente desde el punto de vista físico,
sino también psicológico. “Quien aprende a relacionarse
de una manera violenta, luego aplicará esos códigos en
la sociedad”, dijo.
Antes de depositar culpas, la referida
investigación procuró una reflexión como sociedad. El
Director de Infamilla dijo que en la medida que cada
uno construye vínculos de esta naturaleza,
probablemente luego se coseche a nivel social, mayores
situaciones de inseguridad y problemas de violencia.
Por otra parte, precisó que es prudente
cuidarse de hacer una traslación mecánica de un
comportamiento familiar a un comportamiento social,
porque en el ámbito de la sociedad juegan otros
factores que explican otros problemas.
De todas formas, Bango señaló que quien
se cría yendo a la escuela, en un entorno feliz, sin
problemas de autoestima, seguramente tendrá más
posibilidades de ser una persona feliz y lo transmitirá
en los ámbitos sociales donde se desempeñe. Si por el
contrario, se cría en una situación de apremio, acoso y
relacionamiento violento, seguramente esas actitudes se
trasladen a la sociedad .
En cuanto al abordaje de formas de
reprender a los niños, el Titular de Infamilia indicó
la importancia de poner límites para que los individuos
crezcan sabiendo hasta dónde se puede ir. Consideró las
formas de poner límites puede ser variada. Puede
hacerse malamente, mediante una cachetada o siendo
firme con el chico, poniéndolo en penitencia,
explicándole por qué se equivoca y por qué no se puede
hacer tal o cual cosa. “ Son formas distintas de poner
límites”, indicó.
Desde hace dos años, Infamilia e INAU
desarrollan centros de atención específica para niños,
niñas y adolescentes víctimas de maltrato y abuso
sexual. Actualmente, funcionan cinco centros en las
zonas donde se realizó la investigación. Se evaluaron
datos importantes como: cuántas consultas se
realizaron, qué tipo de violencia se planteó, cuáles
fueron los tratamientos y cómo fue el trabajo con la
familia. El objetivo es revertir estas situaciones,
porque si se trabaja adecuadamente se puede cambiar.
Señaló que nada es definitivo y los malos
relacionamientos en una familia pueden convertirse en
positivos, sin que implique la judicialización de los
casos, la separación de la familia, de los hijos. Lo
que se procura es que las familias vivan lo más
armónicamente posible, dijo.
El estudio revela que en cerca del 57%
de los hogares se registran prácticas de violencia
física o psicológica reiterada. Los porcentajes de la
violencia ocasional son mucho mayores, pero se apuesta
a lo recurrente.
Asimismo, los datos indican que
prevalece la violencia física en los hogares más pobres
o vulnerables, y la psicológica en los hogares más
educados o de clase alta. Pero ambos tipos de violencia
son recurrentes en todos los estratos sociales.
No es posible comparar esta situación
con el pasado, en tanto no existen datos –dijo Bango-,
es la primera investigación que se realiza con estas
características y grados de representatividad. |