Se aspira a llegar al 55%
El 45% de los reclusos del país estudia o trabaja y
todas las cárceles tienen docentes
La Ministra del Interior, Daisy Tourné,
en su alocución con motivo de presentarse la publicación
"Mapa Regional Latinoamericano sobre Educación en
Prisiones", informó que el 45% de la población reclusa del
Uruguay estudia o trabaja. Si bien no es suficiente, la
meta es llegar al 55%. Asimismo, recordó que –apostando a
la resocialización- se triplicaron las plazas educativas y
todos los centros de reclusión cuentan con docentes.
La nueva publicación consiste en un
estudio que presenta un panorama de las prácticas, las
políticas y los problemas de la educación en ese ámbito.
La iniciativa fue financiada por la
Unión Europea a través de la Euro Social de Educación,
actividad preparatoria de lo que será la Conferencia
Mundial de Educación en Cárceles, que se desarrollará en el
mes de setiembre próximo en Bruselas, coordinada por el
mexicano Hugo Rangel.
Participaron del acto, que se realizó en
la antesala de la Cámara de Representantes del Palacio
Legislativo: la Ministra del Interior, Daisy Tourné; su par
de Educación y Cultura, María Simon; el vicepresidente de
la Cámara de Representantes, diputado Alberto Casas; el
representante de la Comisión de Apoyo a la Educación en
Cárceles (CAEC), Felipe Machín; la consejera del CODICEN,
Lilián D'Elía, y el Comisionado Parlamentario para el
Sistema Carcelario, Álvaro Garcé.
Este libro analiza, a partir de una
perspectiva integral, los sistemas de justicia y su
contexto sociopolítico. Este material aborda la educación
en las prisiones desde la perspectiva de la cohesión social
de la región, afectada por considerables niveles de
violencia y fallas en las instituciones de administración
de la justicia.
La Ministra Daisy Tourné considera que
aún resta mucho por hacer en materia educativa en las
cárceles. De todas formas se avanzó: el 45% de los reclusos
trabaja o estudia, y se aspira a que esa cifra se
incremente al 55%. Comparado con cifras de los demás países
latinoamericanos, las de Uruguay son superiores, pero no
suficientes, "se debería llegar al 100%", dijo.
Se apuesta a un trabajo y estudio
coordinado como factor de inclusión y resocialización, no
como algunos quieren reivindicando la esclavitud o el
trabajo forzado, añadió.
Se duplicaron las plazas laborales
existentes y se triplicaron las plazas educativas.
Asimismo, todos los centros de reclusión tienen maestros,
pese a que aún no se cuenta con una cifra óptima.
El personal penitenciario es
especializado en el Uruguay (este tema es una de las
críticas que se le hace en el libro a los gobiernos
latinoamericanos, por considerarse carente). Nuestro país
tiene su escuela, donde se forma a los funcionarios del
Ministerio que se dedican al trabajo penitenciario, y se
realiza "con cabeza, vocación y profesionalidad".
El presente informe revela que se debe
incrementar la Educación Media y Superior, y continuar
trabajando sin prisa pero sin pausa, para que el período de
permanencia en una cárcel de una persona que cometió un
delito no se convierta en una escuela para "salir mejor
delincuente", sino todo lo contrario.
Desde el año 1990 hasta 2004, Uruguay
invirtió 198 millones de pesos en temas carcelarios
(construcciones, atención sanitaria), mientras que en lo
que va de este Gobierno se dispusieron 300 millones de
pesos. Y se continuará apostando a esto, dado que en la
pasada jornada el Ministro de Economía firmó un decreto por
aproximadamente 10 millones de dólares que permitirán
construir y adecuar lugares de medio camino.
La reclusión no es la última
alternativa, hay otras formas de colaborar en la sociedad y
para ello, Tourné apeló a las recomendaciones del
Comisionado Parlamentario.
La Ministra hizo una fuerte apuesta a la
resocialización, que es –a su entender- lo más importante,
porque tiene que ver con la seguridad de la gente.
Hizo hincapié en el rol de los
directores y los mandos medios de los centros
penitenciarios, que tienen una tarea muy dura y poco
reconocida. Ellos se pusieron al hombro los cambios
sugeridos que son necesarios en el sistema, apostando a una
política inclusiva.
La presentación de este informe es
fundamental dado que brinda un panorama sobre cómo está
Latinoamérica en materia de educación en las prisiones. Eso
tiene que ver con la idea de "¿para qué sirve la
reclusión?".
El informe reconoce que existe una gran
voluntad de los distintos gobiernos de llevar adelante
programas educativos, para cumplir con el objetivo de
resocializar. En Uruguay en este período se hizo un gran
esfuerzo en este sentido.
Tourné agradeció a Garcé por colaborar
en la búsqueda de soluciones; a los parlamentarios que
hicieron mucho por lograr plazas laborales, procurando
proyectos y que se cumplan las Leyes ya aprobadas.
Agradeció además al Patronato del Encarcelado y Liberado,
que en un trabajo "incansable, anónimo y honorario" lucha
por lograr la inclusión; a la CAEC y en particular a su
presidente.
La Jerarca tuvo un recuerdo especial
para el maestro especializado en penitenciaría: Juan Carlos
Díaz Sierra, quien siempre trabajó en cárceles, "con una
enorme sonrisa y unas ganas tremendas". En él reconoció el
trabajo de todos los docentes que se desempeñan en estos
centros.
La Ministra María Simon afirmó
enfáticamente que el tema carcelario le importa a todos los
uruguayos, cada uno desde su lugar y el rol que cumple en
la sociedad.
Vivir en una sociedad fragmentada no es
el bienestar de nadie, y no es "lo que deseamos para el
Uruguay", dijo.
Los ciudadanos privados de libertad se
merecen el mayor respeto y preocupación, dado que la
privación de libertad debe ser transitoria y una instancia
de rehabilitación. Aún no lo es lo suficiente, pero se
deben mantener los derechos humanos de estas personas,
principalmente el derecho a la educación y al trabajo.
La Ley General de Educación se distingue
de otras normas por su perspectiva desde los DDHH. Así se
tienen reales garantías de una sociedad no violenta y
respetuosa de los demás (esto incluye desde terrorismo de
Estado hasta violencia doméstica), indicó Simon. Esta Ley
reconoce la educación de los privados de libertad y de los
policías tanto los que actúan en el sistema carcelario como
el resto.
En otro orden, informó que se
desarrollaron planes por parte de ANEP para que tanto los
presos como los policías completen los ciclos que les
falten, o se sigan educando en distintas áreas.
La publicación que se presentó en la
jornada otorga un panorama objetivo, dado que es necesario
partir de un análisis de la realidad para modificarla,
manifestó.
Se debe tener siempre educación y
trabajo en vista, y se deben vincular ambas, tanto en lo
que refiere a los presos como al resto de la ciudadanía. Se
trata de tender redes en procura de una sociedad sana e
integrada.
Algunas empresas del Estado –como El
Correo-, así como el Puerto y el Palacio Legislativo,
integran personas del Centro Nacional de Rehabilitación a
su plantilla de funcionarios, lo que consideró una
experiencia interesante. Esa integración está comenzando y
se debe extender a empresas privadas.
También se está trabajando con los
Clubes de Ciencias. Sobre finales del año pasado se
entregaron premios alusivos, y uno de los galardonados fue
un club de reclusas de la Cárcel de Cabildo, por su huerta
hidropónica.
Se realizan, además, actividades
artísticas que se desarrollan a través del programa Uruguay
Integra en los establecimientos de reclusión, considerado
un derecho humano, el derecho a la expresión.
Se cuenta con un proyecto aún no
concretado, que es el de instalar una de las usinas
culturales dentro de un centro de reclusión.
Todos estos esfuerzos convergen hacia
una sociedad de aprendizajes, una sociedad integrada, y una
reclusión positiva.
El diputado Casas dijo que el derecho a
la educación es prioritario en el proceso de socialización,
como tránsito hacia la humanización.
El derecho a la educación está
consagrado en la Declaración Universal de Naciones Unidas,
considerada uno de los derechos fundamentales del ser
humano.
El capital cultural de la población
reclusa es muy bajo, contándose con un alto índice de
internos con Primaria incompleta. En los últimos años se
crearon cargos docentes en las diferentes cárceles, con el
objetivo que los reclusos puedan culminar el ciclo
Primario.
Será necesario avanzar hacia el
cumplimiento del Ciclo Básico de los reclusos, lo que
requerirá la contratación de personal docente.
Las cárceles deben ofrecer espacios
educativos que contribuyan a la rehabilitación de los
internos. Una buena educación en las cárceles es una clara
contribución a la seguridad de la sociedad, ya que busca
crear las mejores condiciones para que exista una menor
reincidencia delictiva y un descenso en la criminalidad,
explicó.
La Consejera D’Elía dijo que a la luz de
las líneas estratégicas que se trazó ANEP, se redimensionó
la Dirección de Jóvenes y Adultos, desde la cual –y en
coordinación con los distintos Consejos de la ANEP- se
extendió a todo el país la educación a jóvenes y adultos, y
la educación en cárceles, tanto para los reclusos como para
los funcionarios. Esto reafirma aquello de "Educación para
todos, a lo largo de toda la vida", que se concreta por la
vía del compromiso y los acuerdos interinstitucionales.
"Hemos avanzado mucho como país, pero resta mucho por
hacer", aseguró. "Estamos lejos de poder garantizar el
derecho a la educación a todos quienes están privados de
libertad, pero se está por el buen camino", y las acciones
que están en curso se irán ratificando y complementando
cada vez más.
D’Elía recordó la Ley que habilita la
redención de la pena por la vía del estudio o el trabajo.
Asimismo, explicó que se generan condiciones para que
quienes recuperen la libertad accedan a oportunidades, y se
promueve el desarrollo de un oficio para una rápida y
eficiente reinserción social.
Felipe Machín, en tanto, explicó que la
CAEP –que él encabeza- procura mejorar la oferta educativa
en los establecimientos carcelarios, porque la educación es
un derecho de toda la sociedad y está en todos lados.
El Jerarca agradeció a las distintas
instituciones y personas que colaboran para que este
servicio se concrete.
Es una obligación de ANEP no
estigmatizar ni diferenciar a quienes están privados de
libertad, y por ende se les debe dar una oportunidad
educativa.
La educación no se discute, se da, no se
debe analizar ni fundamentar nada, porque en un centro
carcelario, el conocimiento disminuye la vulnerabilidad de
las personas, más en un país donde no hay pena de muerte ni
cadena perpetua.
La educación no es sólo para ocupar
tiempo ocioso, sino para reflexionar y generar herramientas
y competencias que permitan superarse como personas.
Machín relató una serie de experiencias
en el interior del país que se vienen cumpliendo en forma
exitosa en los distintos niveles de la Enseñanza.
Álvaro Garcé fue el encargado de
presentar el Mapa Regional y dar cierre al acto. El
Comisionado dio cifras, presentó propuestas y
recomendaciones aplicables a nuestro país, y realizó una
serie de sugerencias para –como dijo- "construir una
alternativa a partir de la educación, y como factor de
esperanza". Se trata de vencer el miedo, apostando a un
futuro mejor desde la educación, añadió. Para ello es
necesario vencer las antinomias, rompiendo las lógicas del
encierro, apostando a otra cosa.
"Trabajar en prisión implica encontrarse
con lo peor del ser humano, sin creer que esa es la esencia
del ser humano. La educación es un acto de fe, de confianza
y optimismo. Es necesario que se reubique el aprendizaje en
la educación, y la educación en el corazón de la sociedad",
finalizó diciendo Garcé. |