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19 de mayo, 2009

Comisionado Alvaro Garcé

Es en las cárceles donde primero saltan los tapones, pero son problemas del sistema penal
Hondos problemas sociales emergen en el sistema penal, y dentro del sistema penal en las cárceles, dijo el Comisionado Parlamentario para el Sistema Carcelario. Se refirió a los crecientes guarismos de población reclusa. Llamó a reaccionar desde lo ciudadano, lo cívico y lo legislativo. La sociedad no debe acostumbrarse a que las cosas no pueden cambiar. Insistió en que el sistema penal comprende al subsistema penitenciario.

Álvaro Garcé, Comisionado Parlamentario para el Sistema Carcelario, fue el encargado de presentar la publicación denominada “Mapa Regional Latinoamericano sobre Educación en Prisiones”, actividad  que tuvo lugar en una de las salas del Palacio Legislativo.

Este Mapa –de extensión razonable y con la debida profundidad- aporta una visión comparada de lo que se está realizando en materia de educación en prisiones en el continente.

La visión más allá de fronteras permite apreciar las dificultades existentes, si se tienen obstáculos  y a qué obedecen, si a los demás les ocurre lo mismo. Pero además, y por sobre todo, la visión comparada permite apreciar en su justa medida algunos logros que comienzan a asomar y que deben ser la base de una política pública en materia de educación en contexto de encierro.

 Analogías en Latinoamérica

El informe avizora cinco coincidencias a nivel carcelario en toda Latinoamérica:

1) En todo el continente aumentó fuertemente la cantidad de personas encarceladas. La tasa de encarcelamiento en general excede a las 140 personas en prisión por cada 100.000 habitantes. Algunos ejemplos: Chile 318; Panamá 278; el Salvador 258. Uruguay tiene una tasa de encarcelamiento situada en las 235 personas cada 100.000. En el resto de Occidente sobre todo en el continente europeo ese guarismo se sitúa entre 50 y 90 personas.

Garcé explicó que no solo aumentó la población carcelaria, sino que está en actual expansión y el proceso continúa.

2) Este aumento ocurrió en un breve lapso y en los últimos años.

3) La causa del incremento reside en algunas reformas legislativas tendientes a endurecer las penas, es decir se practicó una política de encarcelamiento en el continente. La consecuencia fue el colapso de muchos sistemas penitenciarios que no estaban preparados para soportar una presión fuerte superviniente y en un plazo muy breve en el tiempo.

4) En toda la región existe una preocupante cantidad de procesados, es decir, de gente encarcelada sin sentencia. Esto es en toda la región; hay un guarismo máximo del 75%, pero Uruguay no está demasiado lejos de ese techo. Uruguay ronda el 64 o 65%.

Se dice que nuestro sistema procesal inquisitivo es temporalmente reciente –el Código del Proceso Penal es de agosto de 1980, vigencia 1º de enero de 1981- pero conceptualmente es de 1810, de la época del Código Penal de Napoleón. Es un sistema conceptualmente anacrónico. Otros países han evolucionado hacia el sistema acusatorio que se supone mejor y más moderno. Sin embargo los guarismos de personas que esperan en prisión siguen siendo muy altos, dijo.

“¿Dónde está la clave para que no haya tantos presos sin sentencia? La respuesta está sin duda en el principio de la pronta y eficiente administración de la Justicia, que tiene que ver con una matriz conceptual procesal. Pero por encima de esto, si hacemos la tan necesaria e impostergable reforma procesal penal, pero no le damos a la Justicia los recursos materiales para que pueda funcionar, poco habremos avanzado”, sentenció Garcé.

Tan importante como modificar la norma, es modificar la mentalidad que aplica la norma en el caso concreto, y atribuir los recursos a la Justicia. “Sino seguiremos prácticamente igual”, añadió.  

El sistema penal comprende al subsistema penitenciario. Hay problemas que estallan en las cárceles, que se manifiestan y emergen en el sistema penitenciario, pero son problemas del sistema penal.

Razonando por analogía: hay hondos problemas sociales que se canalizan y emergen en el sistema penal, y dentro del sistema penal,  en las cárceles. “Es en las cárceles donde primero saltan los tapones”, porque es el sistema penitenciario el que termina soportando la presión de problemas que -sin duda- están más allá de las rejas, explicó.

5) La educación en cárceles estuvo ausente durante décadas (y así lo expresa el informe), pero en los últimos años tendió a un relanzamiento. No ha sido ajeno a esto una política legislativa que se ve más allá de fronteras, tendiente a dar un estímulo para que los y las internas se vuelquen a actividades productivas: el trabajo o el estudio.

La Ley de setiembre de 2005 estableció en su artículo 13º, “la redención de la pena por trabajo o estudio”, jurídicamente, sustancialmente, conmutación del saldo de pena por actividad educativa, es un buen ejemplo. 

¿Para qué educar en prisión?

La acción del educador no es distraer ni entretener al privado de libertad. El sentido de la acción educativa es mucho más profundo, es educar para la libertad y sobre todo educar para la ciudadanía. En este sentido, la experiencia que se viene desarrollando en Uruguay en el último tiempo, la elección de las mesas de delegados, ha sido un gran desafío, un enorme logro, pero debe ser sobre todo la premisa para que el trabajo continúe, porque no se puede perder la experiencia.

A modo de ejemplos enunciativos: educar para la ciudadanía tal como se señala, implica fomentar el conocimiento de los derechos y obligaciones legales de cada persona, y el conocimiento de los derechos humanos en general. Segundo, permitir la valoración y la aprehensión de las diversas formas de la tolerancia y del valor del respeto como principio y base de la convivencia. Tercero, el respeto es respeto de género. Cuarto, la importancia de la resolución pacífica de los conflictos. Quinto, la educación de valores en general.

Para que éstas y otras dimensiones de la educación a la ciudadanía sean posibles en las prisiones, es imprescindible la formación del personal penitenciario, y más que nada la dignificación y profesionalización de la carrera penitenciaria.

Decía Nelson Mandela, preso durante 27 años: “Para un interno, sus custodios o guardias son las personas más importantes durante la vida en prisión”. Lo que demuestra que es fundamental incorporar a los guardias a todos los programas educativos.  

Algunas propuestas

El Informe propone 39 propuestas que son en definitiva recomendaciones para los Estados, consideradas plenamente aplicables a la experiencia uruguaya.

1) Garantizar la continuidad institucional de los programas de educación. “Continuidad institucional” es la clave de toda política pública.

La educación debe ser una política pública; la gestión en cárceles también debe serlo. En la intersección de ambas políticas de Estado tiene que estar la educación en las prisiones como una acción sostenida, viable, mantenida a lo largo del tiempo.

Se requiere entonces una política nacional de educación, una gestión de cárceles en materia de clave pública y luego la acción sostenida en materia educativa.

2) Coordinar las acciones educativas con las estrategias de prevención de la violencia en los centros penitenciarios. La violencia es un mal endémico de las prisiones, y en general cuanto mayor es el encierro, mayor es el ocio, peores son las condiciones de reclusión. La violencia tiende a manifestarse con mayor regularidad y esto deteriora el vínculo, la convivencia diaria con el personal. El problema de la convivencia violenta en las cárceles, no debe ser analizado y abordado desde lo custodial –que tiene sin duda importancia-, tiene que ser también visto, analizado y abordado desde lo educativo, organizando actividades educativas como un medio para atenuar los actos de violencia y sobre todo actuar en el plano causal, en las raíces.

Como ejemplos de propuesta, el Mapa Regional habla de propiciar la participación de las personas privadas de libertad como docentes, involucrarlos en las actividades educativas formándolos previamente. Los internos podrían ayudar a preparar el material pedagógico.

3) Asegurar una formación docente continua que contemple la especial naturaleza de la educación en contextos de encierro.

La idea de la educación permanente, el ser humano que constantemente está creciendo hasta el último de sus momentos, ha desplazado la idea tradicional de la educación como algo cerrado, donde el hombre aprendió o no aprendió.

4) Con perspectiva de género. El Informe recomienda desarrollar una política para el tratamiento de las mujeres privadas de libertad, que garantice un modelo adecuado de atención a sus necesidades. Esto es, reconocimiento de la igualdad esencial entre hombres y mujeres, y en su misma medida, admisión de la diferencia. La reclusión femenina tiene sus particularidades, y la educación de mujeres privadas de libertad, también tiene sus especialidades.

5) Necesidad de formación continua de personal, para que éste sea sensibilizado sobre la importancia de la educación y la necesidad de incorporación a los programas educativos. Es esencial que el personal penitenciario conozca los principios y derechos humanos que debe respetar.

6) En el plano administrativo y como práctica administrativa, se propone utilizar de un expediente pedagógico que permita hacer un seguimiento de la evolución del o la interna desde el punto de vista educativo. Si no es un expediente pedagógico, como alternativa se puede manejar una sección académica dentro del expediente administrativo de la persona privada de libertad.

7) Promover la producción del material pedagógico necesario, abriendo la misma a todos los que puedan intervenir, desde las universidades hasta las asociaciones civiles que se acerquen, porque en esto la sociedad civil tiene mucho para aportar hasta las propias personas privadas de libertad como se había adelantado.

8) Incrementar la oferta en educación formal, sobre todo en los niveles medio, técnico y superior, donde según el Informe –y es parcialmente aplicable a Uruguay- hay un cierto rezago.

Garcé consideró un logro fundamental la presencia de maestros en todas las cárceles.

9) Propiciar la organización de actividades de educación no formal, y fomentar la participación de los internos en actividades de expresión artística. Garcé destacó el resultado de los talleres de teatro y música, por ejemplo.

10) Desde el punto de vista de la inclusión social, es necesario desarrollar programas posteriores a la liberación para asegurar el seguimiento de las personas liberadas. Uruguay tiene dos antecedentes de buenas prácticas: una, mayo de 1985, Ley 15.743 la primera amnistía, el Patronato se puso sobre los hombros la tarea de hacer el seguimiento de quienes obtenían la libertad. La reincidencia fue razonablemente baja, por lo menos fue menor que cuando no existe un seguimiento sistemático del liberado.

La segunda buena práctica, a partir de setiembre de 2005, la Ley de Humanización 17.897, establece que el Patronato queda a cargo del seguimiento de todas las personas que obtuvieran la libertad por ese régimen excepcional por única vez. Las libertades se otorgaban con el propósito de descomprimir la situación en las cárceles. La reincidencia fue mucho menos de la mitad que el promedio general de la reincidencia. Entonces, lo que hay es evidencia empírica, que cuando se apuesta a la inclusión, el resultado no demora en llegar. Eso es bueno desde el punto de vista de la seguridad pública, como estrategia para mejorar la inclusión y como medio para disminuir la reincidencia.

11) Integrar la política educativa con la política criminal. Se propone integrar las actividades educativas como estrategia distinta al encierro. El desafío en Uruguay no solo consiste en mejorar –que de eso se está- la Ley 17.726 que habilita las medidas alternativas, sino hacer la necesaria e imprescindible reforma mental para que se aplique la norma, y lograr que en la aplicación de esas medidas alternativas al encierro y la prisión preventiva, estén las actividades educativas presentes como un eje necesario.  

Respeto y tolerancia

En el plano de los valores, varias cosas por realizar: fomentar a través de la educación el respeto y la tolerancia como valor de los privados de libertad entre sí, y con respecto al personal penitenciario.

Con estricto cuidado de la libertad religiosa, es bueno facilitar el trabajo de los agentes religiosos, dijo Garcé. Trabajo religioso no es trabajo proselitista; la construcción de ese centro que se viene implementando en el COMCAR donde van a tener coparticipación las distintas religiones, lo consideró un ejemplo notable de respeto y tolerancia, que debería ser conocido en todo el continente.

En lo edilicio, es necesario sensibilizar a las autoridades que construyen prisiones sobre la necesidad de prever los espacios adecuados para las actividades recreativas, culturales y educativas.

Uruguay paradojalmente durante la dictadura, se dedicó a construir toda una generación de cárceles (ocho cárceles, la primera fue la de Colonia, las últimas las de Salto y Paysandú), el plano es prácticamente gemelo, si uno recorre el corredor de la cárcel de Conventos y está luego en Durazno dice “estoy en la misma cárcel”. La idea era la misma, los aciertos eran los mismos, pero las debilidades ideológicas expresadas en el plano de la arquitectura también eran las mismas, dado que no se preveían adecuadamente los espacios para la educación, sí para el trabajo. Las celdas de castigo “eran horribles, medievales”, celdas oscuras prohibidas por las normas internacionales. Esto se está corrigiendo, añadió el Comisionado.

“No podemos permitir que la vida sea paz en la guerra”, dicho de otra manera, no puede ser que la sociedad se acostumbre a que las cosas no pueden cambiar. Debemos reaccionar desde lo ciudadano, desde lo cívico y lo legislativo en todos los planos. “No puede ser que este año tengamos mil personas más encarceladas respecto al año pasado, y menos que las que habrá el año que viene, y que esto siga indefinidamente. No podemos acostumbrarnos”.

Al ver las estadísticas sobre crecimiento de la población encarcelada, al ver la violencia que se extiende al hogar, la calle, los centros educativos, al deporte (a propósito de malsanas pasiones que invocan lo deportivo), Garcé asegura que “no podemos acostumbrarnos a que la limitación es la regla, y que la paz dentro de la guerra es la norma”, añadió.

El Comisionado Parlamentario, en su alocución en el Palacio Legislativo, citó a Max Scheler, quien decía “Cada generación tiene su desafío, su propio imperativo de la hora; imperativo y exigencia que no vuelve a presentarse más. Eludir o evadir ese imperativo implica más o menos el precio de toda oportunidad perdida”.

Hace tiempo que las cárceles vienen siendo un problema en este país. La primera advertencia se encuentra en un número de Marcha de diciembre de 1972, en un ensayo de Carlos Martínez Moreno que se llama “El sueño de un país que sea una cárcel”. Este trabajo comienza con una cita de Octavio Paz que dice “Las cárceles son reales. ¿Lo son también las Leyes?”. Martínez Moreno dice en el primer párrafo: “El régimen se ha dado a vivir el más peligroso de los sueños, el sueño de encarcelar a los jóvenes. El más peligroso y el más irreal en la medida que prefiere aprisionarlos a comprenderlos, porque aparentemente no los entiende, ni quiere ni cree que valga la pena comprenderlos, considera más fácil cercarlos”, relató.

En EE.UU. hay hoy aproximadamente 750 personas encarceladas cada 100 mil habitantes; nosotros tenemos menos de 250. Teóricamente, nosotros podríamos avanzar “en quinta a fondo y con el acelerador trabado hacia un guarismo similar”. Pero hay una diferencia: EE.UU. puede pagar sus gastos carcelarios porque tiene dólares. Nosotros tenemos pesos uruguayos que son pocos y más flacos. Es una premisa inadmisible, seguir encarcelando como única alternativa y respuesta.

Dentro y fuera de fronteras existe un clamor generalizado de venganza; algo así como “pena de muerte para todos, venganza más allá del talión”, indicó Garcé. Cuando esto pasa, hay que pensar muy bien por qué ocurre. Es una respuesta que se da desde la inseguridad y el miedo, que no es lo mejor que el hombre tiene para sí mismo y el prójimo.

El desafío del ahora es construir una alternativa a partir de la educación y como factor de esperanza; vencer el miedo apostando a un futuro mejor desde la educación. Se debe vencer la antinomia, “los caminos entre lo mismo y lo mismo”, romper la lógica del encierro, y apostar a otra cosa.

“Trabajar en prisión implica encontrarse con lo peor de un ser humano, sin creer que esa es la esencia del ser humano”, expresó Garcé, quien considera que la educación es un acto de fe, confianza y optimismo. “Es necesario que se reubique el aprendizaje en la educación, y la educación en el corazón de la sociedad”, finalizó diciendo.

   
 
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