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25 de agosto, 2009

Declaratoria de Independencia

Rubio: Estamos forjando en conjunto el proyecto nacional para el Uruguay del tercer siglo
En el marco del 184º Aniversario de la Declaratoria de la Independencia, con la presencia del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, quien dejó una ofrenda floral a los pies de la Piedra Alta, el Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Enrique Rubio, repasó parte de la historia nacional hasta su independencia y destacó el desempeño del Estado que procura que los uruguayos puedan vivir en un país viable.

Rubio manifestó, tras saludar a todos los presentes en la Piedra Alta del departamento de Florida, que a él, como floridense y uruguayo, dicho acto representa una emoción al cumplir las funciones que lo hacen estar presente, lo cual a su entender constituye "un alto honor". Sostuvo que la Piedra Alta no se trata sólo de un monumento histórico sino "también de una admirable expresión de la naturaleza". Recordó, a la vez, que en esta ciudad estuvo un "rancho de paja y terrón, en el que se aprobaron las leyes que conmemoramos sobre la Plaza Asamblea", donde también se inauguró el monumento a la Independencia de 1879, en el cual Zorrilla leyó la Leyenda Patria. "Florida es una ciudad pletórica de símbolos de nuestro mejor pasado. Un espléndido lugar de memoria", expresó. Citando al historiador Carlos Demasi, Rubio dijo que "la conmemoración es una forma de poner en escena a la nación", lo cual a su entender "supone consenso y sentimientos compartidos, procesos de olvidos y de recuerdos y fundamentalmente un proyecto colectivo y querible".

También citó palabras del historiador Gerardo Caetano, quien sostiene que "la Nación es una construcción colectiva, en el sentido que la identidad colectiva es una construcción social", la cual continúa vigente. La misma comenzó, recordó Rubio, con el nacimiento como orientales aquel 28 de febrero de 1811, con la gesta que representó el Éxodo del Pueblo Oriental y con las posteriores luchas, derrotas, nuevas luchas y la conformación de un Estado independiente. "No somos una Nación por regalo o por casualidad, somos una Nación por voluntad de nosotros los orientales que hemos luchado por esto", señaló el Jerarca.

También coincidió que "el sentimiento de soberanía, no intervención, delimitación de fronteras económicas, sociales y culturales, integración interna, asimilación de los inmigrantes, escolarización, empuje modernizador y urbanizador, permeó la sociedad uruguaya en las últimas décadas del siglo XIX y remató su obra en las primeras del siglo XX, con importantes infraestructuras de transporte y comunicación y el desarrollo democrático integrador. A ello siguió la euforia de como el Uruguay no hay y luego advino la crisis del último medio siglo".

En este sentido, se mostró a favor del Proyecto de Ley del Poder Ejecutivo enviado al Parlamento por el cual declara al 2011 como año de la celebración del bicentenario como proceso de emancipación oriental.

Por otra parte, sostuvo que actualmente la imagen de "nuestra común unión" ha cambiado y que desde la década del 60 retornó el debate respecto a la viabilidad de poder ser un país. "El horizonte de tristeza retroalimentó el cuestionamiento de nuestra identidad. La idea de que éramos un país inviable, del que más valía irse, caló hondo en nuestra juventud y dividió a las familias uruguayas", agregó Rubio.

Sin embargo, subrayó que hubo una esperanza que "zanjó el debate sobre la viabilidad", ya que en este período disponemos de inversión "extranjera y propia", habiendo hallado un "punto de equilibrio entre la inviabilidad y el Uruguay eufórico", tendiente a construir inclusión con metas desafiantes.

El Jerarca de la OPP dijo ante los presentes que actualmente la construcción de la nación ha mostrado avances respecto a los uruguayos que residen en el exterior, lo cual se fortaleció con el esfuerzo de todos, "porque esta es una obra nacional de todos los uruguayos y no sólo de un Gobierno, con la exploración de nuestra plataforma marítima, con el desarrollo de la infraestructura y de la logística, con el posicionamiento soberano en el caso Botnia, con las políticas de desarrollo e inclusión", junto al proyecto CEIBAL con el departamento de Florida a la cabeza.

Enfatizó, finalmente, que el Estado ha venido trabajando en la recuperación de las cuestiones de defensa, energía, innovación tecnológica, protección social e identidad cultural, con los avances en integración interna y en descentralización. "Los orientales estamos forjando en conjunto el proyecto nacional para el Uruguay del tercer siglo", concluyó Rubio.

Palabras del Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Enrique Rubio, en el acto realizado en la Piedra Alta, departamento de Florida, el 25 de agosto de 2009.

DIRECTOR RUBIO: Buenos días a todos y a todas, compatriotas nuestros, al señor Presidente, al señor Vicepresidente, al señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, al señor Intendente, a los parlamentarios nacionales y locales, a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, a los miembros del cuerpo diplomático, a los floridenses y a las floridenses, escolares, jóvenes y adultos. A todos ustedes, les quiero decir en primer lugar, que para mí como floridense y uruguayo significa mucho hoy, una profunda emoción, estar aquí en esta función.

Constituye -como se suele expresar- un muy alto honor, que mucho agradezco al señor Presidente de la República, aquí en la Piedra Alta, parafraseando, es como si una voluntad indoblegable hubiera dicho un día de hace 184 años "sobre esta piedra edificaré mi independencia". Además, no se trata sólo de un monumento histórico, sino también de una admirable expresión de la naturaleza, un monolito de más de treinta metros de largo, recostado aquí a orillas del río Santa Lucía Chico.

En esta ciudad estuvo el rancho de paja y terrón en el que se aprobaron las leyes que conmemoramos sobre la plaza Asamblea. En esa plaza –conocida también como "de la Catedral"- se inauguró el monumento a la independencia en 1879. Aquí leyó Zorrilla la Leyenda Patria. Florida es una ciudad pletórica de símbolos de nuestro mejor pasado. La pátina del tiempo ha barnizado nuestra querida ciudad. Verdaderamente estamos -y lo que con felicidad se ha dicho- en un espléndido lugar de memoria. Nos refresca el alma conmemorar un nacimiento y hoy conmemoramos nuevamente un nacimiento: el nacimiento de los uruguayos y de los orientales independientes de todo poder extranjero.

Como dice el historiador Carlos Demasi: "La conmemoración es una forma de poner en escena a la Nación". Aquí, a la nación oriental o uruguaya, ello es necesario pero no es fácil, supone consensos y sentimientos compartidos, procesos de olvidos y de recuerdos, y fundamentalmente un proyecto colectivo y querible.

Un día como hoy pero de 1825, la Sala de Representantes proclamó las tres leyes: la de Independencia, la de Unión y la del Pabellón; que recordamos para poner en escena a la Nación –como se decía- como un hito fundamental, de fundamental importancia en la construcción de nuestra identidad al declarar "írritos, nulos, disueltos y sin ningún valor para siempre todos los lazos de dependencia". Treinta años después de culminado el ciclo emancipatorio, con la constitución del Estado uruguayo en 1830, una Ley del 10 de mayo de 1860 reconoció al 25 de agosto como la efemérides que conmemora la Independencia Nacional. Con posterioridad, múltiples eventos le agregaron significación: el Teatro Solís y el Palacio Legislativo, entre otros, se inauguraron un 25. Sin embargo -y nosotros en esto no podemos esquivar porque hemos sido profesores de historia durante mucho tiempo, como ustedes saben- se ha planteado un largo debate sobre la cuestión de las fechas. ¿Por qué? Quizás también, amén de otros motivos, partidarios y no partidarios, porque una cosa es la independencia del Estado uruguayo que se consumó en 1830 y otra es la construcción de la Nación, la larga marcha en la voluntad de ser libres, uno de cuyos jalones fundamentales hoy conmemoramos. Pero la larga marcha que aún en el día de hoy sigue y que procuramos revitalizar, la larga marcha de ser Nación, de ser uruguayos, de ser identidad y de ser cada día mejores.

Como este hecho ha tenido tanta fuerza, el del 25 de agosto, ha tenido tanta fuerza simbólica y emotiva, ocupó el espacio principal de la memoria y se constituyó en la fecha de la Nación y de la Independencia del Estado, todo al mismo tiempo, y así debe seguir siendo. Comparto en esto el punto de vista de nuestro querido historiador José Pedro Barrán en respuesta al Senado en 2006, tampoco -y como decía aquí mismo en 2005 la querida Ministra, en aquel momento, Azucena Berruti- es hora de revivir la anacrónica discusión sobre si ha sido mejor ser un país independiente que haber sido una parte privilegiada de un país más grande, de un país vecino. Si bien en los orígenes eso estuvo planteado, el lazo de confederación no fue viable, pero a veces los equívocos son explicables, no sólo porque una cosa es la construcción de la Nación y otra el nacimiento del Estado, sino porque en los orígenes la realidad era muy distinta. Creemos aplicables en otros tiempos conceptos del nuestro y por eso incurrimos a veces en anacronismos, como nos recuerda José Carlos Chiaramonte, historiador argentino, en aquella época fue uno de los sinónimos de ciudad, los pueblos que habían reasumido su soberanía a consecuencia de la invasión napoleónica de España, eran ciudades políticamente organizadas, convertidas en pueblos libres y luego transformadas en cabeza de provincias.

Las naciones en 1815, a su vez, eran esos pueblos y provincias bajo un mismo Gobierno, las naciones en aquella época eran lo mismo que el Estado, que la soberanía o la Patria e incluso que las provincias y además, como bien lo establece Gerardo Caetano, la Nación es una construcción colectiva, en el sentido que la identidad colectiva es una construcción social y esa construcción sigue en el día de hoy. Arranca con el nacimiento como orientales el 28 de febrero de 1811, con esta gesta incomparable que fue el Éxodo del Pueblo Oriental y con el ciclo de luchas, derrotas, nuevas luchas y Estado independiente. Sigue en medio de intervenciones extranjeras y de luchas fraticidas, pero no somos una Nación por regalo o por casualidad, somos una Nación por voluntad de nosotros los orientales que hemos luchado por esto.

En esta larga marcha terminó predominando siempre la identidad oriental, matriz de la nacionalidad uruguaya, alcanzada, cuestionada, fortalecida, debilitada y nuevamente fortalecida. Como Nación, como uruguayismo, tiene un claro empuje a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, desde ese punto de vista se puede coincidir nuevamente con Caetano en que Uruguay, como país nació antes que los uruguayos en el sentido de una nacionalidad consolidada, se fue consolidando. También coincidir en que el sentimiento de soberanía, no intervención, delimitación de fronteras económicas, sociales y culturales, integración interna, asimilación de los inmigrantes, escolarización, empuje modernizador y urbanizador, permeó la sociedad uruguaya en las últimas décadas del siglo XIX y remató su obra en las primeras del siglo XX, con importantes infraestructuras de transporte y comunicación y el desarrollo democrático integrador. A ello siguió la euforia de como el Uruguay no hay y luego advino la crisis del último medio siglo. Porque todas estas cuestiones son procesos de larga duración, nos parece totalmente acertado el enfoque del Proyecto de Ley del Poder Ejecutivo enviado al Parlamento por el cual declara al 2011 como año de la celebración del bicentenario del proceso de emancipación oriental. No estamos hablando de la Independencia, no estamos hablando de la Nación, que como hemos visto son procesos diferentes, estamos hablando de la celebración del bicentenario del proceso de emancipación oriental. La matriz republicana, liberal, democrática e igualitaria con que nacieron la independencia política y a la organización del Estado las repúblicas surgidas de la América sujeta al dominio español, se expresó a lo largo de un proceso emancipatorio que integra pero es más corto que la larga forja de la nacionalidad. El Grito de Asencio de 1811, el Éxodo del Pueblo Oriental, las Instrucciones del Congreso de Abril de 1813, la Provincia Oriental autónoma de 1815 y su reglamento provisorio, constituyen quizás los jalones principales en determinados aspectos y órdenes de la primera revolución oriental. La cruzada de los treinta y tres, encabezada por Lavalleja y las leyes fundamentales del 25 que hoy conmemoramos, la Convención Preliminar de Paz de 1828 y la Constitución de 1830, configuran las referencias más importantes de la segunda revolución oriental. Ambas integran un único ciclo emancipatorio y ese ciclo emancipatorio es parte del proceso de construcción de la nacionalidad, en el que hoy seguimos inmersos.

En la actualidad ha cambiado la imagen de nuestra común unión. No estamos ya –por suerte- nosotros los uruguayos, condenados al lamento de los tiempos inclementes que en algún momento, no muy lejano, vivimos. Recordemos que la cuestión nacional retornó como debate sobre la viabilidad del Uruguay en los ‘60 y tuvo un brutal empuje en el ciclo de la crisis. La cuestión de la viabilidad, de si podíamos ser y si debíamos ser un país. El horizonte de tristeza retroalimentó el cuestionamiento de nuestra identidad. La idea de que éramos un país inviable, del que más valía irse, caló hondo en nuestra juventud y dividió a las familias uruguayas. Pero la recreación de la esperanza, del imaginario de la esperanza, zanjó el debate sobre la viabilidad. Este es el intangible principal de este período. Por eso hoy hay inversión extranjera y propia. Hemos encontrado un punto de equilibrio entre la inviabilidad y el Uruguay eufórico e insular y por ello frágil. Matriz de crisis de identidad y de olas emigratorias. Preferimos la decantación de los constructores de una patria inclusiva, construida con metas desafiantes.

La construcción de la Nación en el actual período ha avanzado con la diáspora, con los uruguayos que están en el exterior. Paradójicamente, antes costó la separación de los vecinos, la coincidencia de la Nación con el territorio nacional y después con la emigración. La Nación se convirtió con la emigración, la Nación se convirtió en más grande que el territorio. También se fortaleció con el esfuerzo de todos los uruguayos, porque esta es una obra nacional de todos los uruguayos y no sólo de un gobierno, con la exploración de nuestra plataforma marítima, con el desarrollo de la infraestructura y de la logística, con el posicionamiento soberano en el caso Botnia, con las políticas de desarrollo e inclusión, CEIBAL a la cabeza -como se ha dicho- y Florida pionera. Con la recuperación de las cuestiones de Estado en defensa, energía, innovación tecnológica, protección social e identidad cultural. Con la preparación colectiva ante las incertidumbres del siglo XXI, con los avances en integración interna y en descentralización. Con la apelación al artiguismo, a José Artigas y con la recreación de la esperanza. Vamos y tenemos futuro, floridenses. Los orientales estamos forjando en conjunto el proyecto nacional para el Uruguay del tercer siglo. ¡Viva el Uruguay! ¡Viva la independencia! ¡Viva la patria!

   
 
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