Soberanía energética
ANCAP introduce biocombustibles para sustituir el
petróleo por producción nacional
En el Foro de Biocombustibles, el
presidente de ANCAP, Germán Riet, destacó que este gobierno
busca desde 2005 cambiar la matriz energética del país,
disminuyendo el consumo del petróleo. Para ello, se aprobó
un proyecto de ley –con alto consenso político- que permite
la elaboración de biocombustibles con materias primas
orgánicas nacionales. Hacia fin de año se comenzará a
sustituir 2% del gasoil y 5 % de las naftas.
En el Ballroom del Hotel Radisson, se
realizó el primero de varios Foros sobre Biocombustibles,
a los que asistirán distintos sectores de personas
involucradas con el tema. En esta ocasión participaron
técnicos en la materia y más adelante lo harán talleristas
y representantes de las marcas de autos existentes en el
Uruguay, a quienes se les explicará el proceso de
introducción de biocombustibles en el país.
Desde 2005, Uruguay desarrolla cadenas
agroindustriales en la búsqueda de un cambio en la matriz
energética, generando nuevas fuentes de trabajo e
incorporando nuevas tecnologías, que disminuyan el consumo
del petróleo, las emisiones que producen el efecto
invernadero y los efectos nocivos sobre la salud.
El presidente de ANCAP, Germán Riet,
encargado de realizar la apertura del Foro, calificó de
trascendental el hecho de introducir la generación de
biocombustibles en la matriz energética del país.
Este acontecimiento se realiza en un marco
mundial de globalización, que provoca el desarrollo
simultáneo de los países. A su entender, el petróleo que
queda en el planeta abastecerá el mercado por unas pocas
décadas más, por lo cual se considera que la “civilización
del petróleo” ha empezado a declinar.
Otro factor decisivo lo constituye la
crisis medioambiental por la que atraviesa el planeta, que
ha obligado al mundo entero a plantearse nuevas estrategias
energéticas. En este contexto, Uruguay puede considerarse
afortunado, porque pertenece a la región del mundo con más
reservas energéticas de distintos tipos, pero a pesar de
que se produce más energía de la que se consume, la mayoría
de los países de la región viven crisis energéticas
profundas.
Esta situación fue cuestionada durante los
últimos 50 años, pero hasta el momento muchos modelos de
desarrollo e integración fracasaron por distintos factores,
económicos y políticos. En este sentido, recordó que en los
años 90 se intentó introducir el gas natural al Uruguay,
pero se convirtió en otro acto fallido y provocó grandes
pérdidas económicas.
Al respecto, el Presidente de ANCAP indicó
que este tema tiene antecedentes históricos y el gran autor
intelectual que propuso la creación de una empresa
energética nacional de combustibles fue José Batlle y
Ordoñez; posteriormente, Luis Batlle Berres, planteó la
necesidad de contar con un carburante nacional de origen
agrícola.
Actualmente, la matriz energética uruguaya
tiene una alta dependencia del petróleo, aunque buena parte
de su generación eléctrica es de origen hidráulico. La
irregularidad de este recurso, provocado por las sequías
cada vez más frecuentes en el país, estimuló una
inversión de emergencia en la zona denominada “Punta del
Tigre”, donde se recurrió a turbinas que funcionan
actualmente con gasoil pero a futuro se prevé que lo hagan
con gas natural. También, se invirtió en un parque de
motores ubicados en la Central Batlle que comenzarán a
funcionar a fin de año.
Riet destacó, que paralelamente se
introdujeron otros recursos como la energía eólica, biomasa
y residuos de biomasa, que, en base a una política definida
por el Poder Ejecutivo, comenzaron a cambiar la matriz
energética básica nacional, llegando a la inclusión de los
biocombustibles.
En ese sentido, señaló que en 2005 el
Gobierno presentó ante el Parlamento un proyecto de ley
para producir etanol y biodiesel, producidos con materias
primas orgánicas nacionales. La elaboración se lleva a cabo
a partir de dos grandes cadenas agroindustriales, siendo
una ALUR,
-emprendimiento agroenergético
alimentario- que se encarga de la producción de etanol,
azúcar, energía eléctrica y ración para ganado. La otra se
dedica a elaborar biodiesel y harina para la producción
animal. Con ambas, se estimula la producción agrícola y se
le otorga trabajo a 2.700 personas.
Riet destacó especialmente que este
proyecto de Agrocombustibles contó con la aprobación de
todos los partidos políticos, por lo cual puede
considerarse como una “política de Estado”. También subrayó
que el país apostó a su propia producción, porque a pesar
de tener propuestas privadas muy importantes para sembrar
caña de azúcar en Bella Unión, ANCAP decidió hacerse cargo
del proyecto- actualmente junto a PDVSA- apostando al
mediano y pequeño productor –hoy, 400 productores- y al
asentamiento de las familias en el campo. Aclaró también
que ANCAP lidera este proceso, no lo monopoliza.
Añadió que la elaboración del biodiesel es
más compleja por lo cual necesitó de la implementación de
una nueva cadena. Con ese objetivo, el Ente petrolero se
asoció con la empresa aceitera COUSA, y allí se instalaron
–con un ahorro de U$S 40 millones- plantas modulares cuyo
valor aproximado fue cercano a los U$S 5 millones.
Hacia fin de año se prevé comenzar a
sustituir un 2% del gasoil y 5% de las naftas, a lo que
también debe añadírsele que se sustituirán exportaciones de
forraje y de alimentos humanos.
Para el 2010 y 2011 se estima alcanzar un
ahorro en este tipo de exportaciones de U$S 60 o U$S 70
millones anuales, en unas 120 mil hectáreas de producción.
Riet finalizó su exposición, aclarando que
este emprendimiento no se contrapone con otros usos
productivos que se le da a las tierras, sino que se apuesta
a la integración en la cadena agrícola. En ese sentido, se
prevé a futuro, de continuar y avanzar en la asociación con
la empresa COUSA, producir otro tipo de energía como la
electricidad. Asimismo comentó que con este nuevo modelo de
gestión también se incluye una apuesta a la investigación y
al avance mediante convenios realizados con institutos como
el INIA y la UDELAR. Recientemente ANCAP y UTE y
invirtieron U$S 3 millones en la ANII, para la generación
de nuevos proyectos de investigación y tecnologías
nacionales. |