Discurso del presidente de la junta anticorrupción, Dr.
Adolfo Pérez Piera, en el marco de la Conferencia de
Estados Parte de la Convención de Naciones Unidas contra la
Corrupción
Doha, 9 a 13 de noviembre de 2009
Tercer período de sesiones
En representación del Gobierno de la
República Oriental del Uruguay, queremos transmitir en
primer lugar un cordial saludo a todas las representaciones
y delegaciones presentes, felicitar a la Secretaría General
de las Naciones Unidas y autoridades del Comité Organizador
Nacional por el exitoso esfuerzo desplegado para la
realización de este trascendente y multitudinario evento y
agradecer al Gobierno de Doha por la cálida hospitalidad
que nos ha brindado en esta hermosa ciudad.
Cabe destacar en segundo lugar la
nutrida concurrencia de delegaciones de los Estados parte,
de calificadas representaciones de organismos
internacionales y no gubernamentales y de numerosos
observadores, lo que no solo refleja el significativo
crecimiento de las adhesiones a la Convención, sino también
la expectativa que rodea a este evento en la perspectiva
que se trata de una instancia de cruciales definiciones
para fortalecer el funcionamiento de la misma.
Esta reunión deberá ser sin duda una
instancia de diálogo fecundo, de abierto intercambio de
opiniones y experiencias y sobre todo, de construcción de
consensos que permitan avanzar significativamente en el
combate a la corrupción. La responsabilidad con que la
mayoría de los estados parte han colaborado en las
instancias previas, en las reuniones de los grupos de
trabajo y en la preparación de documentos, augura que se
pueda desarrollar una tarea acorde a tales expectativas.
También debe destacarse en este sentido, como elemento que
coadyuva a afirmar ese optimismo, la rigurosa labor llevada
adelante por la Oficina de las Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito, sin cuyo compromiso y eficiencia no
sería posible alcanzar resultados exitosos.
Uruguay ha respaldado activamente, a
partir de sus inicios, la Convención de Naciones Unidas
contra la Corrupción, así como en el plano regional integra
y apoya la Convención Interamericana.
Desde el 18 de noviembre de 2006, fecha
en que el Parlamento uruguayo ratificó la UNCAC, hemos
participado en todas las instancias significativas
cumplidas, habiendo incluso organizado en Montevideo, en
mayo de 2007 el Seminario Internacional sobre Asistencia
Técnica dispuesto por la Res.1/6 de la Conferencia de
Amman. Asimismo hemos participado activamente en los
diferentes debates de implementación de la Convención,
aportando propuestas y coordinando a través del GRULAC
posiciones comunes para ir creando los acuerdos que
permitan avanzar en la consecución de los objetivos
propuestos.
Dicha actitud, se sustenta en dos
convicciones fundamentales.
Por una parte, en que la búsqueda de una
mayor justicia y bienestar social, de un estricto respeto
por los derechos humanos y de formas de desarrollo
sustentable, pasa no en forma exclusiva, pero si
necesariamente por gobiernos transparentes en su actuación
pública, que privilegien debidamente los intereses
generales sobre los particulares y que acaten estrictamente
el ordenamiento jurídico.
Para el logro de una gestión pública
transparente, se requiere pues el fortalecimiento de las
pautas culturales y las prácticas democráticas, en tanto el
arraigo colectivo de los valores libertarios constituye el
principal antídoto contra la corrupción de los poderes
públicos. Pero también se exige la generación de políticas
y herramientas institucionales, tanto de naturaleza
preventiva como represiva, que sean aptas para acotar,
detectar y en su caso, corregir y sancionar los actos de
corrupción.
Nuestro Gobierno ha trabajado
intensamente en esta perspectiva, diseñando nuevas
políticas para fortalecer la transparencia y dotándose de
instrumentos jurídicos idóneos. En su desarrollo, también
se ha apoyado en los contenidos de las referidas
convenciones.
Porque –y es la segundo convicción que
nos alienta en esta actitud de respaldo a las mismas-
entendemos que en materia de respeto a los derechos
humanos, de una gestión pública transparente y del combate
a la corrupción, debe trascenderse las fronteras nacionales
y alcanzar importantes niveles de cooperación
internacional, aspectos ambos contemplados centralmente en
la UNCAC.
Uruguay posee además una sólida
tradición en la promoción del derecho internacional. Por
sus convicciones políticas más profundas, pero también por
tratarse de un país pequeño, hemos sido fervientes
defensores de un orden internacional concertado y
equitativo, sin hegemonías de especie alguna y con respeto
irrestricto al principio de no intervención en los asuntos
propios de cada estado, pero proclive asimismo a una amplia
colaboración internacional, que particularmente privilegie
a las naciones más necesitadas.
Entendemos que la Convención de NNUU
contra la Corrupción se inscribe en esa perspectiva. De ahí
nuestro activo compromiso con la misma y en consecuencia,
con instancias como esta 3era. Conferencia de Estados
parte, en la cual deberán definirse las próximas metas a
cumplir.
Con respecto a los temas que serán
objeto de análisis, destacamos el del mecanismo de
seguimiento de la aplicación de la UNCAC. No porque los
demás sean menos importantes. Por el contrario, tanto las
políticas preventivas como la penalización, la cooperación
internacional y la asistencia técnica o la recuperación de
activos, constituyen aspectos claves en la estructura de la
Convención y sobre los cuales deberá avanzarse en su
análisis y desarrollo. Pero el mecanismo de seguimiento
resalta por su urgencia, ya que necesariamente deberá ser
aprobado en esta instancia y puesto de inmediato en
funcionamiento.
Efectivamente, el vigor y la proyección
que puede alcanzar la UNCAC como herramienta de combate a
la corrupción, depende en gran medida del cumplimiento
efectivo que de la misma observen los estados signatarios.
Y precisamente el mecanismo de seguimiento apunta, por un
lado a verificar ese grado de cumplimiento, pero por otro
–no menos importante- a contribuir a través de la
cooperación y la asistencia técnica a facilitar a los
Estados parte con dificultades, a adoptar las medidas
necesarias para atender los compromisos asumidos.
Existe, a partir de las pautas generales
fijadas en la primera y segunda Conferencia de Estados
parte, cierto acuerdo básico sobre la naturaleza del
mecanismo de seguimiento, producto de la intensa tarea
cumplida a nivel del Grupo de Trabajo. Quedan por cierto
algunos aspectos a resolver, los que deberán ser encarados
con la mayor flexibilidad, descartándose las posiciones
irreductibles y con la convicción de que es impostergable
alcanzar los más sólidos consensos posibles.
No es sencillo armonizar culturas y
tradiciones jurídicas, regímenes políticos y realidades
sociales y económicas tan diversas como las representadas
en este foro. Ese amplísimo pluralismo refleja la magnitud
del desafío, pero también del impacto que tendrá sobre
nuestras sociedades la vigencia plena de la Convención. |