13/04/2000

EL PRESIDENTE BATLLE RINDIO TRIBUTO A LOS REDACTORES DE LAS INSTRUCCIONES DEL AÑO XIII

El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle, asistió esta mañana al acto en el cual se procedió a la entrega simbólica de las Instrucciones del Año XIII. La ceremonia tuvo lugar en la sede del MERCOSUR bajo el propósito de exaltar el espíritu artiguista, en el año del sesquicentenario de su muerte, a través de uno de los documentos medulares de su ideario.

Terminado el acto, el Dr. Batlle formuló, en momentos en que se retiraba del recinto, las siguientes declaraciones, requerido por la prensa:

"En este año, en que se cumplen 150 años del fallecimiento del general José Artigas, el gobierno ha entendido, y así lo ha solicitado a los señores Ministros y en particular al de Educación y Cultura, que se realicen los máximos esfuerzos para difundir el pensamiento político del Jefe de los Orientales, que se refleja no solamente en sus hechos y dichos escritos a lo largo de su corta pero muy intensa vida, sino fundamentalmente en los términos de las Instrucciones del Año XIII. Son términos que no solamente en sí mismos son el reflejo de ese pensamiento político de origen jeffersoniano y de Thomas Payne, sino que además es muy importante analizarlo desde varios puntos de vista. En primer lugar, cómo fueron elegidos los diputados. Los diputados fueron elegidos por un sistema electoral muy parecido al nuestro de hoy, pero muy parecido, en donde los que tenían derecho a votar tenían una garantía absoluta para emitir su voto en urnas que mantenían el secreto. En el Departamento hoy de Maldonado se disputaron la banca cinco candidatos. Quiere decir que el proceso electoral uruguayo nace ya en el Derecho español, de los fueros de los cabildos españoles y con la misma pureza con la cual el Uruguay se ha distinguido a lo largo de todo el siglo en la consagración de un sistema electoral que nos da absolutas garantías a todos los que participamos en él. En segundo lugar, ese documento, analizado en toda su extensión, y comparado con los términos de la vida política de nuestro actual país, resume enseñanzas visionarias. Aquellos que lo redactaron, que lo pensaron y que lo formularon, sin ninguna duda pensaban en un continente unido. Pensaban en mucho más que en la unión de las provincias a las cuales Artigas ideó, al punto que fue reconocido por ellas, sino que pensaron mucho más que en eso. Ya pensaban en la unión política de estas naciones y en lo que hoy estamos tratando de hacer en América. Esto, creemos con fundamento, tenemos que tratar de extenderlo al pensamiento y a la educación de los jóvenes en todo el país. Nadie puede pensar en el futuro si no tiene asientos firmes en el pasado, y éstos son aquéllos que son consecuencia natural del conocimiento de la historia que nosotros hemos recorrido y que otros, por nosotros, han construido, y los valores y los principios que nos han legado. El gobierno hará lo posible para que estos valores se cumplan, estos principios se sigan y estos objetivos -no digo que se alcancen, porque nadie los podrá alcanzar en el lapso de cinco o veinte años- pero son hitos que dan al país el rumbo que el país va a seguir siempre. La paz de los uruguayos está dentro de la filosofía y el ser de toda esta cadena de acciones políticas que los orientales construyeron a principios del siglo XIX".

También hizo uso de la palabra el Ministro de Educación y Cultura, Dr. Antonio Mercader, quien destacó los aspectos más trascendentes del texto destinado a orientar la actuación de los delegados orientales en la Soberana Asamblea Constituyente que comenzaba a sesionar, por esos días, en Buenos Aires.

Las palabras del Dr. Mercader fueron las siguientes:

"Quiero empezar estas palabras con el recuerdo de un episodio que me conmovió y que revela hasta qué punto el General José Artigas está metido bajo la piel del pueblo uruguayo. Hace quince años, cuando el Uruguay restauró su democracia, decenas de miles de personas acudieron al estadio Centenario a presenciar un espectáculo musical. En esa ocasión del reencuentro del país con sus libertades, los artistas eligieron una canción que todos conocemos y que en una de sus estrofas dice así:

A ese criollo rodear

rodear, rodear,

los paisanos le dicen

mi General

Esa canción de Ruben Lena, fue entonada por cincuenta o sesenta mil personas que formaron un coro espontáneo. Está grabado y cada vez que la oigo en la radio, con el eco de un estadio entero, se me pone la piel de gallina. Recuerdo que la gente hizo algo así como un acto de rebelión y no quiso parar de cantar y se puso a repetir las estrofas de esa canción que a esa altura era como un himno. Así. después de varios minutos, llegaron a sus versos finales, tan expresivos:

Oriental en la vida

y en la muerte también

Oriental en la vida y en la muerte también

Para conmemorar la muerte del Jefe de los Orientales, acaecida el 23 de setiembre de 1850, el Gobierno impulsa un ciclo de actos recordatorios. El primero de ellos lo hicimos el mes pasado en el Cuartel de Dragones de Maldonado. Allí el Sr. Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle, nos instó a dedicar este año no sólo a recordar a Artigas sino " a cumplir con lo que ha sido su mandato".

¿Cuál es el mandato de Artigas? ¿Dónde está contenido? Por cierto, en infinidad de papeles, cartas, discursos y referencias que ya colman treinta tomos del Archivo Artigas. Sin embargo, si queremos hallar la síntesis de su pensamiento, todos sabemos que hay que acudir a un documento central, las Instrucciones del Año XIII. Esas Instrucciones son, como dijo el Sr. Presidente de la República en Maldonado, "el corazón y el cerno de nuestro ser y de nuestra esencia oriental".

Las Instrucciones son eso y son algo más: son Artigas mismo, son su ideario, son su propia vida, son los principios que lo moldearon como oriental, en la vida y en la muerte también. Por eso, a 150 años de su muerte, detengámonos por un momento en esas Instrucciones del Año XIII.

Como se sabe, ese documento se conoce en abril de 1813, cuando Artigas convoca a un Congreso a los representantes de todos los pueblos de la Banda Oriental para elegir a los diputados que debían concurrir a la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas reunida en Buenos Aires.

El 5 de abril, el Jefe de los Orientales, recibió a los delegados con un discurso tan decididamente democrático como esta frase, que lo simboliza y lo resume:

"Mi autoridad emana de vosotros

y ella cesa ante vuestra presencia soberana".

Es el caudillo político y militar, el conductor del éxodo del pueblo oriental, el jefe indiscutido, que se inclina humildemente ante los representantes del pueblo soberano.¡Qué lejos está de la imagen arrogante, mesiánica, autoritaria, de otros caudillos de la emancipación americana!

Por eso es que resulta difícil analizar a Artigas como uno más entre los héroes de la independencia americana. Por eso es un error subsumirlo en una corriente, igualarlo a otros. Artigas es un líder singular, único, irrepetible, y por eso está tan identificado hasta hoy con este pueblo y con esta nación.

Este es un concepto que a veces cuesta entender: en Artigas estaba hace dos siglos la esencia de lo oriental. Por su formación particular, por su personalidad, por esa mezcla de aragonés austero y de baqueano criollo, por su condición de hombre llano, de hombre de una sola palabra.

No hubo muchos otros como él. No cometamos el error de analizarlo en un contexto internacional, como producto de una corriente que venía de afuera y como uno más de los caudillos de la independencia americana. A Artigas hay que estudiarlo como un caso particular y distinto, tan particular y tan distinto que sobre su huella se edificó nuestra patria.

En una reciente edición especial sobre el milenio que termina, la influyente revista inglesa "The Economist", en un capítulo dedicado a la emancipación americana, acaba de destacar "al uruguayo José Artigas", como una excepción, como alguien distinto de Hidalgo, San Martín y Bolívar, como un caso único y original, entre todos los líderes latinoamericanos. "The Economist" lo destaca al decir que era menos conservador, más solidario con su gente y más decididamente liberal que otros héroes latinoamericanos.

Presidido con esa frase histórica donde Artigas devuelva su autoridad a los representantes del pueblo soberano, el Congreso de los orientales sesionó el 13 de abril, hace hoy exactamente, 187 años. Allí se buscaba formular los principios o instrucciones que debían guiar a nuestros representantes en la Asamblea de Buenos Aires. Las Instrucciones cubrían un abanico de temas tan dispares como la fijación de límites territoriales de la Banda Oriental, la habilitación de sus puertos, las grandes líneas constitucionales, y la arquitectura constitucional, en suma, de la forma federal de gobierno. Incluían además ciertos principios doctrinarios referentes a la libertad civil y religiosa, así como a la igualdad y la seguridad individual.

Es el instante en que el jefe militar, el protector de los Pueblos Libres, va a producir su definición política, como escribiera Sara de Ibañez en su poema "Artigas":

El era el fuerte, el grave, el elegido.

Los hombres que anduvieron a su flanco,

pensaban con la sangre y el latido,

bullente el pecho y el cerebro en blanco.

El les abrió son salmos el oído

cuando ya amaban su silencio franco...

A esos salmos, a esos principios que inspiran las Instrucciones y que están contenidos básicamente en los Artículos 3 y 4, quiero referirme en particular.

El Artículo 3 habla de promover la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable. En cuanto a la libertad religiosa hay que ver lo que eso significaba en esta parte del mundo, en aquella época y en el ambiente de las que serían ex-colonias españolas.

Era consagrar la libertad de conciencia como derecho innato. Era consagrar la independencia de la Iglesia y el estado, era consagrar el nacimiento de una nación con una concepción laica y libertaria que iba a dejar su huella en la sociedad uruguaya hasta el día de hoy, cuando han transcurrido casi dos siglos de aquel pronunciamiento.

El Artículo 4 de las Instrucciones empezaba diciendo: "Como el objeto y fin del Gobierno deber ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos..." Dice Héctor Miranda, en su espléndida monografía sobre las Instrucciones, que toda doctrina política de Artigas está encerrada es ese concepto. El objetivo de todo Gobierno, su razón de ser, es asegurar la igualdad, la libertad y la seguridad de los ciudadanos.

En primer lugar, la igualdad, principio que hoy recoge nuestra Constitución al no reconocer otras diferencias entre las personas que aquéllas que surgen de comprara sus talentos y sus virtudes. En segundo lugar, la libertad, promovida y practicada en toda su extensión imaginable. ¡En toda su extensiòn imaginable! es decir, la mayor libertad posible y finalmente, el principio de la seguridad personal y de las garantías legales que le son inherentes, escudo de los ciudadanos ante terceros y ante el propio Estado.

Para consolidar esos derechos y cumplir esos objetivos, en los artículos siguientes las Instrucciones proclaman el principio de la división de poderes, el principio tripartito, con un Poder Ejecutivo, otro Legislativo y otro Judicial, nítidamente separados. esta separación, base del gobierno republicano y democrático, es el antídoto contra la dictadura. Un antídoto tan fuerte como el propio Artículo 18 que dice que...

"El despotismo militar será aniquilado con trabas

constitucionales que aseguren inviolable la soberanía

de los pueblos"

Más democrático y liberal no podía ser el pensamiento de Artigas reflejado en las Instrucciones. ¿De dónde extrajo esas ideas? Hay que decir que las sentía en su fuero íntimo, que esas eran sus convicciones. Para exponerlas se inspiró, sin duda, en las Instrucciones que 37 años antes habían llevado al Congreso de Filadelfia los dos representantes del pueblo de Virginia. Ellos eran nada menos que Thomas Jefferson y George Washington.

Esto significa que Artigas reconoció sus propias ideas en aquellos documentos básicos de la organización constitucional de Estados Unidos y en los principios constitucionales angloamericanos. Como subraya Héctor Miranda, su mérito no consiste en haber creado, sino en haber adaptado. Su tarea no fue la del profesor académico, que no lo era, sino la del estadista práctico que supo elegir y aplicar ciertos principios que le parecieron los mejores para su patria. Y entre todas, las ideas del gran Thomas Jefferson fueron las que mas lo impresionaron.

Se convirtió así en el único estadista que en eta parte del mundo, en el Río de la Plata, sostuvo siempre los conceptos de las Instrucciones, no solo en abril de 1813 sino en todos los actos de su vida pública. Esas Instrucciones circularon durante décadas por las provincias artiguistas, por los pueblos libres protegidos por Artigas en ese sueño de integración que alentó en su tiempo.

Por eso, precisamente, es que, pensando en esa integración, hemos elegido hoy, como un símbolo, este restaurado edificio, sede del Mercosur.

Señoras y Señores:

Esta conmemoración de los 150 años de la muerte del Jefe de los Orientales llega en un momento especial de la vida nacional.

Especial porque coincide con los primeros pasos de un gobierno que echa a andar y con el despuntar de un nuevo siglo que avanza hacia otro milenio, circunstancias todas ellas que convocan a la reflexión. A la reflexión sobre nosotros mismos, sobre nuestra identidad, nuestro pasado compartido y nuestros sueños.

En ese proceso de meditación debe inscribirse Artigas y su Gesta.

Como Ministro de Educación y Cultura me permito instar a todos los presentes a leer y a difundir ese texto, y a obrar en consecuencia con las Instrucciones del Año XIII, cimiento de esta democracia liberal y republicana que todos construimos, pero cuyo sembrador fue José Artigas. Para ello, a la salida de este acto, se les entregará a todos la reproducción de una copia fiel de las Instrucciones, manuscrita en abril de 1813, cuyo original se encuentra en el Museo Histórico Nacional.

Para terminar, quiero decir que me parece que releer sus veinte artículos, comentarlos y difundirlos es nuestro mejor homenaje a quien hizo de ellos el eje de su acción política y militar. Las Instrucciones son la esencia del pensamiento liberal y democrático por el que Artigas luchó y murió. Por ser tan fiel a sus ideas, su vida no fue precisamente un lecho de rosas. Porque nunca es fácil la vida de quienes se rigen por sus principios y se mantienen hasta el fin, firmes en sus convicciones.

Artigas fue uno de esos hombres y por eso vive en nuestra memoria. Y esa memoria está atesorada en versos de la canción popular, como éstos que dedico especialmente a los jóvenes que hoy nos acompañan, y que dicen así:

A la Huella primero de José Artigas

Y sacate el sombrero cuando lo digas.

No hay más huella, canejo, que la de Artigas

Y jugate el pellejo cuando la sigas.