25/08/2000
DISCURSO DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, DR.
DIDIER OPERTTI CON MOTIVO DEL 175º ANIVERSARIO DE LA DECLARATORIA DE LA
INDEPENDENCIA
Señor Presidente de la República
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia
Señor Presidente de la Asamblea General
Señor Intendente Municipal de Florida
Señores Ministros de Estado
Señores Legisladores Nacionales y Departamentales
Señor Presidente del Honorable Directorio del Partido
Nacional
Señores miembros del cuerpo diplomático de países
amigos
autoridades civiles, militares y policiales
Señoras, Señores
Evocamos hoy el 25 de Agosto de 1825, como fecha de la
Independencia de nuestra República.
Transcurridos ciento setenta y cinco años, se mantiene
vivo y permanente el homenaje a aquella Honorable Sala de Representantes
que en esa fecha, en la entonces San Fernando de la Florida, en este
lugar, promulgara la Independencia de la Provincia Oriental del Río de la
Plata.
Fecha histórica, pues, adoptada por la República como
día de su Independencia, sin que el tema sea hoy dirimir si es ese u otro
día del calendario el del acto formal constitutivo.
Acaso, Señor Presidente, Señoras, Señores, lo más
importante sea hoy afirmar que la Independencia de un pueblo, de una
Nación, de un Estado, no es un acto único o singular, sino una verdadera
concatenación, un proceso continúo, que nos hace participar cada día a
todos, gobernados y gobernantes, en la forja de una sociedad que por más
libre, más justa, más equitativa, en suma es así, más independiente.
La Independencia no nos ha sido concedida como un don
gracioso, sino que ella ha sido y seguirá siendo el resultado de nuestros
desvelos por preservarla y profundizarla, sobre la base de un fuerte y
acreditado sistema educativo y de una desarrollada madurez cívica.
Con este espíritu llegamos hoy a la Piedra Alta.
Somos todavía ciertamente una República joven pero
madura en la conciencia que todos tenemos de sentirnos integrantes de una
sociedad democrática, libre, respetuosa de los derechos de cada uno y
sabedores que solo a partir de un Estado basado en el derecho y de un
gobierno sustentado en la opinión pública, podrá el Uruguay superar las
dificultades por las que hoy atraviesa la región y nuestro país como
parte de ella.
En libertad y desde la libertad.
Todas las sociedades, sin excepción a lo largo de la
historia, han atravesado y viven hoy todavía períodos de dificultades,
en grado variable.
Por cierto, -y bastaría con dirigir una rápida mirada
al mundo- por situaciones más graves y dramáticas que las que le ha
tocado vivir al Uruguay, afortunadamente libre en estos tiempos de guerras
y violencia y otras calamidades –naturales unas, humanas otras- que
tanto hieren y agravian todavía al individuo y a la sociedad dentro y
fuera de nuestra región.
Naturalmente, no se trata de anclarnos en la
observación pasiva de lo que acontece afuera del país para sustraernos a
los que vivimos dentro de él.
Por ello, todos los esfuerzos que el país ha hecho y
continúa empeñando hoy, bajo la inspiración del Señor Presidente,
dirigidos a cerrar un capítulo doloroso de nuestra historia, merecen el
reconocimiento de todos los uruguayos que confiamos en el éxito final de
tan importante empresa.
En cualquier caso no podemos dejar de considerar, de
modo realista, que ninguna nación o país tiene ganados para siempre la
certidumbre, la prosperidad, el progreso en suma, el bienestar y felicidad
de las personas que lo integran, sino que esto demanda y exige un esfuerzo
diario que no depende solo de nosotros; también y de modo gravitante, del
mundo exterior, en esta aldea global que es hoy el planeta Tierra.
Es preciso, pues, que cada habitante de nuestra
República perciba que toda vez que aumenta el precio del petróleo, con
él aumentan nuestros costos y precios de producción y servicios de
transporte y simétricamente, aumentan nuestras dificultades.
Es preciso que los uruguayos todos, cualquiera sea su
filiación filosófica o política adviertan, que en el mismo momento en
que se establecen o inventan barreras al comercio internacional, de
índole variada, para obstaculizar y hasta impedir el ingreso de nuestros
productos exportables a mercados de países vecinos o distantes, se están
recortando y en ciertos casos, hasta suprimiendo nuestras posibilidades de
desarrollo y cercenando las fuentes de trabajo para nuestra gente.
Baste aquí con recordar por un momento las recientes
restricciones e impedimentos a la colocación de nuestra producción de
arroz así como de los productos lácteos para poner sobre la mesa
ejemplos concretos de nuestras afirmaciones.
Sin embargo, no es hoy tiempo de limitarnos a trazar un
inventario negativo, de dificultades, tampoco de ignorarlas.
No se trata, por cierto, de sumirnos en un desencanto
individual o colectivo, que lejos de llevarnos a la superación de las
dificultades coyunturales, nos pudiere conducir a la parálisis o
inacción o peor, todavía, a la resignación asumida.
En ésta, como en otras situaciones similares, los
uruguayos demostraremos que somos capaces de remontar resultados, que
tenemos la entereza, la imaginación y la inteligencia necesarias para
sostener, dentro y fuera de la República, la justicia de nuestras causas
y para embarcarnos en nuevos emprendimientos nacionales e internacionales,
dirigidos todos a mejorar la situación del país, la calidad de vida de
sus habitantes y, en definitiva, a hacernos cada día más independientes
en ese proceso contínuo al que antes aludiéramos.
Más independientes en lo energético, a través de la
inminente conexión del gas natural desde Argentina; más independientes
en lo comercial y en especial en lo que hace a los mercados de colocación
de nuestra producción exportable, abriéndonos al mundo, sin afectar por
ello en nada nuestra condición de socio activo y pleno del MERCOSUR, o
nuestra aptitud negociadora a la búsqueda de acuerdos en el ALCA, o la
defensa de nuestra condición de país productor agrícola en las
relaciones con la Unión Europea o en nuestra participación activa en la
Organización Mundial de Comercio para luchar frontalmente por la
eliminación de los subsidios a la exportación de esos productos y otras
medidas proteccionistas de similar efecto.
Sin omitir, además, todas las otras posibilidades de
comercio a nivel bilateral, con mercados que se abren a nuestra
exportación como México, Canadá, China, Irán, entre otros, sumándose
así a nuestros mercados tradicionales.
Señoras , Señores:
Junto a lo anterior y especialmente en circunstancias
como ésta, es preciso señalar que el país encara hoy, con el esfuerzo
del estado y de los agentes económicos privados, un conjunto de obras –
algunas como la conexión del gas ya mencionada – que dan cuenta de una
fuerte inversión del Uruguay tanto en el sector industrial como de
producción y servicios, lo que habrá de generar un fuerte impacto en la
creación de puestos de trabajo y en la movilización de la economía
uruguaya en su conjunto.
En este sentido, la formulación de un programa de
desarrollo ganadero en el que viene trabajando el Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca, que abarque las diferentes etapas de la
cadena agroindustrial, es un elemento fundamental en un país de las
características del Uruguay.
La asociación de proyectos y acciones de nuestros
productores ganaderos de menores recursos generará sin duda mejores
condiciones de financiamiento, producción y comercialización y tendrá
un importante impacto social en todo el país.
El comienzo de la obra de agua potable y saneamiento en
Maldonado – obra ya adjudicada – la inminente inauguración de la
nueva planta de CONAPROLE que aumentará nuestra producción de leche en
polvo y quesos, la construcción de la nueva refinería de ANCAP, el
Aeropuerto de Carrasco, etc., son otros tantos ejemplos elocuentes y
concretos de lo que será sin duda la reactivación económica del país
iniciada en el segundo semestre del año y que continuará en los
siguientes.
Lo anterior, sin olvidar que nuevos instrumentos
legales ya adoptados, permitirán al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento
Territorial y Medio Ambiente, junto al Banco Hipotecario del Uruguay,
encarar una importante inversión en el área de viviendas, y captar en el
marco de la securitización fondos privados, movilizando así la industria
de la construcción y proveyendo de nuevas viviendas a las familias
uruguayas.
En suma, Señoras, Señores:
El Uruguay, su gobierno, su pueblo, seguirán
construyendo juntos el porvenir de la República, en paz y con libertad.
Lo harán con plena conciencia de la Nación hacia
adentro, y del país en la región y en el mundo.
Con nuestras posibilidades y nuestras limitaciones.
Pero en cualquier caso, con la convicción de que este
25 de Agosto de 2000 nos encuentra a los uruguayos todos en la evocación
orgullosa de su pasado, galvanizada y fortalecida, ante los desafíos y
demandas que hoy enfrentamos y superaremos.
Debemos seguir asumiendo la sociedad uruguaya en su
conjunto para llevar el aliento donde él esté faltando y para reforzarlo
donde ello fuera necesario.
Ustedes y nosotros estamos comprometidos con el destino
nacional.
Sólo así estaremos a la altura de nuestras
responsabilidades.
A todos, muchas gracias.