13/07/2000

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EN EL ACTO DE ASUNCIÓN DEL INTENDENTE DE TREINTA Y TRES, SR. WILSON ELSO GOÑI

Estimados amigos: cuando Wilson me fue a ver a casa de gobierno para invitarme a venir a estar hoy con él y con ustedes, le dije: "mirá, si no me invitás te mato". Por una razón muy sencilla. Porque mi presencia aquí hoy tiene múltiples significados: políticos y personales. Lo acaba de decir Wilson; yo recuerdo perfectamente la visita de mi padre a Treinta y Tres y la amistad que hizo con el entonces Intendente, don Valentín Cossio y las cosas que hicieron en común los gobiernos de la República y del Departamento en pro de la mejor calidad de vida de los ciudadanos del Departamento.

Recuerdo el particular afecto que esos dos ciudadanos se tenían; la confianza y la franqueza con que se planteaban los problemas, que les permitió, en un esfuerzo mancomunado, sin pensar en ningún momento que uno representaba al Partido Colorado y otro al Partido Blanco, sino pensando solamente que en todos los momentos los dos representaban a altos intereses de la República. A esos intereses tenían que servir, y por ello se pudieron entender sin dificultades. Eran las mismas formas de entendimiento que nosotros estamos en condiciones de establecer a partir del día de hoy con mi entrañable amigo Wilson Elso Goñi.

De seguro -y hablo por mí, por lo menos- no calzamos los puntos de aquellos ciudadanos, pero tengan la certeza de que tenemos el mismo entusiasmo, la misma decisión y la misma vocación de servir que ustedes han visto en Wilson a lo largo de toda su actividad política y en la mía, en mi empecinada actividad, que ya lleva más de sesenta años.

Quería, además, estar aquí porque entramos juntos a la Cámara con Wilson. Fuimos electos diputados los dos en 1959. Desde entonces, y hasta ahora, los dos hemos seguido en la actividad política y los dos hemos sentido que en ella hemos encontrado el camino para cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos y nuestra vocación como personas.

A menudo, como ustedes saben, la política nos da sinsabores. Muchas veces nos obliga a hacer cosas de las que uno siente la dificultad en hacerlas porque no son siempre buenas las noticias que los gobernantes deben dar a los pueblos. Pero los gobernantes deben ser como los buenos padres de familia. Tenemos las mismas obligaciones que tienen ellos. Un buen padre tiene que ser responsable y hacer sentir a la familia la situación en que se vive para poder todos encaminarse y hacer las cosas que, en el futuro, le van a permitir vivir mejor. A veces, en la casa, el padre de familia o, en su caso, la madre -porque por suerte las mamás siguen mandando más que los papás- tienen que tomar medidas, a veces difíciles, para que mañana, al escampar, las cosas estén mejor.

Pero Wilson, con las referencias que hace sobre sus obligaciones con el pueblo de Treinta y Tres y con el país, las hace desde el perfil que siempre ha sido su condición política: un hombre decente, un hombre de bien, un hombre íntegro, un hombre que ha estado en la vida política para servirla y no para servirse de la política.

Esta tarea es una tarea de todos. Sin colores. La reforma de la Constitución le ha permitido a los pueblos del Interior de la República adquirir una independencia política que no tenían. Hoy, cuando el ciudadano va a votar, va a votar a la persona, aquél a quien siente que es el buen vecino capaz de dirigir con honorabilidad su destino. Por tanto esta reforma, que me permite hoy estar acá acompañando al pueblo de Treinta y Tres, es algo que genera un cambio que para mí es el corazón de la descentralización. Para mí la descentralización no es el reparto de plata, porque la familia tampoco lo es. La responsabilidad de los hijos, de la dirección del gobernante para que cada Departamento decida por sí y ante sí quién, por encima de los partidos, quiere que lo conduzca, esa es la descentralización política que da a los Departamentos y a sus Intendentes la fuerza que deben tener para conducir el destino de sus Departamentos.

Es en los gobiernos departamentales que se aprende a gobernar. Es el Intendente el que tiene que ser ministro de economía, de salud, de obras públicas, de seguridad, ministro de todas las cosas. Es en las Juntas departamentales donde se forman los futuros gobernantes y es allí donde todos tenemos que empezar a aprender que gobernar es asumir responsabilidad, no es solamente trabajar para hoy sino pensar en mañana. Gobernar no es simplemente decir amén a todo, porque cuando se dice que sí a todo, también se dice que no a todo, al mismo tiempo, porque al decir que sí a todo, se engaña a todo el mundo.

Gobernar es asumir responsabilidades, y más en tiempos difíciles. Este departamento, como todos los de la frontera, como todos los que centran su actividad primordial en el campo, en la ganadería, en la agricultura arrocera y que reciben el influjo de la frontera, bien saben lo que ha sido el tremendo sufrimiento que le han dado al país los acontecimientos vividos en el Brasil a partir de enero del año pasado, el aumento terrible que ha significado, en los costos, el alza del petróleo, la dificilísima situación de los que plantan cuando los precios han caído a la mitad de su valor con respecto a zafras anteriores, y las dificultades que ha tenido el país, como consecuencia de todas esas cosas, de colocar sus productos.

Esas cosas suponen que el viento se nos ha puesto del lado de la puerta. Para enfrentarlas se precisan hombres firmes y claros y por eso estoy acá: no sólo para participar de esta fiesta de la democracia sino para estar junto a un amigo. No sólo para recordar aquella amistad que hubo entre ese gran Intendente que fue don Valentín Cossio y mi señor padre, sino para decirles que me comprometo a trabajar junto con Wilson y con ustedes, codo con codo, por la mejor fortuna de este Departamento.

Estamos en el año en que celebramos los 150 años de la muerte de Artigas. En este Departamento, que tiene además en su noble recuerdo de la historia superior de la patria, a aquél hombre que en medio de tremendas dificultades, con su decir claro, con su accionar valeroso, con su desprendimiento absoluto, y con su visión de gobernante y de estadista, nos enseñó el camino. Hoy, recordémosle no solamente como un acto de homenaje sino en una actitud de compromiso que estamos decididos a asumir en un momento en que, además, el mundo nos envía un claro mensaje: el Uruguay tiene de nuevo la chance, el desafío y la obligación, como lo hizo en el siglo pasado, de ponerse a la vanguardia y así, hasta ahora, el país, en las administraciones democráticas manejadas por los ex presidentes Dr. Sanguinetti y Dr. Lacalle han conseguido afirmar su institucionalidad, estabilizar su economía y abrirse al mundo. Hoy es la instancia histórica que, pasadas las dificultades que hoy nos están golpeando, nos determinan a los gobernantes y al pueblo a advertir que ha llegado la hora de proceder a hacer los cambios necesarios en la forma de hacer y pensar las cosas para que el Uruguay vuelva, en el siglo que viene, a ser de nuevo vanguardia de América. Y si eso lo pudimos hacer en el pasado, y si eso lo pudieron hacer nuestros abuelos sin carreteras, sin jubilaciones, sin comunicaciones, sin servicios de salud, sin la certeza que hoy tenemos para muchas cosas en la vida, sin las posibilidades de alcanzar el conocimiento y recibir del mundo la tecnología a que hoy éste tiene, si ellos lo pudieron hacer -alcanza con leer sus textos y sus palabras- nuestros abuelos ilustrados y capaces, que en medio de tanta adversidad hicieron de este país un gran país, ¿que sería de nosotros ante la historia si no fuéramos capaces de empuñar el arado para hacer las mismas cosas que ellos hicieron por la patria?

En este departamento de Saravias, de Saravias blancos y de Saravias colorados, me comprometo a estar acá en los 150 años de Treinta y Tres para poner de nuevo en marcha a este departamento; y para decir a ustedes que en la casa de gobierno tienen un amigo, y además tienen otro que, cuando vaya desde acá a verme, sabe que no tiene que pedir audiencia, que puede abrir la puerta, entrar y reencontrarse con un amigo.

Vengo de San José, me voy ahora a Fray Bentos, y después a Salto. Quisiera dar un abrazo a todos los señores Intendentes, pero no me es posible. Hay algunos lugares donde tengo afectos especiales. Hoy quería estar, y pro eso, a todos, les doy las gracias. Y a todos los espero volver a ver pronto. Muchas gracias