13/07/2000
BATLLE: ACEPTAMOS EL DESAFÍO DEL AMIGO
MALAQUINA
El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle,
señaló que aceptaba el desafío del Esc. Eduardo Malaquina, quien
"nos reclama la colaboración, que desde ya la tiene, por un lado, y
por otro nos aporta el trabajo que ya sabemos que va a ser exitoso y
firme", en el acto de asunción del nuevo intendente de Salto.
El primer mandatario expresó en su alocución lo
siguiente: Hoy asume nada menos que mi estimado amigo, el Esc. Eduardo
Malaquina, Intendente Malaquina, Sr. Vicepresidente, Sr. Presidente
Sanguinetti - no ex presidente -, Presidente Sanguinetti, Sr. Intendente
de la hermosa ciudad de Concordia, Sres. Legisladores, Sr. Gral.
Comandante de la División del Ejército Nº 3, señoras y señores. Se
podrán imaginar que para cualquiera de nosotros venir a la capital del
norte siempre es un placer. Se advierte la vocación de república que
tiene Salto. No es mala cosa, al contrario, es un gran estímulo y un gran
desafío. Siempre es bueno venir y más, en esta oportunidad, para
acompañar a un gran ciudadano y a un conjunto de mujeres y hombres que a
lo largo de tantos y tantos años han hecho de ésta una hermosa ciudad.
Una hermosa ciudad. Yo soy del tiempo del Arq. Barbieri, a quien
acompañé y a quien conocí y lo escuchaba hablar y soñar, desde aquí
con una gran ciudad, con un gran norte, con muchas cosas hermosas que él
hizo y otras que no alcanzó a hacer pero que siempre soñaba y con las
que quería engalanar a Salto. Tuve la fortuna de acompañar a ese gran
amigo que fue don Ramón J. Vinci, aquí para decir con ustedes la
alegría que tiene Salto, que de nuevo, nuestro amigo, Malaquina está
comandando los destinos del departamento. Sin ninguna duda han sido
ciudadanos que enorme bien le han hecho al departamento, así como otros
ciudadanos de otros partidos que también tuvieron ese desafío y esas
responsabilidades, a quien yo mucho no pude conocer, pero que de seguro
pusieron de sí lo mejor para que esta ciudad siguiera siendo la gran
ciudad que es.
Malaquina nos ha hablado de las cosas que, desde Salto,
se pueden hacer. Yo diría que sí, que tiene razón, que todas ellas
están al alcance de la mano y que si nos ponemos todos juntos en ese
esfuerzo, lo vamos a lograr. Que no es un esfuerzo únicamente de Salto,
tampoco únicamente del Uruguay, yo creo que es un esfuerzo de la región.
Es un esfuerzo de los países que componemos el MERCOSUR. Yo he tenido
oportunidad de decir esto es más de un lugar, dentro y fuera del país.
Pero ciertamente además tuve la particular oportunidad de defender estas
cosas en la República Argentina, en una reunión de empresarios y de
banqueros, adonde me pecó decir alguna cosa a propósito del destino del
MERCOSUR, de cómo yo veía desde aquí, desde el Uruguay - ya no como
gobernante - sino como simple ciudadano, el porvenir de estas naciones. Y
relaté un episodio, una nueva anécdota política histórica, a la que
tuve la fortuna de acceder a ella ese mismo día. Revisando libros en un
estante de una librería me encontré con el informe que le hacía el
Ministro de Hacienda de la época al Parlamento, era 1857. Era al
Parlamento uruguayo y el Ministro de Hacienda de la época le decía que
"en fin, que había muchas dificultades, pero después explicaba los
números y decía, bueno, importamos tanto, tantas cosas pasan por la
aduana - nos cuestan cuatro millones de pesos -, pero exportamos tanto y
tanto, 250.000 novillos que algunos de los cuales van para Río Grande -
en aquella época ya había MERCOSUR aquí en la frontera del norte -.
Otros salen por los puertos, más crines, más huesos, más un poco de
lana, más cueros y algún trigo y daba cifras finales en donde decía, en
un precioso español, que los números de la exportación alcanzaban para
cumplir con todas las obligaciones que el país tenía. Vivía en medio de
revoluciones, 1857. Calculen ustedes, el país no tenía instituciones
firmes, no había un sistema judicial sólido y estable. No teníamos
organizaciones internacionales financieras, no teníamos Fondo Monetario,
no teníamos Banco Mundial, no teníamos al amigo Iglesias, Presidente del
Banco Interamericano de Desarrollo, que tanto nos ayuda a todos los
países de América del Sur y vivíamos en un conflicto permanente entre
nosotros. Blancos y colorados, colorados y blancos, nos debatíamos,
poníamos inclusive en zozobra a nuestros gobiernos, pero el país
crecía. Crecía y crecía y crecía. Ese buen señor era mi bisabuelo, el
Cnel. Lorenzo Batlle. Posiblemente si hubiéramos podido conversar con
él, me hubiera dicho - realmente nosotros teníamos revoluciones pero
también teníamos mercados. Ustedes no tienen revoluciones, pero como no
tienen mercados pueden llegar a tener revoluciones.
¿Por qué crecimos en aquel tiempo de tanta
inestabilidad ?. ¿Por qué crecimos?. Crecimos porque estábamos como
amachimbrados al primer mundo y ¿cuál era el primer mundo?. Era Europa,
no era Estados Unidos, era Europa. Todos los que están acá ¿de dónde
vinieron?. Seguramente, a mediados del siglo pasado, desde Europa. De ahí
vino la tecnología, la mejor. Los ferrocarriles que construyeron, los
puentes que hicieron, hoy pueden seguir funcionando y trajeron la mejor
tecnología, tecnología de punta.
El caño del agua con que en 1868 abastecían a
Montevideo desde 35 kilómetros, desde Santa Lucía, llegó en medio de la
revolución de Las Lanzas de Timoteo Aparicio y aquel señor que de
Ministro de Hacienda pasó a Presidente, al tiempo que abría la canilla
de la fuente hecha en la Plaza Matriz, tenía la revolución a las puertas
de Montevideo, - en el Sauce - y la Montevideo Water Company todavía
tiene su vieja casa - hoy declarada integrante del patrimonio nacional -
con esas palabras separadas Monte Video. como se escribe en los libros
viejos ingleses, de los viajeros de la época. Y así el país creció.
Hicimos todo, absolutamente todo. Se hizo un sistema financiero, un
sistema de seguros. Se hizo el puerto. La misma compañía que está
dragando hoy Martín García, construyó en 1902 el Puerto de Montevideo
con 10 metros de profundidad - 30 pies
Ellos tenían el mercado, nosotros no. Y eso es lo que
tenemos que lograr, lo que tenemos que alcanzar. Sin ninguna duda el
MERCOSUR ha sido un paso muy fuerte hacia adelante, porque reemplazó
mercados que perdimos. Participe en 1963, con Wilson Ferreira Aldunate, en
la última negociación de carne con los ingleses, nos pagaban en dólares
la tonelada, en dólares de 1963, lo mismo que nos pagan hoy en dólares
del 2000, el mismo valor nominal y mucho menos poder adquisitivo, a lo que
se le suma toda aquella mercadería que le vendemos a Europa, todavía a
un 20% menos de precio en mérito a que el valor del euro, moneda con la
que se maneja hoy Europa frente al dólar, ha perdido ese porcentual de
valor desde su instalación.
El MERCOSUR , sin ninguna duda, ha venido a suplir en
buena medida ese mercado y en él hemos crecido y crecimos hasta por
encima de nuestras posibilidades reales y de las reales posibilidades del
mercado en los años de 1997 y 98' cuando la sobrevaluación que tenía la
moneda brasileña le permitió al Uruguay, por primera vez en su historia,
tener un superávit comercial con Brasil de 400 millones de dólares. Pero
sin ninguna duda no alcanza el MERCOSUR, no es suficiente el MERCOSUR. Ese
43% de nuestro mercado internacional en el MERCOSUR no es lo que el país
precisa, ni lo que Argentina precisa, ni lo que el Brasil precisa.
Fíjense estas cifras. El Uruguay exporta este año más o menos 2.500
millones de dólares, la Argentina 25.000 millones de dólares, el Brasil
con 160 millones de habitantes y 8 millones de kilómetros cuadrados
45.000 millones de dólares, México con 90 millones de habitantes y un
millón de kilómetros cuadrados 134.000 millones de dólares - tres veces
más que el Brasil - ¿y cómo hizo México que antes exportaba mucho
menos?. ¿Qué fue lo que descubrió, qué descubrió?. Nada. Simplemente
lo dejaron pasar para Estados Unidos y para Canadá. Esa es la diferencia,
el mercado está allá. Ahí está el mercado. Por tanto para nosotros,
para mí por lo menos, el MERCOSUR es imprescindible, hay que
consolidarlo, hay que ampliarlo pero es paso previo para llegar a un
mercado desde Usuahia hasta Alaska. Yo hablaba con el Presidente De la
Rúa, un hombre sin ninguna duda lleno de condiciones morales e
intelectuales, que gobierna un hermoso país, al cual tan ligado estamos,
que maneja dificultades similares a las que manejamos todos, junto con un
grupo de ministros sin ninguna duda de primerísimo nivel, y yo le decía:
"presidente la Argentina exporta 25.000 millones de dólares, ¿qué
precisa para atender sus obligaciones internacionales y para que crezca?
¿qué precisa?. 70.000 millones de dólares, y es lógico, 70.000
millones de dólares decía yo, ¿y quién nos va a dar la diferencia?,
¿en qué mercado estamos?. Básicamente en el mercado que hoy está más
abierto que ningún otro. El sábado 10 de julio, al día siguiente de
aquel viernes, fin de mes de junio que nos reunimos en Buenos Aires, el
delegado de la Unión Económica Europea, el Sr. Solanas Pacheco, con
simpatía y con la gracia que los españoles tienen, nos informó que para
la paz de Europa al día siguiente se iban a abrir todas las fronteras de
los países del este europeo para que pudieran llegar con su producción
primaria a los mercados europeos. Nosotros le dijimos, que si nosotros
viviéramos en Europa esa idea nos parecería fantástica. Porque creemos
que Europa con eso se consolida. Le da paz a ese continente, que durante
tanto tiempo vivió en conflictos permanentes, y al hacerla y al crecer
también nos va a beneficiar a nosotros - en un plazo quizá más largo -.
Pero que hoy nos dice con toda claridad, señores hay que buscar otro
mercado porque éste, por lo menos, es difícil, porque tienen que
encerrarse para crecer entre ellos, porque están haciendo lo que sin
ninguna duda nosotros mismos tenemos que hacer entre nosotros, aunque
nosotros no nos encerramos a las exportaciones de productos alimenticios
que vienen desde Europa.
Porque cuando nosotros, vamos al supermercado,
compramos pasta italiana y compramos mermeladas alemanas y compramos
galletitas dinamarquesas y compramos chocolates ingleses o suizos. Todas
esas cosas están hechas con materias primas, sea leche, sea trigo, todas
subsidiadas. Absolutamente todo subsidiado y acá no le ponemos ninguna
clase de traba para que entren porque estamos ligados a una organización
mundial de comercio que cuando empezó, organizada por Europa y por lo
tanto ellos al comienzo pudieron incorporarle a las normas las
prohibiciones que ellos sí nos plantean a nosotros cuando vamos con
nuestros productos alimenticios y pretendemos ir más allá de los cupos
autorizados para entrar a un mercado adonde podríamos llegar con
alimentos no solamente de mejor calidad y más seguros sino a un precio,
que siendo mucho mejor para nuestro productor, sería sin ninguna duda
mucho más bajo para el consumidor europeo.
Esta es una realidad. Yo no la critico. Digo que esta
es una realidad. Y si esta es una realidad para poder hacer todo lo que
Malaquina dice alguna cosa vamos a poder hacer en Europa contra estación
no tengo duda, particularmente con Italia vamos a poder hacer cosas en
contra estación, para lo cual tenemos que prepararnos acá. Tenemos que
tener un mejor aeropuerto, para que sirva no solamente para el turismo
termal sino también para las cosas que siendo reducidas y en bulto,
resisten un frente alto por la época en que pueden llegar en contra
estación a Europa. Esa es una posibilidad, que la veo básicamente
referida más que nada a Italia en el plano de la producción de fruta y
de verdura, aunque los vinos son otra cosa. Pienso, insisto, de que desde
el punto de vista de la política el MERCOSUR junto con el grupo de
países del Pacto Andino tienen frente a ellos propósitos, ya en marcha,
que es el ALCA, iniciado por el gobierno de Norteamérica, Canadá,
México y los demás países de América Central y El Caribe, tenemos que
verlo eso como algo que no lo podemos demorar. Porque producir es una
necesidad, porque producir genera mejor calidad de vida, más capacidad de
empleo, más recursos para mejorar la educación, más de todo para un
país que quiere vivir de su trabajo y no de los préstamos. Pero
necesitamos tener para hacerlo mercados a donde llegar con el trabajo de
nuestra gente. No estamos pidiendo ninguna otra cosa que eso, que mercados
para llegar con el trabajo de nuestra gente. Yo estoy viendo hoy, con mis
ojos al Sr. Luis Batlle en 1955 en Boston, luchando para vender la lana en
forma de tops y para no seguir mandando lana sucia, lana sin lavar, lo
estoy viendo con mis ojos, lo estoy sintiendo, en Boston y en Chicago
defendiendo el trabajo nacional.
Hoy para hacer que estas naciones del MERCOSUR crezcan
no estamos en condiciones ni tenemos derecho a pedirle, - ni aunque
quisiera lo podría hacer al Brasil el más grande de todos nosotros - que
él duplique su capacidad de consumo en tres, cuatro, años para que
nosotros podamos duplicar o triplicar las cosas que le podemos vender. Eso
lo puede hacer y no tenemos derecho a exigirlo, ni a pedirlo. Porque todos
estamos creciendo, todos tenemos dificultades. No somos países del tercer
mundo, para nada, como lo ha dicho con toda claridad el Canciller
argentino Sr. Rodríguez Giavarini.
Tampoco somos países del primer mundo. Cuando
crecimos, crecimos ligados a economías del primer mundo y hoy las
economías que están a la cabeza de todas son esas, Canadá, Estados
Unidos y México. Sin duda tendremos que mirar al Asia donde podemos
vender y donde estamos creciendo. Crecemos en Japón, crecemos en Corea,
crecemos en China, con las tareas que se hicieron en la administración
anterior. Con empecinamiento y trabajo se recorrió el mundo, el
Presidente de la República, acompañado de los productores, para
concertar negocios, para concertar lazos de entendimiento y amistad, pero
el gran mercado, sigue siendo ese, el mercado del norte y nosotros tenemos
que poner un pie fuerte allí. Todos juntos, sin miedo, sin miedo a
competir, sin miedo a que pueda sustituir nuestras industrias porque otros
países tienen tecnologías más avanzadas.
Lo escuché en Buenos Aires al Presidente Lagos, con el
peso de su fuerte personalidad política y con el peso además de un país
económicamente exitoso, diciéndonos que hoy tiene tarifa graduada de 9%,
de lo que en tres años para crecer van a bajarlas un punto por año para
llegar al 6%, y con eso sus industrias van a crecer, su exportación va a
crecer, la penetración de su trabajo chileno en el mundo va a mejorar.
Creo que tenemos que hacer lo global y lo concreto. La tarea de los
Intendentes es ésta, lo concreto, todas las cosas a las que con tanto
acierto y tanta visión se refirió el intendente Malaquina, que por
supuesto que vamos a apoyar.
El Presidente de la República se va a respaldar en los
Intendentes, pero al gobierno de los partidos les toca la otra
responsabilidad, la responsabilidad global. Poner estas cosas en el
escenario, en la consideración y discusión de todos los partidos y de
todos los ciudadanos para que en los lugares donde nos encontremos, fuera
del país, los parlamentarios, los hombres de gobierno, los estadistas que
circulan y que hablan entre sí, que van a seminarios y dictan
conferencias y hablan de este continente, todos, todos podamos sostener y
empujar una idea que a través de los mercados nos asegure la prosperidad
a la que tenemos derecho, no como el fruto de una dádiva sino simplemente
con el fruto de un trabajo inteligente, constante, honorable, esforzado de
nuestras mujeres y de nuestros hombres. Y eso es lo que tenemos que hacer.
Y por tanto aceptamos el compromiso y el desafío del amigo Malaquina,
porque ese es el estilo de conducta que todos hemos heredado de nuestros
mayores y que hemos practicado en cada oportunidad en que la vida nos lo
ha permitido hacer de donde nos ha tocado estar. Y hoy desde la
responsabilidad mayor, que compartimos con todos ustedes en la búsqueda
de objetivos comunes, aceptamos el desafío del amigo Malaquina. Sabemos
además que tiene una doble cara. Una en donde nos reclama la
colaboración, que desde ya la tiene, y otra en donde nos aporta el
trabajo que ya sabemos que va a hacer exitoso y firme.
Amigo Malaquina, el pueblo de Salto ha tenido siempre
un gran destino. Orientales al Salto volad ¿verdad?. Es lo que hizo esta
noche. Tanto Julio, como Luis, como yo, todos vinimos volando a Salto. Nos
vamos a quedar ¿eh?. Nos vamos a quedar esta noche. Nos iremos mañana,
pero ¿sabe una cosa Malaquina?. No estaremos físicamente acá pero le
aseguro que los tres nos vamos a quedar, por siempre nos vamos a quedar
para ayudarlo, para empujarlo si fuera necesario y para que Ud. nos empuje
a nosotros cuando vea que fallamos en las decisiones.
A todos muchas gracias y muchas felicidades.