Me place acompañarlo esta mañana, señor Ministro, en
esta reunión donde se inicia una serie de trabajos conducentes a
reflexionar sobre las tareas del hoy y del mañana del cuerpo policial en
la sociedad uruguaya y en la sociedad contemporánea. Me place hacerlo,
además, en un momento en donde por primera vez se han ido cumpliendo
objetivos que progresivamente los distintos gobiernos han ido asumiendo, a
efecto de que los señores oficiales superiores de la policía en
actividad y en retiro, vayan ocupando los cargos de responsabilidad que en
buena medida antes compartíamos con los señores integrantes de la
sociedad civil, en su condición de jefes de policías departamentales. Es
una situación que hoy, por primera vez, encuentra a los 19 departamentos
con jefes de carrera.
Esta es simplemente una
expresión imprescindible de los tiempos que corren y que van a correr en
el futuro.
Estamos viviendo, históricamente, un tiempo
excepcional. Somos contemporáneos de un tiempo excepcional. Cuando, hace
casi siglos, yo tenía pocos años, había 3 mil millones de habitantes
sobre el planeta. Hoy hay 6 mil y en el 2050 habrá 10 mil. Es una masa
humana enorme, concentrada en ciudades. Cada día más concentrada en
ciudades.
A principios de siglo en Francia, Inglaterra, Estados
Unidos, el 50 a 60% de la fuerza del trabajo, organizada siempre en
familias -porque es el jefe de familia quien asume la condición de
responsable de la vida de ésta- se ocupaban en actividades rurales. Es
decir, en un mundo de tres mil millones, hace más o menos sesenta años,
el 50 a 60% de la fuerza del trabajo vive en el campo. Se ocupaban de las
actividades agropecuarias, que por ellas, por su sola condición, por su
naturaleza, por la relación cantidad de gente-cantidad de tierra
disponible y por la naturaleza de actividad, generan un tipo de vida mucho
más plácido y acompasado a lo que es naturaleza. Se levantan con el sol,
se acuestan cuando éste se va y trabajan mientas el astro está alto: las
tareas de campo condicionan la manera de ser, pensar y vivir. El mundo de
la naturaleza es lógico. La relación causa-efecto la aprende cualquier
persona por el solo fecho de saber que si no se planta no se cosecha y que
si no se cuida no se puede vivir.
En 1950, el sector rural de la vida de las naciones
pasó del 60 al 30% y hoy al 8%. Por tanto, las ciudades han crecido como
hongos. En nuestro país han crecido menos porque nuestra tasa de
demográfica de crecimiento es casi nula. Pero en América han crecido
como hongos y en el mundo lo mismo.
Esto, unido a ese desplazamiento, nos pone en
condiciones de volver a leer, como manual de instrucción policial, los
libros viejos de Dickens
", o sea, en el Londres que creció
con la así llamada "glorious revolution" de Cromwell, las
ciudades se llenaron de gente porque hicieron la revolución de forma que
la reforma agraria fuera al revés. Todos eludieron al primogénito y por
lo tanto, la gente del campo se fue a la ciudad. Se hacían bandas de
niños y gente que las organizaba que, asaltaban, robaban, al punto que
eso es uno de los elementos de la literatura inglesa más significativos:,
la descripción de esas circunstancias en ciudades que explotaron y que
luego fueron resolviendo sus problemas al amparo de la Revolución
Industrial, que determinó la generación de ocupación para terminar,
promediando el siglo, alcanzar el sector industrial el 50% de la mano de
obra empleada.
Pero hoy no existe más Revolución Industrial. Por lo
tanto, en los países emergentes, como es el caso de Uruguay, hay algo muy
claro que la policía no puede resolver. Estoy muy contento y satisfecho
con las palabras pronunciadas por el Dr. Bastón, que indican rumbos muy
ciertos en cuanto a lo que este cuerpo esencial para la vida de una
sociedad democrática, como es la policía, puede hacer, y para lo que
puede prepararse.
Pero admitamos que hay cosas que la policía no puede
hacer. No es causante ni puede impedir que los sectores más débiles de
la sociedad se concentren en los barrios marginales de todas las ciudades,
en donde naturalmente, por esa propia debilidad, que se genera en la
estructura familiar, en los nacimientos que cada día son mayores, en
jóvenes que son madres a la edad en que deberían ser escolares o
liceales.
Es una debilidad que genera todo este tipo de cosas que
en el mundo estamos viviendo. Quiere decir que con la acción de la
policía, imbuida de estas transformaciones que la policía esta
asumiendo, que la está asumiendo, además, con objetividad y vigor, la
sociedad también tiene que aplicarse a ir ayudando a resolver los
problemas que causan estas cosas.
Les decía a los señores presidentes del MERCOSUR,
hace poco en Buenos Aires, que siendo que éste es una organización de
índole política para juntar a los pueblos, las naciones, las culturas,
en los países que lo constituimos donde las fronteras paulatinamente van
desapareciendo para lo bueno y a veces desaparecen mucho más para lo malo
-como lo vimos muchas veces en la situaciones delictivas que van más
allá de las fronteras- (yo les decía que) en el corazón de esa realidad
está lo que decía mi abuela: "denaro non fa la felicitá, ne meno
quando e poco" lo cual significa que en el corazón de la cosa está
la cuestión económica, sigue estando en el corazón de la sociedad. Esta
no elimina el delito, siempre la hubo, aún en países ricos, en las
sociedades más opulentas y más florecientes en todos los tiempos.
Sin duda, la cuestión económica está en el corazón
de todo lo que uno puede hacer para mejorar la condición de la vida de
las sociedades, la estructura de la familia, la educación de los jóvenes
y, fundamentalmente, la capacidad de integrar a estos al nuevo tipo de
sociedad. Pensemos un poco, cuando hace cien años, un joven sin
educación, pretendía hacer de su vida y con su esfuerzo físico, el
camino para organizar un núcleo familiar, no necesitaba mucho
conocimiento para acercarse en la actividad normal de aquella época y
participar de las tareas y trabajos que le permitían a una persona, con
el sudor de su frente y con un salario, vivir dignamente.
Pero hoy la cosa cambió. Hoy la fuerza física sirve
para muy poco. Lo único que se precisa es conocimiento, en la medida en
que ese grupo humano ubicado fundamentalmente en esas áreas de la vida
nacional, sobre todo en las urbanas, queda atrás del conocimiento, queda
como expulsado de la sociedad. Al sentirse así se venga de la sociedad.
Al fin y al cabo, el líder a seguir es aquél que más exitosamente se
venga de la sociedad en el lugar donde vive. Ahí hay, en buena medida,
las causas inmediatas y directas de las situaciones delictivas, de
violencia y de algunos que tienen ese espíritu de imitación, las viejas
leyes de imitación que el viejo investigador y sociólogo Tarde nos
enseñaba.
Pero esa tarea no es de la policía, es de la sociedad.
Ésta no puede pretender que la policía también se ocupe de eso. Tiene
que ocuparse de eso, para lo cual es imprescindible un desarrollo
económico inteligente, que supone hacer un enorme esfuerzo de
concientización de la población en cuanto a que, todos debemos asumir
que aquello de tanto sabés, tanto valés, hoy es una realidad absoluta.
Todos los jóvenes que hoy se están formando, que van a vivir manejando
esta sociedad dentro de quince años, tienen que meterse en el alma, con
absoluta fuerza, que el conocimiento es la base de la libertad y ésta
sigue siendo la base de la democracia este país.
Para asumir esa libertad con plenitud, todos nos
tenemos que formar y ayudar a que la gente de esas áreas, totalmente
marginadas, puedan incorporarse a un mundo donde se sientan gratificados
por estar incluidos en él y no como se sienten hoy, como expulsados de la
sociedad y por tanto, personas sin destino, en donde a veces sienten que
el único mundo donde son alguien es el del delito.
Es una tarea enorme, donde ustedes son la vanguardia de
ella. Por eso debemos tener una policía más digna, jerarquizada, capaz,
consciente de su rol, dispuesta a analizar, decidida a tomar una
conciencia absoluta de la realidad social en la que viven las naciones.
Porque le va tocar actuar en los problemas de nuestra generación nos toca
actuar, que son los problemas de nuestro país, sino también con los de
aquí, los de Brasil, Bolivia, Perú, Paraguay, Chile y Argentina. En
alguna medida, esto ya está presente. Decimos, por tanto, que el Gobierno
está totalmente consciente y dispuesto a impulsar todas estas tareas
dentro de las limitaciones de los procesos económicos y financieros nos
indican y que, nos gusten o no, la realidad es esa.
El país es independiente institucionalmente, pero no
lo es económicamente. En ese rubro nosotros estamos tratando de abrir
nuevos horizontes, para que no sólo el MERCOSUR sea la palanca y el área
dentro de la cual podemos crecer, sino que podamos hacerlo hacia otras
zonas y naciones, como antes lo hicimos hacia Europa.
Hoy, evidentemente, tenemos que mirar hacia otras
zonas, en las cuales podamos encontrar los mercados necesarios para vivir
honorablemente de nuestro trabajo. Porque los países tienen que
organizarse, pero dentro de esas limitaciones el Gobierno está
absolutamente decidido y dispuesto colaborar con ustedes, en algo que para
ustedes es el principio esencial que a lo largo de toda su vida han
desarrollado: hacer una policía cada día más prestigiosa, más fuerte,
más digna de su función, con la que el pueblo se sienta estrechamente
vinculado y emocionalmente partícipe de su gestión, confiado que va ser
la custodia mayor de sus derechos superiores.
Los felicito por lo que están haciendo. Les encomio a ustedes, por
tanto, conciencia jerarquizada, cada día más, de las tareas que la
condición de ser policía les invade a ustedes desde que las sociedades
existen. Espero poder trabajar con ustedes y con el señor Ministro en los
próximos años, para cada día tener una policía mejor, más valiosa,
democrática, justa, fuerte y eficiente. Los felicito y les digo hasta
pronto. Mochas gracias.