13/03/2000
BATLLE: "LA UNICA FORMA DE VIVIR ES EN IGUALDAD, EQUIDAD Y
JUSTICIA"
El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle, Reivindicó y
preconizó hoy la convivencia pacífica de las etnias que componen el ser
uruguayo al dejar instalado el Instituto Superior de Formación Afro. En
acto cumplido en el Edificio Libertad, el mandatario reclamó "ese
estado de alma que nos permita a todos sentirnos iguales, como realmente
lo somos más allá de los colores de nuestra piel". También
reivindicó el papel de dichas comunidades en nuestra historia y bregó
para que esa diversidad actúe como un factor de integración. La
siguiente es la alocución íntegra del Dr. Batlle.
Le complace al gobierno participar de esta reunión en la cual se
instala el Instituto Superior de Formación Afro aquí en el Uruguay, con
la presencia de los delegados que me acompañan aquí en esta mesa y con
la presencia de todos ustedes.
Les prometo que yo no voy a hacer un discurso sobre el fondo de los
temas, sino que simplemente quiero hacer algunas reflexiones no en mi
calidad de Presidente de la República -de la cual naturalmente no me
puedo desprender- sino como ser humano, simplemente como ciudadano, como
lo que soy y como lo que seguir‚ siendo después de que deje la
Presidencia de la República.
Ya somos 6.000 millones arriba del planeta. En veinte años, treinta
años más, seremos 8.000 millones arriba del planeta. Sin embargo, desde
siempre -desde los tiempos más remotos de los conocimientos históricos
disponibles- los seres humanos nos hemos enfrentado los unos a los otros
disputándonos un área en la cual teníamos el privilegio de cazar para
poder sustentarnos. Más tarde, cuando nos organizamos en forma más
estable, nuestras disputas se mantuvieron y se incrementaron muchas veces
alrededor de distintas formas de poder y de presión de los seres humanos,
ya fueran sus diferencias religiosas, sus diferencias étnicas o sus
diferencias en cuanto a las áreas territoriales y sus riquezas en
cuestión.
A lo largo de la historia hubo más que ejemplos de esa realidad. En la
mañana de hoy, cuando yo me dirigía hacia acá, leía las declaraciones
de esa persona formidable -para nosotros quizás el hombre más grande de
este siglo- que es el Papa, a propósito de su reconocimiento público de
los pecados en los cuales el entendía que la Iglesia había incurrido.
Quiere decir que aun aquellos de nosotros que han seguido una conducta
atada a valores muchas veces podemos incurrir en graves pecados. Estas
situaciones que ustedes van a analizar y a considerar son sin ninguna duda
situaciones que hoy además en el mundo han vuelto a reverdecer: las
diferencias religiosas –de religiones que al final todas tienen el mismo
origen- han sido y siguen siendo tan graves que no solamente afectan la
vida de los pueblos sino que muchas veces ponen en peligro la paz del
mundo.
Nosotros en América no hemos sido ajenos a estas realidades; no hemos
sido ajenos. Alcanza simplemente con recordar los pasos de nuestra
historia. Pueblos
indígenas, los primeros habitantes, que tuvieron también entre ellos
discrepancias tan profundas que montado sobre ellas le permitieron a
Cortés con pocos derrotar a muchos. Vale recordar esa paradoja formidable
escrita por Borges referida precisamente a esa extraña forma de
benevolencia -como la calificaba Borges- que determinó apiadarse de los
negros que morían en los infiernos caliginosos de las minas de oro
antillanas pidiéndole a Carlos V que habilitara la incorporación de mano
de obra esclava desde el Africa. Esto determinó que en este continente
hubiera esas tres grandes fuerzas étnicas originarias: la fuerza
indígena, la fuerza de los inmigrantes que vinieron de Europa por
millones y aquellos que también por millones vinieron desde el Africa,
obligados, como esclavos.
Yo creo que entre todas estas dificultades -muchas de las cuales
nosotros hemos vivido y de las cuales hemos sido testigos a lo largo de
nuestra corta vida- como lo vimos en confrontaciones tan duras como las
vividas en Estados Unidos, tan injustas, como también los problemas
indígenas, muestran que estas cosas se resuelven en la medida en que
todos nosotros -todos, absolutamente todos- alcancemos eso que yo he
llamado un estado del alma que nos permita sentirnos a todos iguales, como
realmente lo somos más allá de los colores diferentes de nuestra piel,
de los dioses distintos a los que adoramos y de los hábitos y tradiciones
que nos han formado.
Todos somos absolutamente iguales. Todos nacemos un día y la única
cosa absolutamente segura es que todos nos vamos a morir. Si nos miramos
hacia adentro de nuestro exterior vamos a darnos cuenta que todos somos
absolutamente iguales. Este es un pequeño país y como todos ha tenido
problemas. Sería falso decir que aquí no hemos tenido problemas. Los
hemos tenido entre nosotros muchas veces, como consecuencia de nuestras
diferentes posiciones sociales, como consecuencia de nuestras diferentes
tendencias religiosas, como consecuencia de nuestras diferencias de
orígenes y de nuestras diferencias étnicas: los hemos tenido. Decir que
Uruguay está libre de ese pecado sería mentirnos a nosotros mismos.
Decir que el Uruguay es un país que está entre aquellos que más han
hecho por reconocer sus disposiciones constitucionales en donde nos
diferenciamos por nuestros talentos y nuestras virtudes creo que también
es algo que podemos afirmar con orgullo.
Hoy empiezan las clases. Todos los niños van igualmente vestidos
tengan lo que tengan en sus casas, mucho o poco. Quizás lo que más
tenemos que hacer los uruguayos -más allá de lo que ustedes hagan en sus
tareas específicas, que me parecen sin ninguna duda necesarias- es
robustecer las bases de nuestra sociedad, las bases que, como sin ninguna
duda el hecho merece, celebraremos a lo largo del año. Nuestro Ministro
de Educación y Cultura el Señor Mercader está organizando la
celebración de lo que ha sido sin ninguna duda una de las fechas más
importantes de la historia del Uruguay, como es el fallecimiento en
setiembre de 1850 del General Artigas. Este año nos vamos a dedicar a
recordar su memoria en aquello que precisamente lo comprende de una manera
pragmática en tanto cuanto representa lo que ustedes están intentando
llevar adelante y lo que somos todos los uruguayos.
El robusto Batallón de Pardos y Morenos, como dijo Borges en su
historia, los indios que acompañaron a Artigas, los gauchos, mulatos y
mestizo que le siguieron por la campaña, quizás seguramente sin tener
los conocimientos, estaban incrustando como con un sello indeleble para
siempre en la historia de la Patria aquellas magníficas Instrucciones del
Año XIII. Sentían, sin embargo, que lo que allí se decía era aquello
que todos estábamos buscando y seguiremos buscando en este país:
igualdad, equidad y justicia, un mundo abierto, un mundo donde la gente se
quiera y se respete.
Pienso que esa es la única forma de vivir entre los seres humanos.
Lamentablemente, es muy difícil que las sociedades puedan resolver el
problema de la riqueza o de la pobreza en forma absoluta: siempre será un
camino hacia un objetivo que quizás en su totalidad va a ser muy difícil
de alcanzar algún día. Lo importante es lo que siempre tuvo este país:
el respeto de los unos por los otros. La democracia en el Uruguay es mucho
más que el funcionamiento natural de sus instituciones y la consecuencia
de una manera de ser de todos nosotros. Y eso que ha sido base y esencia,
ese factor diferencial de este pequeño país, es lo que tenemos que
conservar y es lo que tenemos que apoyar.
Ustedes, en la tarea que están haciendo, buscan su propia identidad,
identidad que es bueno que cada uno tenga. Yo también he buscado mi
propia identidad. Ha sido muy gracioso cuando llegaron de Cataluña mis
parientes el 1°. de marzo. Yo me pude encontrar ahora en Chile con Su
Alteza el Príncipe de Asturias y éste me dijo "¿Llegaron sus
parientes de España?" y yo le dije, "No, no; llegaron de
Cataluña". Todos buscamos nuestra identidad y eso es bueno y es
natural, eso es lógico.
Pero esa identidad no tiene que sentir como un factor de
diferenciación o de apartamiento de los demás. Tiene que servirnos como
un factor de integración. Por tanto, desde esa pluralidad, desde esa
manera de ser diferentes, porque por suerte lo somos -porque si no
fuéramos todos diferentes ¿dónde estaría nuestra riqueza creativa, si
esta riqueza creativa parte precisamente de nuestras diferencias?- surgen
esas diferencias, pero diferencias en donde todos, antes que ninguna otra
cosa, nos sintamos iguales. El estado del alma es lo que necesitamos todos
tener en paz con nosotros y con los demás, para poder así amar al
prójimo como uno se ama a sí mismo, que es el mecanismo real de la
igualdad que tenemos que buscar los orientales. Para todo lo que apunte a
eso, ustedes
y los demás lo tendrán al gobierno a través del Presidente y de los
señores Ministros a la orden para trabajar en procura de alcanzar ese
estado. Los uruguayos lo hemos venido haciendo con dificultades siempre,
desde hace muchos años. Pero en esa línea de procurar ese sentimiento,
sin ninguna duda el gobierno les dice desde hoy que está también
dispuesto a darles una mano.
Muchas gracias y los felicito.