04/05/2000

EL DR. JOGE BATLLE PROMETIO APOYO DEL GOBIERNO AL DEPORTE

El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle, encomió hoy el papel de los cultores uruguayos del deporte y prometió el apoyo del gobierno "en la medida de nuestras posibilidades".

Hablando en el acto de premiación al "Deportista del Año" en el edificio Libertad, el mandatario condenó la violencia en el deporte y encomió el permanente esfuerzo del país en este campo.

El acto, organizado por el Comité Olímpico Uruguayo, distingue al mejor deportista, a la joven promesa y al mejor aporte técnico en cada una de las ramas deportivas de la actividad olímpica. Las distinciones más trascendentes fueron las entregadas a los deportistas Gregorio Bare, Andrés Barrios y Diego Gallo.

Gregorio Bare, ciclista de 28 años, recibió el premio "Altar Olímpico" como deportista del año. Andrés Barrios, entrenador de atletismo de 28 años, recibió el "Olivo Olímpico" por el mejor aporte técnico y Diego Gallo, nadador de 17 años, fue laureado con la "Llama Olímpica" en su carácter de joven promesa.

Hizo uso de la palabra el Presidente del Comité Olímpico Uruguayo, Dr. Julio César Maglione, quien agradeció al Presidente su presencia, resaltó la trascendencia del acto por su carácter de encuentro de las más altas expresiones deportivas del país y trasmitió un mensaje de optimismo, confianza y fe sobre el futuro del deporte uruguayo, ante el que se abren severos desafíos internacionales.

De inmediato el dirigente, en cumplimiento de instrucciones impartidas por el COI, hizo entrega al Presidente de la República de una réplica, en pequeña escala, de la "Gran Puerta Olímpica del año 2000", escultura realizada por el artista suizo Nag Arnoldi, cuyo original se emplazará en las proximidades de la sede del Comité Internacional en la ciudad de Lausana.

A continuación -y cerrando la ceremonia- habló el Dr. Jorge Batlle, en los siguientes términos:

 

 

"Como deportista yo siempre fui un desastre pero eso no quita que, como ser humano, no tenga interés en el deporte. No voy a hacer un discurso sobre el homo ludens. Simplemente quiero decir a la asamblea que una de las mayores responsabilidades de una sociedad es atender al deporte. Y así como se dan premios, hay que dar sanciones. Porque es bueno que se den sanciones al tiempo que se dan premios y sanciones a los que se portan mal. Sanciones a los que hacen del deporte un área de desahogo de su violencia. Sanciones a los que creen que a los tiros o a los botellazos o a otras formas de sostener lo que ellos suponen y sienten que es ser adicto a un cuadro, creen que pueden, tirando sillas o reventando cabezas con botellas, mejorar el deporte. Eso no es mejorar el deporte ni es ser deportista. Eso no es hacer cabal uso, un ser humano, de sus naturales energías. Las energías hay que cuidarlas para otras cosas. El deporte significa algo muy diferente. El deporte significa competir y respetar al que nos gana y siempre que nos gane en buena ley, aunque nos dé mucha rabia, como me ocurrió más de un vez tirando el palo en el Montevideo Rowing Club. Pero competir es respetar. Si no hay respeto, no hay deporte. Ni para el que lo practica, ni menos para el que lo ve de afuera.

Yo, en la medida de lo posible, y dada la escasez fiduciaria de este año, en el que hemos sobrevivido pese a que los cuatro jinetes del Apocalipsis se desataron el año pasado sobre esta tierra -seca, devaluación, suba del petróleo y baja de los precios de los granos- comprometo la ayuda del gobierno en favor del deporte.

De todo el deporte, claro, pero básicamente de aquel que echa raíces entre la gente más joven. Yo recuerdo que, como alumno que era de la escuela alemana, para ellos el deporte era una materia tan importante como la historia, como la geografía, como las matemáticas y como el idioma español. Teníamos que participar, teníamos que estar, teníamos que practicarlo. Es una tarea que tenemos que volver a reimplantar con fuerza en la vida de todos los escolares y liceales del Uruguay.

Soy tan viejo que soy de la época de López Testa, que vino corriendo desde Tacuarembó y que echó, dicen algunos mal intencionados, diez doce en los cien metros. Era una época en que teníamos cuatro que corrían en diez doce los cien metros: Fallo, Walter Pérez, López Testa y algún otro al que mi memoria no alcanza. No, Azcune no era.

Quiero decirle, señor Presidente, que me alegro de haber escuchado sobre los esfuerzos que se están haciendo para que nuestros jóvenes puedan participar con éxito, y éxito no quiere decir ganar sino participar sabiendo que, con las energías físicas que uno tiene adentro y la energía moral que la sostiene, se puede andar con libertad en la competencia.

Por todo lo que se pueda hacer con eso, lo felicito. Trataré de entender un poco más, porque no entiendo nada, sobre lo que es la organización olímpica, qué es lo mucho que ustedes están haciendo y trataremos de ayudar porque creemos que es un aspecto de la vida esencial al ser humano, tan importante como el de cultivar aspectos intelectuales o sicológicos.

Señor Presidente, que estas puertas que se abren signifiquen la apertura de nuevas esperanzas para la juventud uruguaya y, sobre todo, para el remo uruguayo, que siendo tan poco ha dado tantas glorias a este país".