28/05/2000

PALABRAS DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DR. JORGE BATLLE IBÁÑEZ, EN EL 83º CONGRESO DE LA FEDERACIÓN RURAL

Yo no debería hacer uso de la palabra, señor Presidente y señores asambleístas, después de lo mucho de bueno y muy claro dicho por el señor Ministro de Ganadería y Agricultura, mi querido amigo el Ingeniero Gonzalo González.

Pero siendo que éste es, señor Presidente, el primer Congreso de la Federación Rural en el tiempo en que nosotros hemos estado en este nuevo conchabo en el cual estamos, me pareció que era necesario que yo dijera dos o tres cosas, reiterando lo que he tenido la oportunidad de manifestar en la visita que hiciera a su invitación a la Federación Rural, cuando fungía como candidato a Presidente de la República y en las apreciaciones que políticamente he hecho a lo largo de la entonces campaña electoral y luego en las palabras pronunciadas por nosotros el 1o. de marzo.

Yo diría que -sin ninguna duda- el Uruguay vive una situación similar, parecida, no similar; parecida- a la que vivió a partir de 1840. Recientemente el señor Ministro Interino de Vivienda Doctor Gorosito tuvo a bien obsequiarme un libro llamado "El Lexus y el Olivo", escrito por un gran periodista norteamericano, en donde al igual que otras personas cuyos libros leí poco antes de pronunciar mi discurso del 1o. de marzo, dice en las primeras páginas que vivimos en un mundo parecido al que corrió desde la mitad del siglo XIX hasta 1920, en donde ya había un proceso de gran globalización. En ese mundo se dio un proceso de gran globalización.

 

También recientemente leí un ensayo muy lindo del señor Raúl Gadea, que colaboró con el señor Wilson Ferreira Aldunate en su tiempo, en el cual el autor hace una apreciación de lo que fue ese proceso de transformación de la globalización que ocurrió en el Río de la Plata entre la mitad de 1849 y 1920. En ese tiempo creció el Uruguay de una manera inmportantísima. No teníamos Fondo Monetario Internacional, no teníamos Banco Mundial, no teníamos Banco Internacional de Desarrollo y muchas veces no teníamos instituciones. Vivíamos a la par que se hacían los ferrocarriles y que se tendían las línea del agua corriente. Vivíamos de revolución en revolución; en aquel tiempo entre blancos y colorados nos corríamos por las cuchillas; a veces nos corrían a nosotros y a veces teníamos un poco más de suerte. En todo caso, muchos quedaron por los campos hasta el día de hoy, sin saber dónde cayeron y cuál fue su destino.

 

Sin embargo, este país creció enormemente -como creció la Argentina, como creció el Brasil, como creció Chile- y creció al amparo de circunstancias que no se dan hoy, circunstancias que eran particulares de entonces y que no se han repetido: una globalización donde el mundo era global pero era abierto en ambos sentidos. Nosotros teníamos un mundo prácticamente abierto para lo que Uruguay producía naturalmente. Todo lo que producíamos se colocaba en el mundo y los precios de entonces tenían una convergencia en el universo. Tanto valía la cosa acá como valía en cualquier pueblecito de Francia o de Alemania, así se llamara un producto industrial o así se llamara un producto primario. Los valores de los fletes, de los seguros, de las tasas de interés, de las transferencias de capital y de tecnología eran, comparativamente a los de hoy, casi tanto o más importantes que los actuales. Y las transferencias humanas fueron tan importantes que estamos todos acá.

 

Todos los que estamos acá vinimos entre 1840, salvo excepciones, y 1920, y todos vinimos de allá, absolutamente todos. Eso fue lo que le permitió a este país llegar a 1920 con un crecimiento formidable en todos los sectores. El sector primario, fundamentalmente, al punto que desde 1870 se instalaron en el país, en las costas del Río Uruguay desde Salto hasta Río Negro, frigoríficos y saladeros y lo mismo ocurrió en Montevideo.

 

Más tarde, desde 1920 hasta 1956, vivimos una segunda época, pero que tuvo otro color y que fue la consecuencia de las guerras. Las guerras que se extendieron desde 1920 hasta 1956 nos permitieron vivir en un mundo realmente artificial, en donde los precios de nuestro lado eran los frutos de la escasez y de las violencias desatadas en el mundo. Por entonces, la sustitución de importaciones -que creció enormemente y habilitó el nacimiento de una industria al principio casi artesanal y luego bastante desarrollada- fue también la consecuencia de que la industria europea estaba incapacitada para cumplir con su función debido a esas guerras.

 

Eso permitió que los uruguayos -quizás nosotros más responsables que otros por tener a lo largo de ese tiempo significativa participación política- viviéramos en un mundo que no era un mundo de realidad, pero al cual tampoco podíamos rehuirnos, porque hubiera sido muy difícil decirles a los uruguayos "Ahora que tenemos estas disponibilidades no vamos a hecer las cosas que nos permitan mejorar la calidad de vida."

 

A partir de 1955 comenzamos a vivir una crisis cada día más profunda, una crisis de todo tipo, que nos llevó inclusive a una confrontación y a una guerra civil. Yo recuerdo perfectamente la visita de mi señor padre en Boston y en Chicago, a los compradores de lana sucia de la primera de las ciudades mencionadas y a los compradores de carne de Chicago, reclamando que nos compraran tops y que nos compraran nuestro trabajo. A partir de mil novecientos cincuenta y pico, cuando se produce la construcción del Mercado Común Europeo, se cierra aquel mundo atlántico en el cual habíamos vivido. Nosotros seguimos exportando hoy las mismas 5.800 toneladas de carne ovina que estábamos autorizados a exportar a la Comunidad Económica Europea cuando estaba integrada por seis países; después de 25 o 30 años, cuando está integrada por los países por los que está integrada, seguimos exportando esas mismas 5.800 toneladas de cupo y prácticamente nos pasa lo mismo con los cortes Hilton.

 

En estos días en que estoy empezando a tener contacto con las personalidades que vienen de visita por el país y me encuentro con el Ministro polaco y con el Ministro libanés y con el Ministro armenio, y me encuentro con distintas personas que vienen de Europa, todos ellos a la primera pregunta que uno les hace responden "Sí, señor; nos vamos a integrar a la Comunidad Económica Europea, y cuanto más rápido, mejor". Los polacos quieren integrarse en los próximos dos años y consideran que van a recibir los mismos beneficios acordados a Irlanda, España y Portugal. Todos esos países son nuestros competidores: todos.

 

Europa, como es natural, va a integrar a todos los países -por lo menos de religión cristiana- a su Casa Europea para asegurarse su estabilidad política en las fronteras eslavas y para al mismo tiempo conseguir cien millones más de clientes, clientes que le van a proveer al principio las mismas cosas que les vendemos nosotros: carne, trigo, papas, manteca, leche, animales. Por eso son nuestros competidores.

 

Hoy el mundo es así. No es como fue antes. No es un mundo abierto. Es un mundo cerrado, y como es un mundo cerrado y nosotros, además, somos pequeños y al día de hoy dependemos en un 45% de nuestras exportaciones en el Mercosur, tenemos que mirar a este mundo como es y no como hubiéramos querido que fuese. Lo tenemos que mirar como es, porque si no lo hacemos así vamos a cometer el error de empujar hacia donde no está la portera abierta y con ello nos vamos a enojar entre nosotros y no vamos a poder sacar la cabeza por encima de la superficie del agua.

 

Quiere decir que lo que estoy diciendo tiene referencia concreta y explícita a que el gobierno del Uruguay ha participado desde el primer día del Mercosur y que quien habla incorporó a la Constitución de 1965 las disposiciones que tienen que ver con el objetivo nacional de ser parte del Mercosur. El gobierno nacional a lo que aspira es a tener un Mercosur abierto, con libre acceso y transferencia natural a todos los países que lo integran de todos los productos de todos los países que lo integramos, sin dificultades en las fronteras. Porque si mañana un Juez de Paz de Santa Clara de Olimar dicta la prohibición de la importación de determinadas cosas del Brasil o de la Argentina, nosotros vamos a decir que eso está mal y vamos a actuar en contra de eso, porque la buena vecindad nos obliga a todos a abrir nuestras fronteras, tal cual lo hemos firmado. Eso es lo que creemos del Mercosur.

 

Al mismo tiempo, creemos que tenemos que dar un paso más allá; creemos que tenemos que ir al ALCA. Creemos que tenemos que ir al ALCA, que ya está extendida a través del NAFTA y de las leyes, desde la Cuenca del Caribe hasta todos los países de la América Central, las islas y la República Dominicana, excluyendo Cuba, aunque espero que algún día también la incorpore, porque la democracia, la estabilidad y la libertad es el fruto de que los países puedan libremente comerciar entre sí y tener el crecimiento natural producto de su trabajo y no de la limosna de nadie ni de las prohibiciones de algunos.

 

Por tanto, nosotros pensamos que eso que le ha hecho tanto bien a México y tanto bien a América Central y a la República Dominicana, permitiéndoles un crecimiento sostenido, es el camino que América tiene que seguir y nosotros vamos a trabajar en ese camino porque lo sentimos como una necesidad urgente e impostergable. ¿Por qué? Porque, señores, a la crisis y a las dificultades que el agro viene teniendo desde hace muchos años -y no voy a introducirme a la discusión política que podía yo entrever en estos planteos- y a la crisis que hemos venido teniendo porque hemos pasado a ser un país que, además de pequeño, carece de libre acceso a sus mercados naturales, el año pasado se le han agregado nada menos que los cuatro jinetes del Apocalipsis, ¿no es verdad? Porque fueron cuatro terribles jinetes los que nos alcanzaron; pudieron haber sido más, pero alcanzaron con esos cuatro.

 

Uno de ellos fue la baja de los precios del trigo y de los granos en general, como consecuencia de la crisis que comenzó en Tailandia. Hoy por suerte las pizarras nos están hablando de 125 dólares para el trigo; entre los 90 de la última zafra y los 125 hay un cambio significativo. A eso, encima, la crisis que determinó las dificultades cambiarias en Brasil; a eso, encima, la seca y a eso, encima, el petróleo, que pasó de 10 dólares a 28. Yo quiero que ustedes sepan que hoy lo estamos vendiendo a 24,50 dólares y que la ganancia de ANCAP que se vertía a la Tesorería desapareció. No existe más pese al último aumento; nos la comimos. Es más: con el propósito de poder colocar mercadería, estamos comprando a veces petróleo más caro para poder colocar determinada mercadería difícil de colocar en el mercado cuyos precios han caído. Me estoy refiriendo, como ustedes bien lo saben, al arroz.

 

Pero además de esto, han subido los intereses y van a volver a subir. La última suba de intereses costó quince millones de dólares y si vuelven a subir medio punto, nos cuesta 15 millones de dólares más. Y nosotros seguimos teniendo el oro en el sótano, mirándolo como los viejos, como si fuéramos Harpagón. No nos da un mango de interés pero lo tenemos ahí, aunque, por el contrario, todos los días tenemos que salir a pagar afuera más plata.

 

Son realidades que tenemos que ver y por tanto este año -yo se lo dije en su momento al señor Presidente de la Federación Rural- necesitamos de la ayuda de ustedes, porque no podemos admitir aumentos de gastos en el presupuesto general de gastos, porque no habrá aumento de impuestos y tampoco puede haber aumento de gastos, dado que el costo uruguayo ya es muy alto y no lo podemos seguir aumentando.

 

Yo sé que los presupuestos son la historia de las demandas, de mejoras y de salarios y de aumentos, y yo sé que Lucio quisiera tener cien millones de dólares más para hacer más carreteras y que el Ingeniero Cat otro tanto para hacer más viviendas, pero yo les digo que este año nosotros tenemos que poner la pata contra la barranca si queremos mantener la estabilidad que el país tiene que mantener, porque si rompiéramos la estabilidad le estaríamos haciendo más daño que a nadie a la gente más pobre. Porque cuando se rompe la estabilidad los que la pagan son los más pobres y los que la sufren son los más pobres por encima de todos los demás.

 

Por tanto, vamos a hacer un esfuerzo y vamos a hacer un esfuerzo para muchas cosas. Algunas ya han ido en la Ley de Urgencia, como las explicó Gonzalo. Vamos a hablar con los señores Intendentes para ver si podemos pasar del 25% al 50% en el pago de la contribución inmobiliaria rural, pero vamos a acordar con los señores Intendentes que eso es a cambio de una estabilidad en el gasto de las planillas presupuestales. Las Intendencias no pueden transformarse en aquellas áreas o en aquellos centros que incorporan dos o tres mil funcionarios que no pueden pagar, que no resuelven la desocupación en el Departamento, que -al contrario- crean más problemas. Al final, las Intendencias terminan tan endeudadas que no pueden ni siquiera cumplir con sus funciones.

 

Yo no tengo ningún problema en que los señores Intendentes les digan a los que les vienen a pedir un cargo que no se lo pueden dar porque el culpable es el gobierno de la República, el gobierno central. No tengo ningún problema; lo asumo, porque considero que lo contrario sería mucho mas perjudicial para ellos y para los productores rurales. Por tanto, a los señores Intendentes les vamos a plantear un entendimiento. Si hay ese nivel, entonces hay un 50% para pagar la contribución inmobiliaria rural. Si no hay ese nivel, no hay 50%.

 

También quiero decirle a los señores integrantes de este tan importante cuerpo gremial que estamos estudiando las modificaciones fiscales necesarias al sector agropecuario y a todo el sector nacional. Son las modificaciones fiscales referidas al sistema del Banco de Previsión Social para el campo, que incluye una cantidad de cosas que son como divertículos. Es una cosa que tenemos que clarificarla para dar un sistema más normal. También estamos estudiando el sistema fiscal global, porque estamos estudiando la modificación del IVA.

 

Nosotros dijimos durante la campaña electoral que creíamos que un país no podría tener un 23% de IVA. No se puede pagar porque es el IVA más caro del mundo. Y vamos a decirnos la verdad de una buena vez entre todos, amigos, ¿no es verdad? Hasta los que pagan bien no pagan mucho IVA. Acá hay tres categorías: los que pagan bien no pagan mucho IVA; los que pagan regular no pagan nada de IVA y los que no pagan, no pagan. ¿Qué sucede? Que empezamos con un IVA de un 14% y un 8% y estamos en un IVA de un 23% y un 14%. Yo creo el IVA tiene tantos agujeros que parece una espumadera: este está exento por esto, este está exento por esto otro, aquel está exento por aquello. ¿No va a ser mucho mejor que paguemos menos IVA pero paguemos todos?

 

El gobierno está analizando esto a través de su propia oficina del Ministerio de Economía y de otros técnicos uruguayos que hoy son profesores de tributación en Harvard, en Estados Unidos. Son jóvenes uruguayos, y para que tengan tranquilidad los amigos que están acá en primera línea, hay un joven uruguayo del Partido Nacional, así que la coalición sirve para utilizar las buenas cabezas que tiene el Partido Nacional, que no son pocas. El señor Barreix está estudiando ese tema y presentó un primer informe que yo entregué al economista Bensión.

 

Yo creo por ejemplo que si nosotros eliminamos ciertos impuestos del agro y le metemos IVA -también le vamos a poner IVA a lo que venga de afuera en productos alimenticios, ¿no es verdad?- le podemos devolver al productor mucho más de lo que le estamos devolviendo hoy. A medida que usted va aumentando la inversión, va pagando más IVA y por tanto tiene más IVA para recuperar y va a ser mucho mejor para el agro y va a ser mucho mejor para todo el mundo.

 

El país tiene que darse cuenta que hay un tiempo que terminó. A todo se le terminó un tiempo. Terminó un tiempo no porque el uruguayo quiera que ese tiempo conduzca a esa finalización de determinadas cosas que antes eran fantásticas y buenas sino porque el tiempo cambió. Así como hoy no se canta como hace más de cincuenta años ni se baila como hace más de 50 años, no se piensa tampoco como hace más de 50 años, más allá de la globalización y de la Interenet. Hay un tiempo que terminó. No podemos seguir discutiendo si vamos a reciclar un edificio de 70 años de edad o vamos a hacer un edificio nuevo para un hospital. No podemos seguir discutiendo más este tipo de cosas porque el mundo no las aguanta más, no las resiste más, y porque inclusive, el Uruguay no tiene recursos, señores.

 

El Banco de la República, que ha ayudado siempre y que va a seguir ayudando, no tiene un manantial inagotable en el sótano; no lo tiene. Si nosotros no le devolviéramos al Banco de la República la plata de los impuestos ... es simplemente darle soga a todo el mundo para que todo el mundo termine ahorcado, porque lo que haríamos con eso sería decretar una inflación que vendría como un vendaval y arrasaría con todos nosotros. En el mundo no podríamos sobrevivir si hiciéramos eso.

 

Pero tenemos que hacer cosas que no hemos hecho. Parecería, señor Presidente -y usted no lo tome a mal- que a veces cuando ustedes dicen cosas parecería que fueran medio bombistas, ahora que estamos por hacer la paz, señor Presidente. Pero yo le voy a decir una cosa, señor Presidente: yo también soy medio bombista, ¿vio? Es conocido el hecho de no me dejan nadar mucho, ¿no? Antes me trancaban para no perder votos, pero ahora que ya los he conseguido, cualquier cosa...

 

Dígame una cosa, señor Presidente: ¿cuántas veces ustedes se han sentado con los Presidentes de las Federaciones Rurales de Argentina, de Brasil, de Chile y de Paraguay y han ido a ver a todos los embajadores del Mercado Común Europeo para plantearles las mismas protestas que nos plantean a nosotros? ¿Cuántas? ¿Alguna vez han ido a la Embajada de Inglaterra, a la de Francia o a la de Alemania para decirles "Señores, ustedes quieren que nosotros les compremos con aranceles bajos todas las cosas que producen y no nos dejan venderles nada y después se juntan para darnos unos pobres pesos a ver si matamos al pobreza con un préstamo de ustedes?" ¡Qué préstamo ni préstamo! Lo que precisamos es acceso a los mercados, que nos dejen vender lo que podemos producir. ¡De que estaríamos hablando si no estuviéramos recibiendo por nuestra carne el mismo precio en moneda devaluada que hace 30 años? Hace treinta años que recibimos la misma plata, señor Presidente.

 

Estamos recibiendo el mismo valor de un dólar, un dólar por quilo de un ternero hoy como cuando fui acompañando a Wilson Ferreira Aldunate a Inglaterra a cerrar el último tratado de comercio con los ingleses. Nos están pagando con dólares que no son del mismo valor de los de entonces los mismos precios por la carne y por la lana y quieren que sigamos progresando y resolvamos los problemas de la pobreza y entonces nos prestan veinte o treinta millones de dólares. No es eso lo que precisan nuestros países y ustedes lo tienen que hacer sentir, señores: lo tienen que hacer sentir. Ustedes tienen que juntarse, ir a visitar a los señores Embajadores que representan a esos países para sensibilizarlos a todos por igual y si ellos están sensibilizados por nuestras desgracias y por nuestra pobreza, que sepan que lo que necesitamos es comercio libre y no plata, préstamos, que después, además, nos cobran, ¿eh? Porque la plata no la regalan: nos la prestan, nos condicionan y nos la cobran.

 

Señores, tenemos que protestar. El que no llora no mama, señor Presidente. Usted ha llorado un rato. Yo quedé con un susto bárbaro. Pero señor, nosotros tenemos que hacer otro tanto. Plantearles nuestra verdad. En Francia -estuve conversando con el Ministro de Exteriores francés; naturalmente que a mí vienen todos los Embajadores, es público- están todos interesados, igual que Italia y Canadá, en poder construir el Aeropuerto de Carrasco. Recibo cartas de Ministros, de Presidentes. Acá tenemos una inversión de 150 millones de dólares para hacer el aeropuerto de Carrasco y todo el mundo me plantea esto o el otro o el otro. Está bien, están en su derecho. A mí no me parece mal. Lo que me parece horrible es que no hagamos lo mismo nosotros. Y que no le creemos a ellos esa misma sensación de sensibilidad con la cual presurosamente se mueven para ver si dan unos pesos al Banco Mundial para ver si éste nos da unos pesos a nosotros. Porque el mismo tiempo que nos dan unos pesos nos dicen "Ustedes tienen 6.000 dólares de renta per cápita y no son un país pobre." Y después nos dicen "Les vamos a dar unos pesos para aliviar la pobreza."

 

 

 

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Qué es lo que somos? Somos un pequeño país que quiere vender el fruto de su trabajo. Yo estuve en Francia. Estuve con el Ministro y con un conjunto de distintas agremiaciones y asociaciones, con el representante de la Federación Rural y con el representante de la Asociación Rural. En Francia, pese a los subsidios, en los últimos diez años de los 900.000 productores que tenían quedaron 640.000 a la fecha de hoy. Pese a la plata y a los subsidios. Al día de hoy, los parientes de Boismenú allá en Bretaña se están fundiendo todos uno al lado del otro pese al subsidio en cuanto a cría de volaille y de terneros. No pueden bancar. ¿Quién se hace rico? Los grandes productores de trigo. ¿Y quién protesta? El señor Bove, que representa a los pequeños productores. Estos no reciben el subsidio: los que lo reciben son los "grandotes", los del trigo. ¿Y quiénes son además todas las organizaciones que después fabrican dioxina y fabrican vaca loca?

 

Cuando nos invitaron a comer en una famosa parrillada que hay en el Bulevar de los Capuchinos -el Café de la Paz, que es distinguidísimo pero es una parrillada- pedimos una carne y cuando estábamos comiendo pedí al maître que me dijera la procedencia de la carne. No tenía la más mínima idea de nada; la vaca había venido de Turquía o de Afganistán, de cualquier lugar...

 

Vamos a juntarnos también para hacerle sentir a toda esa gente que la única cosa que los productores de este país quieren para terminar con la pobreza no es plata prestada sino apertura de comercio. Es lo que va a dar el camino para que ellos terminen con los subsidios a la exportación, que son deformadores totales de los precios y para que el mismo tiempo se den cuenta de que nuestros países están en condiciones y tienen derecho a exigir igualdad de tratamiento.

 

Señores, el gobierno también cree que entre otras cosas muy importantes que se pueden hacer el Uruguay va a llegar a 5.000 millones de dólares de exportación a partir de lo que produzca en el campo. Creo que los ciudadanos que están encargados de las responsabilidades del tema conforman un equipo de gente honorable, capaz y trabajadora tanto en el área específicamente relacionada con la producción agropecuaria desde el Ministerio y desde el Banco de la República como también en lo que tienen ver con el área de los restantes Ministerios que tienen que ver con la vida del país: el Ministerio de Industrias, el de Relaciones, el de Economía y los demás que tienen que ver con la infraestructura nacional. Estamos comprometidos en ese esfuerzo.

 

Comprometidos con un esfuerzo que va paralelo con el esfuerzo para meterle el diente a las cosas que el país necesita que se le metan el diente. En poco tiempo ustedes van a ver transformaciones importantes tanto en la ANCAP como en la UTE como en ANTEL, no con la idea de privatizarlas, que no esa nuestra idea. Nuestra idea es que jueguen en toda la cancha, para poder dar mejore servicios y más baratos: energía más barata, comunicaciones más baratas, suministro tanto a la campaña como a la capital de los elementos que le permitan a la gente vivir mejor, trabajar mejor y en mejores condiciones de competitividad.

 

Ese ha sido nuestro desafío y la razón de ser por la cual para lo cual estamos en el gobierno. Como es bueno que en esta primera ocasión yo venga y diga lo que siento, creí oportuno ocupar esta tribuna para decírselos. Vamos a trabajar en el sentido que dijo el Ministro con el señor Presidente del Banco de la República, sí, señores. Vamos a trabajar en el sentido -además- de generar a través de nuestra relación con el Banco Interamericano de Desarrollo los recursos necesarios para los puntos precisos en los cuales el Ministro hizo hincapié con claridad. Y vamos a trabajar para que el campo del Uruguay pueda tener el derecho a vivir en paz y libremente, accediendo a los mercados en los cuales, sin ninguna duda, por calidad y por precio, va a poder competir con éxito para que nuestra gente de campo -con la cual ustedes saben que me siento bien vinculado- pueda seguir siendo feliz en el mejor lugar para vivir.

Muchas gracias.

 

 

"Luchamos contra las mayores

dificultades que el país ha tenido"

 

Tal como estaba previsto, en el marco del Congreso de la Federación Rural celebrado hoy en la ciudad de Rocha, el Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle Ibáñez, respondió a una de las 3 preguntas de las inicialmente proyectadas. El siguiente, es el texto de su respuesta.

 

 

Pregunta: Señor Presiente, usted y su Gobierno, ¿que solución tienen para el endeudamiento del sector, el financiamiento productivo y la mejora de la ecuación costo-beneficio de las empresas agropecuarias?

 

Presidente Batlle: Pienso que en las cosas que he dicho y en las cosas que ha expresado el Señor Ministro de Ganadería y Agricultura, no sé si estará bien respondida su pregunta, pero es creo que sí están todas consideradas.

 

Si yo le dijera que tengo una resolución para mañana, le estaría mintiendo y precisamente no es esa mi manera de ser, lo he demostrado a lo largo de toda mi vida.

 

Creo que los caminos que hemos emprendido son los adecuados para el restablecimiento de esos equilibrios, pero también sé que los caminos no tienen respuestas globales inmediatas, porque ni yo ni nadie se la podría dar de un día para otro.

 

Si tuviera la certeza de que esta suba del precio de la lana es un anticipo de una suba mayor y si tuviera la certeza de que esta suba considerable del precio del trigo es un anticipo del precio de 150 dólares, estaríamos todos tan contentos que ni siquiera estaríamos reunidos hoy aquí.

 

Todos sabemos que estamos luchando con las dificultades más grandes que un país ha tenido y que se arrastran muchas de ellas desde antes, no por culpa de gobiernos anteriores, sino por culpa de las circunstancias de las cuales es tomador de precios. Se arrastran también como consecuencia de las debilidades naturales que tiene un país pequeño, a las que se han sumado las que nos han ocurrido el año pasado.

 

Sabemos que lo más importante es disponernos a caminar en el mejor camino. Estoy absolutamente convencido de que si hacemos un esfuerzo consistente dentro y fuera del país, para procurar abrir los caminos que hoy comienzan a abrirse, como el caso de habernos acercado en momentos en que se cerraba para la exportación lechera el mercado brasileño, poder habernos acercado al mercado mexicano y poder empezar a acercarnos al norteamericano, son caminos que también además de los reperfilamientos de la deuda, el mejoramiento de los créditos y de los intereses y además del mejoramiento del aparato fiscal como lo he estado señalando, nos van a permitir a mediano plazo, mejorar la situación.

 

Porque si el Uruguay tuviera por arte birli y birloque la posibilidad de decirle a todos los productores que están endeudados que no van a pagar su deuda y al mismo tiempo le tuviera que trasmitir que no va a obtener ninguna apertura de mercado, yo diría que nuestras dificultades dentro de poco tiempo se volverían a plantear.

 

Este es un proceso en donde no está sólo el Uruguay en juego hacia adentro, está tanto hacia dentro como hacia fuera. Los productores de arroz que tienen la cosecha levantada lo están constatando. Por decisión de un juez de Porto Alegre no podemos exportar arroz, ni nosotros ni los argentinos. Los productores de leche lo están constatando, estábamos vendiendo 20 millones de dólares de queso a Venezuela, por una violación del Gobierno de Venezuela de los tratados firmados con Uruguay, no podemos llegar a ese mercado nada más que con una pequeña cuota.

 

Esto quiere decir que lo mucho que tenemos que hacer adentro, es tanto cuanto tenemos que hacer afuera. Nosotros que estamos recibiendo de ustedes la solicitud de ayuda, también le planteamos a ustedes la demanda de ayuda, porque eso forma parte de una tarea que tenemos que hacer en común.

 

En ese sentido, el Gobierno está totalmente dispuesto a trabajar, pero siempre -y lo reitero una vez más- atado a un hecho de singular importancia, si el país pierde sus equilibrios fiscales, lo que se ha dado en llamar la macroeconomía, cuando la macroeconomía anda mal, el resto del país anda muchísimo peor.

 

Si el país pierde sus elementos de estabilidad, no solamente vamos a vivir mal adentro, sino que no vamos a tener posibilidades afuera. Sobre todo en un pequeño país absolutamente indexado. Cuando Brasil modifica la tasa cambiaria y la inflación no sube, eso supone que hay alguien que está pagando esa diferencia y no son precisamente los grandes industriales de San Pablo, son las grandes masas populares.

 

El Uruguay es un poco diferente. Aquí estamos todos indexados y por tanto, la estabilidad es un bien a preservar para poder tener mejores niveles de vida y paz institucional y social. Por tanto, cualquier gobierno que quiera alcanzar los objetivos como los que usted propone –que los compartimos- de que el agro pueda crecer, tiene que partir de la base de esa estabilidad. Si olvida ese precepto, vamos a dar todos "con los burros en el agua" y eso a quien peor le haría es a toda la gente que vive únicamente de su pequeño trabajo, entre quienes sin ninguna duda, está ubicada la gran masa de los productores rurales.

 

Muchísimas gracias.