28/05/2000
PALABRAS DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DR.
JORGE BATLLE IBÁÑEZ, EN EL 83º CONGRESO DE LA FEDERACIÓN RURAL
Yo no debería hacer uso de la palabra, señor
Presidente y señores asambleístas, después de lo mucho de bueno y muy
claro dicho por el señor Ministro de Ganadería y Agricultura, mi querido
amigo el Ingeniero Gonzalo González.
Pero siendo que éste es, señor Presidente, el primer
Congreso de la Federación Rural en el tiempo en que nosotros hemos estado
en este nuevo conchabo en el cual estamos, me pareció que era necesario
que yo dijera dos o tres cosas, reiterando lo que he tenido la oportunidad
de manifestar en la visita que hiciera a su invitación a la Federación
Rural, cuando fungía como candidato a Presidente de la República y en
las apreciaciones que políticamente he hecho a lo largo de la entonces
campaña electoral y luego en las palabras pronunciadas por nosotros el
1o. de marzo.
Yo diría que -sin ninguna duda- el Uruguay vive una
situación similar, parecida, no similar; parecida- a la que vivió a
partir de 1840. Recientemente el señor Ministro Interino de Vivienda
Doctor Gorosito tuvo a bien obsequiarme un libro llamado "El Lexus y
el Olivo", escrito por un gran periodista norteamericano, en donde al
igual que otras personas cuyos libros leí poco antes de pronunciar mi
discurso del 1o. de marzo, dice en las primeras páginas que vivimos en un
mundo parecido al que corrió desde la mitad del siglo XIX hasta 1920, en
donde ya había un proceso de gran globalización. En ese mundo se dio un
proceso de gran globalización.
También recientemente leí un ensayo muy lindo del
señor Raúl Gadea, que colaboró con el señor Wilson Ferreira Aldunate
en su tiempo, en el cual el autor hace una apreciación de lo que fue ese
proceso de transformación de la globalización que ocurrió en el Río de
la Plata entre la mitad de 1849 y 1920. En ese tiempo creció el Uruguay
de una manera inmportantísima. No teníamos Fondo Monetario
Internacional, no teníamos Banco Mundial, no teníamos Banco
Internacional de Desarrollo y muchas veces no teníamos instituciones.
Vivíamos a la par que se hacían los ferrocarriles y que se tendían las
línea del agua corriente. Vivíamos de revolución en revolución; en
aquel tiempo entre blancos y colorados nos corríamos por las cuchillas; a
veces nos corrían a nosotros y a veces teníamos un poco más de suerte.
En todo caso, muchos quedaron por los campos hasta el día de hoy, sin
saber dónde cayeron y cuál fue su destino.
Sin embargo, este país creció enormemente -como
creció la Argentina, como creció el Brasil, como creció Chile- y
creció al amparo de circunstancias que no se dan hoy, circunstancias que
eran particulares de entonces y que no se han repetido: una globalización
donde el mundo era global pero era abierto en ambos sentidos. Nosotros
teníamos un mundo prácticamente abierto para lo que Uruguay producía
naturalmente. Todo lo que producíamos se colocaba en el mundo y los
precios de entonces tenían una convergencia en el universo. Tanto valía
la cosa acá como valía en cualquier pueblecito de Francia o de Alemania,
así se llamara un producto industrial o así se llamara un producto
primario. Los valores de los fletes, de los seguros, de las tasas de
interés, de las transferencias de capital y de tecnología eran,
comparativamente a los de hoy, casi tanto o más importantes que los
actuales. Y las transferencias humanas fueron tan importantes que estamos
todos acá.
Todos los que estamos acá vinimos entre 1840, salvo
excepciones, y 1920, y todos vinimos de allá, absolutamente todos. Eso
fue lo que le permitió a este país llegar a 1920 con un crecimiento
formidable en todos los sectores. El sector primario, fundamentalmente, al
punto que desde 1870 se instalaron en el país, en las costas del Río
Uruguay desde Salto hasta Río Negro, frigoríficos y saladeros y lo mismo
ocurrió en Montevideo.
Más tarde, desde 1920 hasta 1956, vivimos una segunda
época, pero que tuvo otro color y que fue la consecuencia de las guerras.
Las guerras que se extendieron desde 1920 hasta 1956 nos permitieron vivir
en un mundo realmente artificial, en donde los precios de nuestro lado
eran los frutos de la escasez y de las violencias desatadas en el mundo.
Por entonces, la sustitución de importaciones -que creció enormemente y
habilitó el nacimiento de una industria al principio casi artesanal y
luego bastante desarrollada- fue también la consecuencia de que la
industria europea estaba incapacitada para cumplir con su función debido
a esas guerras.
Eso permitió que los uruguayos -quizás nosotros más
responsables que otros por tener a lo largo de ese tiempo significativa
participación política- viviéramos en un mundo que no era un mundo de
realidad, pero al cual tampoco podíamos rehuirnos, porque hubiera sido
muy difícil decirles a los uruguayos "Ahora que tenemos estas
disponibilidades no vamos a hecer las cosas que nos permitan mejorar la
calidad de vida."
A partir de 1955 comenzamos a vivir una crisis cada
día más profunda, una crisis de todo tipo, que nos llevó inclusive a
una confrontación y a una guerra civil. Yo recuerdo perfectamente la
visita de mi señor padre en Boston y en Chicago, a los compradores de
lana sucia de la primera de las ciudades mencionadas y a los compradores
de carne de Chicago, reclamando que nos compraran tops y que nos compraran
nuestro trabajo. A partir de mil novecientos cincuenta y pico, cuando se
produce la construcción del Mercado Común Europeo, se cierra aquel mundo
atlántico en el cual habíamos vivido. Nosotros seguimos exportando hoy
las mismas 5.800 toneladas de carne ovina que estábamos autorizados a
exportar a la Comunidad Económica Europea cuando estaba integrada por
seis países; después de 25 o 30 años, cuando está integrada por los
países por los que está integrada, seguimos exportando esas mismas 5.800
toneladas de cupo y prácticamente nos pasa lo mismo con los cortes
Hilton.
En estos días en que estoy empezando a tener contacto
con las personalidades que vienen de visita por el país y me encuentro
con el Ministro polaco y con el Ministro libanés y con el Ministro
armenio, y me encuentro con distintas personas que vienen de Europa, todos
ellos a la primera pregunta que uno les hace responden "Sí, señor;
nos vamos a integrar a la Comunidad Económica Europea, y cuanto más
rápido, mejor". Los polacos quieren integrarse en los próximos dos
años y consideran que van a recibir los mismos beneficios acordados a
Irlanda, España y Portugal. Todos esos países son nuestros competidores:
todos.
Europa, como es natural, va a integrar a todos los
países -por lo menos de religión cristiana- a su Casa Europea para
asegurarse su estabilidad política en las fronteras eslavas y para al
mismo tiempo conseguir cien millones más de clientes, clientes que le van
a proveer al principio las mismas cosas que les vendemos nosotros: carne,
trigo, papas, manteca, leche, animales. Por eso son nuestros competidores.
Hoy el mundo es así. No es como fue antes. No es un
mundo abierto. Es un mundo cerrado, y como es un mundo cerrado y nosotros,
además, somos pequeños y al día de hoy dependemos en un 45% de nuestras
exportaciones en el Mercosur, tenemos que mirar a este mundo como es y no
como hubiéramos querido que fuese. Lo tenemos que mirar como es, porque
si no lo hacemos así vamos a cometer el error de empujar hacia donde no
está la portera abierta y con ello nos vamos a enojar entre nosotros y no
vamos a poder sacar la cabeza por encima de la superficie del agua.
Quiere decir que lo que estoy diciendo tiene referencia
concreta y explícita a que el gobierno del Uruguay ha participado desde
el primer día del Mercosur y que quien habla incorporó a la
Constitución de 1965 las disposiciones que tienen que ver con el objetivo
nacional de ser parte del Mercosur. El gobierno nacional a lo que aspira
es a tener un Mercosur abierto, con libre acceso y transferencia natural a
todos los países que lo integran de todos los productos de todos los
países que lo integramos, sin dificultades en las fronteras. Porque si
mañana un Juez de Paz de Santa Clara de Olimar dicta la prohibición de
la importación de determinadas cosas del Brasil o de la Argentina,
nosotros vamos a decir que eso está mal y vamos a actuar en contra de
eso, porque la buena vecindad nos obliga a todos a abrir nuestras
fronteras, tal cual lo hemos firmado. Eso es lo que creemos del Mercosur.
Al mismo tiempo, creemos que tenemos que dar un paso
más allá; creemos que tenemos que ir al ALCA. Creemos que tenemos que ir
al ALCA, que ya está extendida a través del NAFTA y de las leyes, desde
la Cuenca del Caribe hasta todos los países de la América Central, las
islas y la República Dominicana, excluyendo Cuba, aunque espero que
algún día también la incorpore, porque la democracia, la estabilidad y
la libertad es el fruto de que los países puedan libremente comerciar
entre sí y tener el crecimiento natural producto de su trabajo y no de la
limosna de nadie ni de las prohibiciones de algunos.
Por tanto, nosotros pensamos que eso que le ha hecho
tanto bien a México y tanto bien a América Central y a la República
Dominicana, permitiéndoles un crecimiento sostenido, es el camino que
América tiene que seguir y nosotros vamos a trabajar en ese camino porque
lo sentimos como una necesidad urgente e impostergable. ¿Por qué?
Porque, señores, a la crisis y a las dificultades que el agro viene
teniendo desde hace muchos años -y no voy a introducirme a la discusión
política que podía yo entrever en estos planteos- y a la crisis que
hemos venido teniendo porque hemos pasado a ser un país que, además de
pequeño, carece de libre acceso a sus mercados naturales, el año pasado
se le han agregado nada menos que los cuatro jinetes del Apocalipsis, ¿no
es verdad? Porque fueron cuatro terribles jinetes los que nos alcanzaron;
pudieron haber sido más, pero alcanzaron con esos cuatro.
Uno de ellos fue la baja de los precios del trigo y de
los granos en general, como consecuencia de la crisis que comenzó en
Tailandia. Hoy por suerte las pizarras nos están hablando de 125 dólares
para el trigo; entre los 90 de la última zafra y los 125 hay un cambio
significativo. A eso, encima, la crisis que determinó las dificultades
cambiarias en Brasil; a eso, encima, la seca y a eso, encima, el
petróleo, que pasó de 10 dólares a 28. Yo quiero que ustedes sepan que
hoy lo estamos vendiendo a 24,50 dólares y que la ganancia de ANCAP que
se vertía a la Tesorería desapareció. No existe más pese al último
aumento; nos la comimos. Es más: con el propósito de poder colocar
mercadería, estamos comprando a veces petróleo más caro para poder
colocar determinada mercadería difícil de colocar en el mercado cuyos
precios han caído. Me estoy refiriendo, como ustedes bien lo saben, al
arroz.
Pero además de esto, han subido los intereses y van a
volver a subir. La última suba de intereses costó quince millones de
dólares y si vuelven a subir medio punto, nos cuesta 15 millones de
dólares más. Y nosotros seguimos teniendo el oro en el sótano,
mirándolo como los viejos, como si fuéramos Harpagón. No nos da un
mango de interés pero lo tenemos ahí, aunque, por el contrario, todos
los días tenemos que salir a pagar afuera más plata.
Son realidades que tenemos que ver y por tanto este
año -yo se lo dije en su momento al señor Presidente de la Federación
Rural- necesitamos de la ayuda de ustedes, porque no podemos admitir
aumentos de gastos en el presupuesto general de gastos, porque no habrá
aumento de impuestos y tampoco puede haber aumento de gastos, dado que el
costo uruguayo ya es muy alto y no lo podemos seguir aumentando.
Yo sé que los presupuestos son la historia de las
demandas, de mejoras y de salarios y de aumentos, y yo sé que Lucio
quisiera tener cien millones de dólares más para hacer más carreteras y
que el Ingeniero Cat otro tanto para hacer más viviendas, pero yo les
digo que este año nosotros tenemos que poner la pata contra la barranca
si queremos mantener la estabilidad que el país tiene que mantener,
porque si rompiéramos la estabilidad le estaríamos haciendo más daño
que a nadie a la gente más pobre. Porque cuando se rompe la estabilidad
los que la pagan son los más pobres y los que la sufren son los más
pobres por encima de todos los demás.
Por tanto, vamos a hacer un esfuerzo y vamos a hacer un
esfuerzo para muchas cosas. Algunas ya han ido en la Ley de Urgencia, como
las explicó Gonzalo. Vamos a hablar con los señores Intendentes para ver
si podemos pasar del 25% al 50% en el pago de la contribución
inmobiliaria rural, pero vamos a acordar con los señores Intendentes que
eso es a cambio de una estabilidad en el gasto de las planillas
presupuestales. Las Intendencias no pueden transformarse en aquellas
áreas o en aquellos centros que incorporan dos o tres mil funcionarios
que no pueden pagar, que no resuelven la desocupación en el Departamento,
que -al contrario- crean más problemas. Al final, las Intendencias
terminan tan endeudadas que no pueden ni siquiera cumplir con sus
funciones.
Yo no tengo ningún problema en que los señores
Intendentes les digan a los que les vienen a pedir un cargo que no se lo
pueden dar porque el culpable es el gobierno de la República, el gobierno
central. No tengo ningún problema; lo asumo, porque considero que lo
contrario sería mucho mas perjudicial para ellos y para los productores
rurales. Por tanto, a los señores Intendentes les vamos a plantear un
entendimiento. Si hay ese nivel, entonces hay un 50% para pagar la
contribución inmobiliaria rural. Si no hay ese nivel, no hay 50%.
También quiero decirle a los señores integrantes de
este tan importante cuerpo gremial que estamos estudiando las
modificaciones fiscales necesarias al sector agropecuario y a todo el
sector nacional. Son las modificaciones fiscales referidas al sistema del
Banco de Previsión Social para el campo, que incluye una cantidad de
cosas que son como divertículos. Es una cosa que tenemos que clarificarla
para dar un sistema más normal. También estamos estudiando el sistema
fiscal global, porque estamos estudiando la modificación del IVA.
Nosotros dijimos durante la campaña electoral que
creíamos que un país no podría tener un 23% de IVA. No se puede pagar
porque es el IVA más caro del mundo. Y vamos a decirnos la verdad de una
buena vez entre todos, amigos, ¿no es verdad? Hasta los que pagan bien no
pagan mucho IVA. Acá hay tres categorías: los que pagan bien no pagan
mucho IVA; los que pagan regular no pagan nada de IVA y los que no pagan,
no pagan. ¿Qué sucede? Que empezamos con un IVA de un 14% y un 8% y
estamos en un IVA de un 23% y un 14%. Yo creo el IVA tiene tantos agujeros
que parece una espumadera: este está exento por esto, este está exento
por esto otro, aquel está exento por aquello. ¿No va a ser mucho mejor
que paguemos menos IVA pero paguemos todos?
El gobierno está analizando esto a través de su
propia oficina del Ministerio de Economía y de otros técnicos uruguayos
que hoy son profesores de tributación en Harvard, en Estados Unidos. Son
jóvenes uruguayos, y para que tengan tranquilidad los amigos que están
acá en primera línea, hay un joven uruguayo del Partido Nacional, así
que la coalición sirve para utilizar las buenas cabezas que tiene el
Partido Nacional, que no son pocas. El señor Barreix está estudiando ese
tema y presentó un primer informe que yo entregué al economista
Bensión.
Yo creo por ejemplo que si nosotros eliminamos ciertos
impuestos del agro y le metemos IVA -también le vamos a poner IVA a lo
que venga de afuera en productos alimenticios, ¿no es verdad?- le podemos
devolver al productor mucho más de lo que le estamos devolviendo hoy. A
medida que usted va aumentando la inversión, va pagando más IVA y por
tanto tiene más IVA para recuperar y va a ser mucho mejor para el agro y
va a ser mucho mejor para todo el mundo.
El país tiene que darse cuenta que hay un tiempo que
terminó. A todo se le terminó un tiempo. Terminó un tiempo no porque el
uruguayo quiera que ese tiempo conduzca a esa finalización de
determinadas cosas que antes eran fantásticas y buenas sino porque el
tiempo cambió. Así como hoy no se canta como hace más de cincuenta
años ni se baila como hace más de 50 años, no se piensa tampoco como
hace más de 50 años, más allá de la globalización y de la Interenet.
Hay un tiempo que terminó. No podemos seguir discutiendo si vamos a
reciclar un edificio de 70 años de edad o vamos a hacer un edificio nuevo
para un hospital. No podemos seguir discutiendo más este tipo de cosas
porque el mundo no las aguanta más, no las resiste más, y porque
inclusive, el Uruguay no tiene recursos, señores.
El Banco de la República, que ha ayudado siempre y que
va a seguir ayudando, no tiene un manantial inagotable en el sótano; no
lo tiene. Si nosotros no le devolviéramos al Banco de la República la
plata de los impuestos ... es simplemente darle soga a todo el mundo para
que todo el mundo termine ahorcado, porque lo que haríamos con eso sería
decretar una inflación que vendría como un vendaval y arrasaría con
todos nosotros. En el mundo no podríamos sobrevivir si hiciéramos eso.
Pero tenemos que hacer cosas que no hemos hecho.
Parecería, señor Presidente -y usted no lo tome a mal- que a veces
cuando ustedes dicen cosas parecería que fueran medio bombistas, ahora
que estamos por hacer la paz, señor Presidente. Pero yo le voy a decir
una cosa, señor Presidente: yo también soy medio bombista, ¿vio? Es
conocido el hecho de no me dejan nadar mucho, ¿no? Antes me trancaban
para no perder votos, pero ahora que ya los he conseguido, cualquier
cosa...
Dígame una cosa, señor Presidente: ¿cuántas veces
ustedes se han sentado con los Presidentes de las Federaciones Rurales de
Argentina, de Brasil, de Chile y de Paraguay y han ido a ver a todos los
embajadores del Mercado Común Europeo para plantearles las mismas
protestas que nos plantean a nosotros? ¿Cuántas? ¿Alguna vez han ido a
la Embajada de Inglaterra, a la de Francia o a la de Alemania para
decirles "Señores, ustedes quieren que nosotros les compremos con
aranceles bajos todas las cosas que producen y no nos dejan venderles nada
y después se juntan para darnos unos pobres pesos a ver si matamos al
pobreza con un préstamo de ustedes?" ¡Qué préstamo ni préstamo!
Lo que precisamos es acceso a los mercados, que nos dejen vender lo que
podemos producir. ¡De que estaríamos hablando si no estuviéramos
recibiendo por nuestra carne el mismo precio en moneda devaluada que hace
30 años? Hace treinta años que recibimos la misma plata, señor
Presidente.
Estamos recibiendo el mismo valor de un dólar, un
dólar por quilo de un ternero hoy como cuando fui acompañando a Wilson
Ferreira Aldunate a Inglaterra a cerrar el último tratado de comercio con
los ingleses. Nos están pagando con dólares que no son del mismo valor
de los de entonces los mismos precios por la carne y por la lana y quieren
que sigamos progresando y resolvamos los problemas de la pobreza y
entonces nos prestan veinte o treinta millones de dólares. No es eso lo
que precisan nuestros países y ustedes lo tienen que hacer sentir,
señores: lo tienen que hacer sentir. Ustedes tienen que juntarse, ir a
visitar a los señores Embajadores que representan a esos países para
sensibilizarlos a todos por igual y si ellos están sensibilizados por
nuestras desgracias y por nuestra pobreza, que sepan que lo que
necesitamos es comercio libre y no plata, préstamos, que después,
además, nos cobran, ¿eh? Porque la plata no la regalan: nos la prestan,
nos condicionan y nos la cobran.
Señores, tenemos que protestar. El que no llora no
mama, señor Presidente. Usted ha llorado un rato. Yo quedé con un susto
bárbaro. Pero señor, nosotros tenemos que hacer otro tanto. Plantearles
nuestra verdad. En Francia -estuve conversando con el Ministro de
Exteriores francés; naturalmente que a mí vienen todos los Embajadores,
es público- están todos interesados, igual que Italia y Canadá, en
poder construir el Aeropuerto de Carrasco. Recibo cartas de Ministros, de
Presidentes. Acá tenemos una inversión de 150 millones de dólares para
hacer el aeropuerto de Carrasco y todo el mundo me plantea esto o el otro
o el otro. Está bien, están en su derecho. A mí no me parece mal. Lo
que me parece horrible es que no hagamos lo mismo nosotros. Y que no le
creemos a ellos esa misma sensación de sensibilidad con la cual
presurosamente se mueven para ver si dan unos pesos al Banco Mundial para
ver si éste nos da unos pesos a nosotros. Porque el mismo tiempo que nos
dan unos pesos nos dicen "Ustedes tienen 6.000 dólares de renta per
cápita y no son un país pobre." Y después nos dicen "Les
vamos a dar unos pesos para aliviar la pobreza."
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Qué es lo que somos?
Somos un pequeño país que quiere vender el fruto de su trabajo. Yo
estuve en Francia. Estuve con el Ministro y con un conjunto de distintas
agremiaciones y asociaciones, con el representante de la Federación Rural
y con el representante de la Asociación Rural. En Francia, pese a los
subsidios, en los últimos diez años de los 900.000 productores que
tenían quedaron 640.000 a la fecha de hoy. Pese a la plata y a los
subsidios. Al día de hoy, los parientes de Boismenú allá en Bretaña se
están fundiendo todos uno al lado del otro pese al subsidio en cuanto a
cría de volaille y de terneros. No pueden bancar. ¿Quién se hace rico?
Los grandes productores de trigo. ¿Y quién protesta? El señor Bove, que
representa a los pequeños productores. Estos no reciben el subsidio: los
que lo reciben son los "grandotes", los del trigo. ¿Y quiénes
son además todas las organizaciones que después fabrican dioxina y
fabrican vaca loca?
Cuando nos invitaron a comer en una famosa parrillada
que hay en el Bulevar de los Capuchinos -el Café de la Paz, que es
distinguidísimo pero es una parrillada- pedimos una carne y cuando
estábamos comiendo pedí al maître que me dijera la procedencia de la
carne. No tenía la más mínima idea de nada; la vaca había venido de
Turquía o de Afganistán, de cualquier lugar...
Vamos a juntarnos también para hacerle sentir a toda
esa gente que la única cosa que los productores de este país quieren
para terminar con la pobreza no es plata prestada sino apertura de
comercio. Es lo que va a dar el camino para que ellos terminen con los
subsidios a la exportación, que son deformadores totales de los precios y
para que el mismo tiempo se den cuenta de que nuestros países están en
condiciones y tienen derecho a exigir igualdad de tratamiento.
Señores, el gobierno también cree que entre otras
cosas muy importantes que se pueden hacer el Uruguay va a llegar a 5.000
millones de dólares de exportación a partir de lo que produzca en el
campo. Creo que los ciudadanos que están encargados de las
responsabilidades del tema conforman un equipo de gente honorable, capaz y
trabajadora tanto en el área específicamente relacionada con la
producción agropecuaria desde el Ministerio y desde el Banco de la
República como también en lo que tienen ver con el área de los
restantes Ministerios que tienen que ver con la vida del país: el
Ministerio de Industrias, el de Relaciones, el de Economía y los demás
que tienen que ver con la infraestructura nacional. Estamos comprometidos
en ese esfuerzo.
Comprometidos con un esfuerzo que va paralelo con el
esfuerzo para meterle el diente a las cosas que el país necesita que se
le metan el diente. En poco tiempo ustedes van a ver transformaciones
importantes tanto en la ANCAP como en la UTE como en ANTEL, no con la idea
de privatizarlas, que no esa nuestra idea. Nuestra idea es que jueguen en
toda la cancha, para poder dar mejore servicios y más baratos: energía
más barata, comunicaciones más baratas, suministro tanto a la campaña
como a la capital de los elementos que le permitan a la gente vivir mejor,
trabajar mejor y en mejores condiciones de competitividad.
Ese ha sido nuestro desafío y la razón de ser por la
cual para lo cual estamos en el gobierno. Como es bueno que en esta
primera ocasión yo venga y diga lo que siento, creí oportuno ocupar esta
tribuna para decírselos. Vamos a trabajar en el sentido que dijo el
Ministro con el señor Presidente del Banco de la República, sí,
señores. Vamos a trabajar en el sentido -además- de generar a través de
nuestra relación con el Banco Interamericano de Desarrollo los recursos
necesarios para los puntos precisos en los cuales el Ministro hizo
hincapié con claridad. Y vamos a trabajar para que el campo del Uruguay
pueda tener el derecho a vivir en paz y libremente, accediendo a los
mercados en los cuales, sin ninguna duda, por calidad y por precio, va a
poder competir con éxito para que nuestra gente de campo -con la cual
ustedes saben que me siento bien vinculado- pueda seguir siendo feliz en
el mejor lugar para vivir.
Muchas gracias.
"Luchamos contra las mayores
dificultades que el país ha tenido"
Tal como estaba previsto, en el marco del Congreso de
la Federación Rural celebrado hoy en la ciudad de Rocha, el Presidente de
la República, Dr. Jorge Batlle Ibáñez, respondió a una de las 3
preguntas de las inicialmente proyectadas. El siguiente, es el texto de su
respuesta.
Pregunta: Señor Presiente, usted y su Gobierno, ¿que
solución tienen para el endeudamiento del sector, el financiamiento
productivo y la mejora de la ecuación costo-beneficio de las empresas
agropecuarias?
Presidente Batlle: Pienso que en las cosas que he dicho
y en las cosas que ha expresado el Señor Ministro de Ganadería y
Agricultura, no sé si estará bien respondida su pregunta, pero es creo
que sí están todas consideradas.
Si yo le dijera que tengo una resolución para mañana,
le estaría mintiendo y precisamente no es esa mi manera de ser, lo he
demostrado a lo largo de toda mi vida.
Creo que los caminos que hemos emprendido son los
adecuados para el restablecimiento de esos equilibrios, pero también sé
que los caminos no tienen respuestas globales inmediatas, porque ni yo ni
nadie se la podría dar de un día para otro.
Si tuviera la certeza de que esta suba del precio de la
lana es un anticipo de una suba mayor y si tuviera la certeza de que esta
suba considerable del precio del trigo es un anticipo del precio de 150
dólares, estaríamos todos tan contentos que ni siquiera estaríamos
reunidos hoy aquí.
Todos sabemos que estamos luchando con las dificultades
más grandes que un país ha tenido y que se arrastran muchas de ellas
desde antes, no por culpa de gobiernos anteriores, sino por culpa de las
circunstancias de las cuales es tomador de precios. Se arrastran también
como consecuencia de las debilidades naturales que tiene un país
pequeño, a las que se han sumado las que nos han ocurrido el año pasado.
Sabemos que lo más importante es disponernos a caminar
en el mejor camino. Estoy absolutamente convencido de que si hacemos un
esfuerzo consistente dentro y fuera del país, para procurar abrir los
caminos que hoy comienzan a abrirse, como el caso de habernos acercado en
momentos en que se cerraba para la exportación lechera el mercado
brasileño, poder habernos acercado al mercado mexicano y poder empezar a
acercarnos al norteamericano, son caminos que también además de los
reperfilamientos de la deuda, el mejoramiento de los créditos y de los
intereses y además del mejoramiento del aparato fiscal como lo he estado
señalando, nos van a permitir a mediano plazo, mejorar la situación.
Porque si el Uruguay tuviera por arte birli y birloque
la posibilidad de decirle a todos los productores que están endeudados
que no van a pagar su deuda y al mismo tiempo le tuviera que trasmitir que
no va a obtener ninguna apertura de mercado, yo diría que nuestras
dificultades dentro de poco tiempo se volverían a plantear.
Este es un proceso en donde no está sólo el Uruguay
en juego hacia adentro, está tanto hacia dentro como hacia fuera. Los
productores de arroz que tienen la cosecha levantada lo están
constatando. Por decisión de un juez de Porto Alegre no podemos exportar
arroz, ni nosotros ni los argentinos. Los productores de leche lo están
constatando, estábamos vendiendo 20 millones de dólares de queso a
Venezuela, por una violación del Gobierno de Venezuela de los tratados
firmados con Uruguay, no podemos llegar a ese mercado nada más que con
una pequeña cuota.
Esto quiere decir que lo mucho que tenemos que hacer
adentro, es tanto cuanto tenemos que hacer afuera. Nosotros que estamos
recibiendo de ustedes la solicitud de ayuda, también le planteamos a
ustedes la demanda de ayuda, porque eso forma parte de una tarea que
tenemos que hacer en común.
En ese sentido, el Gobierno está totalmente dispuesto
a trabajar, pero siempre -y lo reitero una vez más- atado a un hecho de
singular importancia, si el país pierde sus equilibrios fiscales, lo que
se ha dado en llamar la macroeconomía, cuando la macroeconomía anda mal,
el resto del país anda muchísimo peor.
Si el país pierde sus elementos de estabilidad, no
solamente vamos a vivir mal adentro, sino que no vamos a tener
posibilidades afuera. Sobre todo en un pequeño país absolutamente
indexado. Cuando Brasil modifica la tasa cambiaria y la inflación no
sube, eso supone que hay alguien que está pagando esa diferencia y no son
precisamente los grandes industriales de San Pablo, son las grandes masas
populares.
El Uruguay es un poco diferente. Aquí estamos todos
indexados y por tanto, la estabilidad es un bien a preservar para poder
tener mejores niveles de vida y paz institucional y social. Por tanto,
cualquier gobierno que quiera alcanzar los objetivos como los que usted
propone –que los compartimos- de que el agro pueda crecer, tiene que
partir de la base de esa estabilidad. Si olvida ese precepto, vamos a dar
todos "con los burros en el agua" y eso a quien peor le haría
es a toda la gente que vive únicamente de su pequeño trabajo, entre
quienes sin ninguna duda, está ubicada la gran masa de los productores
rurales.
Muchísimas gracias.