08/09/2000
BATLLE: NO HAGAMOS A LOS DEMÁS LO QUE NO QUEREMOS QUE
NOS HAGAN
El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle,
defendió la vigencia del respeto recíproco entre los pueblos y reiteró
que la paz y la dignidad del hombre son objetivos esenciales de la
comunidad internacional. "No hagamos a los demás lo que no queremos
que nos hagan", señaló el mandatario, en su discurso pronunciado
hoy en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas ante más de 150 Jefes
de Estado
Este es el texto de su alocución:
Señor Presidente:
Estamos aquí representando a nuestros pueblos, a 6 mil
millones de seres humanos.
Somos todos iguales, aunque diferentes. Nos une lo que
es común a todos, nuestros derechos naturales, que se resume en una
fórmula bastante simple: no debemos hacerle a los demás lo que no
queremos que nos hagan a nosotros.
Para convertir esa fórmula en realidad, a lo largo del
Siglo XX los uruguayos hemos participado en todas las iniciativas que han
procurado organizar la vida de los pueblos en paz y en libertad.
En 1906 nuestro país propuso en la Conferencia de la
Paz de La Haya el arbitraje obligatorio como mecanismo para resolver
conflictos, entre las naciones. Fuimos miembros, más tarde, de la
Sociedad de Naciones. Nos contaron como miembros fundadores y
co-redactores de la carta de las Naciones Unidas. Participamos, pues, en
ese núcleo redactor. Fuimos los primeros en aceptar la jurisdicción
obligatoria de la Corte Internacional de Justicia, y desde 1952 hasta el
presente hemos participado ininterrumpidamente en misiones y operaciones
de paz de esta Organización.
La Carta de las Naciones Unidas contiene una
irrefutable sabiduría política. Cumplir con ella, de buena fe y sin
duplicidades, es el más grande desafío que nos propone. Si así lo
hiciéramos, muchos de nuestros problemas perderían entidad o quizás
hasta llegarían a desaparecer.
Mantener la paz, disminuir la pobreza, son objetivos
esenciales de la comunidad internacional. Pero la guerra, la violencia y
la pobreza son los efectos de causas mucho más profundas. Y no es
solamente atacando los efectos que vamos a cumplir con nuestras
responsabilidades. Lo importante es atender y atacar las causas de esas
cosas.
La libertad es una sola. No existe libertad política,
si al mismo tiempo no se dan las demás libertades.
Durante su vida, los seres humanos se organizan
viviendo en sociedad, constituyendo su familia, asegurando la continuidad
de la especie, educando a sus hijos en los valores morales que nos son
comunes, y aplicando su energía y su talento en las múltiples formas del
trabajo.
Cuando esta actividad vital de la familia humana se ve
frustrada porque se cercenan las posibilidades de que sus frutos lleguen a
los mercados del mundo, los pueblos se debilitan, se empobrecen, son
fácil presa de la demagogia, de la mentira, de la injusticia, del atraso,
y caen en la violencia, de la que tantas veces hemos sido testigos a lo
largo del último siglo.
Por ello, una de las tareas más importantes de las
Naciones Unidas en el próximo milenio debe ser asegurar nuestro derecho a
crear y producir, y nuestro derecho a ofrecer y vender los producido. La
libertad de comercio de la que tanto se habla y que tan poco se practica,
es hoy más necesaria que nunca, en un planeta que la mundialización ha
empequeñecido y ha hecho notoriamente interdependiente.
Nuestra región, América, y dentro de ella el Uruguay,
ya pasó por un tiempo de mundialización. Ocurrió en la llamada
"civilización atlántica", en la segunda mitad del Siglo XIX y
principios del XX. Fue útil para todos, en ella crecimos, en ella pudimos
consolidar la existencia de una Nación en la que imperan la equidad, la
justicia y la libertad.
Aquella mundialización tuvo una gran virtud. Los
mercados estaban abiertos al trabajo de nuestra gente y a los productos de
nuestra tierra. Hoy es otra la realidad, lo que constituye un factor
negativo en la vida de nuestros pueblos.
Esta Asamblea, Asamblea Política, que es la gran
Asamblea de los pueblos que nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno,
representamos. Es en este Foro el de más alto nivel y el más
representativo, debe asumir y tomar las decisiones y compromisos que
determinarán nuestra vida futura y la de las próximas generaciones. Y el
Uruguay entiende que bregar por esta libertad es una de las tareas
esenciales de las Naciones Unidas para el próximo milenio.
Muchas gracias.