DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DR. JORGE
BATLLE EN LA INAUGURACION DEL SEMINARIO "HACIA EL LIBRE COMERCIO DE
LAS AMERICAS: LAS BARRERAS LEGALES Y REGULATORIAS", ORGANIZADO POR
CERES
Estoy ante ustedes hoy para referirme al tema que los
ha convocado, aunque naturalmente yo no voy a hacer reflexiones a
propósito de los temas legales ni de los temas de las barreras que
impiden muchas veces el comercio entre nosotros, sino voy a ver si puedo
hacer algún resumen de cosas obvias, de cosas simples y de cosas que sin
ninguna duda no nos va a ser fácil hacer pero que tenemos que tomar la
decisión de hacerlas.
En primer lugar, si hablamos del comercio libre, yo
diría que esa ha sido una vieja historia del Uruguay, una vieja historia
de América. A los que estamos ya cerca del siglo por nuestra edad siempre
nos gusta mirar para atrás, quizás como una especie de idea o ilusión
óptica de que uno puede vivir mucho, ¿no es verdad? Si uno estudia todo
lo que fue la historia del Siglo XIX en Europa --la historia política del
Siglo XIX en Europa-- y lee con cuidado todos los congresos, reuniones,
esfuerzos, desde Castlereigh primero y Canning después y naturalmente
también todo lo que fue la Santa Alianza, no solamente Metternich sino
también el Rey de Prusia y el Zar Alejandro --que intervino en forma
importante inclusive participó en forma activa en los congresos sobre
política con respecto a América del Sur, apoyando a España, tratado de
evitar esa creciente influencia inglesa en el continente-- uno llega a la
conclusión de que, sin ninguna duda, la gran lucha entonces fue por cuál
de aquellos países volvía a controlar la relación básica comercial
entre América y Europa. Y en esa tarea es notorio que Inglaterra tuvo
éxito y a lo largo de ese siglo, y bien entrado el Siglo XX, nuestros
países --fundamentalmente los del MERCOSUR-- crecieron en forma sostenida
y si no hicieron las cosas mejor fue por culpa de ellos mismos y no por
culpa del mundo. Pudieron alcanzar, lo vimos en Argentina llegando a
posiciones muy particularmente beneficiosas y exitosas a principios del
Siglo XX. Lo vimos también en el Brasil y por cierto que lo vimos en el
Uruguay. Existen algunos estudios muy recientes, hechos por americanos en
Oxford, de lo que ellos llaman el British Informal Empire en esa época y
se advierte cómo en un mundo de economía abierta, en un mundo de precios
convergentes, de fletes baratos, de accesos libres, estas naciones
realmente crecieron. Recibieron una inversión en infraestructura
formidable. Los ingleses hicieron 3.000 quilómetros de vías férreas en
el Uruguay: hoy, un quilómetro de vía férrea vale 300.000 dólares. Los
puentes que construyeron entonces son los únicos puentes que no son,
digamos, sobrepasados por las más grandes crecientes que ha habido en el
Uruguay. Pero entonces no teníamos servicio meteorológico, no sabíamos
cuántas lluvias habían caído ni cinco, ni diez ni cien años atrás:
seguramente le preguntarían al paisano más viejo de la zona y harían el
puente dos metros más arriba. Lo cierto es que todas las carreteras se
nos inundan y las únicas cosas sobre las cuales podemos cruzar el río
son unos puentes viejísimos de ferrocarriles, que pasan siempre todo el
mundo por arriba en Vergara cuando no se puede pasar porque el Parao no da
paso.
Quiere decir, pues, que así crecieron nuestros
países. Estos países crecieron en un mundo globalizado y en un mundo
abierto. Esto de la globalización actual es un invento: no existe la
globalización actual como una cosa moderna. Existió antes: existió en
Roma, existió en el Sacro Imperio Romano Germánico, existió en el
Imperio Británico, en la civilización atlántica. Hoy por hoy no existe
esa globalización, es mentira: la globalización no existe hoy. Y no
existe porque Europa tiene cerrado el mercado, y no existe porque los
Estados Unidos también, siendo que es el país que tiene el mercado más
abierto del mundo, porque tiene un déficit de balanza comercial algo así
como de 150 o 160 mil millones de dólares y si un buen día dijera
Estados Unidos, como lo puede hacer, "voy a producir todo lo que
preciso" , el mundo cierra. Y cierra porque no tenemos a quién
venderle lo que le vendemos a los Estados Unidos. Por tanto, siendo que
tiene áreas protegidas, es sin ninguna duda el país más abierto y el
país más libre.
Yo creo que todo este movimiento contra la
globalización es una forma lateral de la gimnasia política
circunstancial. Y es simplemente un asunto de carácter semántico. Si
uno, a los más entusiastas y más activos viajeros mundiales que se
reúnen en todos los lugares donde hay reuniones importantes de gente tan
importante o no tan importante como ustedes para hacer manifestaciones con
pancartas diciendo que la globalización es nuestra tragedia, si uno baja
y les pregunta si están en contra de la exportación dicen que no, que
están a favor de la exportación. Entonces están a favor de la
exportación pero en contra de la globalización: son totalmente dementes.
Hablar de este asunto de la zona de libre comercio en
América es naturalmente algo que yo diría ya que tiene poco interés en
cuanto al hecho de decir nada nuevo. ¿Quién puede estar en contra de que
haya libre comercio? O sea, si hay libre comercio en América y eso es
negativo, ha de ser también negativo el libre comercio con Brasil y con
la Argentina. Por tanto, lo contrario al libre comercio es comercio no
libre; por tanto, debíamos tener un comercio cerrado y los de Punta del
Este con el Intendente a la cabeza --que vive del comercio de los
argentinos-- cerraría las fronteras con el resto del Uruguay. El sería
rico y nosotros pobres. O sea que, en una palabra, lo de la
contraposición del libre comercio como aquello que está en contra del
libre comercio es lo bueno y el libre comercio es lo malo es un sinsentido
y un absurdo. El tema es cómo hacemos el libre comercio y con quién.
¿Lo podemos hacer con Europa? Por ahora no, y por
ahora no lo podemos hacer porque Europa tiene dos problemas políticos que
tiene que resolver primero y si nosotros, que somos todos europeos por lo
que veo, estuviéramos todos allá en vez de haber venido desde allá para
acá cuando Europa estaba tan pobre, pensaríamos exactamente igual que
los europeos y actuaríamos igual que ellos. La primera cosa que Europa
tiene que hacer es incorporar a todos los países del Este, que son,
digamos, un grupo de países que está en la tierra de nadie entre la
Unión Económica Europea y lo que vuelve a ser hoy de a poco un país que
empieza a crecer y empieza a organizarse, como es Rusia. Son cien millones
de habitantes. La incorporación de Polonia al mercado común europeo, a
la Unión Económica Europea, por empezar le hace un efecto a la política
agrícola europea mucho mayor que la vaca loca y mucho mayor que la
aftosa. La aftosa en Europa se arregla o vacunando o matando, pero se
arregla en poco tiempo y la vaca loca va a tener también su situación
que va a tender a resolverse. Lo que no se puede resolver es mantener la
misma política agrícola, la misma PAC, con la incorporación de Polonia.
Y si se agrega a eso todos los demás países, es evidente que ese
esfuerzo que tiene que hacer Europa que no lo puede postergar. Lo precisa
porque es una clientela potencial formidable, es decir cien millones de
personas que necesitan desarrollarse y en donde Europa se desarrolla.
Pregúntenle a cualquier gobernante de Italia lo que supone la presencia
de fábricas italianas en el Este europeo, tanto en algunos países de los
Balcanes como en Polonia, y advertirán la importancia no solamente
política sino económica que tiene para Europa y para el mundo que Europa
incorpore a todos esos países. Y el segundo problema que tiene Europa
antes de ocuparse de América es el Norte de Africa. El Norte de Africa le
genera a Europa una situación que no puede controlar. Es una de las
grandes ventajas de América --yo siempre lo he dicho, y lo he dicho,
recuerdo perfectamente hace algunos años, en una conferencia que
pronuncié en ADL diciendo que éste es uno de los mejores países del
mundo para vivir y que una de las grandes ventajas que tenía este país,
igual que América, es que estaba dividido por dos grandes océanos y no
había más buques de pasajeros-- o sea no hay inmigración descontrolada
y en Europa hay inmigración descontrolada, grave inmigración
descontrolada, no solamente la que se ve en los noticiarios de televisión
sino que mucho más fuerte y mucho más importante. Lo ven en todos los
procesos de las leyes tratando de corregir las inmigraciones, lo ven en
Italia con los albaneses, lo ven en Francia y lo ven en España. Y es
evidente, y estas son palabras no son mías sino de las autoridades de la
Comunidad Económica Europea, de las mismas autoridades que nos han
visitado recientemente, inclusive hechas públicas en la prensa del
Uruguay, de que nosotros no podíamos esperar de Europa modificaciones
inmediatas en cuanto al acceso básico de nuestra producción a esos
mercados y que Europa tenía, además, esos dos temas políticos de los
cuales tiene que ocuparse en forma inmediata.
Quiere decir que para nosotros el camino es claro: el
camino somos nosotros, es el NAFTA y es Asia. No hay otra cosa. Más allá
de todas las aperturas necesarias que tenemos que hacer, la prueba está
que a Chile que es el país que más se ha abierto y aparentemente el
país que más ha colocado en estado de indefensión a sus productores
porque ha tenido bajos aranceles, salvo en el área agrícola, donde los
chilenos son de altísimos aranceles porque no han podido todavía
resolver ese problema porque manejan su producción con escalas que no son
competitivas en América: un local de ordeñe en Chile maneja un promedio
de entre 20 y 30 vacas y eso jamás es competitivo con cualquier productor
argentino o igualmente con cualquier productor uruguayo. Lo mismo pasa con
el trigo con la Argentina; lo mismo pasa con el azúcar con Brasil.
Ninguno de nosotros, por lo menos en el Uruguay, puede competir con Brasil
en materia de azúcar y por supuesto ni en azúcar de remolacha y menos
aun en azúcar de caña, en Chile la de remolacha y acá la de caña,
puede competir con la industria respectiva de Brasil. Uno advierte que la
baja de los aranceles unilaterales, como lo ha hecho Chile, no ha
significado para Chile una disminución de su capacidad como sociedad de
atender mejor a sus ciudadanos, que al fin y al cabo es lo que cada
sociedad tiene como objeto de toda su política; al contrario, le ha
permitido a Chile mejorar. Esto no quiere decir que tiene sus problemas
resueltos: quiere decir que está sin ninguna duda mejor que antes. Tiene
mucha más inversión, tiene además mejor nivel de situación en el
mercado internacional y por cierto ha podido formar a nivel educativo algo
que es central y muy importante en Chile y que existe en Chile mejor que
en los demás países del MERCOSUR: cuadros de ciudadanos capaces,
profesionales aptos para poder participar de las duras negociaciones y
difíciles negociaciones profesionales que supone un acuerdo con los
Estados Unidos, o con la Comunidad Económica Europea o quien sea, cosa
que nosotros en el Uruguay no hemos podido formar.
De todo eso a mi juicio se desprende que el Uruguay
tiene que el Uruguay que se incorporó naturalmente al MERCOSUR, como no
podía ser de otra forma, siente que el MERCOSUR es un lugar donde
crecimos y en donde podemos seguir creciendo en la media en que las
políticas de los integrantes del MERCOSUR sean políticas cada día más
abiertas, pero no es el MERCOSUR para estar toda la vida y quedarse allí
y no pensar en otro lugar sino que es un camino para llegar a otras
alianzas en mayor área. Nosotros, por ejemplo, al igual que Chile, hemos
hecho un acuerdo con México y en ese acuerdo hemos crecido en el mercado
mexicano y vamos a seguir creciendo en el mercado mexicano. Y sin ninguna
duda si pudiéramos además de hacer un acuerdo con México hacer un
acuerdo con Estados Unidos y hacer un acuerdo similar con Canadá, e
incorporarnos a todo ese mundo, se abrirían para el Uruguay posibilidades
que hoy el Uruguay no tiene, posibilidades en ambos sentidos: no solamente
en lo que nosotros podríamos vender allí sino en lo que supone la
inversión de tecnología y no de capital que llega a la Bolsa para ver si
coloca a una buena tasa de interés bonos --porque aunque la tasa de
riesgo sea más alta vale la pena el riesgo para cobrar los
intereses--sino en las inversiones que vienen a transformarse en
actividades concretas de distinto orden, ya sean servicios, ya sean
actividades referidas a la producción animal, como es el caso de que
sucede en Brasil y que sucede en la Argentina y ya ha comenzado a suceder
entre nosotros entre canadienses y americanos, que están comenzando a
invertir en la producción animal dentro de los rangos y categorías donde
los grandes mercados reclaman determinado tipo de productos.
O sea, dudar en cuanto a esto me parece que es algo
así como algo que no tiene mucho sentido. ¿En qué nos estamos, digamos,
diferenciando? Nos estamos diferenciado en algo muy sencillo: en que somos
diferentes. Por eso nos diferenciamos. No es lo mismo que Brasil hable con
Estados Unidos a que hable Uruguay con Estados Unidos. ¿A qué le puede
afectar a Uruguay la industria norteamericana, si acá no existe? ¿A qué
le puede afectar a Brasil la industria americana? Posiblemente mucho: no
es lo mismo para Brasil que para el Uruguay. Estoy totalmente de acuerdo
con lo que dijo nuestro amigo Talví a propósito de las economías
cerradas o de las economías menos cerradas o más cerradas. Lo cierto es
que las economías cerradas, que tienen que abrirse, cuando se abren
provocan estropicio, ¿no es verdad? Y el estropicio tiene una
consecuencia electoral, ¿vio? Y por tanto la consecuencia electoral
todavía queremos que sea en países democráticos donde la gente vote
para elegir sus gobernantes, y por tanto en un país que ha estado muy
cerrado hacer una apertura de un día para otro usted tiene que mandar
buscar a Pinochet, ¿vio? Y no es gracioso ese asunto. Y por tanto yo
comprendo las dificultades que tiene Brasil. Brasil que tiene en la
Tiestre un gran centro industrial que se basa en buena medida en ese
formidable mercado interno formidablemente protegido, no puede tirar abajo
las paredes de un día para otro porque entonces hay una guerra civil y
entonces es peor la enmienda que el soneto. O sea yo creo que Brasil está
decidido a ir a un acuerdo. ¿Por qué dice 2005? Bueno, porque estaba la
fecha. Pero porque tiene que realizar procesos políticos internos para
llegar a eso. Esto no es soplar y hacer botellas. Porque es muy grande ese
país y tiene muchos problemas que nos los puede resolver de un día para
otro. ¿Para nosotros? Para nosotros es un bollo. Por eso cuando uno ve a
Cavallo decir "¡Qué lástima haber firmado en Ouro Preto!" uno
dice: "¡Qué buena persona!" Porque si él está con esta idea
de volver a un régimen de zona de libre comercio, eso nos va facilitar a
los chiquitos a hacer más fácilmente un acuerdo, porque si tenemos que
hacer un acuerdo en donde todos vamos el mismo día a resolver todas las
cosas, los tiempos de Brasil no pueden ser los mismos tiempos del Uruguay,
no pueden ser porque sería políticamente imposible y entonces, por
quererlo todo, perdemos todo. La política es un poco el arte de lo
posible, no es el arte de lo que uno quiere y, por tanto, para cualquier
presidente del Brasil hacer una transformación de esta naturaleza es una
cosa difícil porque su conformación, bueno, muy bien, admitamos que
está mal: está, fenómeno, pero usted no llega al gobierno con la res
nullius, ¿no? ¿Usted al gobierno sabe cómo llega siempre? Viene. Usted
está al pie de la montaña y arriba viene una bola de nieve, ¿vio? ¿Y
usted que hace? O la esquiva o se sube arriba para ver si la puede cambiar
de lugar o dirección. Pero no empieza de la nada. Empieza con una
realidad. Y la realidad cuando un país tiene 160 millones de habitantes
registrados y 20 sin registrar es enorme, ¿vio? Y la altura de la
montaña es de terror y la bola es, ¿sabe qué?, lo aplasta solamente de
mirarla.
Por tanto pedirle a Brasil que vaya Brasil mañana y
que le diga "Sí, vamos a hacer una apertura" no es fácil para
nadie: ni para este ni para ningún gobierno de Brasil. Que lo va a hacer,
no tengo ninguna duda. Que están convencidos de que lo van a hacer, no
tengo ninguna duda. Y no estoy jugando con el diario del lunes. No tengo
ninguna duda porque son gente inteligente y porque se dan cuenta que
Brasil no puede crecer hacia ningún lugar, porque fíjense: Brasil
exporta 55.000 millones de dólares, la Argentina 25.000, el cincuenta por
ciento que México. Alcanza con mirar esa cifra para darse cuenta de que
tanto Brasil como la Argentina que no es en el otro que pueden crecer.
Así que ¿tiene derecho la Argentina a pedirle a Brasil que le dé 70.000
millones de dólares de exportación? No tiene. ¿Se los puede dar aunque
quisiera? No puede. Y al final, al revés, ¿cuánto le exporta Brasil a
la Argentina? 5.000 millones. ¿Y cuánto la Argentina a Brasil? 5.000
millones. ¿Y cuál es el lío de la baja de la tarifa? Argentina exporta
como hoy y Brasil exporta productos terminados. Por tanto si bajo de los
activos fijos, hago un desvío de comercio para conseguir maquinarias
mejores, de última tecnología, en otro lugar. ¿Y a quién afecta eso?
Afecta a Brasil. ¿Y por qué lo aceptó? Lo aceptó porque se encontró
con una realidad política que tenía que resolver favorablemente ante la
crisis en la Argentina. Ahora, que tenemos que replantearnos todo esto
entre nosotros para que nadie obstaculice la vía del otro y para que
nadie al mismo tiempo arrastre al otro a una cosa que sea inconveniente
para el otro, eso sí es un realismo con el cual tenemos que manejar
nuestra política.
Y ese es el primer paso de Cavallo. Yo no creo que
Cavallo haya pensado en modificar este sistema arancelario por seis meses.
Y, por tanto, se hace evidente los pasos al Free Trade con el America´s
van a continuar en la medida, además, que la propia administración
norteamericana pueda organizar más sus cuadros administrativos, puesto
que recién está caminando en ellos. Ello es, inclusive, lo que ha
determinado que los acuerdos con Chile no hayan caminado más rápido.
Había documentación clara de parte de Chile. No tengo dudas de que en
favor de Colombia se van a hacer cosas similares, porque eso es central y
mucho más importante que otras cosas que se han pensado respecto a
Colombia. Y creo que vamos a poder conversar entre nosotros, y con los
Estados Unidos y Canadá, sobre nuestras diferentes y respectivas
realidades para permitirnos armar nuestros acuerdos que, por otra parte,
tienen mucho que ver no solamente con el acuerdo bilateral sino con la
OMC.
Porque hay cosas que si nosotros queremos mejorar en la
relación con Estados Unidos, no puede hacerlas Estados Unidos solo aunque
quiera. Tiene que pasar por la OMC. Por tanto, este ñanduty, que es
bastante complicado de tejer, supone tener algunas ideas bien claras y
tratar de manejarnos con ellas, con los ritmos uniformemente acelerados
que el tiempo nos puede dar. O sea: una economía lo más abierta posible,
una desregulación a nivel administrativo el Uruguay... ¡pufff! tiene que
recorrer todavía dentro de su propio país, sin necesidad de alcanzar
para ello ningún acuerdo con nadie. Tenemos que arreglar la Aduana,
arreglar la DGI, mejorar el BPS, juntar la información, hacer una
cantidad de cosas que estamos en condiciones de hacer por nuestros propios
esfuerzos, mantener una economía que se ate a un sistema de muy baja
inflación; la baja inflación es una cosa muy buena porque es un factor,
antes que nada, de educación moral y la economía tiene que tener bases
que le permitan a la gente ser inclinada en su conducta a hacerlo de
acuerdo a normas morales, y la inflación baja es un ancla de la moral en
la conducta de todas las cosas; limitación del gasto, con las
dificultades que uno tiene siempre, todos los gobiernos siempre quieren no
gastar mucho, todos los Parlamentos quieren gastar mucho, es la ley de la
vida, es así, y el día que no sea así algo mal va a andar.
O sea: no les reprochemos a los parlamentarios que
quieran gastar, reprochémosle a los parlamentarios que, a veces, por las
circunstancias del ambiente en el que uno mismo vive, y yo fui algunos
años parlamentario, uno está demasiado metido como de gobernante, está
demasiado metido en el documento, en el papel, en la acción
administrativa y, tanto ellos como nosotros muchas veces perdemos de vista
la cosa global. Lo cierto es que tener los gastos contenidos y ordenados,
si es bueno para la casa, es bueno para la casa grande, que es el país
entero. A partir de eso recién vamos a poder enderezar nuestra economía.
Yo estoy convencido, por lo tanto, que tenemos que
hacer un esfuerzo serio. Es más, creo que tenemos ir a buscar de
contratar profesionales importantes de América, que tengan experiencia,
gente de Chile, gente de México, que tengan experiencia en estas
negociaciones, porque llevar adelante acuerdos de esta naturaleza exige
una profesionalidad y un número muy grande personas que el Uruguay no lo
dispone, porque los pocos que saben de estas cosas están metidos hasta
acá en la vida cotidiana del gobierno y los empresarios en sus cosas;
vamos a necesitar ayuda para hacerlo. No tengo ninguna duda que en el
correr de esta administración el Sr. Bush va a conseguir del Congreso
norteamericano para llegar a acuerdos, si no multilaterales por lo menos
bilaterales con algunos países, y no tengo ninguna duda que tenemos que
estar entre ellos. Porque eso le va a hacer bien al Uruguay y, por tanto,
le va a hacer bien a América que Chile, Colombia, Uruguay y algún otro
país puedan progresivamente ir acercándose a una meta a donde también
va a llegar el Brasil y va a llegar la Argentina. No sé cuál más
rápido de los dos, pero van a llegar. Porque en solitario, en este mundo
de navegante solitario nadie puede vivir más. El Uruguay pesa poco,
ciertamente. No pretende pesar más de lo que pesa. Trata de hablar claro
y trata de llevar adelante las cosas que dice. Con esto, y con la
colaboración de todos los ciudadanos que formamos parte de un gobierno de
coalición, yo creo que antes de que finalice este período de gobierno el
Uruguay va a tener acuerdos sólidos que nos permitan andar mejor en el
futuro. La tarea en la que estamos los uruguayos comenzó en el año 1985.
Los anteriores gobiernos hicieron sus cosas. Este hace lo que puede hacer.
Y los próximos seguirán en la misma línea. El Uruguay precisa 10 o 15
años de actividades progresivas en la misma línea para alcanzar las
situaciones que tuvimos hace más o menos 100 años.Buenas noches.