1º/04/2001

DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DR. JORGE BATLLE EN LA INAUGURACION DEL SEMINARIO "HACIA EL LIBRE COMERCIO DE LAS AMERICAS: LAS BARRERAS LEGALES Y REGULATORIAS", ORGANIZADO POR CERES

Estoy ante ustedes hoy para referirme al tema que los ha convocado, aunque naturalmente yo no voy a hacer reflexiones a propósito de los temas legales ni de los temas de las barreras que impiden muchas veces el comercio entre nosotros, sino voy a ver si puedo hacer algún resumen de cosas obvias, de cosas simples y de cosas que sin ninguna duda no nos va a ser fácil hacer pero que tenemos que tomar la decisión de hacerlas.

En primer lugar, si hablamos del comercio libre, yo diría que esa ha sido una vieja historia del Uruguay, una vieja historia de América. A los que estamos ya cerca del siglo por nuestra edad siempre nos gusta mirar para atrás, quizás como una especie de idea o ilusión óptica de que uno puede vivir mucho, ¿no es verdad? Si uno estudia todo lo que fue la historia del Siglo XIX en Europa --la historia política del Siglo XIX en Europa-- y lee con cuidado todos los congresos, reuniones, esfuerzos, desde Castlereigh primero y Canning después y naturalmente también todo lo que fue la Santa Alianza, no solamente Metternich sino también el Rey de Prusia y el Zar Alejandro --que intervino en forma importante inclusive participó en forma activa en los congresos sobre política con respecto a América del Sur, apoyando a España, tratado de evitar esa creciente influencia inglesa en el continente-- uno llega a la conclusión de que, sin ninguna duda, la gran lucha entonces fue por cuál de aquellos países volvía a controlar la relación básica comercial entre América y Europa. Y en esa tarea es notorio que Inglaterra tuvo éxito y a lo largo de ese siglo, y bien entrado el Siglo XX, nuestros países --fundamentalmente los del MERCOSUR-- crecieron en forma sostenida y si no hicieron las cosas mejor fue por culpa de ellos mismos y no por culpa del mundo. Pudieron alcanzar, lo vimos en Argentina llegando a posiciones muy particularmente beneficiosas y exitosas a principios del Siglo XX. Lo vimos también en el Brasil y por cierto que lo vimos en el Uruguay. Existen algunos estudios muy recientes, hechos por americanos en Oxford, de lo que ellos llaman el British Informal Empire en esa época y se advierte cómo en un mundo de economía abierta, en un mundo de precios convergentes, de fletes baratos, de accesos libres, estas naciones realmente crecieron. Recibieron una inversión en infraestructura formidable. Los ingleses hicieron 3.000 quilómetros de vías férreas en el Uruguay: hoy, un quilómetro de vía férrea vale 300.000 dólares. Los puentes que construyeron entonces son los únicos puentes que no son, digamos, sobrepasados por las más grandes crecientes que ha habido en el Uruguay. Pero entonces no teníamos servicio meteorológico, no sabíamos cuántas lluvias habían caído ni cinco, ni diez ni cien años atrás: seguramente le preguntarían al paisano más viejo de la zona y harían el puente dos metros más arriba. Lo cierto es que todas las carreteras se nos inundan y las únicas cosas sobre las cuales podemos cruzar el río son unos puentes viejísimos de ferrocarriles, que pasan siempre todo el mundo por arriba en Vergara cuando no se puede pasar porque el Parao no da paso.

Quiere decir, pues, que así crecieron nuestros países. Estos países crecieron en un mundo globalizado y en un mundo abierto. Esto de la globalización actual es un invento: no existe la globalización actual como una cosa moderna. Existió antes: existió en Roma, existió en el Sacro Imperio Romano Germánico, existió en el Imperio Británico, en la civilización atlántica. Hoy por hoy no existe esa globalización, es mentira: la globalización no existe hoy. Y no existe porque Europa tiene cerrado el mercado, y no existe porque los Estados Unidos también, siendo que es el país que tiene el mercado más abierto del mundo, porque tiene un déficit de balanza comercial algo así como de 150 o 160 mil millones de dólares y si un buen día dijera Estados Unidos, como lo puede hacer, "voy a producir todo lo que preciso" , el mundo cierra. Y cierra porque no tenemos a quién venderle lo que le vendemos a los Estados Unidos. Por tanto, siendo que tiene áreas protegidas, es sin ninguna duda el país más abierto y el país más libre.

Yo creo que todo este movimiento contra la globalización es una forma lateral de la gimnasia política circunstancial. Y es simplemente un asunto de carácter semántico. Si uno, a los más entusiastas y más activos viajeros mundiales que se reúnen en todos los lugares donde hay reuniones importantes de gente tan importante o no tan importante como ustedes para hacer manifestaciones con pancartas diciendo que la globalización es nuestra tragedia, si uno baja y les pregunta si están en contra de la exportación dicen que no, que están a favor de la exportación. Entonces están a favor de la exportación pero en contra de la globalización: son totalmente dementes.

Hablar de este asunto de la zona de libre comercio en América es naturalmente algo que yo diría ya que tiene poco interés en cuanto al hecho de decir nada nuevo. ¿Quién puede estar en contra de que haya libre comercio? O sea, si hay libre comercio en América y eso es negativo, ha de ser también negativo el libre comercio con Brasil y con la Argentina. Por tanto, lo contrario al libre comercio es comercio no libre; por tanto, debíamos tener un comercio cerrado y los de Punta del Este con el Intendente a la cabeza --que vive del comercio de los argentinos-- cerraría las fronteras con el resto del Uruguay. El sería rico y nosotros pobres. O sea que, en una palabra, lo de la contraposición del libre comercio como aquello que está en contra del libre comercio es lo bueno y el libre comercio es lo malo es un sinsentido y un absurdo. El tema es cómo hacemos el libre comercio y con quién.

¿Lo podemos hacer con Europa? Por ahora no, y por ahora no lo podemos hacer porque Europa tiene dos problemas políticos que tiene que resolver primero y si nosotros, que somos todos europeos por lo que veo, estuviéramos todos allá en vez de haber venido desde allá para acá cuando Europa estaba tan pobre, pensaríamos exactamente igual que los europeos y actuaríamos igual que ellos. La primera cosa que Europa tiene que hacer es incorporar a todos los países del Este, que son, digamos, un grupo de países que está en la tierra de nadie entre la Unión Económica Europea y lo que vuelve a ser hoy de a poco un país que empieza a crecer y empieza a organizarse, como es Rusia. Son cien millones de habitantes. La incorporación de Polonia al mercado común europeo, a la Unión Económica Europea, por empezar le hace un efecto a la política agrícola europea mucho mayor que la vaca loca y mucho mayor que la aftosa. La aftosa en Europa se arregla o vacunando o matando, pero se arregla en poco tiempo y la vaca loca va a tener también su situación que va a tender a resolverse. Lo que no se puede resolver es mantener la misma política agrícola, la misma PAC, con la incorporación de Polonia. Y si se agrega a eso todos los demás países, es evidente que ese esfuerzo que tiene que hacer Europa que no lo puede postergar. Lo precisa porque es una clientela potencial formidable, es decir cien millones de personas que necesitan desarrollarse y en donde Europa se desarrolla. Pregúntenle a cualquier gobernante de Italia lo que supone la presencia de fábricas italianas en el Este europeo, tanto en algunos países de los Balcanes como en Polonia, y advertirán la importancia no solamente política sino económica que tiene para Europa y para el mundo que Europa incorpore a todos esos países. Y el segundo problema que tiene Europa antes de ocuparse de América es el Norte de Africa. El Norte de Africa le genera a Europa una situación que no puede controlar. Es una de las grandes ventajas de América --yo siempre lo he dicho, y lo he dicho, recuerdo perfectamente hace algunos años, en una conferencia que pronuncié en ADL diciendo que éste es uno de los mejores países del mundo para vivir y que una de las grandes ventajas que tenía este país, igual que América, es que estaba dividido por dos grandes océanos y no había más buques de pasajeros-- o sea no hay inmigración descontrolada y en Europa hay inmigración descontrolada, grave inmigración descontrolada, no solamente la que se ve en los noticiarios de televisión sino que mucho más fuerte y mucho más importante. Lo ven en todos los procesos de las leyes tratando de corregir las inmigraciones, lo ven en Italia con los albaneses, lo ven en Francia y lo ven en España. Y es evidente, y estas son palabras no son mías sino de las autoridades de la Comunidad Económica Europea, de las mismas autoridades que nos han visitado recientemente, inclusive hechas públicas en la prensa del Uruguay, de que nosotros no podíamos esperar de Europa modificaciones inmediatas en cuanto al acceso básico de nuestra producción a esos mercados y que Europa tenía, además, esos dos temas políticos de los cuales tiene que ocuparse en forma inmediata.

Quiere decir que para nosotros el camino es claro: el camino somos nosotros, es el NAFTA y es Asia. No hay otra cosa. Más allá de todas las aperturas necesarias que tenemos que hacer, la prueba está que a Chile que es el país que más se ha abierto y aparentemente el país que más ha colocado en estado de indefensión a sus productores porque ha tenido bajos aranceles, salvo en el área agrícola, donde los chilenos son de altísimos aranceles porque no han podido todavía resolver ese problema porque manejan su producción con escalas que no son competitivas en América: un local de ordeñe en Chile maneja un promedio de entre 20 y 30 vacas y eso jamás es competitivo con cualquier productor argentino o igualmente con cualquier productor uruguayo. Lo mismo pasa con el trigo con la Argentina; lo mismo pasa con el azúcar con Brasil. Ninguno de nosotros, por lo menos en el Uruguay, puede competir con Brasil en materia de azúcar y por supuesto ni en azúcar de remolacha y menos aun en azúcar de caña, en Chile la de remolacha y acá la de caña, puede competir con la industria respectiva de Brasil. Uno advierte que la baja de los aranceles unilaterales, como lo ha hecho Chile, no ha significado para Chile una disminución de su capacidad como sociedad de atender mejor a sus ciudadanos, que al fin y al cabo es lo que cada sociedad tiene como objeto de toda su política; al contrario, le ha permitido a Chile mejorar. Esto no quiere decir que tiene sus problemas resueltos: quiere decir que está sin ninguna duda mejor que antes. Tiene mucha más inversión, tiene además mejor nivel de situación en el mercado internacional y por cierto ha podido formar a nivel educativo algo que es central y muy importante en Chile y que existe en Chile mejor que en los demás países del MERCOSUR: cuadros de ciudadanos capaces, profesionales aptos para poder participar de las duras negociaciones y difíciles negociaciones profesionales que supone un acuerdo con los Estados Unidos, o con la Comunidad Económica Europea o quien sea, cosa que nosotros en el Uruguay no hemos podido formar.

De todo eso a mi juicio se desprende que el Uruguay tiene que el Uruguay que se incorporó naturalmente al MERCOSUR, como no podía ser de otra forma, siente que el MERCOSUR es un lugar donde crecimos y en donde podemos seguir creciendo en la media en que las políticas de los integrantes del MERCOSUR sean políticas cada día más abiertas, pero no es el MERCOSUR para estar toda la vida y quedarse allí y no pensar en otro lugar sino que es un camino para llegar a otras alianzas en mayor área. Nosotros, por ejemplo, al igual que Chile, hemos hecho un acuerdo con México y en ese acuerdo hemos crecido en el mercado mexicano y vamos a seguir creciendo en el mercado mexicano. Y sin ninguna duda si pudiéramos además de hacer un acuerdo con México hacer un acuerdo con Estados Unidos y hacer un acuerdo similar con Canadá, e incorporarnos a todo ese mundo, se abrirían para el Uruguay posibilidades que hoy el Uruguay no tiene, posibilidades en ambos sentidos: no solamente en lo que nosotros podríamos vender allí sino en lo que supone la inversión de tecnología y no de capital que llega a la Bolsa para ver si coloca a una buena tasa de interés bonos --porque aunque la tasa de riesgo sea más alta vale la pena el riesgo para cobrar los intereses--sino en las inversiones que vienen a transformarse en actividades concretas de distinto orden, ya sean servicios, ya sean actividades referidas a la producción animal, como es el caso de que sucede en Brasil y que sucede en la Argentina y ya ha comenzado a suceder entre nosotros entre canadienses y americanos, que están comenzando a invertir en la producción animal dentro de los rangos y categorías donde los grandes mercados reclaman determinado tipo de productos.

O sea, dudar en cuanto a esto me parece que es algo así como algo que no tiene mucho sentido. ¿En qué nos estamos, digamos, diferenciando? Nos estamos diferenciado en algo muy sencillo: en que somos diferentes. Por eso nos diferenciamos. No es lo mismo que Brasil hable con Estados Unidos a que hable Uruguay con Estados Unidos. ¿A qué le puede afectar a Uruguay la industria norteamericana, si acá no existe? ¿A qué le puede afectar a Brasil la industria americana? Posiblemente mucho: no es lo mismo para Brasil que para el Uruguay. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dijo nuestro amigo Talví a propósito de las economías cerradas o de las economías menos cerradas o más cerradas. Lo cierto es que las economías cerradas, que tienen que abrirse, cuando se abren provocan estropicio, ¿no es verdad? Y el estropicio tiene una consecuencia electoral, ¿vio? Y por tanto la consecuencia electoral todavía queremos que sea en países democráticos donde la gente vote para elegir sus gobernantes, y por tanto en un país que ha estado muy cerrado hacer una apertura de un día para otro usted tiene que mandar buscar a Pinochet, ¿vio? Y no es gracioso ese asunto. Y por tanto yo comprendo las dificultades que tiene Brasil. Brasil que tiene en la Tiestre un gran centro industrial que se basa en buena medida en ese formidable mercado interno formidablemente protegido, no puede tirar abajo las paredes de un día para otro porque entonces hay una guerra civil y entonces es peor la enmienda que el soneto. O sea yo creo que Brasil está decidido a ir a un acuerdo. ¿Por qué dice 2005? Bueno, porque estaba la fecha. Pero porque tiene que realizar procesos políticos internos para llegar a eso. Esto no es soplar y hacer botellas. Porque es muy grande ese país y tiene muchos problemas que nos los puede resolver de un día para otro. ¿Para nosotros? Para nosotros es un bollo. Por eso cuando uno ve a Cavallo decir "¡Qué lástima haber firmado en Ouro Preto!" uno dice: "¡Qué buena persona!" Porque si él está con esta idea de volver a un régimen de zona de libre comercio, eso nos va facilitar a los chiquitos a hacer más fácilmente un acuerdo, porque si tenemos que hacer un acuerdo en donde todos vamos el mismo día a resolver todas las cosas, los tiempos de Brasil no pueden ser los mismos tiempos del Uruguay, no pueden ser porque sería políticamente imposible y entonces, por quererlo todo, perdemos todo. La política es un poco el arte de lo posible, no es el arte de lo que uno quiere y, por tanto, para cualquier presidente del Brasil hacer una transformación de esta naturaleza es una cosa difícil porque su conformación, bueno, muy bien, admitamos que está mal: está, fenómeno, pero usted no llega al gobierno con la res nullius, ¿no? ¿Usted al gobierno sabe cómo llega siempre? Viene. Usted está al pie de la montaña y arriba viene una bola de nieve, ¿vio? ¿Y usted que hace? O la esquiva o se sube arriba para ver si la puede cambiar de lugar o dirección. Pero no empieza de la nada. Empieza con una realidad. Y la realidad cuando un país tiene 160 millones de habitantes registrados y 20 sin registrar es enorme, ¿vio? Y la altura de la montaña es de terror y la bola es, ¿sabe qué?, lo aplasta solamente de mirarla.

Por tanto pedirle a Brasil que vaya Brasil mañana y que le diga "Sí, vamos a hacer una apertura" no es fácil para nadie: ni para este ni para ningún gobierno de Brasil. Que lo va a hacer, no tengo ninguna duda. Que están convencidos de que lo van a hacer, no tengo ninguna duda. Y no estoy jugando con el diario del lunes. No tengo ninguna duda porque son gente inteligente y porque se dan cuenta que Brasil no puede crecer hacia ningún lugar, porque fíjense: Brasil exporta 55.000 millones de dólares, la Argentina 25.000, el cincuenta por ciento que México. Alcanza con mirar esa cifra para darse cuenta de que tanto Brasil como la Argentina que no es en el otro que pueden crecer. Así que ¿tiene derecho la Argentina a pedirle a Brasil que le dé 70.000 millones de dólares de exportación? No tiene. ¿Se los puede dar aunque quisiera? No puede. Y al final, al revés, ¿cuánto le exporta Brasil a la Argentina? 5.000 millones. ¿Y cuánto la Argentina a Brasil? 5.000 millones. ¿Y cuál es el lío de la baja de la tarifa? Argentina exporta como hoy y Brasil exporta productos terminados. Por tanto si bajo de los activos fijos, hago un desvío de comercio para conseguir maquinarias mejores, de última tecnología, en otro lugar. ¿Y a quién afecta eso? Afecta a Brasil. ¿Y por qué lo aceptó? Lo aceptó porque se encontró con una realidad política que tenía que resolver favorablemente ante la crisis en la Argentina. Ahora, que tenemos que replantearnos todo esto entre nosotros para que nadie obstaculice la vía del otro y para que nadie al mismo tiempo arrastre al otro a una cosa que sea inconveniente para el otro, eso sí es un realismo con el cual tenemos que manejar nuestra política.

Y ese es el primer paso de Cavallo. Yo no creo que Cavallo haya pensado en modificar este sistema arancelario por seis meses. Y, por tanto, se hace evidente los pasos al Free Trade con el America´s van a continuar en la medida, además, que la propia administración norteamericana pueda organizar más sus cuadros administrativos, puesto que recién está caminando en ellos. Ello es, inclusive, lo que ha determinado que los acuerdos con Chile no hayan caminado más rápido. Había documentación clara de parte de Chile. No tengo dudas de que en favor de Colombia se van a hacer cosas similares, porque eso es central y mucho más importante que otras cosas que se han pensado respecto a Colombia. Y creo que vamos a poder conversar entre nosotros, y con los Estados Unidos y Canadá, sobre nuestras diferentes y respectivas realidades para permitirnos armar nuestros acuerdos que, por otra parte, tienen mucho que ver no solamente con el acuerdo bilateral sino con la OMC.

Porque hay cosas que si nosotros queremos mejorar en la relación con Estados Unidos, no puede hacerlas Estados Unidos solo aunque quiera. Tiene que pasar por la OMC. Por tanto, este ñanduty, que es bastante complicado de tejer, supone tener algunas ideas bien claras y tratar de manejarnos con ellas, con los ritmos uniformemente acelerados que el tiempo nos puede dar. O sea: una economía lo más abierta posible, una desregulación a nivel administrativo el Uruguay... ¡pufff! tiene que recorrer todavía dentro de su propio país, sin necesidad de alcanzar para ello ningún acuerdo con nadie. Tenemos que arreglar la Aduana, arreglar la DGI, mejorar el BPS, juntar la información, hacer una cantidad de cosas que estamos en condiciones de hacer por nuestros propios esfuerzos, mantener una economía que se ate a un sistema de muy baja inflación; la baja inflación es una cosa muy buena porque es un factor, antes que nada, de educación moral y la economía tiene que tener bases que le permitan a la gente ser inclinada en su conducta a hacerlo de acuerdo a normas morales, y la inflación baja es un ancla de la moral en la conducta de todas las cosas; limitación del gasto, con las dificultades que uno tiene siempre, todos los gobiernos siempre quieren no gastar mucho, todos los Parlamentos quieren gastar mucho, es la ley de la vida, es así, y el día que no sea así algo mal va a andar.

O sea: no les reprochemos a los parlamentarios que quieran gastar, reprochémosle a los parlamentarios que, a veces, por las circunstancias del ambiente en el que uno mismo vive, y yo fui algunos años parlamentario, uno está demasiado metido como de gobernante, está demasiado metido en el documento, en el papel, en la acción administrativa y, tanto ellos como nosotros muchas veces perdemos de vista la cosa global. Lo cierto es que tener los gastos contenidos y ordenados, si es bueno para la casa, es bueno para la casa grande, que es el país entero. A partir de eso recién vamos a poder enderezar nuestra economía.

Yo estoy convencido, por lo tanto, que tenemos que hacer un esfuerzo serio. Es más, creo que tenemos ir a buscar de contratar profesionales importantes de América, que tengan experiencia, gente de Chile, gente de México, que tengan experiencia en estas negociaciones, porque llevar adelante acuerdos de esta naturaleza exige una profesionalidad y un número muy grande personas que el Uruguay no lo dispone, porque los pocos que saben de estas cosas están metidos hasta acá en la vida cotidiana del gobierno y los empresarios en sus cosas; vamos a necesitar ayuda para hacerlo. No tengo ninguna duda que en el correr de esta administración el Sr. Bush va a conseguir del Congreso norteamericano para llegar a acuerdos, si no multilaterales por lo menos bilaterales con algunos países, y no tengo ninguna duda que tenemos que estar entre ellos. Porque eso le va a hacer bien al Uruguay y, por tanto, le va a hacer bien a América que Chile, Colombia, Uruguay y algún otro país puedan progresivamente ir acercándose a una meta a donde también va a llegar el Brasil y va a llegar la Argentina. No sé cuál más rápido de los dos, pero van a llegar. Porque en solitario, en este mundo de navegante solitario nadie puede vivir más. El Uruguay pesa poco, ciertamente. No pretende pesar más de lo que pesa. Trata de hablar claro y trata de llevar adelante las cosas que dice. Con esto, y con la colaboración de todos los ciudadanos que formamos parte de un gobierno de coalición, yo creo que antes de que finalice este período de gobierno el Uruguay va a tener acuerdos sólidos que nos permitan andar mejor en el futuro. La tarea en la que estamos los uruguayos comenzó en el año 1985. Los anteriores gobiernos hicieron sus cosas. Este hace lo que puede hacer. Y los próximos seguirán en la misma línea. El Uruguay precisa 10 o 15 años de actividades progresivas en la misma línea para alcanzar las situaciones que tuvimos hace más o menos 100 años.Buenas noches.