6/12/2001
CRECIMIENTO ECONÓMICO Y DESCENSO DEL
DÉFICIT FISCAL PREVÉ EL MINISTRO DE ECONOMÍA PARA 2002
El producto bruto interno
caerá 1% este año, anunció esta mañana el Ministro de Economía y
Finanzas, Alberto Bensión, en el Foro organizado por ACDE, y estimó el
déficit fiscal en un 3,8% de producto para este mismo ejercicio. Las
perspectivas para 2002, un año que será sumamente volátil, prevén un
crecimiento del PBI del 2% con la consecuente recuperación el empleo; el
déficit fiscal no deberá superar el 2,5% del producto definiéndose en
el primer trimestre al guarismo definitivo del compromiso a asumir con los
uruguayos y con el mundo financiero internacional. La inflación prevista
se sitúa entre 4,5% y 6,% y la política salarial en el conjunto del
sector público será necesariamente austera en 2002, con criterios
similares a los de la actividad privada, con acuerdos prudentes que en
algunos casos decidieron rebajas de salarios para mantener el número de
puestos de trabajo.
Ofrecemos a continuación
la alocución del titular de Economía y Finanzas:
I - La
evolución del año
Hace un año estuvimos aquí, entre ustedes, y entre
otras afirmaciones, dijimos que era difícil imaginar otro año tan
adverso como el 2000. Sin embargo, la realidad superó a la imaginación y
las dificultades de este año que termina han sido iguales o peores que
las del año pasado.
En honor a la verdad, el año tuvo un comienzo promisorio, con un
crecimiento del PBI en el primer trimestre, que continuaba un registro
también positivo en el cuarto trimestre del año 2000, con niveles
crecientes de empleo, exportaciones y recaudación.
No obstante, a partir de la reaparición de la aftosa y el
agravamiento de la situación argentina, la evolución de nuestra
economía sufrió un desmejoramiento importante. Hoy, casi al fin del
año, estamos previendo un nuevo
descenso del PBI, del
orden del 1%, con un
efecto provocado por la paralización del agro por la aftosa, que por sí
sola puede estimarse que produjo una baja del PBI de entre un 1.2% y un
1.5%.
En medio de este marco económico
adverso, la persistencia y la continuidad de las principales líneas de
política definidas desde el comienzo de nuestra gestión han consolidado
algunas fortalezas muy significativas en la economía a lo largo del año
que termina, que están en la
base de nuestra confianza para esperar y actuar sobre los acontecimientos
económicos del año próximo.
1 -
La política fiscal
Antes que nada, quiero destacar que hemos mantenido el control del
gasto público, evitando un desborde que hubiera resultado profundamente
desestabilizador en el marco externo tan complejo que nos rodea. No ha
sido fácil, pero hemos contado con el apoyo del
Presidente Batlle y de nuestros colegas de gabinete, a cuya
comprensión quiero hoy rendir mi reconocimiento.
Así, a setiembre de este año, estabamos con un nivel de gasto
discrecional más de un 3% por debajo de la meta acordada con el FMI.
Ahora bien, la verdadera competitividad de la economía está
en la evolución del gasto público medido en dólares. En efecto, la
composición del gasto público hace de éste el bien no transable por
excelencia, por lo que su disminución medida en dólares, implica un
abaratamiento relativo de la carga impositiva necesaria para su
financiación por parte del sector exportador de la economía.
En este sentido, la evolución ha sido claramente favorable. En
1999, el gasto público total del Gobierno General (incluyendo
Intendencias, Banco Central e Inversiones de las empresas públicas),
medido en dólares, llegó a 7.256
millones, en el 2001 va a cerrar en el entorno de los 6.450 millones y
esperamos que en el 2002 se
sitúe en el entorno de los 6.050.
Esta caída del orden del 17% es la cuantificación del esfuerzo
que ha realizado el sector
público y el país todo en pos de la mejora de las condiciones
macro-económicas para el sector exportador.
Pese a la disciplina con la que hemos manejado
el nivel de gasto, tenemos que anunciar que no hemos podido cumplir
con la meta revisada de déficit fiscal que anunciamos en el pasado mes de
junio. En el trimestre cerrado en setiembre tuvimos una insuficiencia del
orden de los 40 millones de dólares con respecto a la previsión, por
baja de la recaudación, y a esta altura estamos estimando un déficit
fiscal para todo el año 2001 de un 3.8% del PBI.
Hay que tener presente que este resultado en términos del PBI se
ve amplificado por el descenso del denominador
medido en dólares, teniendo en cuenta no sólo la baja de la
producción sino también el importante rezago de los precios internos con
respecto a la evolución del tipo de cambio. Sobre este último tema
habré de volver luego con más detalle.
Esta doble evolución del resultado fiscal y del cambio en los
precios relativos también nos ha llevado a un mayor nivel de deuda con relación al PBI, que es otro indicador al que habremos de
prestar especial atención.
2 - La política cambiaria
El segundo factor de importancia en la política económica de este
año ha sido la política cambiaria, tanto en sus resultados en términos
de mejora de la competitividad de nuestra producción como en la
funcionalidad que ella ha mostrado para adaptar nuestra economía a los
choques de la región, sin mengua
de la confianza con la que ella es percibida por parte de los agentes
económicos del país y del exterior.
Sobre este punto ya expuso con más detalle el Presidente del Banco
Central, pero permítanme recordar que en el marco tan especial de las
circunstancias económicas en que hemos actuado, a las medidas cambiarias
hemos agregado medidas tributarias tales como la derogación del aporte
patronal en el agro, la industria y buena parte del transporte, la
derogación del impuesto al patrimonio en el agro, la rebaja de la
contribución inmobiliaria rural y el descenso del precio del gas oil. En
conjunto, estas medidas han permitido acumular en el último trienio una mejora de la capacidad de competencia con Argentina, por
ejemplo, del orden del 13%, que es importante retener para evaluar nuestra
relación con la incertidumbre que hacia el futuro inmediato genera la
evolución de este país. Con carácter más general, desde 1998 estamos
mejorando nuestra capacidad de competencia con Estados Unidos en el orden
del 25%; en contraste, hemos tenido una desmejora con Europa y con Brasil.
Otra contribución en favor de la competitividad ha sido la
reducción de las tarifas públicas medidas en dólares, a
efectos de la comparación internacional. En los últimos tres
años, la tarifa de energía eléctrica cayó 17%, 15% fue la caída de
las telefónicas y 13% las de agua.
La combinación de estas medidas permitió una evolución muy
auspiciosa del sector exportador. Así,
en el período enero-setiembre, descontando el efecto carne y la baja de
nuestras ventas al MERCOSUR, las exportaciones aumentaron casi un 12%, con
destino a terceros países.
3 - La atención a los sectores
productivos
Deseo referirme ahora a otro componente importante de la política
económica, no sólo por sus efectos sino también por la controversia que
ella genera, que es la que normalmente se conoce como las políticas
activas.
En general, en la invocación a esta forma de acción del Estado
está contenida la idea de alguna forma de costo social, a veces
explícito, la más de las veces implícito, destinado a favorecer a un
cierto sector de la economía. No
somos partidarios de esta línea de acción, en tanto tenemos un concepto
de política económica cuyo objetivo principal debe ser la definición de
un horizonte predecible de mediano y largo plazo, que permita modelar con
normalidad las decisiones de inversión del sector privado, en forma
objetiva e impersonal. Es la política económica en su conjunto la que
define el futuro de las sociedades, y no determinadas inversiones
aisladas, sin solución de continuidad.
Sin perjuicio de ello, tres
situaciones nos han movido a
adoptar decisiones de orden sectorial que hoy queremos recordar
a ustedes. Porque contrariamente a lo que más de una vez se ha
afirmado con cierta ligereza desde algunas fuentes de opinión, siempre
hemos estado firmes y bien dispuestos en la atención a las necesidades de
nuestros sectores productivos, en tanto ellas no signifiquen un privilegio
por el que deban pagar en forma indefinida todos los uruguayos.
En primer lugar, hay determinados sectores, que
necesariamente deben ser muy pocos, que por distintas razones
requieren de un impulso inicial por parte de la política económica. Hace
algunos años lo fue la forestación, y en nuestro gobierno lo han sido la
exportación de servicios profesionales y de
informática, en tanto se adaptan a un modelo de sociedad abierta y
con un uso preferente de recursos humanos calificados, que es parte de lo que
creemos como el más adecuado para el futuro de nuestro país.
En
segundo lugar, y en medio del clima tan inestable de la región, hemos
debido adoptar algunas medidas de carácter defensivo o de estímulo en
favor de ciertos sectores en dificultades, con la convicción que actuando
de esa manera estamos previniendo males mayores de futuro, con un costo
social que habría sido significativamente más importante.
Así, hemos dispuesto el aumento con carácter general de la
comisión por servicios sobre las importaciones, diversas acciones de
resguardo en la importación de textiles, calzado y aceites, y hemos
impulsado medidas de estímulo a la exportación de textiles y
confecciones y de la industria del cuero. En todos los casos, sin embargo,
lo hemos hecho por excepción, con un
plazo muy preciso para su vigencia, a cuyo término las medidas no serán
renovadas.
En tercer lugar, debo hacer una nueva referencia a la aplicación
de la ley de promoción de inversiones, que a menudo es omitida cuando se
trata de evaluar la política económica en su relación con los sectores
productivos del país. En lo
que va del año, el Poder Ejecutivo ha dado aprobación a diversos
proyectos de inversión, por un total de 224 millones de dólares, a los
que hemos concedido estímulos tributarios de diverso orden, por un total
de 72 millones de dólares, que equivalen a un 32 % de la inversión
original. Es, sin duda, un esfuerzo colectivo de significación a favor de
la inversión.
4 - La consideración del mercado
financiero internacional
En este repaso de las fortalezas que hemos ido afirmando a lo largo
de este año tan duro, el mercado financiero internacional nos ha renovado
su voto de confianza en ocasión de la reciente emisión de deuda pública
el viernes 23 de noviembre. No está de más que les recuerde que quienes
aquí votan son profesionales de la economía y las finanzas de todo el
mundo, que ponen su dinero o el de terceros detrás de una evaluación
objetiva de nuestra realidad y de nuestro futuro.
Este resultado no es entonces la consecuencia de una apreciación
meramente retórica sobre las bondades o defectos de nuestra política
económica, tan usual en nuestro medio.
No se nos escapa que estamos en una
región en problemas, cuya evolución nos puede afectar tanto para bien
como para mal, pero sentimos que ese voto favorable del mercado
internacional es un premio en favor de nuestro país, tan pequeño en el
medio de los problemas tan importantes de nuestros vecinos. Ello nos
inspira para mantener nuestra fé en el porvenir de nuestra economía.
5 - Las reformas estructurales
El cuarto factor que nos infunde confianza en el rumbo que estamos
siguiendo es el de la continuidad y persistencia en la aplicación de
reformas de fondo en el funcionamiento tradicional de la economía y la
sociedad uruguaya, que habrán dar un impulso renovado al crecimiento de
la producción y la eficiencia pero, por sobre todo, habrán de contribuir
a ampliar la perspectiva, la visión y la esperanza de futuro de la
población, y en especial de la juventud. Sobre este tema, ya expuso con
todo detalle el Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto
el Cr. Ariel Davrieux, pero quiero detenerme aquí en dos ejemplos
concretos, que me parecen paradigmáticos.
El primero de ellos es el de la producción de azúcar. En los
últimos ocho años los uruguayos han aportado de sus bolsillos más de
100 millones de dólares para financiar la producción de azúcar
refinado. Esta muestra de una solidaridad social mal entendida fue
corregida a fin del año pasado, cuando adoptamos las medidas
correspondientes, entre las que incluimos un instrumento de defensa muy
fuerte en favor del sector, al disponer en su beneficio el margen más
amplio de protección de que goza industria alguna en el país, con la
materia prima al 0% y el producto importado competitivo al 35%. En
adición, y con un fuerte compromiso de solidaridad social por parte de
este gobierno, está rigiendo un impuesto del 10% sobre el precio del
azúcar, que habrá de financiar un fondo de reconversión en favor de
este sector, de unos 7 millones de dólares en 4 años, para asegurarle un
futuro próspero y esperanzador.
El otro ejemplo, es el de la apertura a la competencia del sector
de las telecomunicaciones. De
nuevo aquí me enorgullezco en integrar un gobierno que está
transformando con un sentido favorable a la sociedad uruguaya. En unos
pocos días, los precios de las llamadas de larga distancia tendrán una
baja sustancial, para beneficio de todos los uruguayos. Ello habrá de
tener una repercusión adversa sobre las finanzas públicas, del orden de
los 50 millones de dólares anuales.
Pero esto siempre fue parte
del costo país, del que todos se quejaban, con razón, y al que todos
apelaban en forma innominada a la hora de reclamar su rebaja.
Bueno, lo hicimos, y aunque ahora como Ministro de Finanzas tengo
un problema que habré de incorporar en la consideración conjunta de las
cuentas públicas, como Ministro de Economía me siento muy feliz de haber
contribuído de esta forma a
reducir la dependencia de las finanzas públicas de un impuesto hasta
ahora implícito en las tarifas públicas monopólicas que día a día
habían estado pagando todos los uruguayos. Con todo énfasis: estamos
empezando a terminar con la tarifa-dependencia tan nociva del
pasado.
6 - La administración tributaria
El combate a la evasión y la informalidad ha sido otro de los
capítulos fundamentales de nuestra acción a lo largo del
año, a la vez con una concepción de fondo y una acción
administrativa permanente.
Las ideas de transformación en pos de resultados mejores hacia el
futuro en el ámbito tributario han quedado expresadas en el proyecto de
ley de la D.G.I., actualmente a consideración de la Comisión de Hacienda
de la Cámara de Representantes, y en el proyecto de ley sobre la
unificación y rebaja de la tasa básica del I.V.A., actualmente a la
espera de las propuestas del Partido Nacional.
En cuanto a la Aduana, hemos enviado al Parlamento un proyecto de
perfeccionamiento de la tipificación del delito de contrabando y de todo
el proceso jurisdiccional correspondiente. En adición, quiero informarles
que desde hace algunas semanas están trabajando en representación del
Ministerio y de la D.G.I. dos funcionarias de mi confianza personal en la
Mesa de Valoración de la Aduana.
En forma simultánea, la D.G.I., la Aduana y el B.P.S. prosiguen y
perfeccionan en forma incesante sus acciones de control y sanción de la
evasión y la informalidad.
II - El Mercosur
Quiero referirme ahora a las relaciones del país con el MERCOSUR,
reflejando un pensamiento que hemos coordinado con el Ministro de
Relaciones Exteriores Opertti. Es claro que la situación actual del
proceso de integración regional no es buena.
Una vez más, como tantas otras veces, la economía se ha impuesto
sobre las buenas intenciones.
Es ahora evidente que no puede pensarse en el funcionamiento
armónico de un proceso de integración comercial ni, menos aún, en la
consolidación de una unión aduanera, en el medio de una situación tan
particular de las principales economías de la región, con un alto grado
de inestabilidad macroeconómica en un lado
y con una
inestabilidad cambiaria en el otro.
Va de suyo que ni Brasil ni Argentina han provocado estas
dificultades en forma deliberada: la coordinación macroeconómica no
estuvo nunca entre las obligaciones del MERCOSUR, Argentina está haciendo
todo lo posible por salir de su situación actual y Brasil aplica un
sistema cambiario de flotación que entiende como el más conveniente para
sus fines. Pero en estas
condiciones, no sólo no funciona el comercio intra-regional, como lo
prueban las cifras que son de conocimiento público; más importante aún,
no es posible programar al
menos en nuestro país, inversiones de mediano y largo plazo, con vistas a
aprovechar de las ventajas que en teoría derivan de la integración.
Todavía más: las dificultades de acceso a los mercados de exportación y
la importación de producciones competitivas a precios de liquidación
empiezan a exacerbar sentimientos aislacionistas en nuestras sociedades,
que van justamente en la dirección contraria al Tratado del MERCOSUR y
aún de la tradición de hermandad entre nuestros pueblos.
En el marco de estas dificultades, hemos mantenido una conducta
impecable como socios del MERCOSUR. Hemos sufrido los peores efectos de la
situación económica de los vecinos sin interponer ninguna acción de
represalia, ni hemos resistido públicamente esta situación, bajo la
invocación fácil de nuestra pequeñez o de la asimetría en la región.
Una vez más, hemos hecho honor al legado de nuestros mayores, de un fiel
cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales.
En esta misma línea de conducta queremos señalar en esta
ocasión, al fin de la Presidencia Pro Témpore de Uruguay, con todo
énfasis, que mantenemos con el MERCOSUR el mismo grado de compromiso que
en 1991 y que nos sentimos parte de él hacia el futuro. No obstante, y
en vista de las dificultades tan fuertes del presente, creemos que
es oportuno hacer una reflexión de fondo sobre el estado actual del
proceso de integración y replantearnos el futuro de las obligaciones
asumidas anteriormente, para darnos a todos un tiempo para restañar
nuestras heridas, que las tenemos y muchas. Entre tanto, avancemos en todo
lo posible en la negociación externa, en especial con la Unión Europea,
Estados Unidos y los países andinos.
En consecuencia, y tal como lo ha señalado la semana pasada el
Presidente Batlle, queremos recobrar nuestra libertad para negociar con
terceros países acuerdos comerciales de carácter bilateral a lo largo
del año 2002. En adición, entendemos conveniente detener, sin
desmantelar, el proceso de convergencia hacia el Arancel Externo Común,
que debería tener una nueva etapa de adecuación el próximo 1° de
enero.
Con una visión más de fondo, vamos a plantear ahora nuestra
posición sobre el tema cambiario con relación a nuestros socios.
Los países del MERCOSUR tenemos que tomar compromisos también en
el área cambiaria, con una
suerte de combinación con el área tributaria, habida cuenta de la
incompatibilidad de las políticas cambiarias de nuestros dos vecinos. A
ella tendremos que sujetarnos lo
antes posible para disciplinar nuestra relación comercial. Mientras
tanto, y con independencia de la futura instrumentación de esta idea,
sentimos que, de considerarlo necesario, nos hemos ganado el derecho a
adoptar en el futuro medidas que nos permitan contrarrestar eventuales
desvíos de importancia en los niveles recientes del tipo de cambio de
nuestros vecinos.
III - Las
perspectivas para el año próximo
En eventos como éste, es
tradicional que nuestro mensaje adelante al menos alguna de las
principales líneas que a nuestro juicio habrán de marcar la evolución
de la economía en el año próximo.
Debo comenzar por reconocer que
nuestra capacidad de predicción sobre la evolución de futuro de la
economía uruguaya ha ido chocando una y otra vez con un marco externo
más desfavorable que el que originalmente habíamos imaginado, por lo que
nuestras previsiones anteriores sobre crecimiento productivo y déficit
fiscal han tenido un cumplimiento imperfecto.
Pese a esta debilidad, quiero compartir con ustedes una modesta
pero a la vez firme convicción. En el plano político y profesional, hemos hecho todo lo mejor que hemos podido para mantener esta relativa normalidad económica que
hoy tiene nuestro país, en el medio de las profundas perturbaciones que
casi sin excepción sacuden a
nuestro continente. En la adversidad es cuando mejor se valora la
convicción sobre el rumbo a seguir y la destreza en el uso de los
instrumentos correspondientes.
Con el apoyo del Presidente Batlle y de la coalición de gobierno,
y la comprensión y el estímulo de todos los uruguayos, seguiremos firmes
en nuestra línea de acción, en la convicción que ella es la que en
definitiva nos permitirá devolver a nuestra economía a la senda de
crecimiento.
Entonces, una vez más, nos
enfrentamos ahora al mismo ejercicio de predicción del año próximo, y
una vez más lo hacemos en el medio de una extrema volatilidad en la
región, más en particular en Argentina. Nuevamente tenemos que imaginar el futuro para actuar sobre él, pero desde una base
inestable. Hasta el fin de semana pasado y aún en el marco de una cierta
incertidumbre, teníamos algunos puntos más o menos claros en nuestra
visión del año próximo. Hoy seguimos creyendo en ellos, pero es
evidente que nuestro entorno regional ha incorporado un mayor grado de
inestabilidad que antes, con una evolución de futuro que es hoy más
difícil de prever.
Repasemos entonces los factores que sabemos al día de hoy que van a ser favorables para nosotros en el año próximo.
Empecemos por el más inmediato. Confiamos que, en términos
generales, las medidas de Argentina de este fin de semana pasado no
habrán de aportar una perturbación de importancia para nuestra temporada
turística. Desde otro punto de vista, y tal como ya lo he señalado más
de una vez, la reanudación de las exportaciones de carne a partir del pasado mes de
noviembre, va a dar un piso de crecimiento cierto para el año próximo.
En segundo lugar, tenemos confianza en la continuidad del
crecimiento exportador, que ya tuvo una primera manifestación en el año
2000 y una reiteración en el año 2001.
Hay aquí una combinación del resultado favorable de las
políticas cambiaria y tributaria aplicadas en estos años, con el
esfuerzo, la imaginación y la eficiencia de las empresas de exportación,
a cuyo profesionalismo y dedicación quiero rendir aquí un justo
reconocimiento, en nombre del gobierno y del país todo.
No voy a insistir en el efecto transformador de las reformas de
fondo que hemos venido impulsando en estos meses, que por supuesto
significarán nuevos aportes favorables a la inversión, los precios y la
calidad de ciertos bienes producidos en el país y de importancia
estratégica hacia el futuro.
También desde el mercado internacional se insinúan factores con
una incidencia favorable sobre nuestra economía. Vamos a tener tasas
internacionales de interés bajas por un período prolongado, con sus
efectos positivos sobre el manejo de nuestra deuda y los incentivos para
invertir. Tal como lo señaló el Presidente del Banco Central, vamos a
seguir con toda atención la evolución de las tasas de interés en
nuestro sistema bancario, para asegurar su tendencia a la baja, a tono con
los movimientos en el mercado internacional. Es este un tema al que le
damos la misma importancia que a la defensa del derecho de propiedad de
los bancos en la recuperación de sus créditos.
También vamos a asistir a un
período al menos de algunos meses de precios bajos del petróleo, lo que
tendrá un efecto reactivador interno, además del posible impacto al alza
sobre nuestros precios de exportación, tal como ha sucedido
tradicionalmente en el pasado.
En condiciones normales, estos factores permiten prever un
crecimiento del PBI de por lo menos un 2% para el año próximo, con la
consecuente recuperación del empleo.
Aún cuando pueda parecer fuera de las prioridades habituales
quiero, en esta instancia de hoy, dedicar una atención muy particular al
tema del déficit fiscal y la deuda pública.
Tal como lo dijimos al comienzo de nuestra exposición, la falta de
crecimiento productivo y el cambio de precios relativos de los últimos
años, están coadyuvando para poner al país en una situación de alerta
sobre el futuro, a fin de evitar una dinámica de endeudamiento de cuyos
efectos perjudiciales hoy tenemos una evidencia empírica muy
próxima.
El nivel de déficit fiscal con el que habrá de cerrar este año
nos obliga a un esfuerzo particularmente exigente para el año próximo.
Antes que nada, para nosotros, pero también para la comunidad
internacional a la que estamos vinculados y a la que hemos recurrido para
financiar nuestros desequilibrios, en el 2002 sería en extremo riesgoso
un nivel de déficit fiscal superior al 2.5% del PBI.
Al cumplimiento de este objetivo es que habremos de poner todos los
instrumentos a nuestro alcance, para definir en el primer trimestre del
año próximo el guarismo definitivo sobre el que habremos de tomar un
compromiso con ustedes y con el mundo financiero internacional.
Ello nos lleva a dos reflexiones finales de fondo, que habrán de
presidir algunas de nuestras decisiones próximas.
En primer lugar, en el año
próximo habremos de aplicar una política salarial en el conjunto del
sector público necesariamente austera. Habremos de decidir aquí criterios de ajuste muy similares a los que son hoy de
aplicación corriente en el sector privado, en el que empresas y
trabajadores han acordado aumentos muy prudentes, al punto que en ciertos
casos, han llegado a acuerdos sobre una
cierta rebaja salarial, en aras de mantener los puestos de trabajo.
Porque además, y como todos sabemos, los funcionarios públicos no
están sujetos a esa forma de ajuste tan fuerte que es, en el sector
privado, el desempleo.
En adición seremos igualmente exigentes con otros componentes del
gasto público, buscando en la medida de lo posible la preservación de
los niveles actuales de inversión.
Más en particular, y con respecto al costo salarial de los
funcionarios de la banca pública, hemos de llamar a una licitación entre
todas las mutualistas del país para reducir el costo actual de la
asistencia médica a la que ellos tienen derecho, sin mengua
de sus beneficios.
En el mismo sentido, estamos trabajando para concluir el diseño de
una política de endeudamiento hacia el año próximo que nos permita
cuidar al máximo la evolución del nivel de la deuda.
A estos efectos, y aprovechando la exitosa colocación externa de
deuda del mes pasado, en coordinación con el BCU, hemos decidido
no emitir Bonos del Tesoro en el mercado local en lo que resta del
año.
Finalmente, y con el propósito de completar la presentación de
nuestra proyección preliminar del año próximo, estamos previendo una
inflación de entre 4.5% y 6.5%.
Quiero terminar este mensaje con una apelación a la confianza en
nuestras fuerzas y en la continuidad de las líneas principales de la
política económica seguida por el país en estos meses.
Nos
han tocado tiempos difíciles, pero en definitiva nuestro futuro depende
básicamente de nosotros mismos. Estoy seguro que todos, sin excepción,
habremos de estar a la altura de nuestras responsabilidades.
|