6/12/2001   

RODRIGUEZ BATLLE DESTACÓ AJUSTE DEVALUATORIO E IMPORTANCIA DEL ADELANTADO FINANCIAMIENTO EXTERNO

El Presidente del Banco Central del Uruguay, Cr. César Rodríguez Batlle, presentó esta mañana un balance de las políticas desarrolladas por la autoridad monetaria en el corriente año. En el foro organizado por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), el jerarca destacó el ajuste devaluatorio de junio pasado, que no pesó en el comportamiento de la inflación y repercutió favorablemente en la competitividad de las exportaciones uruguayas. Señaló la importancia de haber adelantado financiamiento externo como agente del Estado, emitiendo exitosamente en el exterior bonos de deuda soberana por U$S 300 millones, previendo eventuales restricciones para 2002, con un spread de 310 puntos básicos (3,1%) sobre los Bonos de Tesorería de los Estados Unidos. Asimismo, se refirió a medidas de prevención de lavado de activos financieros, regulaciones del sistema incorporando el régimen de previsiones estadísticas con el objeto de que los bancos previsionen pérdidas por incobrabilidad, medidas prudenciales y el estudio que se está desarrollando para fortalecer el mercado de capitales con la creación de una Caja de Valores única para el mercado.

Ofrecemos a continuación las palabras del titular del Banco Central del Uruguay: 

Agradezco a ACDE la posibilidad de estar nuevamente hoy en este  Foro, que como se ha señalado, permite a los integrantes del equipo económico, realizar una presentación que en parte constituye un balance de actividad y en parte constituye también una visión para el futuro.

En mi condición de Presidente del Banco Central del Uruguay en la presentación del día de hoy me referiré  fundamentalmente a aquellas políticas fundamentales que hacen a la acción del Banco e incorporaré en la medida de lo posible algunas iniciativas sobre las cuales estamos trabajando y esperamos novedades en el año próximo.

 La política cambiaria. 

Como ustedes saben, el Banco Central del Uruguay tiene dentro de su conjunto de actividades dos aspectos fundamentales. Por un lado el manejo de la política cambiaria y monetaria y por otro sus labores de supervisión y regulación de los sistemas financieros. Es en esta última parte donde el abanico de actividades se abre e incorpora en una modalidad especial y particular en nuestro país una gama muy variada de supervisiones y regulaciones que abarcan los sistemas bancarios, de seguros, de Administradoras de Fondos de Pensión y del Mercado de Valores.

En la primera parte me voy a referir a la política cambiaria. Como ustedes saben para analizar  la política cambiaria es necesaria situarla en el contexto macroeconómico. Y esto es vital para comprender lo que  entendemos  que la política cambiaria puede hacer, pero también lo que no puede hacer. Uruguay es un país que en los últimos años sufrió y ha sufrido un fuerte shock adverso en los términos de intercambio, con su consecuente efecto negativo sobre el nivel del ingreso nacional. Esto es algo que la política cambiaria no puede corregir, no está en condiciones de hacerlo, por la misma razón que no puede corregir el nivel de precios internacionales de la carne, de la lana o del petróleo. En consecuencia, pretender utilizar el tipo de cambio para atacar estos problemas es un ejercicio poco útil. Por otra parte, también se han dificultado, como ustedes muy bien conocen, las posibilidades de acceso a los mercados internacionales, pero la política comercial de nuestros socios, o los brotes de aftosa, son algo que normalmente también están más allá de nuestras decisiones soberanas. Por lo menos, en gran medida. A pesar de ello, resulta evidente que la política cambiaria que hemos venido desarrollando ha sido particularmente útil en dos aspectos. El primero, más de largo plazo, ha sido anclar la inflación a niveles bajos, compatibles con estándares internacionales y que respetan el compromiso asumido en materia de estabilidad. En una economía abierta y pequeña como la nuestra, el nivel de inflación doméstico tiende a converger a la inflación internacional, ajustada por la evolución del tipo de cambio.

El segundo objetivo, más de corto plazo, aunque no menos efectivo, ha sido permitir un fluido ajuste de nuestros precios en dólares y en consecuencia, un mayor ajuste de la competitividad de la economía. Ahora bien, reconocer un rol importante para la política cambiaria en el corto plazo, no significa que pensemos que un manejo activo del tipo de cambio nominal nos permita ganar competitividad per se. En el largo plazo, las determinantes fundamentales del tipo de cambio real, es decir, del nivel de competitividad de la economía con sus socios comerciales, pasan por otro lado: por los diferenciales de productividad, los términos de intercambio, los movimientos de capitales y los cambios en las políticas comerciales. 

Como es sabido, durante el mes de junio pasado tomamos la decisión de modificar la tasa de deslizamiento de la banda de flotación del tipo de cambio, pasando del 0.6% mensual al 1.2%, al tiempo que ampliamos el ancho de la banda del 3% al 6%. En ese momento, la economía uruguaya se encontraba en un fuerte contexto deflacionario, principalmente como consecuencia, por un lado,  de la fuerte depreciación del Real, la que a su vez deterioró en forma importante nuestra capacidad de competencia con nuestro principal socio comercial. La decisión del gobierno argentino de segmentar de hecho el mercado cambiario, utilizando un factor de empalme para la convertibilidad de modo de alterar el valor de la divisa en las operaciones comerciales, no hizo otra cosa que agravar esta situación.  

La decisión de modificar los parámetros de la política cambiaria no fue fácil. Se tuvieron que ponderar muchos factores, entre ellos, los efectos que el aceleramiento del ritmo de devaluación podía provocar sobre el nivel de inflación doméstica y sobre las expectativas de los agentes económicos. No nos podemos olvidar el peso que tiene la larga tradición inflacionaria del Uruguay. También que el éxito del plan de estabilización se basó en una política creíble de descenso paulatino del ritmo devaluatorio a lo largo de toda la década pasada. Era la primera vez en más de una década que se decidía aumentar el ritmo de devaluación. Era por tanto válido preguntarse cómo iba a reaccionar y como iba a  ser interpretar esta medida el mercado.  

A las naturales alteraciones que se producen en los mercados frente a cambios inesperados de la política económica, se agregó en este caso particular una mayor incertidumbre de los agentes, derivada del deterioro del escenario regional. Si bien la convertibilidad argentina no estaba cuestionada, lo cierto es que la implementación del factor de empalme despertó dudas sobre las subsiguientes medidas cambiarias que en un futuro pudiera tomar el gobierno argentino.  

Analizando la situación en perspectiva, creo que todos hemos aprendido algunas lecciones. Una de ellas, es que este cambio fue exitoso en términos de alcanzar su doble objetivo de mejorar la competitividad, respetando nuestro compromiso con el mantenimiento de un nivel de inflación bajo. La otra, es que luego de un corto y natural período de incertidumbre, donde la cotización de la divisa se mantuvo en el techo de la banda y el Banco Central tuvo que vender una limitada cantidad de dólares, los mercados asimilaron el cambio y retomaron su rutina habitual. Hoy en día podemos decir  no se registran signos de nerviosismo en el mercado cambiario uruguayo ni en el mercado de dinero, ni en el  del tipo de cambio ni en el nivel de las tasas de interés. Y esto, permítanme remarcarlo, se logró a pesar de un contexto regional muy desfavorable. 

 Este hecho es particularmente importante por otro aspecto, porque de este modo hemos podido comprobar que tenemos un adecuado nivel de flexibilidad del tipo de cambio sin cambiar las reglas de juego básicas del sistema. Los pilares de nuestra política cambiaria son la predictibilidad y la gradualidad, y en ese sentido ha sido anunciada para el año próximo la política. 

Los resultados de la misma son evidentes. El impacto de la aceleración del ritmo de devaluación sobre la inflación ha sido muy reducido. El aumento del Índice de Precios al Consumo en los últimos 4 meses fue sólo 1.2%, lo que equivale a una tasa anualizada de 3.6%. El año habrá de cerrar, probablemente, con una inflación en el entorno cercano al 3½%, lo cual es un resultado más que satisfactorio. 

Indudablemente, la fase recesiva por la que atraviesa nuestra economía ha contribuido a este proceso y no podemos ignorar: ante una demanda doméstica deprimida, las empresas uruguayas, incluso las firmas importadoras, han hecho un considerable esfuerzo y han sido muy cuidadosas en sus políticas de fijación de precios y sus márgenes absorben parte del cambio en la nueva pauta. Por otra parte, la política de ajustes salariales y las políticas de tarifas públicas también han contribuido a mantener la inflación a niveles bajos. Todos estos factores, sin excepción, determinan directa o indirectamente el nivel de la competitividad externa del País.

 A su vez, el aumento del ritmo devaluatorio, junto al ensanchamiento de la banda - se ha traducido en un mayor nivel de flotación promedio durante este último período-,  y eso nos está permitiendo obtener ganancias significativas en materia de competitividad, que de otro modo se realizarían lenta y dolorosamente. 

Así, por ejemplo, si tomamos como punto de partida el mes de Enero de 1999, oportunidad del colapso del Real en Brasil, nuestra devaluación nominal acumulada hasta el mes de Noviembre pasado fue de aproximadamente 27%, mientras que la inflación acumulada en el mismo período fue de sólo 13%, permitiendo así una caída de nuestros precios en dólares en más de 11% en el periodo considerado. 

Nuestra competitividad puede medirse a través de la comparación de los precios en dólares domésticos con los de nuestros socios comerciales. Como consecuencia de su drástico ajuste cambiario, nuestro índice de competitividad con Brasil se ha deteriorado aproximadamente 35% entre Enero de 1999 y Octubre de este año. El ajuste de precios en dólares ocurrido en el período evitó que este deterioro en la competitividad bilateral fuera mayor aún. Pero si observamos el comportamiento con los otros socios comerciales en el mismo período, la política actual ha permitido en cambio incrementar nuestra competitividad con Argentina en más del 10% (sin tener en cuenta el factor de empalme), un 25% con los Estados Unidos y en general, aproximadamente un 9% con todo el resto del mundo, fuera de la región. Esto es consistente con la política de diversificación y apertura, desincentivando una excesiva concentración en nuestro acceso a mercados regionales. 

Dolarización, desdolarización y Unidad Indexada. 

Nos referiremos ahora al tema de la dolarización. No obstante, debemos ser, sobre este tema,  muy cuidadosos en la administración del ajuste de  precios relativos al que hacíamos referencia. No debemos perder de vista que el grado de dolarización de la economía uruguaya se encuentra entre los más elevados del mundo. Como es bien sabido, en economías dolarizadas las devaluaciones abruptas tienen un impacto muy grande sobre la actividad económica e importantes efectos adversos sobre todos aquellos sectores con ingresos en moneda local pero con obligaciones en moneda extranjera.  Esto no sólo tiene efecto directo sobre el nivel de gasto, sino también consecuencias y  muy negativas sobre el sistema financiero.  

El esfuerzo del Banco Central en materia de regulación del sistema financiero es continuo y nuestro énfasis ha sido y será en la solvencia y en la preservación de la cadena de pagos. Pero este problema no debe atacarse simplemente desde un punto de vista regulatorio, sino también a nivel de las raíces. 

La dolarización, como seguramente ustedes compartirán, se genera en parte como una respuesta a la inflación en un contexto de falta de alternativas de inversión. Pero también es cierto que en otras experiencias se crearon alternativas de indexación en moneda nacional que pudieron competir exitosamente con el dólar. Valga mencionar el ejemplo del caso de Chile, alternativa  que fue la creación de la  Unidad de Fomento, una unidad indexada al costo de vida. Como en nuestro país no ofrecimos alternativas adecuadas, la única forma de disminuir la incertidumbre ligada al valor real de nuestros ahorros fue la dolarización. Pero más allá de los motivos que en su momento justificaron esta opción, lo que tratamos de generar ahora son alternativas financieras sin consecuencias en materia de fragilidad y exposición al riesgo cambiario. 

Es por eso que, tal como lo anunciáramos poco tiempo atrás, estamos trabajando en la introducción de la Unidad Indexada, una unidad de cuenta diaria reajustable de acuerdo con la evolución del Índice de Precios al Consumo, como forma de comenzar a recrear un mercado en moneda nacional que se transforme en una alternativa viable al dólar.  

El Banco Central del Uruguay ya completó una propuesta de metodología de cálculo, la cual fue recientemente enviada al Ministerio de Economía y Finanzas junto con un proyecto de decreto orientado a su creación. Pero la creación de la Unidad Indexada es sólo el primer paso: tendrán que venir luego emisiones de títulos públicos y privados en esta unidad de cuenta, tendrá que también aparecer el financiamiento de la vivienda y el ahorro previsional, para lo cual esta unidad es la moneda natural. Noten que al día de hoy, los ahorros previsionales no tienen una correlación directa con el poder de compra, que justamente es lo que buscan preservar. La dolarización se convierte en una actividad especulativa, en la cual se puede ganar, pero también se puede perder poder de compra. Una vez más, el riesgo cambiario en escena, no sólo en las actividades financieras  sino también en el caso de la actividad de ahorro previsional en donde estamos determinando el nivel de vida de los futuros jubilados.  

Indudablemente, la creación de la Unidad Indexada será un requisito indispensable aunque no será la panacea, porque hoy en día no es razonable pensar que pueda desarrollarse de por sí un mercado en pesos nominales a mediano y largo plazo.  

Política de endeudamiento.

Refiráramos ahora a la política de endeudamiento. No quisiera pasar por alto algunos comentarios sobre esta gestión donde el Banco Central es el agente financiero del Gobierno, y particularmente referirme  a las condiciones de acceso a los mercados. Como ustedes saben, nuestra estrategia de financiamiento se basa sobre dos pilares: la diversificación de las fuentes de financiamiento y la extensión del plazo promedio de la deuda. Evidentemente, a nadie le causa placer endeudarse, ni públicos ni privados. Pero la deuda no es sino la distribución intertemporal de la carga determinada por las necesidades de financiamiento. La aguda recesión de estos últimos tres años y su impacto fiscal nos han obligado a incrementar una relación deuda/producto, trayectoria que se revertirá a partir del año subsiguiente una vez que el ajuste se haya completado.  Este un compromiso asumido de disminuir la referida relación en el futuro atendiendo la natural preocupación que origina su trayectoria actual. 

Pero adicionalmente, no debemos olvidar que el aumento de la deuda bruta también ha respondido a una motivación diferente: la decisión de reforzar nuestra posición de reservas internacionales en una coyuntura tan incierta. Nuestra sólida posición financiera y la garantía que ella representa para el normal servicio del endeudamiento y como respaldo del sistema financiero ha sido claramente uno de los rasgos que nos ha distinguido dentro  de la región y ha sido uno de los rasgos más apreciados. Un stock de casi tres mil millones de dólares que equivale al 3% del PBI, que alcanza a cubrir 9 meses de importaciones, que respalda casi 5 veces la base monetaria y que es suficiente para asegurar el servicio de los próximos 18 meses de endeudamiento no es poca cosa. También surge claramente la evolución positiva y creciente del stock de reserva en los últimos tiempos. 

Pero luego de dos años del nivel del 4% y con una cifra ligeramente inferior para este año, el nivel del déficit fiscal seguirá bajando hasta ser compatible con una relación deuda/producto decreciente, que es el objetivo. Pero mientras tanto, es nuestro deber obtener financiamiento en las mejores condiciones posibles. La importancia de este financiamiento y sus condiciones son autoevidentes: basta echar una mirada por el vecindario en que vivimos. Pero este año hemos hecho emisiones en excelentes condiciones en Japón, en l Estados Unidos, en Europa, en Chile y en un muy receptivo mercado doméstico. No sólo hemos asegurado anticipadamente el financiamiento para este año, sino que también hemos suspendido la emisión de Letras de Tesorería a dos años durante este último trimestre, habiendo amortizado aproximadamente el 15% de su stock en el correr del año. Esto no sólo nos permite mejorar el plazo promedio de la deuda, el cual se sitúa hoy en alrededor de 6 ½ años, sino que también hace que, en este momento, los papeles más cortos que estamos emitiendo sean a un plazo de diez años. En la situación actual de la región, ustedes estarán de acuerdo conmigo que hemos logrado cultivar y preservar un acceso al financiamiento en condiciones muy favorables.

Hemos adelantado también financiamiento correspondiente al año próximo por un monto de 300 millones de dólares, a través de la emisión del Bono Global 2012, con un spread de 310 puntos básicos sobre los Bonos de la Tesorería de los Estados Unidos, en un contexto en el cual los mercados internacionales están directamente cerrados para muchos países de la región. En el mercado local, el spread promedio de la última emisión se situó en los 287 puntos básicos. Mientras tanto, como es usual, los papeles uruguayos se siguen comportando de forma muy estable. 

Con esto no sólo quiero señalar la tranquilidad en el sentido que desde ya nos encontramos asegurando financiamiento, tanto a nivel del mercado como de los organismos multilaterales, sino también señalar –que como resultado de los contactos permanentes- que tanto los inversores como los analistas internacionales se sienten cómodos con Uruguay y que nos han diferenciado positivamente frente a los problemas de la región.  

Prevención del lavado de activos financieros

Permítanme ahora concentrarme en algunos aspectos del sistema financiero. Comencemos primero por un tema importante que ha esta particularmente presente en este año, enfatizado luego de los lamentables sucesos del 11 de setiembre  y que está referido a la prevención del lavado de dinero. Este tema  es hoy muy sensible en el ámbito internacional y es nuestra responsabilidad dar respuestas claras a los compromisos asumidos por el país, preservando el prestigio de nuestra plaza financiera  Todos sabemos que parte de ese prestigio se sustenta sobre el principio de la confidencialidad, pero también sabemos que dicho principio debe estar articulado adecuadamente con la responsabilidad del País en cuanto al control de actividades ilícitas que, al amparo de aquélla, pretendan enraizar aquí sus operaciones financieras. 

Recordemos, a este respecto, que a fines del año pasado se creó en la órbita del Banco Central la Unidad de Información y Análisis Financiero, quien es la encargada de instrumentar políticas y procedimientos para prevenir y detectar operaciones. En el correr del 2001 se completaron las reglamentaciones de los distintos sectores supervisados por el Banco, estableciéndose los requisitos específicos que deben cumplir los distintos tipos de entidades (Bancos, Casas financieras, Empresas de Seguros, Corredores de Bolsa, Casas de Cambios) En particular, para las empresas de intermediación financiera exigimos la implementación de un Sistema Integral de Prevención que contempla, además de las políticas y procedimientos, el nombramiento de un Oficial de Cumplimiento. También se avanzó significativamente en la Base de Datos Centralizada de cierto tipo de  transacciones de interés para el control de lavado de activos. En efecto, las empresas de intermediación financiera están ya hoy informando al Banco Central sobre este tipo de operaciones y proporcionando la misma desde comienzos del año, en muchos casos. Permítanme enfatizar que esta metodología de trabajo pasó su prueba de fuego, su prueba rigurosa, a nivel internacional el pasado mes de junio, momento en el cual nuestro país recibió el informe final del GAFI, institución que se dedica a estos temas, aceptando que la plaza uruguaya cumplía con las normas y regulaciones apropiadas para el control y prevención del lavado de dinero. 

Regulación del sistema financiero. 

Permítanme ahora referirme a las actuaciones del Banco respecto  a otros aspectos. No quisiera comenzar este capítulo sin una breve referencia a la reciente reprivatización del capital accionario del Banco La Caja Obrera. Esto no es para comunicarles la novedad, porque ya es de dominio público. Ya está funcionando con sus nuevos propietarios.  Pero como esta decisión se enmarca en los compromisos asumidos el año anterior en este mismo Foro, es la oportunidad de darlo de baja de la agenda y valorar la oportunidad en el camino de la consolidación del sistema. Constituye la culminación de un largo proceso de 14 años de gestión por el Estado, que incluyó varios intentos anteriores para su venta y que hoy finaliza con éxito.  

En el plano regulatorio, a pesar de enfrentar un año tan complicado como éste en materia económica, hemos tomado una serie de decisiones destinadas a perfeccionar la solvencia de nuestro sistema financiero que, a la vez, resultan en una mayor flexibilidad normativa para enfrentar las dificultades a las que hacíamos referencia. En ese sentido se incluyeron nuevas garantías computables, a los efectos de la determinación de previsiones, se extendieron los plazos de cómputo de las garantías ya admitidas, se flexibilizaron las condiciones establecidas para la reestructuración de deudas, particularmente en el sector agropecuario. Sin embargo, la modificación más importante estuvo referida a la incorporación del régimen de previsiones estadísticas.  

Éste tiene esencialmente por objeto que los bancos previsionen pérdidas por incobrabilidad en función de los riesgos de largo plazo. De este modo, las pérdidas del ejercicio se logran desvincular del ciclo económico, haciendo que los estados de resultados de los bancos sean más estables a lo largo del tiempo y promoviendo, simultáneamente,  y he aquí su importancia, una mayor estabilidad de la oferta de crédito al sector privado. De ahí que se acostumbre denominar a este tipo de normas como anticíclicas, pues, de alguna manera, contribuyen a atemperar el natural comportamiento procíclico del crédito.  En este plano, como ya lo hemos señalado en alguna oportunidad, nos encontramos en la vanguardia internacional, ya que no muchos países han comenzado a incorporar aún este esquema regulatorio. 

Simultáneamente, el Banco Central ha perseverado en normas de prudencia dentro del sistema mediante una mayor información sobre la gestión de los propios bancos, en el convencimiento que un mercado con mayor información toma mejores decisiones. En esta línea está el Registro de Auditores Externos, está la obligatoriedad de calificación de riesgo para Bancos y Cooperativas. En esta materia y dentro de la misma filosofía, la obligatoriedad de calificación se hace siguiendo estándares internacionales y será realizada por entidades de reconocido prestigio mundial. Este requisito nos parece natural: si queremos tener una plaza financiera con una proyección más que regional, debemos apuntar sin lugar a dudas a este tipo de estándares rigurosos.  

Para completar el marco institucional del sistema financiero, continuamos estudiando con la misma fuerza y con el mismo compromiso, la forma jurídica apropiada para poder pasar a un modelo de supervisión financiera sobre una base consolidada, y sobre esta base poder avanzar. Evidentemente, es un mundo en el cual las empresas financieras trabajan internacionalmente y con una lógica de conglomerado, no existe otra aproximación posible a la supervisión que garantice una correcta evaluación y gestión de los riesgos asumidos por las instituciones.  

Finalmente, no quisiera terminar este capítulo sin agregar una reflexión sobre el comportamiento reciente de las tasas de interés. Es claro que las tasas de interés integran de modo fundamental el costo financiero de la gestión de la empresa, y en consecuencia son parte del costo país. Una baja de estos costos equivale a un aumento en nuestra productividad. Las tasas de interés han estado bajando sensiblemente en el mundo, pero esa baja sólo se reflejó parcialmente en el mercado doméstico.  Particularmente han mostrado descensos significativos las tasas de prefinanciación de exportaciones y las vinculadas a los créditos de clientes de primera línea. Pero en otros casos, la evolución desfavorable hace que nuestro costo financiero se encarezca, comparado al resto del mundo en el área dólar. Especialmente en lo que hace al financiamiento en dólares para préstamos y descuento de documentos.   

Ustedes son conscientes de que en nuestra gestión hemos buscado contribuir a disminuir estos costos, de modo de alinearlos con los niveles internacionales. También hemos tenido iniciativas en este sentido en las tasas al consumo.  Y recientemente estamos planteando ajustar la normativa vigente de manera tal que las tasas de interés de los administradores y tarjetas de créditos y otros operadores financieros se rijan por las mismas disposiciones que caben a las instituciones bancarias. No nos sentimos conformes con los resultados obtenidos y pensamos que es una preocupación compartida. Deseamos enfatizar que buscaremos la forma y los instrumentos de modo de lograr una  mejora en este campo y que el mercado financiero doméstico termine de internalizar estas condiciones favorables y ofrezca tasas de interés internacionalmente competitivas.  

El Mercado de Valores. 

Para finalizar unas últimas palabras sobre el Mercado de Valores. No tendríamos tiempo para abarcar toda la gestión del Banco Central. Sabemos que uno de los sectores de nuestro sistema financiero que tiene mayores perspectivas potenciales de desarrollo es el mercado de capitales. De hecho, sólo la creciente participación de los Fondos de Ahorro Previsional, ya con unos 600.000 afiliados y más de U$S 1.000 millones bajo administración, están realizando una contribución decisiva en este sentido. Pero el Banco Central está empeñado en fomentar aún más ese desarrollo dentro de su ámbito legal. Los caminos a seguir vienen por un lado de mejorar la estructura institucional que hace al funcionamiento del mercado en sí, mientras que, simultáneamente, se están preparando distintos proyectos de iniciativas legales con el objeto de sustentar jurídicamente actividades que hoy no existen.  

Tal es el caso del fortalecimiento institucional que se inscribe con la creación de una Caja de Valores única para el mercado, que cumpla las funciones de compensación, liquidación, custodia y registro de valores. Tenemos ya dos planteos:  uno de la Bolsa de Valores y otro de la Bolsa Electrónica,  y estamos muy avanzados para lograr un proyecto único.  

En materia de desarrollo de mercado se está trabajando en varios proyectos. Uno de ellos es el anteproyecto de Ley sobre Fideicomisos, una modalidad de negocio que ha tenido un significativo desarrollo a nivel internacional, recogiendo y adaptando el instituto del trust propio del derecho anglosajón. Este instrumento resulta particularmente apto para la administración de portafolios, canalización de inversiones públicas y privadas, procesos de concesión de obras y servicios. Este proyecto junto con otros, los venimos analizando con el Ministerio de Economía y Finanzas, y  tenemos la convicción de que será un buen vehículo para la canalización de inversiones. 

También  los warrants y los certificados de depósito representan otro de los aportes que el mercado de capitales puede hacer a las transacciones comerciales. Éstos implican la incorporación de un derecho sobre mercaderías y productos del comercio en un documento y su circulación en el mercado. Todo ello está en el campo de los proyectos. 

En nuestra visión, el desarrollo del mercado de valores requiere de una fuerte cooperación entre el sector privado y el sector público. Por tal razón, hemos considerado necesario superar los problemas que se identifican en el mismo a través de un amplio acuerdo con los principales actores, transitando por un camino que se basa en la idea de algo similar a una Comisión de Valores, dentro de las posibilidades normativas de acción del Banco Central. Estos acuerdos deben formarse sobre la base de una agenda que incluya no sólo los temas que hemos mencionado, y muchos otros, sino también la organización bajo una única entidad de todas las actividades del mercado.   

Como ustedes ven, la agenda es amplia. En esta exposición he procurado situar algunas de las distintas acciones y responsabilidades de nuestra Institución, en el contexto económico-financiero del presente año y su visión hacia el 2002, pero principalmente, he tratado de transmitirles la orientación que inspira nuestra política. Las claves para entenderla son la prudencia, la predictibilidad, la búsqueda de la eficiencia, todo ello con una clara orientación hacia el mercado para no tener saltos y no recibir sorpresas.

Muchas gracias