6/12/2001
RODRIGUEZ BATLLE DESTACÓ AJUSTE DEVALUATORIO E
IMPORTANCIA DEL ADELANTADO FINANCIAMIENTO EXTERNO
El Presidente del Banco Central del Uruguay, Cr. César Rodríguez
Batlle, presentó esta mañana un balance de las políticas desarrolladas
por la autoridad monetaria en el corriente año. En el foro organizado por
la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), el jerarca
destacó el ajuste devaluatorio de junio pasado, que no pesó en el
comportamiento de la inflación y repercutió favorablemente en la
competitividad de las exportaciones uruguayas. Señaló la importancia de
haber adelantado financiamiento externo como agente del Estado, emitiendo
exitosamente en el exterior bonos de deuda soberana por U$S 300 millones,
previendo eventuales restricciones para 2002, con un spread de 310 puntos
básicos (3,1%) sobre los Bonos de Tesorería de los Estados Unidos.
Asimismo, se refirió a medidas de prevención de lavado de activos
financieros, regulaciones del sistema incorporando el régimen de
previsiones estadísticas con el objeto de que los bancos previsionen
pérdidas por incobrabilidad, medidas prudenciales y el estudio que se
está desarrollando para fortalecer el mercado de capitales con la
creación de una Caja de Valores única para el mercado.
Ofrecemos a continuación las palabras del titular del Banco Central del
Uruguay:
Agradezco
a ACDE la posibilidad de estar nuevamente hoy en este
Foro, que como se ha señalado, permite a los integrantes del
equipo económico, realizar una presentación que en parte constituye un
balance de actividad y en parte constituye también una visión para el
futuro.
En
mi condición de Presidente del Banco Central del Uruguay en la
presentación del día de hoy me referiré
fundamentalmente a aquellas políticas fundamentales que hacen a la
acción del Banco e incorporaré en la medida de lo posible algunas
iniciativas sobre las cuales estamos trabajando y esperamos novedades en
el año próximo.
La
política cambiaria.
Como
ustedes saben, el Banco Central del Uruguay tiene dentro de su conjunto de
actividades dos aspectos fundamentales. Por un lado el manejo de la
política cambiaria y monetaria y por otro sus labores de supervisión y
regulación de los sistemas financieros. Es en esta última parte donde el
abanico de actividades se abre e incorpora en una modalidad especial y
particular en nuestro país una gama muy variada de supervisiones y
regulaciones que abarcan los sistemas bancarios, de seguros, de
Administradoras de Fondos de Pensión y del Mercado de Valores.
En
la primera parte me voy a referir a la política cambiaria. Como ustedes
saben para analizar la
política cambiaria es necesaria situarla en el contexto macroeconómico.
Y esto es vital para comprender lo que
entendemos que la
política cambiaria puede hacer, pero también lo que no puede hacer.
Uruguay es un país que en los últimos años sufrió y ha sufrido un
fuerte shock adverso en los
términos de intercambio, con su consecuente efecto negativo sobre el
nivel del ingreso nacional. Esto es algo que la política cambiaria no
puede corregir, no está en condiciones de hacerlo, por la misma razón
que no puede corregir el nivel de precios internacionales de la carne, de
la lana o del petróleo. En consecuencia, pretender utilizar el tipo de
cambio para atacar estos problemas es un ejercicio poco útil. Por otra
parte, también se han dificultado, como ustedes muy bien conocen, las
posibilidades de acceso a los mercados internacionales, pero la política
comercial de nuestros socios, o los brotes de aftosa, son algo que
normalmente también están más allá de nuestras decisiones soberanas.
Por lo menos, en gran medida. A pesar de ello, resulta evidente que la
política cambiaria que hemos venido desarrollando ha sido particularmente
útil en dos aspectos. El primero, más de largo plazo, ha sido anclar la
inflación a niveles bajos, compatibles con estándares internacionales y
que respetan el compromiso asumido en materia de estabilidad. En una
economía abierta y pequeña como la nuestra, el nivel de inflación
doméstico tiende a converger a la inflación internacional, ajustada por
la evolución del tipo de cambio.
El
segundo objetivo, más de corto plazo, aunque no menos efectivo, ha sido
permitir un fluido ajuste de nuestros precios en dólares y en
consecuencia, un mayor ajuste de la competitividad de la economía. Ahora
bien, reconocer un rol importante para la política cambiaria en el corto
plazo, no significa que pensemos que un manejo activo del tipo de cambio
nominal nos permita ganar competitividad per
se. En el largo plazo, las determinantes fundamentales del tipo de
cambio real, es decir, del nivel de competitividad de la economía con sus
socios comerciales, pasan por otro lado: por los diferenciales de
productividad, los términos de intercambio, los movimientos de capitales
y los cambios en las políticas comerciales.
Como
es sabido, durante el mes de junio pasado tomamos la decisión de
modificar la tasa de deslizamiento de la banda de flotación del tipo de
cambio, pasando del 0.6% mensual al 1.2%, al tiempo que ampliamos el ancho
de la banda del 3% al 6%. En ese momento, la economía uruguaya se
encontraba en un fuerte contexto deflacionario, principalmente como
consecuencia, por un lado, de
la fuerte depreciación del Real, la que a su vez deterioró en forma
importante nuestra capacidad de competencia con nuestro principal socio
comercial. La decisión del gobierno argentino de segmentar de hecho el
mercado cambiario, utilizando un factor de empalme para la convertibilidad
de modo de alterar el valor de la divisa en las operaciones comerciales,
no hizo otra cosa que agravar esta situación.
La
decisión de modificar los parámetros de la política cambiaria no fue
fácil. Se tuvieron que ponderar muchos factores, entre ellos, los efectos
que el aceleramiento del ritmo de devaluación podía provocar sobre el
nivel de inflación doméstica y sobre las expectativas de los agentes
económicos. No nos podemos olvidar el peso que tiene la larga tradición
inflacionaria del Uruguay. También que el éxito del plan de
estabilización se basó en una política creíble de descenso paulatino
del ritmo devaluatorio a lo largo de toda la década pasada. Era la
primera vez en más de una década que se decidía aumentar el ritmo de
devaluación. Era por tanto válido preguntarse cómo iba a reaccionar y
como iba a ser interpretar
esta medida el mercado.
A
las naturales alteraciones que se producen en los mercados frente a
cambios inesperados de la política económica, se agregó en este caso
particular una mayor incertidumbre de los agentes, derivada del deterioro
del escenario regional. Si bien la convertibilidad argentina no estaba
cuestionada, lo cierto es que la implementación del factor de empalme
despertó dudas sobre las subsiguientes medidas cambiarias que en un
futuro pudiera tomar el gobierno argentino.
Analizando
la situación en perspectiva, creo que todos hemos aprendido algunas
lecciones. Una de ellas, es que este cambio fue exitoso en términos de
alcanzar su doble objetivo de mejorar la competitividad, respetando
nuestro compromiso con el mantenimiento de un nivel de inflación bajo. La
otra, es que luego de un corto y natural período de incertidumbre, donde
la cotización de la divisa se mantuvo en el techo de la banda y el Banco
Central tuvo que vender una limitada cantidad de dólares, los mercados
asimilaron el cambio y retomaron su rutina habitual. Hoy en día podemos
decir no se registran signos
de nerviosismo en el mercado cambiario uruguayo ni en el mercado de
dinero, ni en el del tipo de
cambio ni en el nivel de las tasas de interés. Y esto, permítanme
remarcarlo, se logró a pesar de un contexto regional muy desfavorable.
Este
hecho es particularmente importante por otro aspecto, porque de este modo
hemos podido comprobar que tenemos un adecuado nivel de flexibilidad del
tipo de cambio sin cambiar las reglas de juego básicas del sistema. Los
pilares de nuestra política cambiaria son la predictibilidad y la
gradualidad, y en ese sentido ha sido anunciada para el año próximo la
política.
Los
resultados de la misma son evidentes. El impacto de la aceleración del
ritmo de devaluación sobre la inflación ha sido muy reducido. El aumento
del Índice de Precios al Consumo en los últimos 4 meses fue sólo 1.2%,
lo que equivale a una tasa anualizada de 3.6%. El año habrá de cerrar,
probablemente, con una inflación en el entorno cercano al 3½%, lo cual
es un resultado más que satisfactorio.
Indudablemente,
la fase recesiva por la que atraviesa nuestra economía ha contribuido a
este proceso y no podemos ignorar: ante una demanda doméstica deprimida,
las empresas uruguayas, incluso las firmas importadoras, han hecho un
considerable esfuerzo y han sido muy cuidadosas en sus políticas de
fijación de precios y sus márgenes absorben parte del cambio en la nueva
pauta. Por otra parte, la política de ajustes salariales y las políticas
de tarifas públicas también han contribuido a mantener la inflación a
niveles bajos. Todos estos factores, sin excepción, determinan directa o
indirectamente el nivel de la competitividad externa del País.
A
su vez, el aumento del ritmo devaluatorio, junto al ensanchamiento de la
banda - se ha traducido en un mayor nivel de flotación promedio durante
este último período-, y eso
nos está permitiendo obtener ganancias significativas en materia de
competitividad, que de otro modo se realizarían lenta y
dolorosamente.
Así,
por ejemplo, si tomamos como punto de partida el mes de Enero de 1999,
oportunidad del colapso del Real en Brasil, nuestra devaluación nominal
acumulada hasta el mes de Noviembre pasado fue de aproximadamente 27%,
mientras que la inflación acumulada en el mismo período fue de sólo
13%, permitiendo así una caída de nuestros precios en dólares en más
de 11% en el periodo considerado.
Nuestra
competitividad puede medirse a través de la comparación de los precios
en dólares domésticos con los de nuestros socios comerciales. Como
consecuencia de su drástico ajuste cambiario, nuestro índice de
competitividad con Brasil se ha deteriorado aproximadamente 35% entre
Enero de 1999 y Octubre de este año. El ajuste de precios en dólares
ocurrido en el período evitó que este deterioro en la competitividad
bilateral fuera mayor aún. Pero si observamos el comportamiento con los
otros socios comerciales en el mismo período, la política actual ha
permitido en cambio incrementar nuestra competitividad con Argentina en
más del 10% (sin tener en cuenta el factor de empalme), un 25% con los
Estados Unidos y en general, aproximadamente un 9% con todo el resto del
mundo, fuera de la región. Esto es consistente con la política de
diversificación y apertura, desincentivando una excesiva concentración
en nuestro acceso a mercados regionales.
Dolarización,
desdolarización y Unidad Indexada.
Nos
referiremos ahora al tema de la dolarización. No obstante, debemos ser,
sobre este tema, muy
cuidadosos en la administración del ajuste de
precios relativos al que hacíamos referencia. No debemos perder de
vista que el grado de dolarización de la economía uruguaya se encuentra
entre los más elevados del mundo. Como es bien sabido, en economías
dolarizadas las devaluaciones abruptas tienen un impacto muy grande sobre
la actividad económica e importantes efectos adversos sobre todos
aquellos sectores con ingresos en moneda local pero con obligaciones en
moneda extranjera. Esto no
sólo tiene efecto directo sobre el nivel de gasto, sino también
consecuencias y muy negativas
sobre el sistema financiero.
El
esfuerzo del Banco Central en materia de regulación del sistema
financiero es continuo y nuestro énfasis ha sido y será en la solvencia
y en la preservación de la cadena de pagos. Pero este problema no debe
atacarse simplemente desde un punto de vista regulatorio, sino también a
nivel de las raíces.
La
dolarización, como seguramente ustedes compartirán, se genera en parte
como una respuesta a la inflación en un contexto de falta de alternativas
de inversión. Pero también es cierto que en otras experiencias se
crearon alternativas de indexación en moneda nacional que pudieron
competir exitosamente con el dólar. Valga mencionar el ejemplo del caso
de Chile, alternativa que fue la creación de la
Unidad de Fomento, una unidad indexada al costo de vida. Como en
nuestro país no ofrecimos alternativas adecuadas, la única forma de
disminuir la incertidumbre ligada al valor real de nuestros ahorros fue la
dolarización. Pero más allá de los motivos que en su momento
justificaron esta opción, lo que tratamos de generar ahora son
alternativas financieras sin consecuencias en materia de fragilidad y
exposición al riesgo cambiario.
Es
por eso que, tal como lo anunciáramos poco tiempo atrás, estamos
trabajando en la introducción de la Unidad Indexada, una unidad de cuenta
diaria reajustable de acuerdo con la evolución del Índice de Precios al
Consumo, como forma de comenzar a recrear un mercado en moneda nacional
que se transforme en una alternativa viable al dólar.
El
Banco Central del Uruguay ya completó una propuesta de metodología de
cálculo, la cual fue recientemente enviada al Ministerio de Economía y
Finanzas junto con un proyecto de decreto orientado a su creación. Pero
la creación de la Unidad Indexada es sólo el primer paso: tendrán que
venir luego emisiones de títulos públicos y privados en esta unidad de
cuenta, tendrá que también aparecer el financiamiento de la vivienda y
el ahorro previsional, para lo cual esta unidad es la moneda natural.
Noten que al día de hoy, los ahorros previsionales no tienen una
correlación directa con el poder de compra, que justamente es lo que
buscan preservar. La dolarización se convierte en una actividad
especulativa, en la cual se puede ganar, pero también se puede perder
poder de compra. Una vez más, el riesgo cambiario en escena, no sólo en
las actividades financieras sino
también en el caso de la actividad de ahorro previsional en donde estamos
determinando el nivel de vida de los futuros jubilados.
Indudablemente,
la creación de la Unidad Indexada será un requisito indispensable aunque
no será la panacea, porque hoy en día no es razonable pensar que pueda
desarrollarse de por sí un mercado en pesos nominales a mediano y largo
plazo.
Política
de endeudamiento.
Refiráramos
ahora a la política de endeudamiento. No quisiera pasar por alto algunos
comentarios sobre esta gestión donde el Banco Central es el agente
financiero del Gobierno, y particularmente referirme
a las condiciones de acceso a los mercados. Como ustedes saben,
nuestra estrategia de financiamiento se basa sobre dos pilares: la
diversificación de las fuentes de financiamiento y la extensión del
plazo promedio de la deuda. Evidentemente, a nadie le causa placer
endeudarse, ni públicos ni privados. Pero la deuda no es sino la
distribución intertemporal de la carga determinada por las necesidades de
financiamiento. La aguda recesión de estos últimos tres años y su
impacto fiscal nos han obligado a incrementar una relación
deuda/producto, trayectoria que se revertirá a partir del año
subsiguiente una vez que el ajuste se haya completado.
Este un compromiso asumido de disminuir la referida relación en el
futuro atendiendo la natural preocupación que origina su trayectoria
actual.
Pero
adicionalmente, no debemos olvidar que el aumento de la deuda bruta
también ha respondido a una motivación diferente: la decisión de
reforzar nuestra posición de reservas internacionales en una coyuntura
tan incierta. Nuestra sólida posición financiera y la garantía que ella
representa para el normal servicio del endeudamiento y como respaldo del
sistema financiero ha sido claramente uno de los rasgos que nos ha
distinguido dentro de la
región y ha sido uno de los rasgos más apreciados. Un stock de casi tres
mil millones de dólares que equivale al 3% del PBI, que alcanza a cubrir
9 meses de importaciones, que respalda casi 5 veces la base monetaria y
que es suficiente para asegurar el servicio de los próximos 18 meses de
endeudamiento no es poca cosa. También surge claramente la evolución
positiva y creciente del stock de reserva en los últimos tiempos.
Pero
luego de dos años del nivel del 4% y con una cifra ligeramente inferior
para este año, el nivel del déficit fiscal seguirá bajando hasta ser
compatible con una relación deuda/producto decreciente, que es el
objetivo. Pero mientras tanto, es nuestro deber obtener financiamiento en
las mejores condiciones posibles. La importancia de este financiamiento y
sus condiciones son autoevidentes: basta echar una mirada por el
vecindario en que vivimos. Pero este año hemos hecho emisiones en
excelentes condiciones en Japón, en l Estados Unidos, en Europa, en Chile
y en un muy receptivo mercado doméstico. No sólo hemos asegurado
anticipadamente el financiamiento para este año, sino que también hemos
suspendido la emisión de Letras de Tesorería a dos años durante este
último trimestre, habiendo amortizado aproximadamente el 15% de su stock
en el correr del año. Esto no sólo nos permite mejorar el plazo promedio
de la deuda, el cual se sitúa hoy en alrededor de 6 ½ años, sino que
también hace que, en este momento, los papeles más cortos que estamos
emitiendo sean a un plazo de diez años. En la situación actual de la
región, ustedes estarán de acuerdo conmigo que hemos logrado cultivar y
preservar un acceso al financiamiento en condiciones muy favorables.
Hemos
adelantado también financiamiento correspondiente al año próximo por un
monto de 300 millones de dólares, a través de la emisión del Bono
Global 2012, con un spread de
310 puntos básicos sobre los Bonos de la Tesorería de los Estados
Unidos, en un contexto en el cual los mercados internacionales están
directamente cerrados para muchos países de la región. En el mercado
local, el spread promedio de la
última emisión se situó en los 287 puntos básicos. Mientras tanto,
como es usual, los papeles uruguayos se siguen comportando de forma muy
estable.
Con
esto no sólo quiero señalar la tranquilidad en el sentido que desde ya
nos encontramos asegurando financiamiento, tanto a nivel del mercado como
de los organismos multilaterales, sino también señalar –que como
resultado de los contactos permanentes- que tanto los inversores como los
analistas internacionales se sienten cómodos con Uruguay y que nos han
diferenciado positivamente frente a los problemas de la región.
Prevención
del lavado de activos financieros
Permítanme
ahora concentrarme en algunos aspectos del sistema financiero. Comencemos
primero por un tema importante que ha esta particularmente presente en
este año, enfatizado luego de los lamentables sucesos del 11 de setiembre y que está referido a la prevención del lavado de dinero.
Este tema es hoy muy sensible
en el ámbito internacional y es nuestra responsabilidad dar respuestas
claras a los compromisos asumidos por el país, preservando el prestigio
de nuestra plaza financiera Todos
sabemos que parte de ese prestigio se sustenta sobre el principio de la
confidencialidad, pero también sabemos que dicho principio debe estar
articulado adecuadamente con la responsabilidad del País en cuanto al
control de actividades ilícitas que, al amparo de aquélla, pretendan
enraizar aquí sus operaciones financieras.
Recordemos,
a este respecto, que a fines del año pasado se creó en la órbita del
Banco Central la Unidad de Información y Análisis Financiero, quien es
la encargada de instrumentar políticas y procedimientos para prevenir y
detectar operaciones. En el correr del 2001 se completaron las
reglamentaciones de los distintos sectores supervisados por el Banco,
estableciéndose los requisitos específicos que deben cumplir los
distintos tipos de entidades (Bancos, Casas financieras, Empresas de
Seguros, Corredores de Bolsa, Casas de Cambios) En particular, para las
empresas de intermediación financiera exigimos la implementación de un
Sistema Integral de Prevención que contempla, además de las políticas y
procedimientos, el nombramiento de un Oficial de Cumplimiento. También se
avanzó significativamente en la Base de Datos Centralizada de cierto tipo
de transacciones de interés
para el control de lavado de activos. En efecto, las empresas de
intermediación financiera están ya hoy informando al Banco Central sobre
este tipo de operaciones y proporcionando la misma desde comienzos del
año, en muchos casos. Permítanme enfatizar que esta metodología de
trabajo pasó su prueba de fuego, su prueba rigurosa, a nivel
internacional el pasado mes de junio, momento en el cual nuestro país
recibió el informe final del GAFI, institución que se dedica a estos
temas, aceptando que la plaza uruguaya cumplía con las normas y
regulaciones apropiadas para el control y prevención del lavado de
dinero.
Regulación
del sistema financiero.
Permítanme
ahora referirme a las actuaciones del Banco respecto
a otros aspectos. No quisiera comenzar este capítulo sin una breve
referencia a la reciente reprivatización del capital accionario del Banco
La Caja Obrera. Esto no es para comunicarles la novedad, porque ya es de
dominio público. Ya está funcionando con sus nuevos propietarios.
Pero como esta decisión se enmarca en los compromisos asumidos el
año anterior en este mismo Foro, es la oportunidad de darlo de baja de la
agenda y valorar la oportunidad en el camino de la consolidación del
sistema. Constituye la culminación de un largo proceso de 14 años de
gestión por el Estado, que incluyó varios intentos anteriores para su
venta y que hoy finaliza con éxito.
En
el plano regulatorio, a pesar de enfrentar un año tan complicado como
éste en materia económica, hemos tomado una serie de decisiones
destinadas a perfeccionar la solvencia de nuestro sistema financiero que,
a la vez, resultan en una mayor flexibilidad normativa para enfrentar las
dificultades a las que hacíamos referencia. En ese sentido se incluyeron
nuevas garantías computables, a los efectos de la determinación de
previsiones, se extendieron los plazos de cómputo de las garantías ya
admitidas, se flexibilizaron las condiciones establecidas para la
reestructuración de deudas, particularmente en el sector agropecuario.
Sin embargo, la modificación más importante estuvo referida a la
incorporación del régimen de previsiones estadísticas.
Éste
tiene esencialmente por objeto que los bancos previsionen pérdidas por
incobrabilidad en función de los riesgos de largo plazo. De este modo,
las pérdidas del ejercicio se logran desvincular del ciclo económico,
haciendo que los estados de resultados de los bancos sean más estables a
lo largo del tiempo y promoviendo, simultáneamente,
y he aquí su importancia, una mayor estabilidad de la oferta de
crédito al sector privado. De ahí que se acostumbre denominar a este
tipo de normas como anticíclicas,
pues, de alguna manera, contribuyen a atemperar el natural comportamiento
procíclico del crédito. En
este plano, como ya lo hemos señalado en alguna oportunidad, nos
encontramos en la vanguardia internacional, ya que no muchos países han
comenzado a incorporar aún este esquema regulatorio.
Simultáneamente,
el Banco Central ha perseverado en normas de prudencia dentro del sistema
mediante una mayor información sobre la gestión de los propios bancos,
en el convencimiento que un mercado con mayor información toma mejores
decisiones. En esta línea está el Registro de Auditores Externos, está
la obligatoriedad de calificación de riesgo para Bancos y Cooperativas.
En esta materia y dentro de la misma filosofía, la obligatoriedad de
calificación se hace siguiendo estándares internacionales y será
realizada por entidades de reconocido prestigio mundial. Este requisito
nos parece natural: si queremos tener una plaza financiera con una
proyección más que regional, debemos apuntar sin lugar a dudas a este
tipo de estándares rigurosos.
Para
completar el marco institucional del sistema financiero, continuamos
estudiando con la misma fuerza y con el mismo compromiso, la forma
jurídica apropiada para poder pasar a un modelo de supervisión
financiera sobre una base consolidada, y sobre esta base poder avanzar.
Evidentemente, es un mundo en el cual las empresas financieras trabajan
internacionalmente y con una lógica de conglomerado, no existe otra
aproximación posible a la supervisión que garantice una correcta
evaluación y gestión de los riesgos asumidos por las instituciones.
Finalmente,
no quisiera terminar este capítulo sin agregar una reflexión sobre el
comportamiento reciente de las tasas de interés. Es claro que las tasas
de interés integran de modo fundamental el costo financiero de la
gestión de la empresa, y en consecuencia son parte del costo país. Una
baja de estos costos equivale a un aumento en nuestra productividad. Las
tasas de interés han estado bajando sensiblemente en el mundo, pero esa
baja sólo se reflejó parcialmente en el mercado doméstico.
Particularmente han mostrado descensos significativos las tasas de
prefinanciación de exportaciones y las vinculadas a los créditos de
clientes de primera línea. Pero en otros casos, la evolución
desfavorable hace que nuestro costo financiero se encarezca, comparado al
resto del mundo en el área dólar. Especialmente en lo que hace al
financiamiento en dólares para préstamos y descuento de documentos.
Ustedes
son conscientes de que en nuestra gestión hemos buscado contribuir a
disminuir estos costos, de modo de alinearlos con los niveles
internacionales. También hemos tenido iniciativas en este sentido en las
tasas al consumo. Y
recientemente estamos planteando ajustar la normativa vigente de manera
tal que las tasas de interés de los administradores y tarjetas de
créditos y otros operadores financieros se rijan por las mismas
disposiciones que caben a las instituciones bancarias. No nos sentimos
conformes con los resultados obtenidos y pensamos que es una preocupación
compartida. Deseamos enfatizar que buscaremos la forma y los instrumentos
de modo de lograr una mejora
en este campo y que el mercado financiero doméstico termine de
internalizar estas condiciones favorables y ofrezca tasas de interés
internacionalmente competitivas.
El
Mercado de Valores.
Para
finalizar unas últimas palabras sobre el Mercado de Valores. No
tendríamos tiempo para abarcar toda la gestión del Banco Central.
Sabemos que uno de los sectores de nuestro sistema financiero que tiene
mayores perspectivas potenciales de desarrollo es el mercado de capitales.
De hecho, sólo la creciente participación de los Fondos de Ahorro
Previsional, ya con unos 600.000 afiliados y más de U$S 1.000 millones
bajo administración, están realizando una contribución decisiva en este
sentido. Pero el Banco Central está empeñado en fomentar aún más ese
desarrollo dentro de su ámbito legal. Los caminos a seguir vienen por un
lado de mejorar la estructura institucional que hace al funcionamiento del
mercado en sí, mientras que, simultáneamente, se están preparando
distintos proyectos de iniciativas legales con el objeto de sustentar
jurídicamente actividades que hoy no existen.
Tal
es el caso del fortalecimiento institucional que se inscribe con la
creación de una Caja de Valores única para el mercado, que cumpla las
funciones de compensación, liquidación, custodia y registro de valores.
Tenemos ya dos planteos: uno
de la Bolsa de Valores y otro de la Bolsa Electrónica,
y estamos muy avanzados para lograr un proyecto único.
En
materia de desarrollo de mercado se está trabajando en varios proyectos.
Uno de ellos es el anteproyecto de Ley sobre Fideicomisos, una modalidad
de negocio que ha tenido un significativo desarrollo a nivel
internacional, recogiendo y adaptando el instituto del trust
propio del derecho anglosajón. Este instrumento resulta particularmente
apto para la administración de portafolios, canalización de inversiones
públicas y privadas, procesos de concesión de obras y servicios. Este
proyecto junto con otros, los venimos analizando con el Ministerio de
Economía y Finanzas, y tenemos
la convicción de que será un buen vehículo para la canalización de
inversiones.
También
los warrants y los
certificados de depósito representan otro de los aportes que el mercado
de capitales puede hacer a las transacciones comerciales. Éstos implican
la incorporación de un derecho sobre mercaderías y productos del
comercio en un documento y su circulación en el mercado. Todo ello está
en el campo de los proyectos.
En
nuestra visión, el desarrollo del mercado de valores requiere de una
fuerte cooperación entre el sector privado y el sector público. Por tal
razón, hemos considerado necesario superar los problemas que se
identifican en el mismo a través de un amplio acuerdo con los principales
actores, transitando por un camino que se basa en la idea de algo similar
a una Comisión de Valores, dentro de las posibilidades normativas de
acción del Banco Central. Estos acuerdos deben formarse sobre la base de
una agenda que incluya no sólo los temas que hemos mencionado, y muchos
otros, sino también la organización bajo una única entidad de todas las
actividades del mercado.
Como
ustedes ven, la agenda es amplia. En esta exposición he procurado situar
algunas de las distintas acciones y responsabilidades de nuestra
Institución, en el contexto económico-financiero del presente año y su
visión hacia el 2002, pero principalmente, he tratado de transmitirles la
orientación que inspira nuestra política. Las claves para entenderla son
la prudencia, la predictibilidad, la búsqueda de la eficiencia, todo ello
con una clara orientación hacia el mercado para no tener saltos y no
recibir sorpresas.
Muchas
gracias