04/07/01

BATLLE: "RECIEN AHORA PODEMOS FORMAR TODOS LOS PROFESORES NECESARIOS"

El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle, dijo que recién en estos tiempos el país está en condiciones de formar todos los profesores que son necesarios para Secundaria y destacó la importancia de la tecnología en la trasmisión del conocimiento. El mandatario recordó sus tiempos de adolescente al visitar el liceo No. 54, ubicado sobre la Avenida Agraciada, donde recibió un ejemplar de la publicación "La Clave" editada por alumnos de 3er. Año de esa casa de estudios. Las palabras del Dr. Batlle fueron las siguientes.

PRESIDENTE BATLLE: Los fotógrafos ya me sacaron 32.532 fotografías y no voy a mejorar. Así que los muchachos, en primer lugar quiero decirles, que éste no es un liceo pichi (exclamaciones de los alumnos). Cuando yo venía a ese liceo era el liceo número 6, o sea el que le seguía a éste, no, éste es el 5, 4, 6. O sea, el mejor liceo del mundo era éste (más exclamaciones de alumnos). Ahora, a ese liceo yo venía, entré a ese liceo hace... no se desmayen, ¿eh?, que hay esperanzas de llegar... hace 62 años (exclamaciones). Tengo 73.

A ese liceo vinimos los tres: vine yo - el burro adelante para que no se espiante - vino mi hermano y vino mi hermana. Hicimos los tres el liceo, lo completamos acá. Naturalmente que a mí no me dejaban cantar en el coro. Había un viejo profesor de música búlgaro que se llamaba Tiril, que era un gran profesor de música pero cuando me oía cantar paraba el coro y decía: Batlle, no cante. (Risas).

Mi hermano sí. Tocaba el piano y sigue tocando el piano, pobre, después de muchos años y aquí en el liceo vivimos sin ninguna duda los mejores años de nuestra vida. Yo recuerdo a los profesores como los van a recordar ustedes, clase por clase. Teníamos grandes profesores, formidables profesores. El padre Carbonell era profesor de matemáticas en 4o. En 1º era Mullins, en 2º acá era Sales, en 3º allá era el Ing. Penadés y en 4º era Carbonell. Teníamos grandes profesores. Algunos eran tan grandes que metían miedo.

Yo acá tengo varias hazañas. La primera: hice caer París 48 horas antes. Estábamos en plena guerra mundial y había un terrible escrito de Biología, yo no sabía nada. Entonces me acomodé con unos amigos, unos gordos Salvo, que tenían casa en Uruguayana y Capurro y dijimos, vamos a hacer caer París. Así nos salvamos de Biología. Estaba la Guerra, y la tropa de los Aliados estaban para entrar en París, y se decía que caía París, caía París, la ciudad París, de París, Francia. Y llegamos temprano, nos paramos en la puerta y dijimos "Hay huelga, cayó París, vamos a festejar". Hasta ahora estamos festejando aquel escrito de Biología que nos salvamos, que si no hubiera sido una cosa espantosa, y no hubiera podido obtener este certificado que tengo acá, que ahora hay que decir que es así, gracias a que el profesor de Biología no me pudo encontrar ese día. La segunda cosa que hacía -cosa que tampoco se las recomiendo-, teníamos y con los gordos Salvo y con Scheck, Horacio -vivía ahí en la placita donde empieza la calle Félix Olmedo-, nos escondíamos atrás del quiosco de revistas de la esquina a la espera que nuestro padre, que nos dejaba acá, que veníamos de Camino de las Tropas, que fuera para el centro y rumbeábamos para la cancha de Wanderers. El gordo Salvo y el hermano iban a cazar palomas al Rosedal, y nosotros con Horacio íbamos a practicar en la cancha de Wanderers -en aquella época jugaba en Wanderers Obdulio Varela, y el entrenador de Wanderers me parece que era Cea-; entonces, un buen día, el presidente del club Wanderers, que era un señor, Delbbussi, que era el dueño de la confitería Americana -que estaba en la calle 18 de Julio entre Cuareim y Yí-, le dijo a mi padre "Decíme, Luis, ¿tu hijo va al liceo?, Y, sí, va al liceo, ¿Y a qué liceo va?, Al Bauzá, ¿Y a qué turno va?, Al de la mañana", y dice "Bueno, mirá, andá por el liceo porque hace un mes y medio que va a practicar a la cancha de Wanderers". Se podrán imaginar lo que me terminó pasando, ¿no? Muy bien. Me tuve que transformar en traga para poder, en el tiempo que me quedó, salvar el año y poder pasar a tercer año, y terminar cuarto, y después ir al Vázquez Acevedo. Lo cierto es que el liceo es la casa de ustedes, es nuestra casa, y nos vamos a llevar recuerdos imborrables del liceo. Un liceo que, como ustedes bien lo dicen, nosotros fuimos de aquellos que nos quedamos rabiosos, porque cuando se hizo el liceo nuevo no tuvimos más suerte de ir, ya habíamos terminado el liceo acá; y, por tanto, pensamos que no íbamos a crecer tanto en aquella época. Fíjense que cuando yo venía acá al liceo, este era el Liceo Nº 6, y había en Montevideo siete, u ocho liceos que hacían tres turnos, y hoy este es el Liceo Nº 54. Fíjense si habrá tenido un cambio esto. A mí me tocó poner adentro de la última Constitución de la República, cuando se reformó, yo fui el que puse el artículo que la Enseñanza Secundaria era obligatoria, y eso determinó -no, de nada, sino tenés muchas ganas de estudiar vos-, y eso determinó una explosión de la cantidad de liceos. Pasamos de muy poquitos a más de 50 liceos en tres turnos, y no teníamos profesores, y recién ahora estamos en condiciones de formar la cantidad de profesores que se precisan para dar la mejor educación. Eso sí, muchachos, cuando yo estudiaba, hace chiquicientos años, las cosas eran muy lentas, los cambios eran muy lentos, los cambios en los conocimientos eran muy lentos; hoy los cambios van a toda velocidad. Entre el día en que ustedes entraron al liceo y el día que salgan del liceo, van a encontrar cambios muy importantes en el conocimiento científico, técnico, en todas las formas del saber. Por tanto, en nuestra época, aprender era tratar de reemplazar a la máquina -que no existía- para acumular los conocimientos. Hoy aprender es una cosa completamente distinta. Hoy aprender significa razonar, porque hoy la máquina le pone en un instante todos los conocimientos del mundo al alcance de la mano; apretan un botón y, dentro de la computadora, bajan del banco de datos toda la información que quieran saber. Lo que no pueden bajar de la computadora es razonar. Si aprenden a razonar podrán saber todo lo que en el mundo existe y lo que va a aparecer mañana. Quiere decir que hoy, la enseñanza es para ustedes una cosa completamente distinta de lo que fue para nosotros. Hoy ustedes son personas que están en condiciones de seguir el ritmo del cambio del conocimiento y del saber, en la medida que aprendan a pensar y aprendan a razonar; y no se hagan los locos, porque a esta altura de la vida, y a la edad que tienen ¿saben lo que tienen acá, adentro, afuera poco pelo como yo, pero adentro, saben lo que tienen?, una esponja. Aprovechen que con esa esponja van a poder adquirir todos los conocimientos, porque en el mundo de ustedes, tanto sabés, tanto valés, tanto sabés, tanto valés. Y esa libertad, que este canto tan hermoso nos habla de ella, la van a ganar ustedes en relación directamente proporcional al conocimiento y a la capacidad de entender y de aprender que desarrollen adentro de cada uno de ustedes. Les puedo asegurar que este es un lindo liceo para hacer eso, hasta se llega a Presidente viniendo a este liceo.

Gracias por haberme dado la oportunidad de volver. También puedo llegar a volver si un día se deciden a pintar las paredes, no escribir macanas en las paredes. Gracias. Conozco la manga; ¿querés la pintura?, te consigo la pintura. Vamos a pintar los salones de distintos colores...