07/03/2001

PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DR. JORGE BATLLE, EN EL ALMUERZO ORGANIZADO POR LA ASOCIACIÓN CRISTIANA DE DIRIGENTES DE EMPRESAS SOBRE EL TEMA EL "URUGUAY QUE NECESITAMOS"

Señoras, señores, señor ex Presidente de la República, Dr. Julio María Sanguinetti, señores Embajadores, señores Ministros, amigos: cuando el señor Cotelo hizo esta presentación dijo que no me invitaba ni como diputado, ni como diplomático, ni como empresario, ni como candidato, sino como Presidente, cuando en realidad lo que más he sido en mi vida he sido candidato (risas) y voy a ver si me desprendo de esa condición para poder hablar como Presidente (aplausos).

Los empresarios son, mirando sobre todo a mi amigo Isaac, diría "bichos astutos". En un momento Deicas me agarró confundido y me dijo: "¿Ud. no abriría la conferencia del año?" Y le dije que sí. "¿Y de qué va a hablar?" Y le dije: "mire, no sé". Entonces, después me llamó insistentemente para ver de qué iba a hablar y yo le dije: "vea, Deicas, voy a hablar del Uruguay necesario". Del Uruguay necesario

En primer lugar, esta conferencia, esta reunión, se divide en dos partes: en una ustedes van a sufrir, en la otra se van a vengar. O sea, me van a hacer todas las preguntas habidas y por haber, y por tanto muchas de las cosas que me van a preguntar no las voy a decir, así tienen ganas de preguntármelas y yo puedo responderlas. Yo quisiera ver, si puedo hablar de algunas otras cosas. En primer lugar, como si estuviéramos hablando entre nosotros, ¿no es verdad? ¿Es un concepto estático el Uruguay necesario o es un concepto dinámico? En primer lugar, diría que es un concepto absolutamente dinámico, no es un concepto estático. El que se detiene, se cae. Las sociedades y los países son como la bicicleta. Solamente se tiene estabilidad si se da pedal. Si se deja de dar pedal, se cae. Y cuando se da pedal, se cambia. Se cambia de lugar, se cambia de territorio, se cambia de horizonte, se cambia de entorno, se cambia de todo. Por tanto, la única cosa que es estable es el cambio. Cuando renunciamos al cambio, renunciamos a la estabilidad. Y además de renunciar a la estabilidad, renunciamos al porvenir. Desaparece el tiempo debajo nuestro. Porque el no cambio no es el futuro, no es el pasado y menos es el presente. Es la nada. Y, además, el no cambio genera todo tipo de alteraciones, confusiones sicológicas, profundas, en la sociedad que lo lleva a situaciones que los sociólogos pueden, sin ninguna duda, mucho mejor que yo analizar, de desequilibrio, de confrontaciones y de desencuentros. Es claro que para el Uruguay hubo un tiempo que pareció que no cambiaba. Quizá no nos dimos cuenta de que éramos testigos de los cambios que siempre vinieron sucediendo en el Uruguay.

Pareció que de la mano de Inglaterra el Uruguay no cambiaba, ni la Argentina cambiaba. Anduvimos los dos de las manos de Inglaterra , desde mil ochocientos y y poco hasta la Segunda Guerra Mundial. Nosotros, los que somos como Posadas dice de Brezzo, colorados viejos, nos olvidamos que el señor Lafone, hermano del intendente de Liverpool, hablaba con el Primer Ministro inglés para que la defensa existiera. Lo cual quiere decir que este país, así como la Argentina, vivió cambiando adentro de un contexto que cambiaba, que nos parecía estable pero que cambiaba. Y si miramos la historia del Uruguay de 1860 a 1950, vemos como ese proceso fue un cambio permanente, pero fue un cambio en estabilidad creciente. La estabilidad puede ser debilitada con el tiempo y con los sucesos que en una sociedad ocurren o por el contrario, puede ser una estabilidad que se vaya consolidando y se vaya solidificando.Y esta estabilidad, entre nosotros se consolidó y solidificó. Esa Argentina de Rocca, de Pellegrini. Ese Uruguay del siglo que fue desde 1860 hasta 1940, 1950, fue un cambio permanente hacia una consolidación cada día, que nos hizo alcanzar estadios de una sociedad muy justa y, además de una sociedad muy justa, una sociedad muy abierta, una sociedad muy buscadora de oportunidades en libertad para todo el mundo. Muchas veces uno llega a situaciones a las que llegassin saber por qué, colectivas o individuales. El Uruguay a veces, sin saber por qué, llegó a una situación colectiva en donde a un correligionario de nuestro partido, al quien mucho quisimos todos, el Doctor Coronel Efraín González Consi llegó a acuñar una cosa fantástica: "como el Uruguay no hay". Y era así, no había como el Uruguay. Alcanzaba con nacer acá. Teníamos la vida resuelta, desde el crecimiento hasta la muerte, y sin inflación... y sin inflación. Fue una constante de 100 años en el Río de la Plata. La moneda uruguaya valía 95 centavos de dólar, un peso o al revés, 95 centésimos un dólar. Y cuando el Dr. Quijano, representante del Uruguay ante las organizaciones internacionales, le habló a mí señor, que entonces era Presidente de la República, y a su ministro de Economía, de Hacienda entonces, el Esc. Leo Arroyo Torres, la moneda valía 1,5190, el dólar valía 1,5190; 1947. Cien años de estabilidad, de mercados abiertos, de crecimiento, de educación, de cultura, de estabilidad social, con un crecimiento demográfico paulatino, de una inversión tecnológica fuerte. Cuando se trajo el primer ferrocarril y se tendió la primera vía, se hizo la primera transmisión de gas y de luz eléctrica, accedimos a la tecnología de punta entonces. Quiere decir que la tecnología era entonces de punta y a esa tecnología accedían esos países. Eran tan adelantados como los más adelantados. Cuando Sáenz Peña y De la Quintana fueron a participar en el Congreso Panamericano, después de haber participado en el Uruguay del Congreso de Derecho Internacional Privado, en Washington, la Argentina tenía tantos o más ferrocarriles que los Estados Unidos. Y era, sin ninguna duda, uno de los dos o tres primeros países en haber alcanzado esos estadios, esos niveles, que hoy todos buscamos y deseamos. Quiero decir que eso colapsó y colapsó por los acontecimientos vertiginosos que vivieron los países de Europa, del Asia y de América, después de la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento, estando en Acción, recuerdo un tiempo en que nosotros le contratamos a Jack Ruef unos articulitos de economía. Y yo lo fui a ver a Jack Ruef a París y hable con él y me dio un librito que él había escrito, en donde me dijo que leyera las primeras páginas del librito. Yo leí las primeras páginas del librito y decía una cosa de la inflaciòn que mi ignorancia; naturalmente los abogados nunca aprendimos economía y todavía ni sabemos, por eso la discutimos este, y lo hacemos víctima a Ariel de nuestras terribles apreciaciones, pero como el sigue siendo profesor nos enseña todas las mañanas. Decía Jack Ruef que solamente podía haber un país con emisión pero sin inflación si había dictadura, y que la inflación era la destructora de todos los conceptos centrales de la vida de los seres humanos. Porque si la moneda no valía, el gran estafador era el Estado, y eso fue un poco lo que sintió Máximo Perez cuando a mi bisabuelo le tocó firmar la Ley de Curso Forzoso y entonces él le dijo, si usted sigue mandando estos papeles sucios yo con mil chuzas lo voy a sacar de su asiento, el hombre era orista, tenía mucho más confianza en la libra esterlina y en la doble aguila, se ponía la badana se tiraba una libra esterlina y pasaba un novillo, Esa libra esterlina no la fabricaba el gobierno, los papeles esos del Curso Forzoso lo fabricaba el gobierno y cuando Discépolo se queja de Staviski en realidad es una injusta persona, Staviski lo que hacía era lo mismo que hacía los ministros de economía y los presidentes de los bancos centrales, emitían a lo bobo. (risas). Y al emitir como emitían destruían la moral. La inflación, entre otros males, genera el peor mal de todos, el que destruye la moral de los pueblos. La inflación destruye la moral de los pueblos porque anula el valor de las cosas, de todas, de las cosas materiales, primero, e inmediatamente al anularlas anula el valor de las cosas morales. Cuando hay inflación, ¿pero quién es el tonto que paga?, es mejor deber, Cuando hay inflación, ¿quién es el tonto que ahorra?, es mejor especular que invertir. La inflación mata todos los principios de convivencia social. Mucho más allá de lo que dice con tanto acierto, Ariel y Bensión y Ricardo y todos ellos, que hablan con tanta seriedad de la economía, lo que provoca la inflación es la destrucción de las sociedades, las destruye, las aniquila, les genera desesperanza, les genera desasosiego, hace que se pierdan los límites de todos los valores, nada sirve, nada es bueno, destruye la familia, destruye todo. La inflación es como una peste, que destruye las comunidades, entonces ¿qué pasa cuando no hay inflación?. Cuando no hay inflación viene la verdad. Pasa igual que lo que pasa en el Puerto del Buceo cuando bajan las aguas se ven las rocas, el tema es este o este, o subimos las aguas o sacamos las rocas.

En el Uruguay ha habido un proceso de quince años para sacar las rocas. Nada de lo que se está haciendo ahora o de lo que se quiere hacer ahora, o de lo que se debe hacer ahora y de lo que se deberá hacer mañana se puede haber hecho si no se hubieran hecho otras cosas ayer, antes de ayer y tras antes de ayer. El Uruguay necesario no es un invento es un proceso, es un proceso en el cual basado en que al eliminar la inflación resplandece la verdad, están las rocas a la vista y entonces ha llegado el momento de sacar las rocas. Alguna gente dice amiga mía, esa gente que me quiere mucho y que el cariño hace que uno sea ciego dice, - que macana, que usted no haya llegado antes a la Presidencia – y yo digo, gracias a Dios no llegué antes a la Presidencia, me hubieran echado. (risas) Porqué lo que yo decía hace diez años y casi me colgaban, para que sepan y están acá los responsables, aquellos pocodocan me colgaban, no existe más. El oro está vendido y nadie dijo nada (aplausos), y nadie dijo nada y ¿por qué? (aplausos), y ¿por qué? ¿por qué no tenía razón antes?. No, tenía razón antes, claro que tenía, pero no se podía hacer porque la gente no lo podía comprender, había que sembrar y en política es como en la vida hay que sembrar, porque si no se siembra no se cosecha, pero las cosas tiene su tiempo en la vida de las naciones, entonces, así como durante cinco años, de 1985 a 1990, nos pasamos discutiendo nada más que el problema de las amnistías, de las distintas amnistías y terminamos con un plebiscito y ese fue ese período y había que hacer eso en ese período y era eso lo que había que hacer para poder hacer lo que estamos haciendo ahora, o sea, lo que estamos haciendo ahora todo esto de la Comisiòn de la Paz y del estado del alma se pudo hacer porque se hizo lo otro antes. Si no se hubiera lo otro antes esto no se hubiera podido hacer. Por tanto yo no inventé nada. Yo simplemente trato de seguir el ritmo. Y qué es lo que tenemos que hacer hoy: apurarlo. Hoy el ritmo tenemos que apurarlo y el ritmo lo tenemos que apurar volviendo a darnos cuenta que hay tiempos en donde un siglo pasa en un minuto y hay tiempos en donde realmente el tiempo se hace más lento.

Estos 15 años han transformado a la sociedad uruguaya, por el solo hecho de transcurrir el tiempo y porque ademas el transcurso de ese tiempo, aquí y en el mundo entero, el aumento de esa información le ha permitido a la gente tomar conciencia de lo propio, tomar conciencia de lo ajeno, ver como el mundo funciona, darnos cuenta de cuales son aquellas cosas que realmente tenemos que preservar, que tenemos que mejorar, que tenemos que afirmar, que tenemos que consolidar, que son la sustancia de nuestra vida y cuales son las cosas que tenemos que cambiar. Las cosas que tenemos que cambiar son las cosas que no hacen a la sustancia de nuestra vida pero que si no las cambiamos alteran la sustancia de nuestra vida. Y esa es, me parece, la ocasión que históricamente los demás nos prepararon a los uruguayos para hoy. Todo lo que hoy vamos a poder encarar y vamos a poder hacer es el fruto de lo que desde 1985 hasta ahora, lentamente, se ha podido ir construyendo y se ha podido ir consolidando.

Piensen ustedes. No se habla más de la moneda ¿vieron? ¿Quién habla de la moneda? ¿Quién se fija en el valor de la moneda? Antes era una especie de pasión cotidiana, diaria, en donde no había otra cosa en la Ciudad Vieja que saber quien tenía la última a propósito de cuánto iba a valer la moneda hoy, mañana, esta tarde, mañana, quién lo habia hecho, quién no lo había hecho ¿eh? ¿Se acuerdan? Se acuerdan, tantos de nosotros, yo el primero, víctimas de ese tipo de rumores, murmullos, ideas, cosas. Bueno, se terminó. Vieron, se terminó. ¿Y cuánto costó? ¿Cuánto costó? Cuantos años costó sacarnos a todos nosotros de nuestro imaginario cotidiano ese factor que enturbiaba nuestra vida y que estaba en la base de que, como consecuencia o como causa, se hablaba de la moneda como qué, como consecuencia. ¿Consecuencia de qué? Consecuencia del déficit fiscal, consecuencia del desorden que ese déficit traía, consecuencia del ajuste. No teníamos otra forma política que bancarlo que no fuera la sociedad, no las personas o los partidos sino la sociedad en su conjunto, que es la que paga siempre, porque al final ¿quién termina pagando todo? No hay comida gratiis, salvo esta con la invitaciòn del señor Deicas ¿no?. Todo lo termina pagando la sociedad. Ese tema salió. Nadie discute que la inflaciòn es espantosa, ya nadie discute todo eso. Entonces el Gobierno pasado tuvo cinco años de inflaciòn contenida. Cinco años más son diez años. Diez años. El que venga seguramente va a hacer lo mismo. Van a ser 15 años, 15 años. Un niño de 15 será un hombre de 30. Hoy un hombre de 30 es Premio Nóbel, no como antes que los Premios Nóbel tenían que tener, por exigencia de las condiciones de la época, una barba hasta por la cintura. Hoy es la gente joven la que está al mando de las cosas. Es una rara avis el Uruguay, en donde ciudadanos con esta juventud de 73 años lleguen a la Presidencia de la República. Es claro que en este caso mérito es de mi insistencia (risas) pero es una cosa exótica. En el mundo la gente joven, nosotros decimos mirá este muchacho y es abuelo, tiene 50 años. Los hijos de mis amigos son abuelos ya, prácticamente. En una palabra, por suerte mi madre cumplió 94. lo que me da esperanzas (risas) pero de cualquier manera no es el tiempo de hoy el que se juega en nuestra generación y menos el tiempo de mañana.

Entonces, digo, que si esa es la evolución que ha tenido esta sociedad, ha pasado algo que me permití decírselo en la Universidad de la República a los integrantes del Claustro universitario, de los señores decanos y miembros del Consejo Central, cuando comenzamos a hablar de algunas cosas, entre otras del Hospital de Clínicas. Les dije: en el Uruguay hay cantidad de cosas que están muertas pero que nosotros no nos damos cuenta que están completamente muertas. Y el problema del gobierno en el Uruguay no es que va a tener que salir a buscar cosas, es que las cosas van a golpear en su puerta y va a tener que salir a contribuir a ordenarlas. ¿Y ordenarlas para qué? Para poder hacer que ellas sigan funcionando. Con bien para la sociedad uruguaya y para aquellos que participan de ellas, en un marco totalmente distinto a aquel en cuanto tuvieron origen y que al mismo tiempo les sirva, a ellas, no solamente para sobrevivir sino para tener una vida futura exitosa y poder producir el bien para aquellos de sus miembros y para la sociedad en su conjunto. Y esa es la situación histórica que vive hoy el Uruguay, en la cual este Presidente de la República no tiene nada que ver, ni la construyó ni la va a resolver solo. Mentira creer que alguien puede resolver solo algo, y menos desde el gobierno. Se precisa la ayuda de todos. La ayuda de los Ministros, la ayuda de los partidos políticos, la ayuda de todas las organizaciones sociales que el país tiene en la así llamada sociedad civil, y la ayuda y comprensión de los que trabajan y de los que piensan y de los que sueñan. En ese sentido creo, y lo debo decir, digamos, con total franqueza, siento que la sociedad uruguaya no solamente ha procesado un cambio formidable, sino que es una sociedad que exhala capacidad e inteligencia y, además, sentido común y comprensión.

No dudo que vamos a seguir teniendo todos diferencias en cuanto a los procedimientos adecuados a cómo alcanzar fines que son comunes, el deseo de Justicia y de equidad. Pero, sin ninguna duda, también, cuando hablamos de diferencias, ellas empiezan a limitarse muy mucho esas diferencias, porque hoy en el mundo cuando uno mira hacia afuera de fronteras, uno observa, en todos los países, que las diferencias son, realmente, por matices en cuanto a las cosas centrales, no por matices en cuanto a las cosas externas a las cosas centrales. Las cosas externas a las cosas centrales es cómo operamos algo, están ya muy profesionalizados, muy profesionalizados. Cuando vamos a discutir el "dumping" de la leche, real o inexistente, hay un profesional del cual no podemos salir; y cuando discutimos, digamos, con las autoridades internacionales monetarias cuál es el proceso del déficit que esperamos tener, también. No se pueden hacer maquillajes sobre las cosas. Todo el mundo lo sabe, además hay una información muy grande, muy abierta, cada día más. Eso hace que antes existía aquel que tenía el poder sobre lo desconocido, que era un gran poder: el manejo de lo desconocido. Ese perdió poder. El gobernante, el Ministro, el director de Ente Autónomo, el director sindical, el director empresarial, tenía un gran poder no solamente por el poder que tenía, si porque manejaba, además, lo desconocido: él sabía, él estaba ahí, él era dueño de una verdad que solamente él conocía y que era dada por sentada como auténtica. Se terminó el poder sobre lo desconocido. Se prende Internet y se sabe qué gana cualquiera de nosotros. Se sabe, por ejemplo, que 120.000 funcionarios públicos de la administración central le cuestan al país 1.200 millones de dólares por año y 4.200 funcionarios del Banco de la República le cuestan 210. Se sabe. ¿Es absurdo? Se sabe. Lo sabe todo el mundo. Por tanto, se terminó el poder sobre lo desconocido. Se terminó. Estamos, entonces, en una sociedad mucho más abierta en donde las respuestas son producto de que ella misma va generando la demanda de esas respuestas. Y así es que vamos a tener este año que comenzar a analizar y a discutir, por donde queramos comenzar a analizar y a discutir, todas las cosas de este país. Habrá que elegir sus tiempos, habrá que elegir sus ritmos, habrá que elegir sus temas, pero cuando uno empieza a escuchar a los señores Ministros, como los escuchamos el otro día en esa maratón de ministros que tuvimos hace poco tiempo, ahí, en el Edificio de la Plaza Independencia, y uno mira al señor Ministro de Defensa, uno siente que tenemos que cambiar la Ley Orgánica Militar, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, la legislación sobre la Caja de Jubilaciones Militares. Y cuando vemos al Ministro de Relaciones Exteriores, sentimos lo mismo. Hemos hecho ya una cantidad de cosas: vendimos Londres, compramos a Estados Unidos, Londres; rehicimos en ese sentido nuestra fuerza de presencia en esas capitales mundiales. Estamos procesando modificaciones centrales en la operativa de la participación de la discusión internacional en los distintos foros, en donde necesitamos formar negociadores; no tenemos negociadores, porque el país no estuvo, digamos, preparado en el pasado para eso. Y cuando vemos al Ministro de Industria por allá y, bueno, que hablar que la UTE, el ANCAP; bueno, cuando hablamos del ANCAP se puede hasta prender fuego media humanidad y, sin embargo, para salvarlo hay que cambiarlo, si no lo cambiamos no lo salvamos. Para salvarlo, integrarlo, mejorarlo, y que aquellos que son sus funcionarios se sientan más cómodos, se sientan mejores, se sientan además capaces de servir mejor a la comunidad y tener un destino, hay que cambiarlo; si lo dejamos así , si lo dejamos así no puede enfrentar la competencia ni de PETROBRAS, ni de Repsol, ni de PEDEVESA, ni de los iraníes, ni de nadie. ¿Por qué?. Y porque no tiene ni petróleo ni distribución, y porque si yo le quiero vender nafta a los argentinos, los argentinos me van a decir "pero, cómo no, encantado; venga, sea bueno, pero mañana yo le voy a vender nafta a usted"; y entonces va a aparecer un Brasil "y, cómo, nosotros no somos del MERCOSUR; así que nosotros no y ustedes sí". No, imposible. El mundo se abrió, el mercado se abrió y si pensamos en la Caja Notarial y en la Caja de Jubilaciones Profesionales y en la Caja Bancaria, se ha dado esa cosa exótica que el sindicato bancario nos pide que pongamos empleados, porque la Caja Bancaria tiene notorias dificultades para atender los servicios de los jubilados y de los que se van a jubilar. Y si pensamos luego en la coordinación imprescindible entre el BPS, la DGI y la Aduana, que tenemos que modificarla sustantivamente, pero, ¿y por qué todas estas cosas no se hicieron antes?, se pregunta alguno. Porque no se podían hacer, señores, porque las cosas en la vida de las sociedades tienen su tiempo y entonces se han hecho otras, muchas otras. Se han consolidado cosas, se han eliminado factores permanentes de discusión, se han consolidado estilos y formas que determinan, que al haber resuelto esos problemas, la sociedad entonces empieza a prepararse y empieza a demandar que se resuelvan otros problemas. Y esa es, esa es la conciencia que tenemos que asumir del tiempo que vivimos; esa es la conciencia que tenemos que asumir del tiempo en que vivimos. Esto está por encima de los partidos políticos, esto está por encima inclusive de las ideologías; esto está por encima de nuestras diferencias personales. Esto requiere y reclama que todos nos pongamos a reflexionar sobre esos temas; a juntarnos en algún lugar, a hablarlos en voz alta. Podemos seguir, yo que he sido el campeón de todas las reformas constitucionales en el Uruguay, podemos seguir con el capítulo de los Entes Autónomos tal cual estructurado,. Si está estructurado a imagen y semejanza del tiempo político de 1950. Qué tiene que ver el tiempo político de 1950 con el tiempo político y económico del 2010. ¿Quién dijo que estamos en el 2001? Estamos en el 2010. Todo lo que hagamos hoy es para mañana no es para ayer y sin embargo seguimos atados a un proceso en donde la designación es la consecuencia no solamente de un hecho político que no existe más sino que inclusive ella, en buena medida, ha olvidado que ha habido una reforma posterior que determina que hay inexorablemente, en el futuro, por mucho tiempo en el país un gobierno de coalición. Entonces si hay coalición que problemas tenemos con el tres y dos. Pero además en qué se transforma después una sociedad en donde esos organismos están aherrojados y encorsetados por una legislación pública cuando estaban acostumbrados a vivir sin competir y hoy si no pueden competir no pueden vivir, más allá de lo que pensemos cada uno de nosotros. Que significa que en su designación nosotros resolvamos problemas políticos que tenían valor, significación, hace 50 años pero que en el mundo de nuestros hijos no existen más. Nadie va a ir a votar o dejar de votar a nadie porque no haya puesto al caudillo de Soriano en un lugar o lo haya sacado. No hay más eso, se terminó para siempre eso. Eso fue un mundo real, no fue un mundo malo . En ese mundo vivimos, crecimos e hicimos un país que sin ninguna duda sigue siendo el mejor país de América. Pero este no es más el mundo del mañana. Y no podemos seguir con gerentes y con mandos medios que se han acostumbrado a vivir adentro de un mundo donde no tenían que tener en cuenta el mercado. El mercado no existía, si podía poner la tarifa, podía sacarla, podía tomar una medida, podía hacerla, podía no hacerla, no tenía que reflexionar sobre lo que podía hacer otro que podía competir con él. Porque el mundo de él no era así. ¿Cómo lo vamos a criticar porque no entienda el mundo del mañana si tiene 50 años de felicidad en un mundo encerrado en donde vivió y hoy le dicen: "mire se volaron las paredes, se volaron los techos, hay intemperie y tiene usted que ponerse de nuevo en marcha con los vientos huracanados que asolan el lugar en que usted está".

Síntamos que eso no lo podemos resolver con discursos, síntamos que no nos va en juego la vida de las personas y de los partidos en estas cosas, pero síntamos si que si esas cosas no las cambiamos nos podemos hacer un enorme daño a nosotros mismos, todos, blancos, colorados, encuentristas, frenteamplistas, todo el mundo un enorme daño ¿por qué? Porque esos instrumentos van a dejar de ser instrumentos adecuados y no es con retórica que lo vamos a cambiar. Es haciendo una profesionalidad real de los mismos que los vamos a cambiar. Y eso lo tenemos que hacer en todos lados. Lo tenemos que hacer en la educación. Nosotros con el señor Brezzo y algún otro correligionario que está por acá, con el Dr. Sanguinetti, somos además de integrantes del Partido Colorado, del Partido que nosotros llamamos el Partido de la Defensa y que somos además amantes de la historia y competimos entre nosotros como una especie de juego intelectual encantador, recordamos que allá por mil ochocientos cuarenta y poco el Gobierno de la Defensa le encargó a Esteban Echevarría, que había llegado exiliado de Buenos Aires, la confección de un manual de ética para enseñanza en las escuelas, que hace poco tiempo lo reedito la Embajada Argentina. Sí, aquel Gobierno aquel momento creyó que era bueno que las escuelas tuvieran un curso de Etica. Es claro, entonces el laicismo a nosotros nos ha llevado a decir lo que el laicismo no quiere decir. El laicismo nos ha llevado a decir que como no podemos ser ni hinchas de Peñarol ni hinchas de Nacional, ni hinchas de Wanderes, ni hinchas de Bella Vista, el fútbol no existe. Entonces la bolilla fútbol no existe porque somos laicos. Grave error. Los valores morales, los valores éticos, tienen que estar en la base de la enseñanza de los seres humanos.

Yo el otro día comí un asadito con un núcleo reducido de diputados de la 15

les dije: "che, muchachos... ¿han pensado que la misma cosa común, inexorable, es que nos vamos a morir?" Naturalmente, es una conversación propia de un tipo de 73 años, que está corriendo los últimos 200, pero es una reflexión que, seguramente, muchos seres humanos se hacen. Yo no soy bautizado, no formo parte de ninguna religión positiva, soy krausista, en la medida que puedo serlo hoy, pero me pregunto: ¿no será hora de que nosotros empecemos a dar la teoría de los valores y a los valores, y a la reflexión sobre las cosas de por qué el ser humano, además de tener piernas y brazos, y ojos, oídos, y nariz y garganta, tiene también, a lo largo de la historia, desde que nació arriba del planeta, alguna razón para reflexionar sobre otras cosas? ¿Podemos nosotros seguir diciendo que el fútbol no existe porque no queremos ser ni budistas, ni islámicos, ni católicos, ni umbandistas, ni ateos, ni agnósticos? ¿Podemos? Porque, ¿qué es el consumismo? ¿El consumismo es que la gente que nunca tuvo heladera, tenga heladera? ¿Eso es el consumismo? ¿Eso es el consumismo o es la Justicia? Porque, la tecnología hace poco tiempo, cuando yo era chico, la diferencia que había entre los ricos y los pobres era que todos teníamos la misma heladera: una fiambrera con la carne abajo de la palmera. Pero hoy la tecnología sí marca diferencias en la vida de la gente, ¿no? Entonces, ¿qué es el consumismo? ¿Que todo el mundo tenga un auto? ¿Que todo el mundo tenga un freezer? ¿Que todo el mundo tenga la posibilidad de viajar, de conocer el resto del planeta, de vestirse bien, de pasar una semana de vacaciones? ¿Ese es el consumismo, o ese es un derecho? Ese es un derecho. Entonces, ¿qué es el consumismo? El consumismo es que se crea que esa es la vida. Y en la medida en que nosotros, no sabemos por qué, no hacemos mal, ¿por qué no hacemos mal? ¿Quién nos dijo que el bien era bien y el mal era mal? ¿Quién nos lo enseñó? En nuestra casa. Nuestra mamá. Y en la escuela, ¿quién nos lo enseñó? Y, entonces, si tenemos infracción por un lado y no formamos a la gente porque esto no se puede tocar, porque eso es tabú, ¿por qué creemos que la gente tiene que saber toda, qué es lo bueno y qué es lo malo? ¿Por qué nosotros no empezamos a pensar un poco más en profundidad en cómo le transmitimos a los jóvenes desde la enseñanza primaria los valores éticos a los cuales, sea quien sea, de la religión que sea, todo el mundo tiene que ajustarse para vivir en la vida. Sólo Deicas habló del IVA, yo hablaría de la goma y del lápiz, y del papel, y del niño que pone un guardapolvo con bolsillos. Eso no lo enseñaban en la escuela. Eso es más importante, muchas veces, que saber leer y escribir, ¿eh? Eso es saber leer y escribir sobre la vida y no sobre el papel. Y eso es lo que hemos estado tratando de hacer también. No para perseguir a aquel que trae mercadería ilegalmente. Sino para decirnos a nosotros mismos: eso no es bueno para nosotros mismos. Hay un bien y un mal. Seamos también elementales en eso, y profundamente elementales, distingamos una cosa de la otra. Y extrapolemos ese sentimiento a todas las actividades. Es un mal transferirle al que produce un costo absurdo en organizaciones del Estado, que puede trabajar con mucho mayor éxito cobrando mucho menos. Es un mal no hacerlo. Vamos a intentar, entonces, aprovechar la coyuntura histórica que tiene el país. Yo soy un buen instrumento para hacerlo porque me voy y no vuelvo nunca más. Y, por tanto, no voy a molestar nunca más. Cuando termine, terminaré con 77 años. Se podrán imaginar que a los 78 mi programa no es seguir haciendo política, ¿no es verdad? Ni ser candidato a edil, ni ser candidato a senador. Tengo un solo programa: tratar de contribuir a que el país aproveche una oportunidad que tiene y use a una persona que está en condiciones de hacerlo, porque tiene la libertad tremenda que está Estación Carnelli. Y yo creo que esa es una cosa que el país no puede desperdiciar. Tenemos una oportunidad como no se nos ha dado en los pasados años y la tenemos gracias a lo que se hizo en los pasados años. Reconozcamos ambas cosas, reconozcamos que ese tipo de confraternidad y de posibilidad que nos permite cada día más hablar todos con todos. Es el fruto del ejercicio que han hecho todos los ciudadanos de todos los partidos, desde el gobierno y fuera del gobierno, en los años que han corrido desde 1985 a la fecha. Tratemos pues de instrumentar todas estas cosas. Yo, por supuesto, no creo que tengo toda la razón, por cierto que no, pero por supuesto que estoy dispuesto a poner arriba de la mesa todas las cosas que haya que discutir. Absolutamente todas las cosas que haya que discutir. Si no se resuelven, por lo menos quedarán plantadas, quedarán iniciadas y, por ese camino, vendrán otros mejores que nosotros a mejorarlas, a completarlas y a continuarlas.

Señores ahora les toca a ustedes preguntar puntualmente sobre todo lo que quieran. Yo creo que el Uruguay tiene una oportunidad histórica para esto. Como la tuvo en el 85 para salir alcanzando la paz, y se hizo, se hizo entre todos los uruguayos en tiempos del Dr. Sanguinetti con la participación de Wilson Ferreira con la participación del señor Gral. Seregni, se hizo y vivimos en paz y supimos encontrar los caminos entre nosotros para encontrarnos en esta armonía y en esta paz que nos permite decirnos: Si tenemos problemas, distintos a los de antes, pero mejores que los de antes. ¿Por qué? porque antes esos problemas estaban todavía oscurecidos por nuestras confrontaciones y por un mundo diferente. Hoy esos problemas están aclarados por nuestra convivencia y porque el mundo, al haber cambiado, ha hecho sobre ellos en forma, por lo menos durante un tiempo, definitiva, clara y brillante luz. Ortega y Gasset, escribiendo un libro precioso, un ensayo precioso sobre los argentinos, decía: "argentinos a las cosas". Yo creo que se pude aplicar para nosotros, a las cosas. Y ustedes, a las preguntas.

(Aplausos)