BATLLE: "TENGO QUE TRATAR DE ESTIMULAR LA REFLEXION"
"Hay tiempos en que las reflexiones son no
solamente más intensas sino son asuntos más comunes", manifestó el
Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle Ibáñez, en oportunidad de
la inauguración del Diálogo "Globalización y valores
espirituales" que tuvo lugar hoy en el Salón de Actos del edificio
Libertad, a la vez que señaló que " desde mi cargo tengo que tratar
de estimular la reflexión",
El texto de las palabras pronunciada por el primer
mandatario se transcriben a continuación:
En primer lugar, quisiera comunicarle a todas las
personas que están acá de que efectivamente participamos el sábado por
la noche de una reunión de la que formaban parte personas de distintos
lugares del mundo, que durante dos días se dispusieron a reflexionar
sobre temas que son motivo de preocupación de las sociedades de todo el
planeta.
No es que ellos hayan sido los primeros en entender que
había cosas para reflexionar sobre ellas; siempre y en todos los tiempos
los seres humanos han reflexionado sobre los problemas de su existencia.
Sucede, sin embargo, que hay tiempos en que las reflexiones son no
solamente más, más intensas sino son asuntos más comunes. Mirando
inclusive nuestra propia historia y leyendo los textos, ya sean los que
provienen del acontecer diario, en donde intervienen los ciudadanos que
participan de las cuestiones centrales de la vida de las sociedades,
leyendo esos textos, no solamente los textos de Artigas, sus cartas, sus
documentos, los documentos públicos, sino los que provienen de una
cantidad de personas a lo largo de nuestra historia, uno encuentra en esos
textos no solamente referencias a cuestiones concretas de la vida de los
pueblos, sino que fundamentalmente ellas están sostenidas por la muy
clara expresión de los valores a los cuales responden las acciones.
Quizás en el tiempo actual y en nuestras sociedades, tan sobresaltadas
por los cambios tecnológicos y científicos a los cuales todos los días
están sometidas, en donde alcanza con prender la televisión, sobre todo
la televisión, y ver como todos los días nacen y mueren todo tipo de
noticias sobre todas las cosas. Es que quizás a los pueblos les queda
poco tiempo de reflexión. Eso se advierte muy claramente cuando uno va a
campaña y se encuentra con un capataz en el campo, como yo me encontraba
con don Agustín Laborda, que estaba solo. Y no tenía en aquella época
televisión todavía en el campo, y que tenía una noticia y reflexionaba
sobre la noticia. Y yo recuerdo que en más de una oportunidad me tocó
conversar con él sobre temas políticos del país, luego, conversar acá
con los legisladores, con los integrantes de la administración pública;
qué distintas formas de ver lo mismo. Unas estaban, estas últimas, mucho
más ligadas al acontecer, a la última información, a la última
novedad, al último conocimiento sobre un hecho económico o sobre una
postura de una persona o grupo. Aquellas, estaban mucho más ligadas a
reflexiones sobre cosas más globales y sobre cosas aparentemente más
simples pero más esenciales. Por eso es que me animé a decir el 1º de
marzo que era más importante ser que tener; no porque desprecie el tener,
cuando el tener es el reflejo del derecho, así como de la capacidad que
se debe alcanzar para adquirir los bienes necesarios para llevar una vida
dentro de la sociedad, más justa. Pero sí en cuanto el tener se pueda
interpretar como superior al ser, y por tanto la vida sería
fundamentalmente una carrera en procura de las cosas, en donde al final de
la vida nadie lleva nada, las cosas quedan por el camino y con esta
vertiginosidad de la ciencia se transforman todas en obsoletas, al punto
que a uno cuando le dicen "sabe de computación", uno que está
siempre a favor de ella, y siempre reclamando que todos los niños la
conozcan, dice "yo que soy viejo voy a esperar un modelo más porque
todas las semanas me lo cambian por uno nuevo".
(sonrisas). Por eso sí pienso que detenerse para reflexionar es buena
cosa tanto como necesaria para las comunidades. Y además estimula y
coloca en otro terreno la comunicación entre las personas, por ejemplo,
se me ocurrió un día hablar del laicismo, lo que despertó una tremenda
tormenta. De distintas formas de jacobinismo. Sin embargo uno dice bien
porque analizar un tema, discutir un tema, es reflexionar sobre la vida y
sobre la manera de ser de las personas y de las sociedades. Lo peor que
nos puede pasar es tener miedo a analizar esos temas. Quizás entonces
contribuir desde el cargo que uno tiene a inyectar en la sociedad este
tipo de sanos intentos de reflexión colectiva procure o contribuya o
tiende a que la sociedad vuelva sobre sí misma a analizar las cosas y no
a discutir qué parte me toca de cada una de las pocas cosas que tenemos.
Si las analizamos quizás, aún en el disenso entre
nosotros, vamos a conseguir mejorar aquello que procuramos como justo para
todos.
Hoy de mañana tuvimos aquí como trescientos niños,
de edad escolar, de poquitos años, seis, siete, ocho, diez años, todos
sentados en el suelo. Y había unos señores muy importantes que les
hicieron fantásticos discursos a unos maestros que estaban atrás sobre
un programa hermoso para que los niños aprendieran fácilmente cosas
interesantes para la vida. El protocolo decía que yo tenía que hablar,
cosa que hice siempre (sonrisas). Entones yo me pare, había una mesa
ahí, yo me paré, pasé por atrás y me senté aquí adelante. Y les
empecé a hablar a los chicos y la primera pregunta que les hice es
¿Quién quería ser Presidente? (sonrisas). Y más de uno, y más de una
chica levantó la mano y dijo yo quiero ser Presidente. Entonces yo les
empecé a llamar y a preguntarles para qué querían ser Presidentes, por
qué querían ser Presidentes. Y después les dije, bueno para ser
Presidente hay que estudiar mucho. Entonces después les dije ¿Y qué
tienen acá? ( señalándose la cabeza). Pelo, me dijeron unos y usted no
tiene me dijeron otros (risas), porque a esa altura ya habían ganado la
confianza del afecto. Cosa muy importante. Yo ya estaba dialogando con los
niños de otra manera y era una relación como esa gran relación que hay
de tío a sobrino, sobre todo de tío viejo. Entonces dije no, lo que hay
aquí es un a esponja. A esta edad el cerebro es una esponja,
"sponch", es una esponja, y es una esponja que absorbe todo y lo
primero que hay que saber es aprender a pensar. Es mucho más importante
que saber cuánto es dos más dos. Aprender a pensar es más importante
que saber cuánto es dos más dos. Aprender a pensar significa aprender a
pensar con valores, entonces le pregunté "porque tú no podés dejar
de prestarle la goma de borrar a él que te pide la goma de borrar. Pero
tú no te podés quedar con la goma de borrar que es de ella. Y cuando tú
sepas algo y ella no lo sepa, tú se lo tenés que decir, porque si tú le
decís lo que ella no sabe, ella va a mejorar. Y mañana ella te va a
decir a tí algo que tú no sabés y tú vas a mejorar. Y en esta
relación todos vamos a estar mejor, todos nos vamos a unir y todos vamos
a aprender a lo largo de la vida a pensar alrededor de valores que nos van
a permitir conocer las nuevas cosas que ustedes van a vivir y que nos van
a permitir ser cada uno de nosotros, mejor.
Yo creo que la violencia de las transformaciones
científicas y su consecuencia tecnológica, cosas tan buenas, han
alterado la paz de las personas, porque les permiten a las personas tener
sueños fantásticos. Imagínese un chico que vive en un barrio pobre de
Montevideo. La primera cosa que la familia tiene, es televisión. Prende
la televisión y mira por la televisión un mundo al cual quisiera llegar.
Y sale de la casa y se encuentra con el barrio en que vive. El mundo le
ofrece cosas en las imágenes que después la vida le niega. Y si no tiene
una formación que le permite defenderse de esa agresión, sin ninguna
duda su felicidad va a ser entrar en el tubo de la televisión y salir por
el cable para el lugar donde se emitió la imagen y rechazar la sociedad
en la que vive y sentir que "qué culpa tiene él de ser tan pobre y
de vivir tan mal en la sociedad en que vive". Es la sociedad la que
lo está castigando, y por tanto su forma de identidad es estar en contra
de la sociedad. Y eso hace que muchas veces, de allí al camino del
irracional disenso, que se transforma en contestación, en droga, en
violencia, sea un camino de supervivencia de una identidad debilitada. Eso
no se arregla solamente con resolver el problema económico, porque si con
dinero se resolviera todo, no habría millonarios suicidas, ni gente
adinerada desgraciada, dada a la droga o al alcohol; hay otras cosas. Y
son esas cosas aquellas por las cuales las sociedades tienen que luchar al
mismo tiempo que tienen que promover o buscar la justicia, pero por estos
valores tiene que luchar, cada uno en su lugar. A mí me tocó este lugar
y tengo que tratar de estimular esa reflexión. Pienso que, que es lo que
hay que tratar de hacer; y bueno, yo digo mucha macana y trato de hacerlo.
(Aplausos)