El Primer Mandatario participó en el Seminario sobre
Servicios Públicos organizado por el Centro de Estudios
Estratégicos 1815
BATLLE: "EL URUGUAY ESTA RECIBIENDO LOS PERJUICIOS
MAS QUE LOS BENEFICIOS DE LA GLOBALIZACION"
El Presidente de la República Dr. Jorge Batlle
participó en la apertura del Seminario "Servicios Públicos: Aportes
Hacia una Política de Estado", organizado por el Centro de Estudios
Estratégicos 1815 (CEE 1815), que dirige y preside el General (R) Líber
Seregni. En la oportunidad, el anfitrión reconoció el apoyo recibido de
parte del Presidente Batlle para llevar a cabo el seminario e incluso
participar en él como disertante. El General Seregni –después de
reconocer también el respaldo del sistema de Naciones Unidas en nuestro
medio para organizar el acontecimiento- destacó que el tema de la
naturaleza y forma que deben asumir los servicios y empresas públicas
está desde hace tiempo en el interés y la preocupación tanto del
sistema político como de la ciudadanía. Antes de tomar decisiones sobre
los mismos el CEE 1815 entendió necesario propiciar un intercambio de
opiniones que apunte a alcanzar un criterio nacional sobre un asunto de
tanta trascendencia.
En su alocución, el Presidente Batlle trazó un
panorama de la evolución histórica de la concepción de los servicios y
monopolios y, pasando a nuestro país en la hora actual sostuvo, en
esencia, que la soberanía no radica en la existencia de un ente u
organismo estatal determinado sino en brindar un buen servicio al
público, acorde con las necesidades del mundo de hoy y del mañana, no
del de ayer. Si no se satisfacen las demandas de la sociedad, advirtió,
"es la sociedad la que pierde soberanía, porque se debilita en cada
una de las cosas que no podemos darle." Esto no significa, añadió,
regalar o vender empresas del Estado o despedir funcionarios sino disponer
–bajo el debido control- de quien haga las obras que resultan
imprescindibles. Sobre la globalización –que no existe como tal sino en
determinados sectores, y de la cual hemos recibido por ahora más
perjuicios que beneficios- el Presidente sostuvo que ella nos impone de
todos modos ingresar en un mundo de alta competencia.
A continuación se transcribe la presentación
efectuada por el Presidente de la República en el seminario.
Estimado amigo señor General Seregni, señor
representante de Naciones Unidas, PNUD, señor representante de la
Universidad para la Paz de Naciones Unidas, señor Vicepresidente de la
República, señores ex presidentes, Dr. Julio María Sanguinetti, Dr.
Luis Alberto Lacalle; señor Presidente de la Corte Electoral, uno de los
poderes centrales de la vida nacional; señores Presidente de la Cámara,
Ministros, Legisladores, Embajadores, dirigentes sociales, jóvenes... una
vez más el señor General Seregni le ha hecho un servicio a la Nación.
Cuando tuvimos el gusto de visitarle en su lugar de descanso, durante el
verano, nos planteó la posibilidad de organizar esta reunión, aceptamos
con calor, con entusiasmo, hasta con un poco de pasión. Sentimos que lo
que está ocurriendo hoy, aquí, es sin ninguna duda, un hecho histórico
que muestra, con claridad, la naturaleza profunda de nuestra sociedad.
Estos hechos habían ocurrido ya en el Uruguay a lo
largo de su historia, desde los albores de la misma y continuaron dándose
a través de lo largo de todo el siglo diecinueve en donde nuestra
sociedad fue testigo de discusiones públicas, llenas de fervor y de
decisión para sostener sus ideas en las que el Uruguay fue moldeando su
carácter y su manera de ser. Las arduas discusiones a propósito del
positivismo, del darwinismo, del espiritualismo, conducidas por los
hombres más distinguidos y los jóvenes más distinguidos de su tiempo le
hicieron, sin ninguna duda, no solamente mucho bien a esta sociedad sino
que además la distinguieron en un centro no solamente de acción sino de
reflexión civilizada en la que las discrepancias, sin abatir en cada uno
de nosotros nuestras ideas, esas discrepancias pudieron moldearse de forma
y manera que la sociedad se condujera básicamente con armonía.
No existe un esfuerzo conjunto para estructurar el
devenir social en armonía, es casi imposible que las sociedades puedan
sobrellevar las dificultades que cada tanto los cambios en las situaciones
históricas generan en la estructura manera de ser forma de conducirse y
en las respuestas que las sociedades deben dar no solamente al tiempo
presente sino al futuro inmediato que vemos por otra parte aparece,
viviendo un tiempo mucho más acelerado, mucho más vertiginoso y mucho
más difícil de predecir.
Sin ninguna duda los acontecimientos del pasado no
lejano, en donde hay cosas a las cuales estábamos acostumbrados a
convivir con ellas, comenzaron a quedar fuera de contesto más allá de
nuestras opiniones, de nuestras lealtades ideológicas. Este tiempo en el
cual estamos viviendo nos exige que hagamos este esfuerzo que hoy comienza
donde todos decimos, unos a los otros, en voz alta lo que sentimos a
propósito de la estructura del Estado, de su relación con la sociedad y
con el mundo. Y ello es lo que en su momento determinó al señor General
Seregni a iniciar este movimiento que hoy se consolida con esta reunión y
que es el primer paso de las muchas cosas que tenemos que hacer entre
todos. No vamos de seguro a resolver en esta oportunidad temas sobre los
cuales todavía existen en el país, en muchas cosas, oposiciones muy
fuertes pero por lo menos estamos creando un ámbito en donde debe la
objetividad de los razonamientos y del análisis de la realidad en la cual
vivimos decidir, como tuve oportunidad de decir el 1º de marzo, nuestra
mesa de trabajo. La semana que viene concurriré a la Coordinadora de la
Enseñanza para referirme al tema de la laicidad, cuya referencia inicial
en algún momento, hace no mucho tiempo, determinó una cantidad de
explosiones. Algunas referidas al centro de eso de las cosas y otras un
poco jacobinas. Pero ello supone que el país está en condiciones
civilizadas de volver a discutir las cosas. Trágico es que un país no
pueda discutir las cosas. Es absolutamente algo contrario al ser esencial
de un ser humano que dos personas con diferentes posiciones no se puedan
sentar con el respeto recíproco que se merecen a discutir sus asuntos
centrales. Y por ello creo que esta idea, lanzada por el señor General
Seregni, le hace enorme bien al país, enorme bien al país.
No he de ser yo por cierto quien aporte luces a este
análisis. En primer lugar ya me lo habían dicho el Dr. Sanguinetti y el
Dr. Lacalle que cuando se está en la Presidencia se está arriba de un
tambor, que está siendo batido minuto a minuto y no hay mucho tiempo para
sentarse no digo a reflexionar pero sí a preparar con detalle cosas tan
centrales como son apreciaciones de fondo sobre temas esenciales para la
vida de una sociedad.
Quiero simplemente decir algunas pocas cosas que me
parecen, digamos, centrales a la consideración que los distintos
delegados de partidos, miembros de partidos y técnicos van a naturalmente
explicar mucho mejor que yo cuando analicen estos temas. En primer lugar,
sin ninguna duda, el mundo es otro. Todavía el mundo no es global. Voy a
insistir y a repetir lo que vendo diciendo desde hace tiempo en todos
lados. No es cierto que exista la globalización. La globalización existe
en algunos sectores de la vida de las sociedades, fundamentalmente, a
través de los mecanismos electrónicos, pero en el resto de la actividad
del mundo no es cierto que exista la globalización los países todavía o
las regiones, en su caso, viven dentro de compartimentos estancos.
Compartimentos estancos que han impedido desarrollo sustentable,
igualitario, entre los distintos sectores en los cuales todavía está
dividido el mundo. Estaba mucho más globalizada la sociedad atlántica en
el siglo XIX que lo que está hoy.
Esta situación se ha reflejado en nosotros de
distintas formas, pero básicamente se ha reflejado todavía de una forma
bastante adversa en el sentido de que ella, pese a que no está totalmente
instaurada, genera igual sobre nuestra sociedades impactos muy fuertes que
nos obligan a analizar y eventualmente a modificar nuestra forma de
acción sin recibir al mismo tiempo los beneficios de la globalización.
Por ahora estamos recibiendo los perjuicios y no los beneficios.
¿En qué medida estamos recibiendo los perjuicios y no
los beneficios? En la medida en que la globalización impone,
naturalmente, por la naturaleza de ella, la obligación de advertir que
hay que entrar en un mundo de alta competitividad, de alta competencia.
Pero al mismo tiempo cuando las circunstancias de esa globalización que
se extiende y que se extiende progresiva y parecería inexorablemente, nos
lleva y nos obliga a entrar en un mundo de alta competencia al mismo
tiempo los mismos que la han, en cierta manera, prohijado o los mismos que
representan sociedades de donde surgen los mecanismos que la generan al
mismo tiempo esas sociedad están cerradas a lo que son nuestras
posibilidades de incorporar a esas sociedades el producto de nuestros
trabajos. Por tanto nos está generando una situación de desequilibrio y
esa situación de desequilibrio que nos afecta de una forma central en
nuestra vida nos está obligando a reflexionar sobre los cambios
necesarios e inmediatos que hay que llevar adelante en toda la estructura
social para poder, entre tanto, no ha llegado esa globalización total que
nos beneficie poder, quizás hasta digo, mantener nuestros niveles de
equidad, de justicia social, sobrevivir con ellos e impulsar, tratando de
impulsar al mismo tiempo nuestro acceso a esa áreas a las cuales no
podemos acceder, para lo que o para lo cual, me parece a mí, es central
definir si vamos a esperar para nuestros cambios aquella globalización se
dé o si la vamos a hacer. En algunos casos en los sectores privados, en
los sectores industriales privados, lo han tenido que hacer sí o sí,
porque sino lo hacían desaparecían al punto que eso se ve cuando se
analizan las consecuencias que ha tenido para el Uruguay el MERCOSUR. Las
consecuencias positivas en cuanto a la posibilidad de la inserción dentro
de otros mercados mayores y también las consecuencias que le han obligado
a todos los operadores industriales del país a cambiar su estructura. Sin
hacerlo no hubieran podido sobrevivir.
Eso que se da en el sector privado es imposible que no
se dé en el sector público. El sector público no puede estar ajeno a
esa realidad. No está en condiciones de estar ajeno a esa realidad. Ya no
se trata de analizar el tema desde el punto de vista ideológico, aquí
que no es una discusión entre Keynes y Hayek, es un análisis de lo que
es y por tanto el deber ser para tratar de incorporar lo que es a nuestro
mundo, particularmente en el sector público y ver cómo él puede cumplir
las funciones para las cuales existe desde siempre dentro del marco de la
realidad en la que vivimos. Naturalmente que para mí sector público y
soberanía, entendiendo sector público las actividades comerciales e
industriales del Estado no tienen la connotación o significación que
tiene para otros. Al fin y al cabo recién en 1950 el Uruguay se hizo
propietario de los ferrocarriles y de las aguas corrientes y de muchos
servicios públicos que desde el siglo XIX estuvieron en manos de los
sectores privados. Y yo no creo que el Uruguay haya tenido, más o menos,
soberanía en función de que los ferrocarriles fueran ingleses o fueran
del Estado. Yo veo que el concepto de soberanía no está radicado en el
hecho de ser propietario de, ese en todo caso es un concepto
propietarista. De ser de particulares o de ser del Estado. El concepto de
soberanía está dado, a mi juicio, está referido a otros elementos
centrales. Y en este momento en el mundo más que nunca está referido a
la capacidad del individuo y a la libertad que esa capacidad genera en el
individuo, y a la posibilidad de que ese individuo que vive en sociedad
reciba de la sociedad las oportunidades para él desarrollarse plenamente.
Ahí está la soberanía. La soberanía a mi juicio no está en que seamos
dueños de los mecanismos de saneamiento del agua potable. Ya el agua
potable había sido inaugurada por los ingleses en 1868. En ese momento
nuestra soberanía tampoco estaba erosionada porque ellos manejaban el
agua potable, en todo caso estaba erosionada o estaba debilitada con
respecto a lo que ella es hoy en función de la organicidad y de la
organización de nuestra sociedad y de la educación con la cual habíamos
llegado a cada uno de los miembros de la sociedad y al sistema económico
que nos permitía en equilibrio darle a todos los ciudadanos oportunidades
de acceder a plenamente ser ellos. Ahí me parece que radica esencialmente
la soberanía.
Por tanto en la instrumentación de los cambios en los
servicios públicos que hoy están en manos del Estado ha determinado su
necesidad de que exista esta reunión. El señor General Seregni que ha
organizado esta reunión ustedes están acá, no han venido acá ni ha
sido el General Seregni el que ha organizado esto porque ustedes todos
piensan que no hay nada para hacer. Es evidente que la sola presencia de
todos ustedes no es un acto de gentileza para con el General Seregni, que
si los invitara a un asado en su lugar de descanso iríamos todos
encantados, con nuestras señoras, además. Acá venimos porque todos
estamos de acuerdo en que algo hay que hacer. Y si hay algo que hay que
hacer, es hacer algo diferente a lo que está. Y si hay algo que hay que
hacer diferente a lo que está es porque lo que está no sirve. No es
porque no haya servido jamás. No, es porque no sirve de acuerdo al mundo
que estamos viviendo. No cumple las tareas de eficiencia, calidad y
equidad, a la cual se ha referido aquí el representante del PNUD.
Inclusive, si nosotros miramos la estructura de los servicios del Estado,
de los servicios comerciales e industriales del Estado habremos advertido
que con el andar del tiempo los llamados monopolios legales, lógicamente
han desaparecidos. ¿Qué queda? Queda el monopolio de importación de la
ANCAP y queda el monopolio de la telefonía básica, en ANTEL. Monopolio
de la telefonía básica que es un monopolio virtual, en la medida que le
a la ciudadanía particular usted no puede poner lo que usted no tiene
interés en poner. Porque si nosotros quisiéramos darle a todo el mundo
la chance de poner teléfono fijo, habría muy poco interés pero cada
día hay menos. Una de las compañías que vende teléfonos celulares y
que tiene una banda que solamente trabaja en cinco megahertz frente a los
15 megahertz de ANCEL, tiene ciento cincuenta mil teléfonos. ANCEL ha de
tener más, así que en poco tiempo habrá más teléfonos celulares que
teléfonos fijos. Y es notorio que cualquier persona que trabaja precisa
de un teléfono consigo. Es mucho mejor tener un teléfono consigo que el
que hable en la casa el nene con la amiga y no pueda hablar nunca con
nadie cuando sale de la casa y para trabajar, para vivir, para
comunicarse, para todo. En un mundo de intercomunicación creciente, el
teléfono fijo disminuye, mientras el teléfono celular sobrepasa a todo
el mundo. Así que el monopolio, prácticamente, no existe más. Y si
nosotros vivimos en el MERCOSUR y queremos integrarnos en el MERCOSUR, y
queremos cumplir con los elementos básicos que el MERCOSUR genera, hay
más de un constitucionalista, más de un estudioso del derecho
administrativo o del derecho constitucional que sostiene con claridad que
el propio Tratado de Asunción terminó con los monopolios. El día que
nosotros querramos venderle en la Argentina, hecha una refinería,
productos que produzca esta refinería a la cadena de estaciones de
servicio propiedad de la ANCAP en la Argentina, la primera cosa que los
argentinos nos van a decir es: "pero, ¿cómo no, señores? Este
mismo día vendemos nosotros en el Uruguay". Si no, ¿qué sentido
tiene pensar que vamos a poder hacerlo nosotros allá y ellos no acá,
habiendo un tratado como el MERCOSUR? Y ese mismo día, ¿qué va a decir
Ipiranga? "¿Y qué es de nuestra vida?", va a decir. "¿No
estamos también en el MERCOSUR? ¿Por qué para los argentinos sí y para
los brasileros no?" Quiere decir que prácticamente los monopolios no
existen más. El que existe, no funciona, no hay nadie que tenga interés
en tenerlo y el resto va a caer solo, sin necesidad de que hagamos ninguna
fuerza. Por tanto, lo que tenemos que pensar es cómo organizamos estos
servicios, para que ellos cumplan con la función para la cual fue creado.
¿Para qué funciones fueron creados? ¿Fueron creados para satisfacer las
necesidades de quién? ¿De los empleados de los servicios? ¿De los
directores de los servicios? ¿O de los usuarios de los servicios? ¿Y
quiénes son los usuarios de los servicios? Todos nosotros. ¿Y qué
necesitamos tener? Servicios que nos aseguren eficiencia, calidad y
equidad. Y que la sociedad los controle y los regule, con los organismos
de regulación y de control que la sociedad puede darse, pudiendo para
ello tener personas suficientemente capaces y conocedoras del tema. Como
cuando vamos a hablar de muchos temas vinculados a determinadas
actividades que hoy están próximas, por ejemplo, a todo el tema de
ANTEL, y nos encontramos con un conocimiento nuevo, o una ciencia nueva, y
con un mundo comercial nuevo, en donde ni siquiera nosotros estamos
preparados para competir en ese mundo, porque durante muchos años,
durante los últimos 50 o 60 años, hemos vivido en un mundo cerrado, en
un mundo, de monopolio jurídico, o de monopolio de hecho. Por lo tanto,
ninguno de nosotros, dirigidos y dirigentes, funcionarios y directores,
razonamos en un mundo de competencia. Todos razonamos en un mundo de
monopolio. Y se ha generado, a propósito de esa circunstancia, una
deformación en la conducta de esas instituciones, no porque lo quieran
hacer, no porque tengan un deseo de perjudicar a nadie, sino porque es la
consecuencia natural de 55 o 60 años de sentirse cada uno de los que
integran esos organismos como fuera del mundo como
amparado de todo accidente y de todo avatar, como si fueran el eje central
de la vida de una sociedad adonde todos tienen que ir a rendir homenaje y
a escuchar lo que deciden, mientras que son al revés, aquellos que allí
concurren con sus pagos mensuales a mantener organizaciones que sin
ninguna duda en buena medida al tener ese concepto de monopolio y al
actuar de esa manera han sido inclusive aprovechadas por las Tesorerías
del Estado para transformarse en los más sencillos y fáciles mecanismos
de recaudación fiscal.
Por tanto, en vez de servir a la sociedad, están
sirviendo al Ministro de Hacienda y a los funcionarios. Esa es la terrible
realidad en la cual estamos viviendo, al punto de no estar ni siquiera en
condiciones de hacer las inversiones que tienen que hacer. Sin duda que
uno de los activos más importantes de una sociedad en el mundo de hoy es
el cien por ciento de un estado sanitario. ¿Cuánto necesita OSE para
hacer eso? Mil millones. ¿Lo puede hacer? No, no lo puede hacer. ¿Puede
el Estado endeudarse en mil millones para eso? No está en condiciones.
¿Quiere la OSE que eso suceda? No, no quiere. Por tanto, no habrá
saneamiento porque la OSE no quiere desprenderse del monopolio y hacer el
saneamiento y no tiene plata para hacerlo. Por cefas o por nefas, no
habrá saneamiento. ¿Puede el país, en un mundo donde tiene que vender
calidad, darse el lujo de no tener saneamiento? Imposible.
¿Qué quiere decir todo esto? Quiere decir que estos
temas no hacen más a la soberanía. Precisamente el no tener saneamiento
es una forma directa de perder la soberanía. La soberanía está en tener
saneamiento, no en tener OSE. Esa es la gran diferencia que existe en el
mundo del ayer y en el mundo del mañana. ¿Y en qué mundo vamos a vivir?
¿En el de ayer? No, en el del mañana. Los técnicos serán quienes
resuelvan esa realidad. Ellos nos dirán cuáles son los caminos, si los
caminos mejores son las asociaciones, son las concesiones. Yo no voy a
entrar a discurrir sobre eso porque no me parece que sea mi tarea. Mi
tarea es sentir que el Uruguay tiene que tener cien por ciento de
saneamiento y cómo se hace. Y sentir que otros organismos que están a
cargo de eso no lo pueden hacer, no están en condiciones de hacerlo, no
porque no tengan técnicos sino porque no tenemos los recursos e inclusive
si vamos a ir uno por uno en todos los casos ustedes van a advertir lo
mismo en todas las situaciones. ¿Cuánto necesitamos para reestructurar
el ferrocarril? Hemos plantado árboles hasta en las plazas y no los vamos
a poder sacar porque no tenemos ferrocarril. ¿Y cuánto nos cuesta el
ferrocarril? Ciento cincuenta millones de dólares. ¿Nos podemos endeudar
en ciento cincuenta millones de dólares en los ferrocarriles y en mil
millones en el saneamiento y en otras tantas cosas en otros lados? No, nos
podemos endeudar pero no porque no querramos sino porque no hay nadie que
nos preste la plata. Porque los países son como las personas, tienen una
capacidad de crédito. Fíjense ustedes lo que es la tasa de riesgo. El
Uruguay acaba de recibir un crédito de 125 millones de dólares a una
tasa de riesgo de 7,80. La Argentina tenía ayer una tasa de riesgo de 10
puntos. Es el quince por ciento. Cada punto al Uruguay le cuesta 60
millones de dólares. Si tuviéramos que pagar en vez de 7,85, doce o
trece por ciento –seis o siete puntos más- tendríamos que pagar 360,
400 millones de dólares más. ¿Qué sería de la comunidad uruguaya si
tuviera que pagar 400 millones de dólares más? ¿Y cómo se logra que
eso no suceda? Y bueno, no gastando de más, teniendo equilibrio. Entonces
¿cómo nos podemos endeudar hasta el punto de satisfacer demandas que si
no satisfacemos la sociedad es la que pierde soberanía, porque se
debilita en cada una de las cosas que no podemos darle? ¿Y con quién se
los vamos a dar? Esto no quiere decir regalar ni vender; esto quiere decir
controlar lo que debemos de controlar, pero tener quien lo haga por
nosotros cuando nosotros no lo podemos hacer para darle a cada una de las
personas que viven en el Uruguay las respuestas que cada uno quiere.
Acá no se trata de ver cómo defendemos más o menos a
los 4.500 funcionarios del Banco de la República: no es eso. Ellos han
tenido en función de su monopolio sin ninguna duda condiciones de trabajo
mucho mejor que todo el resto de los uruguayos. Otra de las consecuencias
de los monopolios en donde ellos no son culpables; es el sistema. Son
ellos más los directores, los directores más ellos más los políticos,
que somos nosotros. Pero eso es una realidad; eso es una realidad. ¿Y esa
realidad cómo la vamos a resolver? ¿Acaso la vamos a resolver echando a
la gente? No, no la vamos a resolver echando a la gente. La tenemos que
resolver ampliando el negocio. ¿Y cómo vamos a ampliar el negocio si no
tenemos el capital para hacerlo y si no tenemos quien nos acerque el
capital para hacerlo?
Esa me parece a mí que es la coyuntura que tenemos que
intentar resolver a través de los mecanismos que ustedes consideren los
más idóneos, los más adecuados, pero sin perder de vista esta realidad.
El país tiene que tener servicios óptimos como los tuvo en el pasado.
Los tiene que tener. ¿Tiene los recursos él mismo para hacerlo? No los
tiene. ¿Los puede recibir el Estado para hacerlo a través de sus
organismos? No los puede recibir. Más allá de discutir si es bueno o es
malo, yo creo que hay cosas que son horribles. Por ejemplo una de las
cosas que haría si tuviera fuerza, ya que me he dedicado toda la vida a
reformar las Constituciones, sería sacar el capítulo entero de los Entes
Autónomos de la Constitución de la República y modificar totalmente la
forma de elegir el Directorio de los Entes Autónomos. Algo hemos hecho:
hemos reducido a tres en algunos casos, podría haber sido uno solo, con
un control político adecuado en donde corresponde estar el control. Es
bueno tener uno solo que sepa del asunto que tener cinco, de los cuales
algunos saben mucho y otros no saben nada: esa es la realidad. Y vamos a
no hacernos trampas al solitario. Entonces, señores, esta es la
situación que no solamente tiene el Presidente, tiene el Uruguay, todo el
Uruguay. Y es bueno que el Uruguay lo analice, que lo discuta y que trate
de emitir ideas y dar caminos y soluciones. A nosotros en la Presidencia
de la República no nos piden otra cosa que saneamiento en todas las
casas, teléfonos baratos en todos lados, comunicaciones abiertas por
todos lados, ferrocarriles que anden de arriba para abajo a cien
kilómetros por hora de velocidad, puertos que permitan competir en la
región con puertos que se privatizan, puertos que se dan en concesiones
como el puerto de Multison allí enfrente a Zárate en Brazo Largo
(Campana), que va a ser un puerto de competencia de Montevideo y un puerto
de competencia de Buenos Aires, o sea, eso en América marcha y anda y
anda al galope y nosotros en el Uruguay tenemos que buscar un camino
común para también poder andar la galope. Nadie se acuerda de los
países para ayudarlos si uno no decide ayudarse uno mismo. En la medida
que demoremos estas transformaciones, las que los señores técnicos
consideren las más adecuadas, y no podamos poner a estos organismos que
representan buena parte del Producto Bruto Nacional, manejan mucho más,
una mucho mayor parte del monto del Producto Bruto Nacional los Entes
Autónomos que la Administración Central, mucho más, en la medida que no
podamos poner a todos estos organismos a diapasón con la situación del
mundo de hoy, la que todos conocemos, la que más allá de nuestras
convicciones ideológicas todos sabemos que existen y no estoy hablando
para nada de marginar al estado de los controles o de su presencia en las
cuestiones sociales y esenciales. Al contrario, creo que el Estado debe
ser un Estado mucho más pequeño pero mucho más fuerte, mucho más
sólido, mucho más capaz de pagar buenos sueldos para que gente con
conocimientos y categoría pueda incorporarse a la Administración
Pública para ejercer los controles, las regulaciones o las
desregulaciones que forman parte de armar un esquema de mercado abierto.
Creo que si nosotros no hacemos eso, ahí sí, nuestra soberanía se va a
debilitar. Y pienso que no hay mucho tiempo para perder y creo que sin
ninguna duda esta iniciativa del señor General Seregni nos va a ayudar
muchísimo a encarar los caminos más adecuados para resolver estos
problemas.
Que no pueden esperar diez años, señores, no pueden
esperar diez años. Algunos no pueden esperar ni meses, puesto que si
esperan meses la oportunidad del país habrá pasado. Un país sin puerto,
un país sin ferrocarril, un país sin capacidad de endeudamiento propio
para hacer las cosas, un país sin energía, un país sin comunicación
abierta para que se instalen todos aquellos que tienen capacidad y
conocimiento propios y extraños, es un país mal dado y eso esta reunión
tiene que advertir que está convocada para analizar las soluciones a los
problemas. Yo simplemente hablo de los problemas, porque a los Presidentes
les llegan nada más que los problemas. Espero que ustedes nos aporten
todas las soluciones. Muchísimas gracias de antemano.