15/05/2001

El Primer Mandatario participó en el Seminario sobre Servicios Públicos organizado por el Centro de Estudios Estratégicos 1815

BATLLE: "EL URUGUAY ESTA RECIBIENDO LOS PERJUICIOS MAS QUE LOS BENEFICIOS DE LA GLOBALIZACION"

El Presidente de la República Dr. Jorge Batlle participó en la apertura del Seminario "Servicios Públicos: Aportes Hacia una Política de Estado", organizado por el Centro de Estudios Estratégicos 1815 (CEE 1815), que dirige y preside el General (R) Líber Seregni. En la oportunidad, el anfitrión reconoció el apoyo recibido de parte del Presidente Batlle para llevar a cabo el seminario e incluso participar en él como disertante. El General Seregni –después de reconocer también el respaldo del sistema de Naciones Unidas en nuestro medio para organizar el acontecimiento- destacó que el tema de la naturaleza y forma que deben asumir los servicios y empresas públicas está desde hace tiempo en el interés y la preocupación tanto del sistema político como de la ciudadanía. Antes de tomar decisiones sobre los mismos el CEE 1815 entendió necesario propiciar un intercambio de opiniones que apunte a alcanzar un criterio nacional sobre un asunto de tanta trascendencia.

En su alocución, el Presidente Batlle trazó un panorama de la evolución histórica de la concepción de los servicios y monopolios y, pasando a nuestro país en la hora actual sostuvo, en esencia, que la soberanía no radica en la existencia de un ente u organismo estatal determinado sino en brindar un buen servicio al público, acorde con las necesidades del mundo de hoy y del mañana, no del de ayer. Si no se satisfacen las demandas de la sociedad, advirtió, "es la sociedad la que pierde soberanía, porque se debilita en cada una de las cosas que no podemos darle." Esto no significa, añadió, regalar o vender empresas del Estado o despedir funcionarios sino disponer –bajo el debido control- de quien haga las obras que resultan imprescindibles. Sobre la globalización –que no existe como tal sino en determinados sectores, y de la cual hemos recibido por ahora más perjuicios que beneficios- el Presidente sostuvo que ella nos impone de todos modos ingresar en un mundo de alta competencia.

A continuación se transcribe la presentación efectuada por el Presidente de la República en el seminario.

Estimado amigo señor General Seregni, señor representante de Naciones Unidas, PNUD, señor representante de la Universidad para la Paz de Naciones Unidas, señor Vicepresidente de la República, señores ex presidentes, Dr. Julio María Sanguinetti, Dr. Luis Alberto Lacalle; señor Presidente de la Corte Electoral, uno de los poderes centrales de la vida nacional; señores Presidente de la Cámara, Ministros, Legisladores, Embajadores, dirigentes sociales, jóvenes... una vez más el señor General Seregni le ha hecho un servicio a la Nación. Cuando tuvimos el gusto de visitarle en su lugar de descanso, durante el verano, nos planteó la posibilidad de organizar esta reunión, aceptamos con calor, con entusiasmo, hasta con un poco de pasión. Sentimos que lo que está ocurriendo hoy, aquí, es sin ninguna duda, un hecho histórico que muestra, con claridad, la naturaleza profunda de nuestra sociedad.

Estos hechos habían ocurrido ya en el Uruguay a lo largo de su historia, desde los albores de la misma y continuaron dándose a través de lo largo de todo el siglo diecinueve en donde nuestra sociedad fue testigo de discusiones públicas, llenas de fervor y de decisión para sostener sus ideas en las que el Uruguay fue moldeando su carácter y su manera de ser. Las arduas discusiones a propósito del positivismo, del darwinismo, del espiritualismo, conducidas por los hombres más distinguidos y los jóvenes más distinguidos de su tiempo le hicieron, sin ninguna duda, no solamente mucho bien a esta sociedad sino que además la distinguieron en un centro no solamente de acción sino de reflexión civilizada en la que las discrepancias, sin abatir en cada uno de nosotros nuestras ideas, esas discrepancias pudieron moldearse de forma y manera que la sociedad se condujera básicamente con armonía.

No existe un esfuerzo conjunto para estructurar el devenir social en armonía, es casi imposible que las sociedades puedan sobrellevar las dificultades que cada tanto los cambios en las situaciones históricas generan en la estructura manera de ser forma de conducirse y en las respuestas que las sociedades deben dar no solamente al tiempo presente sino al futuro inmediato que vemos por otra parte aparece, viviendo un tiempo mucho más acelerado, mucho más vertiginoso y mucho más difícil de predecir.

Sin ninguna duda los acontecimientos del pasado no lejano, en donde hay cosas a las cuales estábamos acostumbrados a convivir con ellas, comenzaron a quedar fuera de contesto más allá de nuestras opiniones, de nuestras lealtades ideológicas. Este tiempo en el cual estamos viviendo nos exige que hagamos este esfuerzo que hoy comienza donde todos decimos, unos a los otros, en voz alta lo que sentimos a propósito de la estructura del Estado, de su relación con la sociedad y con el mundo. Y ello es lo que en su momento determinó al señor General Seregni a iniciar este movimiento que hoy se consolida con esta reunión y que es el primer paso de las muchas cosas que tenemos que hacer entre todos. No vamos de seguro a resolver en esta oportunidad temas sobre los cuales todavía existen en el país, en muchas cosas, oposiciones muy fuertes pero por lo menos estamos creando un ámbito en donde debe la objetividad de los razonamientos y del análisis de la realidad en la cual vivimos decidir, como tuve oportunidad de decir el 1º de marzo, nuestra mesa de trabajo. La semana que viene concurriré a la Coordinadora de la Enseñanza para referirme al tema de la laicidad, cuya referencia inicial en algún momento, hace no mucho tiempo, determinó una cantidad de explosiones. Algunas referidas al centro de eso de las cosas y otras un poco jacobinas. Pero ello supone que el país está en condiciones civilizadas de volver a discutir las cosas. Trágico es que un país no pueda discutir las cosas. Es absolutamente algo contrario al ser esencial de un ser humano que dos personas con diferentes posiciones no se puedan sentar con el respeto recíproco que se merecen a discutir sus asuntos centrales. Y por ello creo que esta idea, lanzada por el señor General Seregni, le hace enorme bien al país, enorme bien al país.

No he de ser yo por cierto quien aporte luces a este análisis. En primer lugar ya me lo habían dicho el Dr. Sanguinetti y el Dr. Lacalle que cuando se está en la Presidencia se está arriba de un tambor, que está siendo batido minuto a minuto y no hay mucho tiempo para sentarse no digo a reflexionar pero sí a preparar con detalle cosas tan centrales como son apreciaciones de fondo sobre temas esenciales para la vida de una sociedad.

Quiero simplemente decir algunas pocas cosas que me parecen, digamos, centrales a la consideración que los distintos delegados de partidos, miembros de partidos y técnicos van a naturalmente explicar mucho mejor que yo cuando analicen estos temas. En primer lugar, sin ninguna duda, el mundo es otro. Todavía el mundo no es global. Voy a insistir y a repetir lo que vendo diciendo desde hace tiempo en todos lados. No es cierto que exista la globalización. La globalización existe en algunos sectores de la vida de las sociedades, fundamentalmente, a través de los mecanismos electrónicos, pero en el resto de la actividad del mundo no es cierto que exista la globalización los países todavía o las regiones, en su caso, viven dentro de compartimentos estancos. Compartimentos estancos que han impedido desarrollo sustentable, igualitario, entre los distintos sectores en los cuales todavía está dividido el mundo. Estaba mucho más globalizada la sociedad atlántica en el siglo XIX que lo que está hoy.

Esta situación se ha reflejado en nosotros de distintas formas, pero básicamente se ha reflejado todavía de una forma bastante adversa en el sentido de que ella, pese a que no está totalmente instaurada, genera igual sobre nuestra sociedades impactos muy fuertes que nos obligan a analizar y eventualmente a modificar nuestra forma de acción sin recibir al mismo tiempo los beneficios de la globalización. Por ahora estamos recibiendo los perjuicios y no los beneficios.

¿En qué medida estamos recibiendo los perjuicios y no los beneficios? En la medida en que la globalización impone, naturalmente, por la naturaleza de ella, la obligación de advertir que hay que entrar en un mundo de alta competitividad, de alta competencia. Pero al mismo tiempo cuando las circunstancias de esa globalización que se extiende y que se extiende progresiva y parecería inexorablemente, nos lleva y nos obliga a entrar en un mundo de alta competencia al mismo tiempo los mismos que la han, en cierta manera, prohijado o los mismos que representan sociedades de donde surgen los mecanismos que la generan al mismo tiempo esas sociedad están cerradas a lo que son nuestras posibilidades de incorporar a esas sociedades el producto de nuestros trabajos. Por tanto nos está generando una situación de desequilibrio y esa situación de desequilibrio que nos afecta de una forma central en nuestra vida nos está obligando a reflexionar sobre los cambios necesarios e inmediatos que hay que llevar adelante en toda la estructura social para poder, entre tanto, no ha llegado esa globalización total que nos beneficie poder, quizás hasta digo, mantener nuestros niveles de equidad, de justicia social, sobrevivir con ellos e impulsar, tratando de impulsar al mismo tiempo nuestro acceso a esa áreas a las cuales no podemos acceder, para lo que o para lo cual, me parece a mí, es central definir si vamos a esperar para nuestros cambios aquella globalización se dé o si la vamos a hacer. En algunos casos en los sectores privados, en los sectores industriales privados, lo han tenido que hacer sí o sí, porque sino lo hacían desaparecían al punto que eso se ve cuando se analizan las consecuencias que ha tenido para el Uruguay el MERCOSUR. Las consecuencias positivas en cuanto a la posibilidad de la inserción dentro de otros mercados mayores y también las consecuencias que le han obligado a todos los operadores industriales del país a cambiar su estructura. Sin hacerlo no hubieran podido sobrevivir.

Eso que se da en el sector privado es imposible que no se dé en el sector público. El sector público no puede estar ajeno a esa realidad. No está en condiciones de estar ajeno a esa realidad. Ya no se trata de analizar el tema desde el punto de vista ideológico, aquí que no es una discusión entre Keynes y Hayek, es un análisis de lo que es y por tanto el deber ser para tratar de incorporar lo que es a nuestro mundo, particularmente en el sector público y ver cómo él puede cumplir las funciones para las cuales existe desde siempre dentro del marco de la realidad en la que vivimos. Naturalmente que para mí sector público y soberanía, entendiendo sector público las actividades comerciales e industriales del Estado no tienen la connotación o significación que tiene para otros. Al fin y al cabo recién en 1950 el Uruguay se hizo propietario de los ferrocarriles y de las aguas corrientes y de muchos servicios públicos que desde el siglo XIX estuvieron en manos de los sectores privados. Y yo no creo que el Uruguay haya tenido, más o menos, soberanía en función de que los ferrocarriles fueran ingleses o fueran del Estado. Yo veo que el concepto de soberanía no está radicado en el hecho de ser propietario de, ese en todo caso es un concepto propietarista. De ser de particulares o de ser del Estado. El concepto de soberanía está dado, a mi juicio, está referido a otros elementos centrales. Y en este momento en el mundo más que nunca está referido a la capacidad del individuo y a la libertad que esa capacidad genera en el individuo, y a la posibilidad de que ese individuo que vive en sociedad reciba de la sociedad las oportunidades para él desarrollarse plenamente. Ahí está la soberanía. La soberanía a mi juicio no está en que seamos dueños de los mecanismos de saneamiento del agua potable. Ya el agua potable había sido inaugurada por los ingleses en 1868. En ese momento nuestra soberanía tampoco estaba erosionada porque ellos manejaban el agua potable, en todo caso estaba erosionada o estaba debilitada con respecto a lo que ella es hoy en función de la organicidad y de la organización de nuestra sociedad y de la educación con la cual habíamos llegado a cada uno de los miembros de la sociedad y al sistema económico que nos permitía en equilibrio darle a todos los ciudadanos oportunidades de acceder a plenamente ser ellos. Ahí me parece que radica esencialmente la soberanía.

Por tanto en la instrumentación de los cambios en los servicios públicos que hoy están en manos del Estado ha determinado su necesidad de que exista esta reunión. El señor General Seregni que ha organizado esta reunión ustedes están acá, no han venido acá ni ha sido el General Seregni el que ha organizado esto porque ustedes todos piensan que no hay nada para hacer. Es evidente que la sola presencia de todos ustedes no es un acto de gentileza para con el General Seregni, que si los invitara a un asado en su lugar de descanso iríamos todos encantados, con nuestras señoras, además. Acá venimos porque todos estamos de acuerdo en que algo hay que hacer. Y si hay algo que hay que hacer, es hacer algo diferente a lo que está. Y si hay algo que hay que hacer diferente a lo que está es porque lo que está no sirve. No es porque no haya servido jamás. No, es porque no sirve de acuerdo al mundo que estamos viviendo. No cumple las tareas de eficiencia, calidad y equidad, a la cual se ha referido aquí el representante del PNUD. Inclusive, si nosotros miramos la estructura de los servicios del Estado, de los servicios comerciales e industriales del Estado habremos advertido que con el andar del tiempo los llamados monopolios legales, lógicamente han desaparecidos. ¿Qué queda? Queda el monopolio de importación de la ANCAP y queda el monopolio de la telefonía básica, en ANTEL. Monopolio de la telefonía básica que es un monopolio virtual, en la medida que le a la ciudadanía particular usted no puede poner lo que usted no tiene interés en poner. Porque si nosotros quisiéramos darle a todo el mundo la chance de poner teléfono fijo, habría muy poco interés pero cada día hay menos. Una de las compañías que vende teléfonos celulares y que tiene una banda que solamente trabaja en cinco megahertz frente a los 15 megahertz de ANCEL, tiene ciento cincuenta mil teléfonos. ANCEL ha de tener más, así que en poco tiempo habrá más teléfonos celulares que teléfonos fijos. Y es notorio que cualquier persona que trabaja precisa de un teléfono consigo. Es mucho mejor tener un teléfono consigo que el que hable en la casa el nene con la amiga y no pueda hablar nunca con nadie cuando sale de la casa y para trabajar, para vivir, para comunicarse, para todo. En un mundo de intercomunicación creciente, el teléfono fijo disminuye, mientras el teléfono celular sobrepasa a todo el mundo. Así que el monopolio, prácticamente, no existe más. Y si nosotros vivimos en el MERCOSUR y queremos integrarnos en el MERCOSUR, y queremos cumplir con los elementos básicos que el MERCOSUR genera, hay más de un constitucionalista, más de un estudioso del derecho administrativo o del derecho constitucional que sostiene con claridad que el propio Tratado de Asunción terminó con los monopolios. El día que nosotros querramos venderle en la Argentina, hecha una refinería, productos que produzca esta refinería a la cadena de estaciones de servicio propiedad de la ANCAP en la Argentina, la primera cosa que los argentinos nos van a decir es: "pero, ¿cómo no, señores? Este mismo día vendemos nosotros en el Uruguay". Si no, ¿qué sentido tiene pensar que vamos a poder hacerlo nosotros allá y ellos no acá, habiendo un tratado como el MERCOSUR? Y ese mismo día, ¿qué va a decir Ipiranga? "¿Y qué es de nuestra vida?", va a decir. "¿No estamos también en el MERCOSUR? ¿Por qué para los argentinos sí y para los brasileros no?" Quiere decir que prácticamente los monopolios no existen más. El que existe, no funciona, no hay nadie que tenga interés en tenerlo y el resto va a caer solo, sin necesidad de que hagamos ninguna fuerza. Por tanto, lo que tenemos que pensar es cómo organizamos estos servicios, para que ellos cumplan con la función para la cual fue creado. ¿Para qué funciones fueron creados? ¿Fueron creados para satisfacer las necesidades de quién? ¿De los empleados de los servicios? ¿De los directores de los servicios? ¿O de los usuarios de los servicios? ¿Y quiénes son los usuarios de los servicios? Todos nosotros. ¿Y qué necesitamos tener? Servicios que nos aseguren eficiencia, calidad y equidad. Y que la sociedad los controle y los regule, con los organismos de regulación y de control que la sociedad puede darse, pudiendo para ello tener personas suficientemente capaces y conocedoras del tema. Como cuando vamos a hablar de muchos temas vinculados a determinadas actividades que hoy están próximas, por ejemplo, a todo el tema de ANTEL, y nos encontramos con un conocimiento nuevo, o una ciencia nueva, y con un mundo comercial nuevo, en donde ni siquiera nosotros estamos preparados para competir en ese mundo, porque durante muchos años, durante los últimos 50 o 60 años, hemos vivido en un mundo cerrado, en un mundo, de monopolio jurídico, o de monopolio de hecho. Por lo tanto, ninguno de nosotros, dirigidos y dirigentes, funcionarios y directores, razonamos en un mundo de competencia. Todos razonamos en un mundo de monopolio. Y se ha generado, a propósito de esa circunstancia, una deformación en la conducta de esas instituciones, no porque lo quieran hacer, no porque tengan un deseo de perjudicar a nadie, sino porque es la consecuencia natural de 55 o 60 años de sentirse cada uno de los que integran esos organismos como fuera del mundo como amparado de todo accidente y de todo avatar, como si fueran el eje central de la vida de una sociedad adonde todos tienen que ir a rendir homenaje y a escuchar lo que deciden, mientras que son al revés, aquellos que allí concurren con sus pagos mensuales a mantener organizaciones que sin ninguna duda en buena medida al tener ese concepto de monopolio y al actuar de esa manera han sido inclusive aprovechadas por las Tesorerías del Estado para transformarse en los más sencillos y fáciles mecanismos de recaudación fiscal.

Por tanto, en vez de servir a la sociedad, están sirviendo al Ministro de Hacienda y a los funcionarios. Esa es la terrible realidad en la cual estamos viviendo, al punto de no estar ni siquiera en condiciones de hacer las inversiones que tienen que hacer. Sin duda que uno de los activos más importantes de una sociedad en el mundo de hoy es el cien por ciento de un estado sanitario. ¿Cuánto necesita OSE para hacer eso? Mil millones. ¿Lo puede hacer? No, no lo puede hacer. ¿Puede el Estado endeudarse en mil millones para eso? No está en condiciones. ¿Quiere la OSE que eso suceda? No, no quiere. Por tanto, no habrá saneamiento porque la OSE no quiere desprenderse del monopolio y hacer el saneamiento y no tiene plata para hacerlo. Por cefas o por nefas, no habrá saneamiento. ¿Puede el país, en un mundo donde tiene que vender calidad, darse el lujo de no tener saneamiento? Imposible.

¿Qué quiere decir todo esto? Quiere decir que estos temas no hacen más a la soberanía. Precisamente el no tener saneamiento es una forma directa de perder la soberanía. La soberanía está en tener saneamiento, no en tener OSE. Esa es la gran diferencia que existe en el mundo del ayer y en el mundo del mañana. ¿Y en qué mundo vamos a vivir? ¿En el de ayer? No, en el del mañana. Los técnicos serán quienes resuelvan esa realidad. Ellos nos dirán cuáles son los caminos, si los caminos mejores son las asociaciones, son las concesiones. Yo no voy a entrar a discurrir sobre eso porque no me parece que sea mi tarea. Mi tarea es sentir que el Uruguay tiene que tener cien por ciento de saneamiento y cómo se hace. Y sentir que otros organismos que están a cargo de eso no lo pueden hacer, no están en condiciones de hacerlo, no porque no tengan técnicos sino porque no tenemos los recursos e inclusive si vamos a ir uno por uno en todos los casos ustedes van a advertir lo mismo en todas las situaciones. ¿Cuánto necesitamos para reestructurar el ferrocarril? Hemos plantado árboles hasta en las plazas y no los vamos a poder sacar porque no tenemos ferrocarril. ¿Y cuánto nos cuesta el ferrocarril? Ciento cincuenta millones de dólares. ¿Nos podemos endeudar en ciento cincuenta millones de dólares en los ferrocarriles y en mil millones en el saneamiento y en otras tantas cosas en otros lados? No, nos podemos endeudar pero no porque no querramos sino porque no hay nadie que nos preste la plata. Porque los países son como las personas, tienen una capacidad de crédito. Fíjense ustedes lo que es la tasa de riesgo. El Uruguay acaba de recibir un crédito de 125 millones de dólares a una tasa de riesgo de 7,80. La Argentina tenía ayer una tasa de riesgo de 10 puntos. Es el quince por ciento. Cada punto al Uruguay le cuesta 60 millones de dólares. Si tuviéramos que pagar en vez de 7,85, doce o trece por ciento –seis o siete puntos más- tendríamos que pagar 360, 400 millones de dólares más. ¿Qué sería de la comunidad uruguaya si tuviera que pagar 400 millones de dólares más? ¿Y cómo se logra que eso no suceda? Y bueno, no gastando de más, teniendo equilibrio. Entonces ¿cómo nos podemos endeudar hasta el punto de satisfacer demandas que si no satisfacemos la sociedad es la que pierde soberanía, porque se debilita en cada una de las cosas que no podemos darle? ¿Y con quién se los vamos a dar? Esto no quiere decir regalar ni vender; esto quiere decir controlar lo que debemos de controlar, pero tener quien lo haga por nosotros cuando nosotros no lo podemos hacer para darle a cada una de las personas que viven en el Uruguay las respuestas que cada uno quiere.

Acá no se trata de ver cómo defendemos más o menos a los 4.500 funcionarios del Banco de la República: no es eso. Ellos han tenido en función de su monopolio sin ninguna duda condiciones de trabajo mucho mejor que todo el resto de los uruguayos. Otra de las consecuencias de los monopolios en donde ellos no son culpables; es el sistema. Son ellos más los directores, los directores más ellos más los políticos, que somos nosotros. Pero eso es una realidad; eso es una realidad. ¿Y esa realidad cómo la vamos a resolver? ¿Acaso la vamos a resolver echando a la gente? No, no la vamos a resolver echando a la gente. La tenemos que resolver ampliando el negocio. ¿Y cómo vamos a ampliar el negocio si no tenemos el capital para hacerlo y si no tenemos quien nos acerque el capital para hacerlo?

Esa me parece a mí que es la coyuntura que tenemos que intentar resolver a través de los mecanismos que ustedes consideren los más idóneos, los más adecuados, pero sin perder de vista esta realidad. El país tiene que tener servicios óptimos como los tuvo en el pasado. Los tiene que tener. ¿Tiene los recursos él mismo para hacerlo? No los tiene. ¿Los puede recibir el Estado para hacerlo a través de sus organismos? No los puede recibir. Más allá de discutir si es bueno o es malo, yo creo que hay cosas que son horribles. Por ejemplo una de las cosas que haría si tuviera fuerza, ya que me he dedicado toda la vida a reformar las Constituciones, sería sacar el capítulo entero de los Entes Autónomos de la Constitución de la República y modificar totalmente la forma de elegir el Directorio de los Entes Autónomos. Algo hemos hecho: hemos reducido a tres en algunos casos, podría haber sido uno solo, con un control político adecuado en donde corresponde estar el control. Es bueno tener uno solo que sepa del asunto que tener cinco, de los cuales algunos saben mucho y otros no saben nada: esa es la realidad. Y vamos a no hacernos trampas al solitario. Entonces, señores, esta es la situación que no solamente tiene el Presidente, tiene el Uruguay, todo el Uruguay. Y es bueno que el Uruguay lo analice, que lo discuta y que trate de emitir ideas y dar caminos y soluciones. A nosotros en la Presidencia de la República no nos piden otra cosa que saneamiento en todas las casas, teléfonos baratos en todos lados, comunicaciones abiertas por todos lados, ferrocarriles que anden de arriba para abajo a cien kilómetros por hora de velocidad, puertos que permitan competir en la región con puertos que se privatizan, puertos que se dan en concesiones como el puerto de Multison allí enfrente a Zárate en Brazo Largo (Campana), que va a ser un puerto de competencia de Montevideo y un puerto de competencia de Buenos Aires, o sea, eso en América marcha y anda y anda al galope y nosotros en el Uruguay tenemos que buscar un camino común para también poder andar la galope. Nadie se acuerda de los países para ayudarlos si uno no decide ayudarse uno mismo. En la medida que demoremos estas transformaciones, las que los señores técnicos consideren las más adecuadas, y no podamos poner a estos organismos que representan buena parte del Producto Bruto Nacional, manejan mucho más, una mucho mayor parte del monto del Producto Bruto Nacional los Entes Autónomos que la Administración Central, mucho más, en la medida que no podamos poner a todos estos organismos a diapasón con la situación del mundo de hoy, la que todos conocemos, la que más allá de nuestras convicciones ideológicas todos sabemos que existen y no estoy hablando para nada de marginar al estado de los controles o de su presencia en las cuestiones sociales y esenciales. Al contrario, creo que el Estado debe ser un Estado mucho más pequeño pero mucho más fuerte, mucho más sólido, mucho más capaz de pagar buenos sueldos para que gente con conocimientos y categoría pueda incorporarse a la Administración Pública para ejercer los controles, las regulaciones o las desregulaciones que forman parte de armar un esquema de mercado abierto. Creo que si nosotros no hacemos eso, ahí sí, nuestra soberanía se va a debilitar. Y pienso que no hay mucho tiempo para perder y creo que sin ninguna duda esta iniciativa del señor General Seregni nos va a ayudar muchísimo a encarar los caminos más adecuados para resolver estos problemas.

Que no pueden esperar diez años, señores, no pueden esperar diez años. Algunos no pueden esperar ni meses, puesto que si esperan meses la oportunidad del país habrá pasado. Un país sin puerto, un país sin ferrocarril, un país sin capacidad de endeudamiento propio para hacer las cosas, un país sin energía, un país sin comunicación abierta para que se instalen todos aquellos que tienen capacidad y conocimiento propios y extraños, es un país mal dado y eso esta reunión tiene que advertir que está convocada para analizar las soluciones a los problemas. Yo simplemente hablo de los problemas, porque a los Presidentes les llegan nada más que los problemas. Espero que ustedes nos aporten todas las soluciones. Muchísimas gracias de antemano.