01/10/2001  

BATLLE DESTACÓ VÍNCULOS HISTÓRICOS CON CHILE

El Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle, fue nombrado Huésped Ilustre de la Ciudad de Santiago de Chile en una ceremonia realizada en la sede de la Alcaldía de la capital trasandina. El primer mandatario de nuestro país agradeció la distinción y remarcó nuevamente los vínculos históricos que unen a ambas naciones, en declaraciones que se detallan a continuación. 

PRESIDENTE BATLLE:  El pueblo del Uruguay, en nombre del pueblo del Uruguay y del gobierno, aquí representado por los Señores Ministros de Estado, por el Señor Presidente de la Cámara de Diputados, por el decano de los señores Senadores del Uruguay, el senador Carlos Julio Pereyra, y por el Intendente Municipal del Departamento de Salto. Al tiempo de agradecerle en nombre del pueblo del Uruguay y de ellos está distinción, permítame decirle que se lo agradezco, no solamente personalmente, sino en nombre de la historia que nos une y de la fraterna amistad que siempre nos ha distinguido y caracterizado a chilenos y uruguayos; más allá y más acá de los acontecimientos no tanto agradables para nosotros a veces y para ustedes otras veces resueltos en los campos de juego, porque sabemos siempre nosotros que es difícil ganarle a los chilenos. Siempre lo supimos.

Pero vea señor Intendente, señor Alcalde de esta ciudad de Santiago, son tantas las cosas que unen desde hace tanto tiempo. En primer lugar nos une nuestra historia, porque nuestras historias políticas nacieron en los municipios. Todos nuestros antecedentes políticos de la administración de nuestras ciudades, de la administración de nuestros derechos, nacieron de los fueros (Juzgo Aragoneses), de todas aquellas cosas que tan claramente las tenemos todos en la memoria: Nosotros que, uno a uno, valemos tanto como vos, pero que todos valemos más que vos, hemos decidido que tu seas quien presida nuestros destinos. Así fue que desde 1813, nosotros en las primeras aplicaciones de las elecciones municipales, aplicamos desde ya los mismos conceptos que todavía estamos aplicando hoy. Cuando uno relee las normas bajo los cuales se eligieron los primeros diputados al Congreso de 1813, la forma de elección por cédula, quién estaba en condiciones de votar, cómo se hacían los registros electorales, cómo se cuidaban de su transparencia, cómo se presentaban los distintos candidatos,  ya estaba instalada nuestro país en la democracia. Y luego, naturalmente, la fuimos afirmando a través de aquellos que pensaron sobre la democracia, sobre la República y nos ayudaron a ser republicanos. Y bastante que recibimos de ustedes, de Andrés Bello, de Francisco Bilbao, de José Victorino Lascaña, que sin ninguna duda sus palabras, sus escritos, sus reflexiones, sus pensamientos,  circularon en la generación de 1837. Aquella de Alberdi, de Lamas, de Gutiérrez, de tantos y tantos a ambos lados del Río de la Plata. De Sarmiento, de Avellaneda, de Avellaneda, no aquel que fue presidente de la República Argentina, sino del anterior, de tantos y tantos que construyeron nuestras naciones y que hoy siguen siendo quienes nos inspiran en las tareas que tenemos que hacer.

No son difíciles, en cuanto a los conceptos, eso está claro, los valores no han cambiado ni cambiaran, son los mismos de siempre, de toda la vida, de la historia. Los valores morales que presiden las acciones de los pueblos, los únicos bajo los cuales es válida la vida vivir. Y tampoco son oscuros los caminos a seguir en cuanto a cómo nosotros distribuimos en las sociedades los frutos de nuestro trabajo. Lo que es difícil es que nos compren el fruto de nuestro trabajo, eso sí que es difícil. Esa es la mano que hoy tenemos que jugar. Usted sabe que cada uno tiene en su vida sus manías, no es verdad, y yo tengo algunas manías a las que se refirió, que son las manías del comercio. Si no hay comercio libre no hay prosperidad, si los comerciantes, que son los que traen y los que llevan, a veces alguna gente se pregunta: ¿y cómo es eso de ustedes?, ¿cómo surgió el Uruguay?, ¿cómo surgió Montevideo?, ¿cómo surgió el país?.

 Yo creo que hay dos cosas básicas, un día Hernandarias desde Asunción resolvió llevar algunas vacas y algún toro. En aquellos campos libres, pródigos, se multiplicaron por millones, y otro día, mucha gente llegó a un puerto. Nacimos de un puerto, de un puerto libre, nacimos de un puerto abierto, nacimos de un puerto donde llegaron todas las corrientes, de todas las ideas, de todas las formas del contacto comercial y eso fue lo que nos dio a nosotros en aquellos tiempos una visión abierta del mundo. Nuestros mayores tuvieron, quizás en mucho mayor grado que nosotros, una visión abierta del mundo, no solamente tenían más conexiones más fuertes entre nosotros mismos en aquel tiempo de las que muchas que, pese a las formas de comunicación hoy existente, tenemos entre nosotros, porque seguramente les iba más que a nosotros la vida en tener esas conexiones. Pero además tenía ideas muy claras, no solamente en cuanto a lo político, sino en cuanto a lo económico, que son las que en algún momento nosotros en un momento de confusión, no digo que las hayamos perdido, sino que las pusimos en algún cajón para luego volverlas a sacar cuando llegaran tiempos mejores o tiempos peores y, por tanto, con ideas más necesarias. Y eso son los tiempos que corren, y cuanto más problemas hay en el mundo, más oportunidades hay para alcanzar y vencer a los desafíos que se nos presentan.

Y el comercio está en la puerta de eso, y los alcaldes, los munícipes, son aquellos que fueron los primeros que lo armaron, los primeros que lo hicieron, porque son esos puntos de encuentro y el origen de las ciudades, puntos de encuentro, puntos de pasaje, puntos de reunión, puntos de intercambio; de qué, de lo que son las expresiones naturales de la vida: el saber y el hacer. Y eso es lo que tenemos que hacer en América, sin ninguna duda y sin tiempo para esperar mucho, Señor Alcalde, sin tiempo para esperar mucho. Y siendo ciudadano de este país y de esta ciudad, Honorario, por lo menos, le debo decir, además, que de esta ciudad y de este país no tengo nada más que buenos recuerdos. Algunos familiares, la conocí a esta ciudad cuando venía aquí a visitar a mi hijo, que estudiaba en la Universidad Católica. Pero sabe, estimado amigo Labin, el sábado de noche asistí a un casamiento, en Montevideo. Usted sabe cómo se llamaba la niña que se casó, María de los Andes Páez. Es hija de uno de los chicos que vivió y sobrevivió esa tragedia y que sintió los abrazos fraternos del pueblo chileno. Muchas gracias.