Yo simplemente quisiera hacer dos o tres reflexiones
para darles luego a ustedes la tarea de continuar trabajando a propósito
de todo lo que se ha estado hablando acá y lo que se está programando
acá.
Sí es cierto que estamos viviendo en la región
dificultades económicas importantes que se traducen siempre en
dificultades sociales. También es cierto de que esta dificultad no
solamente se circunscribe a la región, sino que todos los días
escuchamos y miramos noticias que nos informan de una evidente tendencia a
un enlentecimiento del crecimiento económico en las economías centrales.
Tanto Japón como Alemania, e inclusive la propia economía de los Estados
Unidos asiste a una evidente recesión que tiene en ellos síntomas por
cierto mucho menores que los que hemos vivido en los últimos años aquí
en el Río de la Plata, en el MERCOSUR, lo que son síntomas que
repercuten con mucho más fuerza en las economías más débiles. Pero si
tuviéramos la posibilidad de situarnos todos en una economía más
estable, de un día para otro, los problemas que se plantean en estas
sociedades, aún en circunstancias en las que la desocupación fuera
sensiblemente más baja, no variarían sustantivamente. ¿Por qué no
variarían sustantivamente? Porque lo que se está produciendo hoy en
estas sociedades es algo bastante parecido a lo que se produjo en Europa
en tiempos del nacimiento en el siglo XVIII de los procesos de cambio
industrial. Cuando uno recorre básicamente la historia de Inglaterra, con
la evolución demográfica en sus ciudades, con la desaparición de la
población campesina y vuelve a leer los libros de Dickens, uno recorre
circunstancias que por suerte en grado menor se advierten en nuestras
sociedades con distinta significación y distinta importancia y magnitud
en función de la composición social que le ha permitido a algunos
países vivir estas circunstancias adversas en menor grado que otros
países de la región. Pero vivirlas de cualquier forma y de cualquier
manera entre nosotros en un porcentaje que para nosotros es, sin ninguna
duda, alto. ¿Qué sucede? Sucede que hay un cambio radical en las formas
del trabajo. Y el cambio radical en las formas del trabajo no solamente no
se va, no va a dar marcha atrás, sino que por el contrario, se va a
acrecentar. Cada día que pasa y cambian las formas del trabajo, se hace
más fuerte, más profundo, y altera muchísimo más la composición
social de las naciones y altera mucho más por ello el destino de la vida
de los ciudadanos.
Quiere decir que hay otro tipo de marginación hoy que
el que había antes. Hay un tipo de marginación que proviene, más allá
o más acá del poder económico de una familia, proviene de otro tipo de
circunstancias que le permiten a esa persona insertarse en el mundo nuevo
al que accedemos. Eso es, constituye, en el Uruguay el problema futuro,
quizás el más importante de todos cuantos la sociedad uruguaya tiene que
enfrentar. ¿Por qué? Porque notoriamente, en función también de, de
los índices demográficos del Uruguay, en donde nosotros prácticamente
no crecemos desde el punto de vista de la población. Si vemos hacia
dentro de ese, de ese sector etáreo menor, de dónde procede la mayoría
de los niños, advertiremos que procede de los hogares que precisamente
han tenido que abandonar determinadas circunstancias en donde, en donde
estaban insertos en la estructura social para buscar otras áreas en las
que creyeron que podían encontrar mejores soluciones a sus problemas
económicos. Eso les ha generado un conjunto de situaciones de muy
difícil solución, e inclusive ellos mismos procedían de estratos
culturales mejores que los que le han podido dar a sus hijos, y sus hijos
en buena medida, muchas veces, no obtienen, en el mundo en el cual crecen
y viven, los niveles de estructura social estable y ajustada a determinado
tipo de valores y conductas que tenían los propios padres.
Y naturalmente esto requiere una muy fuerte acción de
la sociedad, no solamente del Estado sino de toda la sociedad. Entiendo,
por lo tanto, que un programa de esta naturaleza tiene ese objetivo, es un
objetivo que supone, antes que ninguna otra cosa, tratar de, tratar de ver
si los uruguayos podemos progresivamente hacernos a la idea de que no hay
más chacras individuales entre nosotros. Cada uno de nosotros, quizás
por nuestra conformación social, por nuestro origen mediterráneo, por
una serie de cosas que otros sin ninguna duda pueden explicar mucho mejor
que nosotros, practicamos un celoso individualismo. Cuando nos integramos
a una determinada organización nos ponemos, digamos, la camiseta de esa
organización, y creemos que el mundo empieza y termina en ella. Es un
poco, a veces, lo que pasa en algunas otras disciplinas tradicionales como
es la medicina, en donde nos criamos a imagen y semejanza del gran patrón
francés y cuando volteamos nuestra mirada a los países sajones nos
encontramos que trabajan de otra manera completamente distinta.
Una de las cosas más difíciles que el Gobierno ha
encontrado a lo largo de estos meses ha sido tratar a convencer a los
distintos titulares de las distintas organizaciones, que además de ellos
están los otros. Reconocer el otro, cosa que, sobre lo cual muchos han
escrito y muy bien, es una de las dificultades mayores que tenemos los
uruguayos, y que tienen las instituciones del Uruguay. El propósito, por
tanto, no es sustituir, para nada, sería un hecho absolutamente negativo
si se pretendiera sustituir. El propósito es integrar, el propósito es
tratar de juntarnos para trabajar entre nosotros con la mayor de las
objetividades posibles, tratar de ver en dónde nos faltan cosas hacer,
dónde debemos integrar los esfuerzos, dónde un Estado, mejor dicho una
sociedad, que le da al Estado el camino para invertir tantos y tantos
recursos, en qué medida esos recursos pueden tener mucho más eco
positivo cuando se integran los esfuerzos, cuando todos sentimos que lo
que hacemos junto al otro va a ser mucho mejor de lo bueno que hacemos
cada uno de nosotros individualmente. Por tanto, tengo la impresión de
que en esta área, más allá de que el Producto Bruto suba y que la
desocupación baje, que son manes únicos del desarrollo económico y, en
nuestro punto de vista, de una apertura a un mundo que se llama a sí
mismo globalizado, pero que no lo es en cuanto a lo que nos interesa, que
es el comercio. Más allá de esos hechos, que sin ninguna duda en los
próximos meses generarán en el mundo una necesidad de resolver, iniciar
un camino en algún sentido, porque vivimos en una extraña situación en
donde al tiempo que hay gente que con pasión se moviliza en contra de la
globalización, en realidad, los que se movilizan en contra de la
globalización, apoyan lo que existe, que es la regionalización cerrada.
En el mundo no existe una globalización sino que existe una
regionalización cerrada. Esta regionalización cerrada, Estados Unidos
por un lado, Europa por el otro, el Japón por el otro, con una serie de
áreas que son marginales y que son víctimas de esa regionalización
cerrada está llegando a una circunstancia que nos va a obligar en el
correr de este año, o que va a obligar a estas regiones cerradas en el
correr de este año a comenzar un proceso que va a ser difícil, costoso,
e inclusive no tan rápido como todos quisiéramos, un proceso de cambio
que nos va a permitir a todos mejorar nuestro perfil de inserción en los
mercados. Pero aunque ello ocurra y esto se transforme en un beneficio en
las cifras con las cuales se miden los índices de crecimiento, los
índices de inversión y los índices de desocupación hay igual en estas
sociedades que por circunstancias que todos conocemos y que son hijas de
nuestra historia, de nuestra geografía, no nos han permitido caminar al
compás de lo que lo han hecho los países centrales. Hay una fractura
hacia el interior de la sociedad que tenemos que tratar de coordinar los
esfuerzos para poder resolverla. Esta no es una tarea de un gobierno, esta
no es una tarea de un sector de la sociedad civil, no es una tarea que
tenga, digamos, un tono ni partidario ni religioso especifico, ni social
representativo de tal o cual sector de pensamiento. Esta es una tara en
donde todos tenemos similares obligaciones, similares anhelos de que se
corrijan las cosas de las cuales todos somos conscientes que existen y
cuyas causas, sin ninguna duda, por las circunstancias a las que he
referido de los cambios en la estructura esencial de las sociedades en el
mundo, tienden a ser, digamos, más fuertemente parte esencial del nuevo
tipo de sociedad a la que se encamina el mundo.
Por cierto, el Uruguay está en mejores condiciones,
por suerte, que otros países de enfrentar estas circunstancias. Tenemos
además la colaboración, en este caso, del BID. Y también vamos a poder
encontrar colaboración en el Banco Mundial, si es que fuera necesario,
puesto que existe en las organizaciones internacionales, una creciente
conciencia de que su función no está únicamente referida al
financiamiento del desarrollo de las infraestructuras imprescindibles para
el crecimiento del resto de la economía, sino también en atender este
tipo de cuestiones. Hemos escuchado a nuestro Enrique Iglesias hablar de
la necesidad de apoyar al deporte, y esperamos que eso se pueda plasmar en
cosas importantes. Todo eso supone, por tanto, una visión a la que la
sociedad uruguaya le debe prestar especialísima atención.
El Poder Ejecutivo va a hacer todo cuanto esté a su
alcance para colaborar con las organizaciones existentes para tratar de
sacar el mayor de los provechos posibles a los esfuerzos que la comunidad
hace cuando asume la responsabilidad de contraer una obligación externa,
como es un crédito, tratando además de que los costos de la
infraestructura administrativa no formen parte sustantiva del crédito que
se recibe y que el dinero se transforme en instrumentos o en bienes que
puedan ser recibidos a plenitud por aquellos para quienes se hace el
esfuerzo.
Por tanto, les deseo a todos el mejor de los éxitos. Y
desde ya, en la medida en que uno lo pueda hacer en función de, no de su
tiempo, sino de sus capacidades, estoy a la orden para trabajar, para
colaborar y para sentir que hay con ustedes, que hay muchísimas cosas que
muchas veces, más que esfuerzos monetarios, lo que necesitan es un poco
de buena voluntad, un poco de conocimiento, un poco de humildad, un poco
de creer que uno no es el ombligo del mundo y que el otro también tiene
algo que ver y alguna razón ha de tener, y algo ha hecho y algo puede
hacer. Y si nos ayudamos entre todos, estoy absolutamente convencido que
lo mucho que el Estado uruguayo y que la sociedad uruguaya a través de su
Estado ha hecho, lo podemos todos los días mejorar. Muchísimas gracias y
muy buenos días.