23/09/2001  

LOS RÍOS Y LAS GRANDES OBRAS COMO FACTORES ADICIONALES DE UNIÓN URUGUAYO-ARGENTINA

El Presidente de la República Dr. Jorge Batlle abogó por estrechar las relaciones con Argentina a través de obras como las de los puertos de Fray Bentos y Concepción del Uruguay y recordó que los ríos han sido históricamente factores de unión entre ambos países. Lo que sigue es el texto de la alocución presidencial formulada en el Teatro Municipal de Fray Bentos en los actos de celebración del 25º aniversario de la inauguración del puente internacional “General José de San Martín”.

 

PRESIDENTE BATLLE: Estimado señor gobernador de Entre Ríos, estimado amigo Montiel, estimado amigo Montiel, estimado amigo y viejo amigo Carminatti, y de que con buena amistad de la época desde Emilio, señor embajador de la Argentina en el Uruguay, amigo Casella, señor embajador del Uruguay en la Argentina, nuestro gran amigo Alberto Volonté, señor García Moritán, Embajador García Moritán, Presidente de ARES, arquitecto Belvisi, nuestro amigo Malaquina, Intendente de Salto, nuestro amigo Lamas, Intendente de Paysandú, aquí presentes, señor Boismenu, al Ministro y al Subsecretario, los dejo al final porque como bien dicen siempre que los ministros son fusibles (risas), el último es el pariente, presidente de la Comisión Mixta de Salto Grande, señoras y señores, ¿no? Yo diría que participar de una reunión como esta es siempre una cosa que trae alegría para un gobernante. El señor ingeniero Ponce Delgado nos ha hecho una magnifica historia, preciosas, de los esfuerzos que significaron, los esfuerzos de ingeniería, de trabajo, de inteligencia, y se pusieron a  armar este hermosísimo cuadro, que además, de unir dos naciones, unidas desde siempre, unidas por el río.  El río no las separó a estas naciones en la historia, las unió. Es de una hermosa, además de una hermosa obra de ingeniería, hermosa obra en sí misma. Creo que cuando uno ve el perfil, cuando nosotros, ahora, en este trabajo que tenemos, venimos en helicóptero y vemos el puente en perfil es de una enorme belleza, el perfil de esa gran obra que une a la Argentina y al Uruguay.

Sin ninguna duda sería algo para que Don Orlando trabajara sobre esto intensamente, la historia del río, la vieja y permanente vida que el río nos ha mostrado como expresión de nuestra unidad.  Cada cosa sucedía de un lado  se correspondía otra sucedía de este lado. Para nuestros bisabuelos el río no era un obstáculo. Ahora que uno ve y lo mira el río y dice: ¿Cómo harían para pasarlo?. Lo pasaban permanentemente, lo pasaban  en bote, lo pasaban de caballo, lo pasaban con ganado, lo pasaban los ejércitos, lo pasaban las caballerías, lo pasaban permanentemente el río, no era un obstáculo. El río, sin ninguna duda, tanto este hermosísimo río como el Paraná y como el Paraguay, forman parte esencial de nuestra historia. Este gran hombre que fue Urquiza, entre las muchas cosas fantásticas que mandó hacer, un día mandó buscar al abate Musi que vino con cinco, seis, o siete expertos e hizo de a pie, trabajando algunos años, tres tomos de soporte donde se recopilan todas las cosas de la vida de la República Argentina con un atlas formidable en donde hay desde una descripción política, de una descripción orográfica e hidrológica, hidráulica de la República Argentina, hasta un corte transversal desde el norte hasta el sur, desde el Pacífico hasta el Atlántico, y un corte en profundidad geológico, cosas que parece mentira, pero que lo hacían los antiguos gobernantes sin consultores fastuosos, externos, sin FMI, sin Banco Mundial, sin BID ni ninguna otra cosa que su capacidad para pensar en grande en el futuro su propia nación.

Uno de los atlas trae el detalle del río Uruguay. Cada..., cada..., cada lugar, cada estancia, cada accidente, cada nombre de cada arroyo, de cada cerro, de cada estero, de cada lugar, los propietarios de los lugares donde estaban ubicadas a ambos lados del río, los lugareños más importantes. No digo nada del bisabuelo de Guamenú, que era un corsario bretón que se instaló allá por la desembocadura del arroyo Negro y un día, como parece que no le dejaban pasar de contrabando alguna cosa, resolvió sitiar el Puerto de Montevideo, pero todos los que estamos alrededor de este río y le contaba yo a Montiel, al gobernador Montiel, que cuando, en una forma casi delictiva, Carminatti y Stirling se transformaron en abogado mío del que era vendedor y el abogado del comprador que era rabino, el escribano mío y el escribano del comprador que era rabino, Carminatti y Stirling, de un campito que teníamos en Menafra, lugar donde me he quedado hasta ahora, la salida fiscal era de Urquiza.  Aquellos campos del arroyo Negro, en donde está Lamarión y la salida fiscal eran campos de Urquiza. Yo le contaba recién,  al amigo Montiel, que hace poco  tiempo fui a visitar a un historiador argentino y a un hombre que colecciona en la Argentina cosas fastuosas, tiene un museo que es una maravilla, y ahí encontré cosas increíbles, entre otras, una formidable espada, un sable no una espada, un sable bellísimo que le había regalado el Emperador del Brasil, Don Pedro, a Fructuoso Rivera, y que Fructuoso Rivera se lo había regalado a Urquiza. Y hoy que pasa, veo otro sable totalmente despojado de todo, de toda cosa que no fuera, un sable de pelea.  No era como el otro que era un sable de museo, este era un sable de pelea, esos sables que hasta hace poco tiempo todavía de vez en cuando teníamos que usar, me acerco al sable, y digo: “este sable tan lindo, tan, tan, tan armónico, tan bien hecho, ¿de quién es?”. Decía: “Regalo del Coronel Lorenzo Batlle, grabado del Coronel Lorenzo Batlle, mi bisabuelo, a López Jordán”, otro entrerriano que había tenido algún problemita con Urquiza.(risas)

En eso se muestra claramente como hemos estado tan fantásticamente bien unidos, no. Artigas, la campaña de las Misiones en el 28, todo eso nos ha, nos han visto crecer de una unidad formidable. A mí, por supuesto, me corresponden las generales de la ley. Diría un bien entrerriano: “mi mamá, pobre, es porteña” (Risas) (Aplausos). Quiere decir, quiere decir que estaba del otro lado de la bajada del Paraná.

Y bueno, y naturalmente nosotros hemos vivido todos los que estamos acá y todos nosotros argentinos y uruguayos con un destino y una vida común. Siempre nos hemos manejado con un destino y una vida común. Y nos faltan, todavía, hacer algunas cosas para poder consolidar ese destino y esa vida común. Algunas cosas que no, no están lejos y de que no son, y que no son difíciles. Además, como las señalaron acá, que son aquellas que tienen que ver conque, el puente sí habilite a ciudadanos de ambos países a transitar libremente; los malos no pasan por el puente (aplausos). Los malos no pasan por el puente y sí pasan donde haya todo lo que tenga que haber.

Hay gente que pudo pasar por la vigilancia en Estados Unidos, y pudo vivir en los Estados Unidos durante largo tiempo preparándose para un acto tan terrible, tan terrible. Como con asombro vimos nosotros cómo sucedía, desde nuestras casas en la televisión, cómo se derrumbaban aquellas torres, en ese acto de insanía, porque ¿qué se puede obtener con un acto de terrorismo? ¿La paz? No. Nada más alejado de la paz, un acto de terrorismo. Así que no vamos a pretender nosotros creer, que poniendo una vigilancia en un puente vamos a impedir que el mal nos llegue. El mal no nos va  a llegar en la medida que podamos hacer políticas que aseguren la equidad y la justicia social (aplausos).

A veces, a veces, las circunstancias apretan tanto, como estas que estamos viviendo desde algunos años: en la Argentina, en el Uruguay, en el Brasil; a veces las circunstancias apretan tanto, que nos ayudan a mirar las cosas con un poco más de perspectiva y tratar de hacer un esfuerzo para resolver algunos problemas que todavía están pendientes. Y esa es una circunstancia, que estamos precisamente viviendo.  Vamos a empezar a hacer entre nosotros lo que podamos hacer, dejar que nuestros nacionales, orientales como dice el amigo Montiel, y argentinos podamos libremente ir de un lado para otro. Y vamos a ponernos en camino para resolver también otras cosas. Otras cosas que nos van a permitir crecer juntos, y que muchas veces son cosas que cuando uno las expresa todo el mundo dice "bueno, ¿pero por qué no se hacen esas cosas?". Bueno, no se hacen porque ellas están fundamentalmente atadas a ordenamientos económicos que es difícil de integrar, que es difícil de conjugar. Cada país, cada zona inclusive de cada país vive durante años sus realidades y cuando tiene que estructurarse como un puzzle con otros países, a veces las piezas no calzan bien y entonces se producen, sin ninguna duda, las dificultades de esa integración. Es notorio, que si  el Uruguay fueran 19 países, y cada departamento fuera un país, sería imposible para el departamento de Rivera plantar trigo, como sería imposible para el departamento de Río Negro plantar maní o tener sandía. Pero cuando los países a veces están cerrados, procuran hacer todo lo que entienden que pueden hacer ellos, en lugar de comprarlo en otro lugar. Y cuando se juntan, empiezan a darse esos problemas: me viene a ver a mí alguien que me dice "mire si usted permite que se importen de allá algo, mi fábrica se cierra"; y del otro lado, nos pasa exactamente lo mismo. Son las dificultades del crecimiento.  En esos momentos hay que pasar para poder crecer, por esos momentos inexorablemente hay que pasar para poder crecer. Es como si dijeran "pero que barbaridad, vamos a eliminar a todos los caballos y todas las mulas y todos los burros, y toda la gente talabartera y toda la gente que arregla las ruedas, y toda la gente que arregla los arreos, y toda la gente que planta alfalfa, porque vino el ALCA. Y entonces vamos a seguir con el caballo y con la diligencia porque va a quedar mucha gente sin trabajo, porque el ALCA ha venido. O vamos a eliminar el camión porque matamos el ferrocarril; o vamos a eliminar el avión, porque mucha gente se va a trasladar por esa vía, y no por la que teníamos antes en la mano y al alcance de nuestro medio". Un día hubo un barco, el barco transportaba a la gente de Salto a Buenos Aires, y los salteños iban de Salto a Buenos Aires y de Buenos Aires a Europa. No pasaban ni siquiera por Montevideo; y el barco paraba en el Río, para que la gente subiera al barco, y el barco en los portones de Aido paraba y había gente que habitualmente iba a Buenos Aires, gente de la zona y el barco paraba y subían en el barco. Y el barco no está más, pero el barco volverá.

Los procesos son lo que tenemos que ordenar y los que tenemos que tratar de irlos haciendo, caminar a un ritmo más acelerado. Y creo que a veces entre un país y otro, la cosa puede ser más difícil, mientras que entre otros países puede ser más fácil. Ese es el caso de la Argentina y del Uruguay, entre la Argentina y el Uruguay es mucho más fácil; entre Entre Ríos y el Uruguay no hay problema porque es todo lo mismo, pero entre la Argentina y el Uruguay puede ser más fácil, que lo que puede ser hoy por ejemplo entre nosotros y Brasil, o entre la propia Argentina y Brasil. Porque Brasil hoy tiene un tipo de cambio de 2 reales 70 y pico casi 80-un dólar, y la Argentina es un peso-un dólar, y por tanto ¿cómo se hace una unidad cuando este tiene este valor y este tiene otro valor? Es casi, digamos, muy difícil. Por tanto, nosotros tenemos que ver ¿cuál es la orientación que tenemos que asumir? Entre nosotros tratar de consolidar esa unión, tratarla de consolidar rápidamente y cada uno en su lugar; haciendo el puerto acá en Fray Bentos, tratando con el amigo Montiel, cuándo podemos reiniciar el tema del dragado para que Concepción del Uruguay, también pueda ser un puerto importante. Para que estas, para que estos ríos, tengan la vida que tuvieron con el tipo nuevo de navegación que no era el de entonces, para el que no se necesitaba dragado, ni ninguna instalación muy especial.

Todas esas cosas las vamos a hacer, y las vamos a hacer en el período del gobierno del doctor De la Rúa, y las vamos a hacer en el período de gobierno que nos toca a nosotros. Y cuando nos tengamos que ir, para que otros gobernantes electos democráticamente ocupen nuestro lugar, cuando se cumpla el mandato constitucional vamos a poder encontrar esas dos obras en marcha, y con un camino nuevo caminando para poder mejorar nuestras vidas (aplausos). Pero tenemos que pensar en cosas mayores, tenemos que pensar en cosas mayores, tenemos que pensar en aperturas mayores, tenemos que pensar en integrarnos más al mundo. Él que se cierra, se asfixia.  La libertad de comercio es como la libertad democrática. No hay libertad de comercio, no hay libertad de las naciones.  El que se encierra dentro de sí, se muere.  Por más grande que sea un país, un país encerrado no prospera, no tiene vida y no sabe cuánto de bueno puede encontrar en el mundo si se abre al mundo, porque solamente abriéndose al mundo vamos a encontrar la paz, que es el objetivo más importante que todos tenemos que alcanzar (aplausos).

Señoras, señores, en esta casa donde me siento como dueño de casa, puesto que notorio es que mis mayores vivieron acá y algunos nacieron acá, por lo menos dos de mis tíos nacieron acá, hermanos mayores de mi padre, doy como ciudadano, no como Presidente de la República, como ciudadano de Uruguay, tengo como antiguo vecino de la estación Menafra y radicado allí para siempre,  me siento feliz de haber tenido la oportunidad de que siendo Presidente de la República, pueda participar de esta fecha y de esta celebración.

Muchas gracias.