05/04/2002

TRANSCRIPCION DE LAS PALABRAS DEL ACTO- O5/04/02

 

MODERADORA: Señor Presidente de la República, Dr. Jorge Batlle Ibáñez, Señor ex Presidente de la República, Dr. Julio Ma. Sanguinetti, autoridades nacionales e invitados especiales damos comienzo a este acto de inauguración de la escultura "Mano a Mano" del artista plástico Alfredo Halegua. Acogemos hoy en nuestro parque una obra de este uruguayo, creador de esculturas públicas monumentales, quien también es un maestro tallador de madera versado en las técnicas del vaciado, siendo además uno de los pioneros en el uso de materiales plásticos para escultura desde 1962. En el año 1959 ganó el Primer Premio y Medalla de Oro en el Salón Nacional de Bellas Artes en Montevideo y luego se trasladó a Estados Unidos desde donde entonces ejerce su carrera. Sus obras están representadas en 32 museos y parques públicos en Estados Unidos y otros países, además de numerosas colecciones privadas en todo el mundo. Esta escultura que hoy se inaugura en el parque del Edificio Libertad es representativa de la filosofía plástica del artista. La obra fue concebida especialmente para la ubicación que ocupa, buscando que su escala y color complementen el parque. Ha usado un lenguaje planista en una composición compleja, definida por grandes gestos volumétricos para lograr los cuales el acero pintado resultó ser el vehículo ideal. A continuación palabras del artista Alfredo Halegua.

HALEGUA: Señor Presidente Batlle Ibáñez, Dr. Julio María Sanguinetti, Canciller Didier Opertti, Ministro Antonio Mercader, Intendente Arana, familiares, amigos, señoras y señores. Es un gran honor para mí estar aquí hoy haciendo entrega de una escultura al parque presidencial, donde con gran alegría veo colocado uno de mis trabajos después de 42 años de ausencia del país. Cuando dejé el país en 1959, buscando por supuesto nuevos horizontes, nunca imaginé el recorrido a seguir, que resultó ser absolutamente extraordinario e inesperado para mí. Tuve la ocasión de trabajar como artista durante toda mi vida, que es lo que todos los artistas aspiramos, y vivir de ese trabajo lo cual es más inusual todavía. Considero que los uruguayos que somos especialmente primera generación de inmigrantes extranjeros, como lo fueron nuestros padres, tenemos una obligación y un deber especial de recompensar al país por aquello que nos ha dado. Nuestros padres dejaron Europa escapando a las guerras y encontraron en este pequeño país una isla de paz y tranquilidad. En él criaron sus familias, de las cuales salimos nosotros, quienes tuvimos la suerte además de ser educados gratuitamente -lo cual es muy inusual en cualquier parte del mundo- en las mejores escuelas de medicina, de artes, de ciencias, de todos los campos. Yo tuve la suerte de haber sido estudiante del escultor Edmundo Pratti, que fue un gran maestro, el privilegio de haber trabajado por dos años con José Luis Zorrilla de San Martín. Y, con ese equipaje nos trasladamos con mi esposa a Estados Unidos, sin saber lo qué nos depararía. Curiosamente la recepción en Estados Unidos, aunque no nos conocían, fue muy amistosa, muy cariñosa, muy receptiva. El americano es mucho más afectivo de lo que uno se imagina y, cuando le abre los brazos a uno, le hace sentir el calor humano que ellos tienen. El hecho es que desde el principio tuve encargos y cada encargo se multiplicaba por el hecho de que cuando un coleccionista norteamericano recibe la obra del artista invita a todos sus amigos para mostrarla, para presentarla. En esas ocasiones uno conoce otros coleccionistas que se interesan también y así sigue una sucesión de encargos que mantienen al artista ocupado. Uno de los puntos importantes en ese proceso fue una invitación del Museo de Baltimore a tener una exposición personal de gran escala en su edificio. Como resultado de esa exposición tuve el encargo de una pieza, lo que yo llamo un obelisco, muy diferente a los obeliscos convencionales, ubicado ahora en la ciudad de Salisbury, en Maryland, que tiene aproximadamente doce metros de alto, hecho de aluminio, que fue también recibido por la ciudad con gran elogio y halago. Y, como consecuencia de ello, otras cosas fueron saliendo. Una cosa que quisiera recordar en este proceso, y no voy a contar el detalle de toda mi vida, al contrario yo quiero simplemente resumir algunos puntos sustanciales, es que hace más de diez años creo -no recuerdo la fecha, es mi esposa la que recuerda las fechas- hubo un concurso nacional para crear una serie de esculturas en la ciudad de Charlotte, en Carolina del Norte, que cubren toda una cuadra de largo y está  entre dos edificios importantes oficiales. Se presentaron, o nos presentamos, 85 escultores en Estados Unidos, de los cuales tres fueron seleccionados para la final y yo estaba entre ellos y tuve la suerte de ser eventualmente elegido como el ganador. Las esculturas están hechas en acero inoxidable y agua, porque son todas fuentes y, para darles una idea de la magnitud de las fuentes, el equipo de bombeo circula cinco mil galones de agua por minuto, lo cual crea una serie de cascadas y efectos visuales extraordinarios y además silencia todo el sonido de las calles adyacentes y su tráfico queda apagado por ese sonido, casi mudo, que crea el agua.

Unas palabras acerca de "Mano a Mano". Hace dos días cuando estábamos colocando las luces se acercó un señor de edad y me preguntó: "¿me puede explicar de qué se trata esa escultura?". Y claro, en la sorpresa me encontré con la dificultad de tener que simplificar en dos palabras una pregunta que es muy difícil contestar fácilmente. Entonces le dije: mire se llama -él no sabía- le dije "se llama 'Mano a Mano', piense en eso y tal vez le da una clave acerca de la escultura". Y el hombre se puso a pensar y parece que eso lo conformó y dice: "no, tiene razón, es interesante. Voy a pensar acerca de eso". Y no exigió más. Pero, creo que ahora llega el momento de revelar el secreto, vamos a llamarlo así. Como parte del proceso creativo, del cual la mayor parte de los artistas se refrenan de hablar porque a veces es difícil verbalizar, está lo que yo defino como arte, que es el proceso de transformar, interpretar e inventar durante ese período en el cual uno percibe una idea o un objetivo plástico y para nosotros cualquier elemento cotidiano puede ser un punto de partida o un estímulo -lo que otros llamarían una inspiración- desde la cual iniciar la transformación que tiene lugar en nuestra mente y que, eventualmente, termina en un objeto plástico. El objeto cotidiano del que yo me basé es una bisagra, una bisagra que fue primero simplificada y después transformada de muchas maneras hasta lograr que aquello que es un objeto utilitario se transformara, en cambio, en un objeto plástico cuyo resultado libera por sí mismo sin referencia absolutamente directa al objeto de uso, sino como punto de partida desde el cual queda el objeto final. Naturalmente en mi proceso yo lo que hago es crear una serie de dibujos por los cuales exploro las diferentes posibilidades. Eventualmente, de ellos elijo los que me parecen de mayor potencial y con ellos creo una serie de modelos pequeños, de los cuales eventualmente elijo el que me parece mejor, lo agrando y de allí en adelante prosigo hasta el paso final que es esta escultura. Aquí terminan los secretos. A esta altura deseo pagar ciertas deudas. Voy a agradecer, primero que nada, al Presidente Jorge Batlle por haber sido tan gentil de honrarme con una de mis obras en sus jardines, que yo he donado con gran gusto para el país. Mi segundo agradecimiento va para el Dr. Julio María Sanguinetti, que fue el iniciador de la idea, a decir verdad. Él fue el que me expresó su deseo de ver una de mis esculturas eventualmente en estos jardines y hoy se cumple ese deseo para satisfacción  de todos. Otra persona que deseo agradecer es al arquitecto Enrique Benech, que fue un trabajador incansable, teniendo el cuidado de cada paso en el proceso de creación e instalación de la pieza, al Ing. Eduardo Pradelli, que fue quien realizó la pieza efectivamente y es responsable por los resultados que hoy vemos. Yo siempre dije que si quedaba mal le echaba la culpa a él, pero si quedaba bien me llevaba yo el crédito. Y, por último, mi hermana Susana que ha sido mi alter ego en todo este proceso y que sin su ayuda y colaboración todo esto no se hubiera podido realizar. A ustedes todos, muchísimas gracias.

MODERADORA: Cerrando la parte oratoria invitamos a hacer uso de la palabra al señor  Ministro de Educación y Cultura, Dr. Antonio Mercader.

MINISTRO MERCADER: Señor Presidente de la República, Señor ex presidente de la República, señores Ministros, Alfredo Halegua -el artista-, señora de Halegua, familiares de Alfredo Halegua, señoras, señores. Voy a empezar contando una anécdota y es esta: Yo fui hace unos años al Museo de Baltimore, que es una joyita como museo, un museo no muy grande pero muy representativo del arte contemporáneo y no tan contemporáneo, el arte en general. Y cuando llegué a sacar mi entrada se hacía ese tipo de encuestas en donde, además de vender la entrada, a uno le preguntan de qué país viene. Estaban haciendo allí algo. Entonces, cuando dije Uruguay la persona que me preguntaba me dijo: "por favor, ¿puede deletrear Uruguay, puede...? Y entonces me miró y me dijo "usted es el primer visitante de Uruguay". Yo me quedé un poco molesto porque el hecho de que no reconociera el nombre del país -incluso se confundió me dijo no sé si Paraguay o Hawai, interpretó algo. Y, bueno, allí subí a recorrer el museo y al llegar a la sala de Arte Moderno, de comienzos del siglo XX, por allí andaba el cubismo, andaba Bracque, andaba Miró, andaba Picasso, me encuentro con Joaquín Torres García, "Estación Central General Artigas" y abajo decía "donado por Alfredo Halegua". Por Alfredo Halegua, registré el nombre y cuando bajé por supuesto tomé mi debida revancha de la persona que me había hecho la encuesta y le dije: "sabe, yo no soy el primer uruguayo que llegó a este museo, soy el segundo. El primero tiene el número 34 B y está en la sala tal, que es Joaquín Torres García". Con lo cual quedó bastante preocupada, pero habíamos dejado la marca. Y a partir de allí me interesé en conocer a Halegua. Antes de conocerlo personalmente me volvió a pasar en el Kennedy Center, visitándolo recibí un folleto sobre el Kennedy Center y un listado de las obras de arte que están en ese fantástico centro de arte y espectáculos que es el Kennedy Center en la capital norteamericana. Y ahí encontré otra vez el nombre de Uruguay y al lado Alfredo Halegua. Busqué la escultura, una escultura metálica más grande que esta, amarilla, está en la entrada del Kennedy Center, de manera que ahí sí me decidí a conocer a Alfredo en persona, y ahí nos conocimos con Alfredo, con Raquel. Y realmente digo, creo que en el día de hoy somos testigos de algo que es conmovedor y que representa muy bien lo que es el Uruguay. Digo, gente que no está en el país, pero que se siente ligada al país y que siente, como decía Alfredo, que debe devolverle algo al Uruguay. La idea, además de hacerlo en este parque de esculturas, una idea excelente hacer este parque aquí frente a la Casa de Gobierno, de un parque con vegetación, con plantas naturales pero además con estas obras me parece que es un regalo para hoy y para el futuro, ¿no? Para siempre. Son de las cosas que importan. Alfredo tiene además previsto otro regalo para esta ciudad, esperemos que corone allí cerca de la escollera Sarandí donde él nació y vivió sus primeros años. Pero tiene ese sentimiento de devolver, de devolverle al país, que es tan lindo, ¿no? Y tan grato. Y que, de alguna manera, encierra, abarca a todos los uruguayos; los que están acá y los que no están. Y ojalá que este espíritu de Alfredo predomine. Y en cuanto a la obra, creo que también marca lo de la bisagra me parece esclarecedor. Yo creo que aquel señor hubiera merecido que además de "Mano a Mano" le dijera la bisagra. Pero, el título es excelente: en "Mano a Mano" se ve la veta tanguera de Alfredo que además es hombre de la música, ¿no? O sea, que en nombre del Poder Ejecutivo y en nombre de todos los uruguayos muchas gracias.