20/08/02   

El ALCA deberá ser un acceso equlibrado a los mercados

HAY QUE CREAR UN ESPACIO ECONÓMICO SUDAMERICANO

El Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, reclamó la formación de un “espacio económico sudamericano”, que se plasmaría en un acuerdo entre el MERCOSUR y la Comunidad Andina.

 

 

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE BRASILFERNANDO HENRIQUE CARDOSO ANTE LA ASAMBLEA GENERAL DEL PODER LEGISLATIVO. 20-08-2002

 

WALTER RIESGO-Señor Presidente de la República Federativa del Brasil. don Fcrnando Henrique Cardoso, Señor Vicepresidente de Brasil, doctor Marco Maciel, señores Cancilleres de nuestras Repúblicas, señor Presidente del Senado Federal del Brasil, senador Ramez Tebet, señor Presidente de la Cámara de Diputados del Brasil, diputado Aecio Neves, señor Presidente de la Cámara de Representantes del Uruguay, diputado Guillerno Álvarez, señores Embajadores, señoras y señores Legisladores, Señoras y Señores: es para mí un alto honor recibir a Usted, señor Presidente, y a su distinguida delegación en la sede de la Asamblea General de la República Oriental del Uruguay. 

Y lo hacemos con la conciencia plena de un pasado que nos une en el origen de nuestras naciones y de un futuro que nos compromete ante las dificultades del tiempo presente.  

Siempre hemos sido admiradores de la dimensión humanista de vuestro pueblo, así como también nos embarga la imponencia de vuestras regiones naturales y geográficas. Y como verdadero símbolo que pronostica el destino común, nace desde las entrañas de vuestro territorio el Río Uruguay que luego limita nuestro occidente,desembocando en el Río de la Plata como cuenca esperanzadora del espíritu americano del sur.  

Desde la fundación del MERCOSUR estamos agendando la identidad de nuestros problemas y la solución benefactora de los mismos. Y hoy la nueva agenda de cooperación y desarrollo fronterizo que lanzan nuestras Cancillerías se vuelven propósito consolidado de la unión de nuestros pueblos. El acuerdo sobre permiso y residencia, estudio y trabajo, que nuestros Gobiernos firmarán en estas horas, configurará un instrumento hacedor de nuestros máximos anhelos.  

Uruguay admira la cultura del pueblo brasileño, sabe de la conjunción de la elevada capacidad científica y tecnlógica, aunada a los más altos ideales democráticos de su nación. Por eso. la agenda que hoy se inicia como nueva etapa. se transforma en temática abierta para el entrelazamiento de nuestras culturas y de nuestros universitarios, de los ideales sociales y mercosurianos, de impostergable concreción en los tiempos próximos.  

Señor Presidente, hacemos nuestro el espíritu de su expresión: exportamos o perecemos, y le pedimos comprensión para los esfuerzos uruguayos tendientes a consolidar su integración en el MERCOSUR, a partir de una inserción internacional uruguaya que nos permita superar la coyuntura financiera y económica que hoy atravesamos.  

Vemos en Brasil un gran socio para Uruguay, no sólo en el terreno de la agropecuaria y la industria, sino también en los servicios y la actividad financiera. Y hay también destino común para el MERCOSUR, tanto en la relación con la Unión Europea, como en el proceso integracionista de las tres Américas, del mismo modo que asumimos la defensa común de nuestra región frente al subsidio agrícola de las naciones del Norte.

Señor Presidente de Brasil: nuestras naciones emergen juntas del pasado, luchan en un mismo presente y se postulan como un destino común hacia un mejor porvenir.  

Muchas gracias.  

SEÑOR PRESIDENTE DE BRASIL.- Señor Presidente de la Asamblea General, señor Presidente de la Cámara de Representantes, señores Legisladores, Embajadores, Delegación que me brinda el gusto de acompañarme: quiero, en primer lugar, agradecer la oportunidad que se me otorga de volver a hablar ante ustedes, legisladores de un querido pueblo, como lo es el de Uruguay.  

Hace mucho tiempo que admiro a este Parlamento, porque tiene la marca de una nación comprometida con los valores de la Justicia y de la Libertad.  

Si me permiten, quiero manifestar que esta tarde, cuando llegué, al visitar al señor Presidente de la República de Uruguay, observé que había un regimiento con una bandera que decía: "Libertad o Muerte"; la nuestra reza un grito común en Brasil, que viene desde el tiempo de la independencia: "Independencia o Muerte”. Ustedes ponen énfasis en "libertad", y nosotros en "independencia". Quizás eso tiene algo que ver con el sentido de Brasil como Estado, como país, y en el caso de ustedes, con la ciudadanía. Libertad es un anhelo de la ciudadanía; es más, tal vez, que la pura independencia. Es independencia para la realización de un pueblo ciudadano. Y así me dirijo a ustedes, con el sentimiento de que hablo a los representantes de un pueblo que tuvo desde siempre ese amor hacia la libertad ya la ciudadanía.  

Creo que la República Oriental del uruguay ha sido siempre -si se me permite esta expresión- la estrella guía de América del Sur, siempre mirando nuevos caminos y anticipando futuros.  

Hace ya mucho tiempo, tenía como tarea investigar y escribir sobre distintos países de nuestro continente, lo cual llevé a cabo durante varios años. Así, pude percibir como la experiencia uruguaya sirvió de referencia para los esfuerzos de modernización, no solamente económica, sino también social y política en esa región. Precisamente, hace más de treinta años, escribí un librito con Enzo Faleto -un amigo muy querido de Chile- sobre la dependencia y el desarrollo en América Latina. Entonces, me llamaban la atención las extraordinarias transformaciones por las cuales había pasado este país a comienzos del Siglo XX. cuando presidía don José Batlle y Ordóñez -incluso antes del Gobierno de lrigoyen o Perón en la República Argentina y de Cárdenas en México-, pues Uruguay supo colocar el Estado al servicio de la diversificación y la ampliación del mercado interno. Asimismo, supo abrir espacios para la incorporación de la clase media y los sectores populares en la estructura productiva. Y digo esto para no hablar de simientos, entonces afirmados, de un sistema de bienestar social. Como dije, me estoy refiriendo a los comienzos del Siglo XX. Solamente tres décadas después -en realidad ya en los años cuarenta y bajo una dictadura en Brasil, el Estado nuevo- los brasileños aspirarían a obtener derechos que habían sido conquistados por los uruguayos desde el período de don José Batlle y Ordoñez.  

En consecuencia, no sorprende que este país hoy cuente con una de las estructuras sociales quizás de las más equilibradas y unidas del hemisferio, pese a todo. Y cuando cada quien vive en su país, siempre maximiza las dificultades y entiende que se debe hacer mucho más de lo que se hizo y de lo que se ha ganado; sin embargo, cuando se compara -y las buenas Ciencias Sociales nos obligan siempre a la comparación-, podemos seguir diciendo que, en relación a los demás países de la región -me refiero más específicamente al mío, Uruguay tiene, sin duda alguna, una sociedad más equilibrada, si es que se puede calificar así cualquier sociedad moderna, dados los tiempos difíciles que vivimos, donde ese bienestar corre, a cada momento, el riesgo de padecer conflictos que pueden transfonnarse en algo más profundo.  

Pero si el Uruguay contribuyó para dar fuerza a la evolución económica y social de América Latina, también consiguió producir pensadores con horizontes amplios. Fue contemporáneo de aquel batllismo de José Batlle y Ordoñez, José Enrique Rodó, quien consultó la tradición para reflexionar sobre el futuro, y sus ideas estimularon el debate alrededor del continente sobre las fidelidades regionales; precisamente, en ese debate participaron muchos brasileños, como Eduardo Frado, Joaquín Nabuco y el mismo Barón de Río Branco. Debo decir que tuve la oportunidad de ver recién ayer un ensayo que escribió el ex Presidente Sanguinetti, aquí presente, sobre el Barón de Río Branco y confieso que me encantó ver el conocimiento de Sanguinetti sobre las cosas de Brasil y cómo el Barón de Río Branco y su padre, el vizconde de Río Branco, tuvieron una labor tan cercana a la vida uruguaya y cómo fue posible en aquel entonces, gracias a personas del porte del Barón de Río Branco, y de misioneros como Nabuco, que un brasileño se diera cuenta de la importancia de una relación con Uruguay; una relación, yo no diría privilegiada, sino verdaderamente de fraternidad. Asimismo. vimos cómo se logró solucionar un problema serio de fronteras. no solamente sin guerra, sino más aún, con la disposición clara de hacer que la justicia prevaleciera sobre la fuerza. Desde luego, en aquel entonces. el imperio de Brasil, luego República, tendió fuerzas suficientes para poner trabas a una aspiración legítima de Uruguay, pero no fue eso lo que se hizo sino que se buscó en la Justicia la inspiración para llegar a un acuerdo que prevaleció y garantizó para el tiempo futuro la posibilidad de una relación tranquila entre Brasil y Uruguay.

Sin embargo, no fueron sólo los antiguos quienes estuvieron orientados por los pensadores uruguayos para buscar un camino de acercamiento. Hubo un gran crítico literario brasileño. que fue mi profesor y es mi Canciller, Antonio Candido de Mello e Souza, uno de los grandes intelectuales del Brasil, que demostró en su obra una inmensa admiración por otro uruguayo a quien tuve la suerte de conocer; me refiero a Angel Rama. Verdaderamente, Angel Rama se ha destacado como literato, al igual que otros escritores nuestros y de otros países, como son Juan Rulfo y Guimaraes Rosa. Ellos lograron un discurso universal sin sacrificar el sello y la originalidad local.  

Desde el tiempo de Nabuco hasta ahora. los brasileños aprendimos a navegar auscultando el pulso del pensamiento uruguayo. No quiero hacer referencias personales, pero yo mismo tuve el gusto de convivir con muchos uruguayos ilustres en el que siempre fue mi campo, el de las Ciencias Sociales. Incluso, algunos de ellos están aquí presentes y otros que no están en este momento pero que han tenido y tienen una presencia intelectual muy fuerte en nuestro continente, como es el caso de Enrique Iglesias, con quien compartí algún tiempo en la CEPAL. Asimismo, con algunos sociólogos hemos aprendido a admirar esta capacidad de los uruguayos de vislumbrar el futuro y darle fuerza a sus análisis.  

No ha sido otra mi motivación para visitar nuevamente Uruguay que la de dialogar con sus líderes, con sus empresarios, con sus parlamentarios y con sus intelectuales. Realmente, vengo aquí en busca de inspiración para comprender y enfrentar mejor los desafios de nuestra época. El momento internacional causa inquietud. Tal vez el mercado nunca se haya comportado en forma tan contraria a sus propios intereses, ignorando los fundamentos económicos y generando falsas expectativas. Quizás otra vez Uruguay y Brasil estemos hemanados, y no sólo nosotros, sino también con nuestros vecinos, frente a esta insensatez de los mercados. que muchas veces no se dan cuenta de sus propios intereses.  

Hace poco, conversando con el Presidente y ahora mismo con las autoridades de esta Casa, hablamos acerca de que no se entiende por qué algunos sectores financieros 

insisten en tratar de que no paguemos, asfixiándonos para que no lo hagamos. ¿ Quién gana? No lo sé. La verdad es que los impulsos de insensatez, sobre todo en el mundo de los negocios, suelen tener un corto respiro. Pasamos por momentos en los que efectivamente, más que riesgo, lo que existe es incertidumbre. Al riesgo, las economías contemporáneas se han acostumbrado y, además, han entrenado expertos capaces de evaluar riesgos, lo que quizás se haya convertido en una profesión. Se dice que hay agencias calificadoras con personas entrenadas para evaluar riesgos, pero en lo personal dudo un poco de su entrenamiento. De todos modos, no son capaces de hacer frente a las incertidumbres.

Lo que tenemos hoy en día no son riesgos sino cambios completos de humor. de no sé qué, que no pueden ser registrados por las teclas de la razón, y como la emoción no siempre es buena consejera en materia de negocios, se crea un ambiente de extrema confusión que, muchas veces, tiene efectos trágicos sobre poblaciones que no tienen nada que ver con los que originan tal confusión. Sin embargo, creo que tenemos que tratar de que prevalezcan las oportunidades de comercio y de inversión, especialmente cuando dichas oportunidades están ancladas en la determinación de una sociedad por hacer valer sus expectativas legítimas por estabilidad y crecimiento, tal como ocurre en este país, en Brasil, y también en Argentina, Paraguay y Chile, que son nuestros vecinos.

La historia muestra que los uruguayos saben estar unidos en días de tormenta y así también proceden los brasileños. Inclusive por cuenta de la maduración democrática. La democracia es la legitimación de las diferencias, pero reclama cohesión en tomo de los objetivos de interés común. El desarrollo con estabilidad es uno de esos ideales mayores, como lo es la justicia social, el combate a la pobreza y a la exclusión. Cuanto más afinadas estén las fuerzas políticas en relación con los temas generales, más productiva será la negociación sobre asuntos puntuales. Las asambleas pluralistas son un buen ejemplo de eso, como la es el propio Gobierno del Presidente BatIIe, que ha conformado una alianza de partidos. Sin embargo, no se trata de apelar a la unión nacional contra amenazas de afuera o por conveniencias políticas de unos o de otros; ni el mundo se confunde con los especuladores, ni las sociedades pueden ser engañadas. El liderazgo político presupone, por encima de todo, responsabilidad y compromiso. Eso es lo que el pueblo reclama y es lo que todo hombre político de buena fe tiene como directiva. Ayer recibí en Brasilia a los principales candidatos a la elección presidencial. Quise discutir con ellos el presente y el futuro. No sé si habrá existido otro momento en nuestra historia en que fuera posible un encuentro entre el Presidente de la República y todos los candidatos de los partidos que están en pugna. Y lo hice por el sentimiento que recién describí: que creo que hay momentos en que, más allá del partidismo, deben estar presentes los intereses comunes, no como una forma de engaño, no porque alguien saque provecho hablando en nombre de intereses comunes, sino para aumentar el grado de conciencia de todos, porque hay problemas que tienen que ser enfrentados por la nación en su conjunto, pese a que en el momento de enfrentarlos puedan variar, según la percepción de cada conjunto valorativo que forma una agrupación partidaria. Debo decir que me dio un gran gusto poder conversar con los candidatos de los diferentes partidos, algunos de los cuales me han criticado durante ocho, diez o veinte años. Sin embargo, se pudo llevar adelante una conversación que no dejó las críticas al margen -porque cada uno debe mantenerlas-, pero que permitió una mirada común frente a desafíos que también van a afectar a todos y que tienen que ver con aquello que es fundamental, que es el sentimiento de la cohesión de la sociedad y del país.

Creo que esto que estamos haciendo, ustedes también lo hacen en el Uruguay y lo hacemos todos los que tenemos un sentimiento de democracia y de nación, de que hay una sociabilidad que es propia de un conjunto de hombres, pese a las diferencias que pueden separar a ese conjunto de hombres en otros puntos que también son importantes.

Semanas atrás, en Guayaquil, en oportunidad de la reunión de Presidentes de América del Sur, dije que cuando hay dificultades obstáculos, a los líderes de la región no les cabe simplemente la ventaja, sino trabajar y construir caminos que puedan servir de puentes entre el presente y el futuro; trabajar y construir con seriedad y confianza.

Son por demás elocuentes las evidencias de que la comunidad internacional sabe que estamos en el camino correcto, que no fue dictado por nadie sino que fue escogido por nosotros. Estamos de pie como Estados y estamos de pie como comunidad de naciones. Creo que ese sentimiento debe prevalecer sobre todas las incertidumbres, y en nuestro caso específico, creo que hay que pensar que además del compromiso de la cohesión nacional tenemos un compromiso regional, y el MERCOSUR tiene una base histórica y política que debe ser inmune a cierto tipo de discordias. Sí nosotros iniciamos juntos este proyecto de integración, estoy seguro de que continuaremos juntos para usufructuar de sus beneficios. Desconozco otro bloque regional que haya contribuido tanto y en tan poco tiempo para el fortalecimiento de los vínculos entre las partes y de éstas con el mundo. Los desajustes de coyuntura son inherentes a cualquier esfuerzo de acomodamiento de voluntades soberanas. Lo importante es identificar el potencial de renovación que viene insertado en las situaciones de crisis.

La evolución política de la Argentina, por ejemplo, favoreció la búsqueda de convergencias macroeconómicas, quién sabe si aproximando el sueño de la moneda única. Hace muy poco tiempo -quizás menos de cuatro años- estuve en Buenos Aires en uno de esos momentos de crisis del MERCOSUR, que fueron varios; son comunes los momentos de crisis cuando los países buscan una buena forma de integración. Entonces, el ex Presidente Menem tenía mucho interés en lanzar una moneda común. A mí me parecía algo muy remoto y distante, porque los argentinos tenían un régimen de cambio fijo y nosotros ya teníamos uno que flotaba. No había cómo hacer un acercamiento macroeconómico más sólido. Para no decirlo, yo propuse como alternativa la idea de llevar adelante nuestro pequeño Maastricht, o sea, plantearnos algunas metas macroeconómicas que después nos llevaran a encontrar un camino que nos permitiera llegar a la moneda común. En aquel entonces no me podía imaginar lo que iba a suceder. Lo que sucedió fue que nuestros países -Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay-, luego de muchísimas dificultades, finalmente llegamos a un mismo sistema de cambio, no porque deliberáramos sino porque las circunstancias nos lo han impuesto. Quizás eso permita facilitar la integración a despecho de que el comienzo no fue fácil.

Y ya que hablarnos de la Argentina, creo en su recuperación económica y social, así como confío en la fuerza de la nación uruguaya, de Brasil y del conjunto de países del MERCOSUR. Pienso que están dadas las condiciones para que las asperezas en el comercio interregional se vayan limando, inclusive entre Brasil y Uruguay. Me parece que tenemos que seguir insistiendo en nuestro propósito histórico.

Hay que insistir en las perspectivas de la integración de las cadenas productivas. Entiendo que sin eso difícilmente habrá una verdadera integración. No se puede imaginar una integración en la que la concentración de toda inversión esté en un solo país; tampoco se puede contrarrestar ciertas fuerzas del mercado -que son la realidad- e impedir que exista allí una acumulación de inversión. Pero reitero que no se puede aceptar que toda la inversión se concentre. La manera más provechosa de hacer la verdadera integración es sentir el espacio geográfico como uno solo, con la cadena productiva desbordando un país para alcanzar los demás, de tal modo que la fabricación de un producto final dependa de partes que sean producidas en distintos países. Así sí se forma la verdadera integración productiva. Claro está que no se va a llegar a tal punto si nosotros no avanzamos más en como a ciertas cuestiones más decisivas sobre una mayor institucionalización de nuestro bloque del MERCOSUR.

Hablo como Presidente de Brasil y, por consiguiente, lo hago a sabiendas de las restricciones que históricamente se han planteado en Brasil sobre esta materia, que se involucra con la autolimitación de soberanía. Sin embargo, autolimitación de soberanía no es pérdida de soberanía; es acrecentamiento de otra forma de soberanía, que no solamente incluye a un país sino también, por aceptación recíproca, una limitación de la capacidad de decisión aislada, en aras de un futuro que permita efectivamente una conducción conjunta de los problemas de la región. Será quizás un sueño, pero los europeos empezaron soñando, incluso cuando estaban muy lejos de cualquier posibilidad de integración; soñaron después de guerras, después de que se mataron unos a otros durante siglos. Aquí nosotros tenemos la ventaja de que no nos hemos matado unos a otros. Y gracias a la acción de personas como el Barón de Río Branco fue posible superar dificultades de fronteras. En nuestros países no existe un odio histórico concentrado, sino una voluntad histórica de acercamiento.

Esto lo estamos viendo concretado en los acuerdos que vamos a firmar aquí en materia de fronteras. Son acuerdos muy importantes sobre la forma de convivencia en la región fronteriza. y de tal modo existe ese sentimiento, que es difícil encontrar en las zonas de frontera entre Brasil y Uruguay quien no hable este español que yo hablo. que es un poco portuñol; y yo espero que muchos uruguayos, si no hablan portugués, lo entiendan con cierta facilidad, principalmente si viven en la frontera. A tal punto hay una similitud, que algunos hablan de la Patria Gaucha, englobando parte de Brasil, de Uruguay, de Paraguay y de Argentina. Lo cierto es que de alguna manera participamos de un cierto estilo cultural común, no sólo por el lado del campo, sino también del Atlántico, que hizo que todos nuestros pueblos tuvieran una afinidad, quizá buscando en el pasado inspiración en Europa, pero hoy día cada vez más concentrados en buscarla en nosotros mismos. ¿Quién de nosotros no tiene historias comunes entre Uruguay y Brasil, entre Brasil y Argentina o entre Uruguay y Argentina? Todos, de alguna manera, la tenemos. Yo aprendí algunas formas de hablar el portugués con cierto "'españolismo" porque mi padre vivió en Yaguarón durante muchos años y tomaba mate, y yo soy de Río. De modo que se va lejos en la capacidad de influencia, que es imperceptible, porque no va por la vía de la decisión del Estado, sino de la sociabilidad y del acercamiento entre las personas.

En consecuencia, creo que ese optimismo en cuanto a sí será posible una mayor institucionalización de los bloques, un mayor acercamiento y el mantenimiento de ese espíritu de integración, debe conservarse muy vivo. Brasil asumió ahora la Presidencia "pro tempore" del MERCOSUR hasta fin de año, que va a coincidir con el período final de mi mandato como Presidente de la República. 

Vamos a hacer todo lo posible para llegar a la formalización de un paso que va más allá del MERCOSUR: el acuerdo entre el MERCOSUR y la Comunidad Andina. Pienso que hay que crear un espacio económico sudamericano y siempre me he esforzado en ese sentido. No hay nada que proyecte mejor al continente como polo de comercio e inversión que la proyectada integración de energía, transporte y comunicaciones.

En los momentos más difíciles, cuando da la impresión de que los roces comerciales entre los países del MERCOSUR son tan grandes y que las diferencias de políticas macroeconómicas son tan fuertes que es casi imposible pensar en seguir adelante con la integración, se ha buscado darle una vuelta al tema para encontrar otras formas de integración. Fue con la idea de la integración sudamericana, basada en ejes de integración del transporte, de la energía y de las comunicaciones, que alguna vez nos reunimos en Río de Janeiro -hace dos años- y hace pocas semanas en Guayaquil.

Los europeos comenzaron a integrarse a partir de cuestiones muy concretas como la del carbón y el acero; más tarde, la línea o ducto para traer el gas de Rusia. y sin que mucha gente perciba lo que está ocurriendo, la verdad es que nosotros estamos llevando adelante una fuerte integración energética y vial entre varios países de América del Sur y me refiero a América del Sur como antes lo hice con la Comunidad Andina, porque son los vecinos inmediatos; no pretendo excluir a Centroamérica o a México sino por el contrario, ya que recientemente Brasil firmó un acuerdo muy importante con México. Pero desde el punto de vista de la integración física, hay que buscar a los vecinos yen ese sentido hemos logrado muchos avances.

Quizás ni los brasileños se han dado cuenta de esto, pero hace tiempo que hemos cambiado nuestra visión sobre cómo nuestro país debe cuidar el desarrollo de sus fuentes de energía. Sin embargo, la decisión se ha tomado hace mucho tiempo atrás con respecto a la energía eléctrica a través de la Represa de ltaipú y hace diez años en lo que refiere al gas y al gasoil. Actualmente el gas que utiliza Brasil viene de la Argentina o de Bolivia y la energía eléctrica del norte se trae de Venezuela. Quiere decir que estamos llevando adelante procesos integradores cada vez más profundos, no solamente en lo que tiene que ver con la energía, sino también con las carreteras.

Recientemente hemos estado buscando formas de unión. Las reuniones de los Presidentes llevadas a cabo en Río de Janeiro, Brasilia y Guayaquil, buscaron que el Banco Interamericano de Desarrollo, a partir de una experiencia brasileña de no dejar al margen la idea de planificación -aclaro que nunca la dejamos de lado-, creara ejes de integración y un conjunto de proyectos que pueden ser financiados por los distintos países de la región para la construcción de carreteras, de formas de hidroelectricidad, etcétera. También estamos avanzando con respecto a las formas de financiación. El BID ha colaborado mucho en la concreción de estos proyectos, pero si agregamos a eso el FONPLATA -que es pequeño todavía y lo financia el MERCOSUR-, la Corporación Andina de Fomento, y si fuera posible -como hemos propuesto- una fusión de esos fondos, tendríamos un recurso apreciable para garantizar la continuidad de esos proyectos de integración. Además, tendríamos la ventaja de que se podrían sobrepasar los límites de endeudamiento de cada nación, porque son fondos nuestros que no van a estar supeditados a los grandes organismos internacionales, que limitan el endeudamiento a la capacidad de cada país. Estamos trabajando en ese sentido.

Con esto no quiero decir que Brasil y Uruguay deban limitarse a los esfuerzos de integración regional y, si se quiere, a nivel del continente sudamericano. Por el contrario, creo que debemos avanzar más. La posición del Gobierno brasileño en materia de una integración más amplia en el hemisferio es clara. El ALCA solamente será atrayente si asegura un beneficio equilibrado a todo el hemisferio, lo que implica necesariamente un mayor acceso a los mercados más atractivos. Afirmé en Quebec frente a todos los Presidentes del continente, que el ALCA se toma irrelevante o aún peor, pierde la razón de ser, si no se logra un acceso equilibrado a los mercados. Básicamente, para la continuidad del proceso de desarrollo, necesitamos dos elementos. Uno de ellos es la financiación y el otro es el acceso a los mercados. Con respecto a la financiación, trataremos de mantener las fuentes disponibles y buscar formas internas para ella. En 10 que tiene que ver con el acceso a los mercados, se requiere no solamente la integración del MERCOSUR y la andina, sino también de una discusión dura, equilibrada, pero consistente, para saber hasta qué punto el ALCA va a ser o no beneficioso. Si fuera beneficioso, ¿por qué no firmarlo? De lo contrario, ¿para qué firmarlo?

Pienso que debemos mirar este punto con la convicción de que sabremos negociar defendiendo nuestros intereses, sin olvidar que el futuro depende, seguramente, del mayor acceso a los grandes mercados del mundo. El ímpetu integracionista no apunta a evitar que la región tenga relaciones más amplias, sino a darle condiciones a la región para obtener esos accesos más amplios a través de una negociación seria, dura y competente.

Lo mismo ocurre en lo que hace a la relación del MERCOSUR y la Unión Europa. La integración comercial de los dos bloques solamente nos parece aceptable si facilita el acceso de nuestros productos al mercado agrícola europeo. Eso es indudable. En todas partes debe existir la conciencia de que sí queremos relacionarnos con la Unión Europea, pero deseamos una relación verdadera, vale decir, que involucre también nuestros intereses, que es el acceso de nuestros productos agrícolas. En otro sector hemos logrado algo importante, aunque no sé si fue suficientemente valorado.

Me refiero al acuerdo textil. Entonces, hay razones para mantener la esperanza en este tema.

No caben dudas de que tenemos buenas relaciones internacionales. Somos amigos de Estados Unidos y de Europa. El Barón de Río Branco -me excuso por citarlo una vez más-, en cuanto a los objetivos de la diplomacia brasileña, decía de una forma muy sencilla, que había que tener una buena relación con Estados Unidos, y mucha , proximidad con el Río de la Plata. En lo que respecta a la idea del Río de la Plata hoy se ha ampliado y abarca a Sudamérica; y con Estados Unidos se ha diversificado y hay que tener buenas relaciones con ese país, pero también con Europa, con China y los grandes bloques de poder del mundo, mirando siempre el interés de la región y el propio.

El hecho de que sigamos siendo amigos de esos grandes grupos requiere también la comprensión de que esta sociedad, en lo que tiene que ver Con el comercio, exige reciprocidad; de otra forma no se pueden alcanzar acuerdos con -y utilizo una expresión de Rodó- "el próspero del Norte" o con "el Ariel de ultramar".

Sin embargo, personalmente pienso que se puede crear un escenario más alentador. Ya los clásicos decían que el comercio trae el beneficio de armonizar las costumbres y aproximar a los pueblos. Cito siempre la expresión de Montesquieu y más recientemente de otros autores, que se referían al comercio como "le doux commerce". Hoy en día es difícil decir que el comercio es "doux", es suave; el comercio es duro, pero es verdad que exige una cierta aproximación entre los pueblos. Creo que esa tesis está comprobada en el caso del MERCOSUR. Creo que todas las rivalidades históricas -si acaso existieron- han sido superadas. Actualmente tenemos una visión de nuestra región que va más allá de lo meramente comercial y también refiere a las cadenas productivas e inversiones colectivas, pero significa más que eso. Además de las afinidades y sentimientos, existen valores que son comunes, y cada vez más, la democracia se afianza como un valor irreemplazable en este bloque, y no sólo el MERCOSUR, sino también los países de América del Sur en más de una oportunidad han buscado mantener este valor como manera de frenar intentos de derrumbe de la democracia.

Vuelvo a la referencia que hice en cuanto a lo señalado por Ángel Rama, de que algunos novelistas brasileños o mexicanos han sido capaces, a partir de lo propio, de lo peculiar, de llegar a un lenguaje universalista. Yo diría que, de alguna manera, los hombres políticos, los hombres prácticos, los de la producción, los del comercio, tenemos que hacer algo semejante: creer en lo nuestro cada vez màs; buscar fuerzas en aquello que nos es peculiar y lograrlo, no para aislarnos sino para aislarnos sino para comunicarnos con un lenguaje entendible por todos y que nos dé más fuerza en el mundo. Por consecuencia, tenemos que evitar el universalismo y caer en el engaño de pensar que a partir de una posición meramente principista, universalista y abstracta, se puede avanzar. No para llegar a un universalismo medianamente concreto, que no sea abstracto, hay que partir de lo que no es peculiar.

Este es el mensaje que quería traerles, y para concluir quiero decir lo siguiente: al ingresar a esta Casa he sido recibido de una manera muy cariñosa, por lo que quiero agradecerles en nombre del pueblo del Brasil. Estoy seguro de que el afecto que han demostrado trasciende el plano personal y es un sentimiento de reafirmación del cariño que nos tenemos por el hecho de ser vecinos. Si eventualmente, como Presidente puedo simbólicamente representar al pueblo de mi país, tengan ustedes, señores y señoras, la absoluta certeza de que la amistad que en lo personal profeso por ustedes -tengo muchos amigos y amigas en Uruguay- me hace muy feliz. Este es un sentimiento que aflora fácilmente y que todos los brasileños tenemos hacia los uruguayos, menos en el fútbol donde a veces nos peleamos, aunque últimamente ni eso .

Muchísimas gracias.