25/08/02

EL MUNDO NOS MIRA CON RESPETO

El Ministro de Trabajo y Seguridad Social, Álvaro Alonso, dijo que “no estamos solos en esta lucha, el mundo nos mira con más respeto que nunca, sepamos asumir de todas formas que poco podemos esperar de los demás”, en su discurso en el acto de conmemoración de aniversario de la Declaración de la Independencia en Florida.

DISCURSO DEL MINISTRO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL , ÁLVARO ALONSO

Hoy, 25 de agosto, es el día de la Patria. Evocamos en esta fecha la Declaratoria de la Independencia sancionada como ley por la sala de representantes de la Provincia Oriental  hace ciento setenta y siete años.

Reunidos en  la entonces llamada Villa de la Florida, en un rancho de paja y terrón, los Orientales expresaban  su irrenunciable vocación  de ser los únicos dueños de su futuro.

A sólo cuatro meses de la Cruzada  Libertadora  de los Treinta y Tres, en una exultante expresión de confianza, entereza y valor en ese no tan lejano 1825, un puñado de patriotas iniciaba el tramo final de la aventura  que avanzaría  luego en las batallas de  Rincón, Sarandí, Ituzaingo, la paz de octubre del 28, creando las condiciones para el nacimiento del Estado Oriental con la Jura de la Constitución el 18 de julio de 1830.

Para utilizar términos supuestamente más modernos, los invito a reflexionar sobre qué pensarían nuestros antepasados respecto de la  “viabilidad del proyecto” que emprendían.

¿Cuál sería el “riesgo asociado” a una acción de este tipo?

¿Cómo evaluarían las “debilidades y potencialidades”  de ese proceso?

¿Estarían presentes en el sentir de esos hombres este tipo de consideraciones?

Sin duda que sí. Quizás utilizando otros términos para  definirlas, con otra ponderación, pero sí, debieron estar presentes.

Sin embargo, imaginamos que lo que justificó la expresión colectiva de pretender declarar  “ la existencia política de los pueblos que la componen y establecer su independencia y felicidad”, fue el de sentirse inspirados por un visceral estado de rebeldía y confianza que determinó, más que otra cosa, una cuestión de actitud. Una cuestión de actitud nacional.

En los últimos tiempos, una serie de circunstancias, principalmente externas, nos han impactado, nos han perjudicado  y nos han puesto a prueba.

Los efectos de esas dificultades, casi todas ellas vinculadas al desempeño de nuestra economía, se sintieron en toda la sociedad. En algunos sectores con mayor intensidad que en otros, con distinto grado de profundidad, siendo lamentablemente, como siempre sucede en estos casos, los más débiles los más perjudicados. Todos los grupos, los sectores y las clases, como pocas veces en la historia del país,  se vieron afectados.

Frente a este estado de las cosas, debemos ser capaces de identificar cuál ha sido nuestra reacción ante una agresión externa, comparable por su impacto, a las  guerras y batallas que fue necesario librar para determinar la existencia de nuestro Estado soberano.

Entonces, los uruguayos, una vez más, hemos apelado a nuestros valores más característicos.

Con calma, responsabilidad, seriedad, ponderación y respeto,  juntos y en paz, no nos resignamos a perder nuestra entereza, apelando a la madurez institucional de la República.

Nuestra identidad nacional, claramente nos diferencia del resto del mundo. Una vez más reafirmamos esa identidad, en una demostración que nos fortalece frente a terceros, pero particularmente nos habilita a transmitir a las futuras generaciones que somos celosos guardianes del más preciado derecho hereditario que esta generación -como las que nos antecedieron y las que vendrán- podrán custodiar: el derecho a vivir y a crecer en paz en un marco de respeto democrático de las personas y de las ideas.

En tiempos de dificultades es cuando los pueblos son puestos a prueba, cuando se exige  imaginación, empeño, solidaridad, justicia.

Así, y gracias al compromiso de todos es que hemos podido desarrollar mecanismos de ayuda en materia alimentaria y de apoyo social.

Fieles al cumplimiento de nuestras prioridades, hemos honrado el funcionamiento de la cobertura en materia de salud, enseñanza, seguridad social, seguridad pública y todos los servicios que el Estado uruguayo ha tomado en responsabilidad a lo largo de la historia, en la que siempre ocupamos, orgullosamente, niveles de cobertura social que  son tomados como referencia por el resto del mundo.

Son éstos valores no negociables, propios, íntima e indisolublemente asociados a nuestra condición republicana.

La solidez y firmeza de nuestras instituciones, todas ellas, los poderes del Estado, los partidos políticos, las agremiaciones de empresarios, los sindicatos de los trabajadores, la prensa, las organizaciones religiosas, las asociaciones civiles explican -en su capacidad de comprensión de la realidad- el secreto de este ejemplo de resistencia, que sin ningún lugar a duda, tendrá con el paso del tiempo un rincón en la rica historia de nuestra Nación.

Pero no alcanza para sentirnos cumplidos el haber sabido administrar esos tiempos que nos tocó vivir.

Tenemos que ser capaces de -levantando la vista-  identificar si el rumbo es correcto, si es que el mañana nos depara tiempos mejores, cuánto es que tardará en llegar, y cuál es la mejor forma de acercarnos a él.

En lo que podría en una primera instancia resultar paradójico, Uruguay, a nivel internacional, surge fortalecido de todas estas turbulencias. La consideración respetuosa y de  respaldo explícito de los países centrales, los de la región y del resto de las naciones, constituye una elocuente señal con la que permanentemente la información sobre el Uruguay recorre el mundo entero como ejemplo de madurez, ponderación  y responsabilidad. Esto explica en gran medida   el tratamiento diferencial para con nuestro país que especialmente está contribuyendo a resolver el momento que vivimos.

Los problemas vinculados al sistema bancario y financiero muestran una recuperación destacable en los últimos días. Es un proceso en el que todos los actores deberemos seguir colaborando, para resolver definitivamente la situación.

Al amparo de distintas circunstancias, de tipo cambiario y de recomposición de mercados de colocación de nuestros productos a nivel regional y extraregional, en los próximos meses el sector agropecuario tendrá una evolución marcadamente positiva, siendo éste un renglón de vital importancia para nuestra recuperación económica.

La venta de servicios vinculada al turismo se presenta con buenas perspectivas para la próxima temporada de verano, donde el tipo de cambio y la habilidad de nuestros empresarios de adaptarse a nuevas realidades, jugarán un papel importante para que este sector, eminentemente distributivo, tenga un buen desempeño.

El Gobierno Nacional, con la Ley de Reactivación Económica, está desarrollando instrumentos para favorecer la obra pública y privada con distintas modalidades de promoción para directamente actuar sobre la industria de la construcción, estratégica por su alta incidencia en el nivel de empleo.

La búsqueda de nuevos mercados, con una política comercial particularmente enfocada hacia los extraregionales, sin descuidar nuestra participación en el MERCOSUR, especialmente procurando la perspectiva de colocación en las economías desarrolladas, acompañada de un adecuado tratamiento a nuestras empresas exportadoras, nos abre perspectivas favorables en el mediano plazo para el comercio exterior.

Con todos estos elementos a la vista, una situación de mayor tranquilidad en el sistema financiero, buenas perspectivas para el sector agropecuario, esperando  una buena temporada turística, estando en buen rumbo para reactivar la industria de la construcción, y en franco proceso de apertura de mercados alternativos para nuestras manufacturas, es que somos, con cautela, optimistas.

Todo esto será posible si tenemos la habilidad, una vez más, de buscar y encontrar juntos nuestro destino, apelando al entendimiento entre compatriotas, aunque de buena fe  podamos pensar distinto; apostando a nuestra capacidad de compartir ideas y acciones en la forma en la que siempre supimos resolver nuestras cuestiones, en paz y con respeto. Respeto a la vida, a las ideas y a las diferencias. Con confianza. Confianza en el país,  en su gente y en cada uno de nosotros sin distinciones.

Sin lugar a dudas, muchas de las preocupaciones que hoy atendemos no estaban presentes en 1825.

Lo que inspiró a la sala de representantes de la Villa de la Florida se generó en una época y en una realidad distintas.

Sin embargo, los sentimientos son comunes. Están en el aire. Podríamos cerrar los ojos e imaginarnos qué es lo que pensarían de nosotros, qué nos recomendarían para una situación como la de hoy nuestros próceres, esos valientes visionarios que tuvieron la dicha de vivir esa rica página de nuestra historia.

Y, una vez más lo esencial: la rebeldía, la confianza, el respeto, la identidad nacional.

No va a ser fácil, como nunca nada lo ha sido, desde que somos Nación.

Es en momentos como los que vivimos, en los que todos nos vemos obligados a redoblar el esfuerzo; es en momentos como los que vivimos que se pone a prueba el valor de la prudencia, considerada desde los tiempos de Aristóteles como la más elevada de las virtudes políticas.

No estamos solos en esta lucha. El mundo nos mira con más respeto que nunca. Sepamos asumir de todas formas que poco podemos esperar de los demás, si no completamos el empeño de ayudarnos a nosotros mismos.

Señor Presidente de la República: permítame, para terminar, invitar a todos los aquí presentes y a los compatriotas en todo el país a despedirnos, evocando con sólo tres palabras ese sentimiento de actitud, de actitud nacional que le da sentido a toda nuestra historia y lo hará con todo nuestro futuro. De actitud de respeto a la paz y a la justicia, de actitud de rebeldía ante la adversidad, de actitud de solidaridad con el más débil, de actitud de expresión de fe inquebrantable en nuestra voluntad soberana e independentista que hoy recordamos.

Permítame, Señor Presidente, finalizar con estas tres palabras que a todos nos congregan: ¡Viva la Patria!

Florida, 25 de agosto de 2002.