19/07/02   

“Misia jalaná Vaimaca Perú”

LO CHARRÚA HA ESTADO SIEMPRE PRESENTE COMO RAZA FUNDADORA

 

El Ministro de Educación y Cultura, Antonio Mercader, afirmó que “lo charrúa ha estado siempre presente entre nosotros como la raza fundadora, como la raza primera, como la raza primigenia”.

Palabras del Ministro de Educación y Cultura, Antonio Mercader, durante el acto de inhumación de los restos del Cacique charrúa Vaimaca Perú, en el Panteón Nacional. 

MINISTRO MERCADER: Señor Intendente Municipal de Montevideo, señores legisladores, autoridades militares, civiles, representantes de organizaciones, descendientes de charrúas, de organizaciones que han acompañado estas gestiones y este acto, señoras y señores:

En primer término algunos agradecimientos que es preciso mencionar. Ante todo al señor Bernard Chevassus, presidente del Museo de Historia Natural de Francia, que cumplió con su palabra y en los términos establecidos nos entregó los restos de Vaimaca Perú, en tiempo y forma convenidos.

En segundo lugar, a las autoridades francesas en pleno, en conjunto, a su Poder Legislativo, a su Consejo de Ministros, que varió la interpretación y el concepto por el cual estos restos estuvieron durante 169 años en el Museo del Hombre en París. Los estudios sobre bioética llevaron a un cambio de criterio, a un nuevo respeto y consideración por los restos humanos, por la dignidad de la persona humana, lo que ha llevado al gobierno francés a restituir restos de personas para que tengan una digna sepultura y no para ser exhibidos en museos.

De manera especial al Embajador Thierry Reynard, Embajador de Francia en Uruguay, quien desde el primer momento, por lo menos desde que asumimos el Ministerio, manifestó su preocupación, su inquietud por este tema.

A todos los legisladores, los que están presentes y los que no están presentes. Todos aquellos que a partir de 1990, el momento en el que se presenta el primer proyecto de ley declarando de Interés Nacional la repatriación de estos restos y designando el Panteón Nacional como la morada final de los mismos, repito para todos desde aquel primer proyecto del 90, a los que participaron en ambas Cámaras, y que en el año 2000 en Plenario, sin una sola voz en contra, legisladores de todos los partidos políticos acordaron esta ley por la cual los restos de Vaimaca Perú son inhumados en el Panteón Nacional. A todos ellos nuestra gratitud.

Al Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay, en la persona de los sucesivos embajadores que de esto se ocuparon, de los Ministros de Relaciones Exteriores, aquí personificados por el Canciller Didier Opertti, por el Embajador Semino, nuestro actual embajador en Francia, pero que todos en todo momento en estos últimos años hicieron todas las gestiones posibles para lograr este retorno y esta reivindicación de Vaimaca Perú. Y también hago constar mi agradecimiento a todas las organizaciones de descendientes de charrúas, de indígenas, de gente que ha creído en esta causa, de Juntas Departamentales del interior, de sociedades criollas, de sociedades nativistas, de gente que desde el Uruguay profundo, a lo largo y a lo ancho de todo el país, viene desde hace décadas reclamando el retorno de los restos de Vaimaca Perú.

A los que desde hace mucho han honrado su nombre y lo han puesto, pongo un solo ejemplo: en Pueblo Andresito, en Flores, un pueblo nuevo, erigido después de las inundaciones por el cambio de la represa de Palmar, el cambio de las aguas, allí los habitantes decidieron que una de las calles principales llevara el nombre de Vaimaca Perú. (Aplausos) Y este es un solo ejemplo, este es un mero ejemplo de cuán profundo ha estado siempre este nombre y el recuerdo de este cacique en el alma oriental. Por eso, en el día de hoy, lo que venimos a enterrar aquí tiene no sólo el valor de un símbolo, tiene el sentido de una reivindicación de carácter histórico y da una respuesta a todo este sentir de tantos años, a todas estas negociaciones, estas gestiones que se han realizado.

Para los pueblos no es fácil a veces distinguir entre el pasado histórico, el pasado real, y el pasado mítico, el pasado de las leyendas, el pasado de los mitos. Muchas veces la historia la construyen los pueblos a lo largo de generaciones y es aquello que se graba en su conciencia, que está en el imaginario colectivo, lo que la gente prefiere, en definitiva, eso es lo que hace la historia nacional y no sólo la historia nacional del Uruguay, es la historia de todos los países que así se construye. Y, por algún motivo, por algo que quizás escapa más allá de lo científico, más allá de lo que los estudiosos puedan decir, lo charrúa ha estado siempre presente entre nosotros como la raza fundadora, como la raza primera, como la raza primigenia. Aunque se pueda decir otra cosa, y pueda haber documentación en otro sentido, nos hemos identificado más con los charrúas, que con cualquier otra de las etnias de este país, de las primeras etnias de este país. Por cierto que un siglo atrás, toda la corriente del nacionalismo romántico, tan bien encarnada por don Juan Zorrilla de San Martín, hizo de los charrúas, hizo de los charrúas esta especie de símbolo nacional, de símbolo primero. Pero también es cierto, y como les decía, que desde hace décadas en todo el país y especialmente en el interior, lo charrúa, Vaimaca Perú y todo lo que ha rodeado a lo charrúa, ha sido siempre objeto de veneración, de consideración y de recuerdo.

Hay además, en el caso de este hombre que venimos a enterrar hoy, una circunstancia histórica que lo eleva, una circunstancia que además justifica por sí sola con creces que se lo entierre en el Panteón Nacional: luchó junto a Artigas y alcanza con eso.

Con eso sólo sería suficiente, sería suficiente para justificar estos honores, para justificar la presencia del Cuerpo de Blandengues acá; para justificar que se le rindan estos homenajes, desde que llegó al Uruguay.

Era un cacique, un tubichá. Era un tubichá que prestó sus servicios como baqueano, que peleó en la gesta de la Independencia, y hay que ver, hay que ver, cómo Artigas los consideraba y cómo lo consideraba. En una nota al gobernador de Corrientes, en 1815, decía: “hay que cuidarlos, son nuestros, son nuestra gente. Merecen otra consideración, hay que tratarlos bien”.

Y esto, que lo han relatado los investigadores, que lo ha contando no hace mucho Carlos Maggi en esa historia de Artigas y el caciquillo, que ha recreado y ha traído la verdad en buena medida a este tema; una verdad que ya estudiosos como Vidal, como Pío Ugarte, venían señalando: la importancia que tuvieron los charrúas y que tuvieron los indígenas en general en los trabajos por la Independencia, hay que ver entonces esa relación con Artigas. Y este valor de símbolo, decía, este valor de símbolo que vemos hoy no se agota, no se agota con esta ceremonia. Hay un segundo aspecto que es muy importante destacar, que es el valor científico de estos restos.

Estos restos han sido analizados, este esqueleto ha sido analizado en Francia, y tenemos largos estudios que permiten llegar a ciertas conclusiones sobre cómo eran, qué eran los charrúas; que es una raza de la que mucho hablamos. Se sabe que era la tribu valiente, la tribu huraña, la tribu con determinadas características pero no conocemos demasiado a fondo. Y este esqueleto va a permitir realizar estudios que hoy sí se pueden hacer y que vamos a realizar aquí, con todo respeto, cumpliendo estrictamente con la ley, pero tratando además de conocer mejor nuestro pasado.  O sea, que tiene un enorme valor, desde ese punto de vista, los estudios que vamos a iniciar desde el Ministerio  y en forma conjunta con la Facultad de Humanidades y Ciencias.

Por último, quería decirles que en este día concluye esta saga triste de estos cuatro indios charrúas, de estos indios que fueron llevados contra su voluntad, en el año 1833, a Francia, en un barco junto a Vaimaca, Tacuabé, Senaqué, Guyunusa. El rastro de alguno se ha perdido. Se habla de que otros restos puede haber, pero no hay nada confirmado; por lo menos así lo dice el Museo del Hombre en París. Otros restos no aparecen, pero seguiremos trabajando, seguiremos tratando de encontrar y de gestionar conjuntamente con nuestras autoridades diplomáticas, por si esos restos existen, también para traerlos de regreso al Uruguay.

Yo quiero recordar algún episodio que vivió Vaimaca Perú antes de morir a los pocos meses, que sobrevivió en Francia, que sobrevivió a su destierro, adonde fue extrañado y donde murió extrañando su país. Y hay un relato de un periodista conocido de la Academia de Ciencias, León Goslán, que lo escribió y que cuenta cómo era Vaimaca. Y que era un hombre digno, un hombre triste, pero un hombre con porte de autoridad. La única entrevista que pidió en Francia, fue con el Rey Luis Felipe; no quería hablar con alguien menor que con el Rey Luis Felipe de Francia, y quería hablar con él para pedirle que le permitiera volver al Uruguay, que era su patria, que era donde quería venir. Y hoy ese deseo se materializa entre nosotros y, yo diría, que de ese artículo de Goslán destaco algunos temas del idioma, de ese idioma charrúa del que conocemos tan poco.

Hemos oído aquí al entrar algunos gritos y algunos vocablos en charrúa, pero se conoce poco, tenemos apenas ese vocabulario del Dr. Teodoro Vilardebó que fue el que reunió, por lo menos, cincuenta palabras de neto de origen charrúa. Algunas de ellas que todos conocemos: caracú, gualicho. Palabras que el Dr. Vilardebó incluía en este vocabulario y otra palabra de resonancia “misia jalaná”, “misia jalaná”, que quiere decir duerme tranquilo. Y con esa palabra, con “misia jalaná”, duerme tranquilo, te decimos hoy, Vaimaca Perú, estas en tu tierra ¡misia jalaná!