19/06/02  

"BUSCAR LO QUE QUERIAN NUESTROS ANTECESORES"

 

Discurso del Ministro de Turismo, Pedro Bordaberry, en la ciudad de Sauce en el homenaje a José Gervasio Artigas:

 

(Autoridades Nacionales presentes en la ciudad de Sauce y Ministro de Turismo Pedro Bordaberry)

Señor Presidente de la República
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia
Señor Vicepresidente de la República
Señores Ministros y Legisladores
Señor Intendente Municipal
Señores Comandantes en Jefes
Autoridades civiles y militares
Señoras y señores

Son curiosos los designios del destino.

Que en 1700 los reyes de Austria y Francia decidieran pelear por colocar a un pariente en la corona de España llevó a que un natural de Aragón, como Juan Antonio Artigas se alistara en el ejército.

A esa curiosa variación del interés por la corona ajena, le debemos muchas cosas. Que ese aragonés conociera al noble Bruno Mauricio de Zabala, que sirviera bajo su mando. Luego que ambos se trasladaran al Río de la Plata y participaran en forma por demás preponderante en la fundación de Montevideo.

También a esa variación del interés le debemos que naciera en esta Banda Oriental José Artigas, que los españoles sufrieran su derrota en las Piedras y tantas otras cosas más. Algunas tan simples como que hoy, como todos los años, este día 19 de junio, los orientales nos reunamos aquí en el Sauce a conmemorar el nacimiento del General.

En este día recordamos una y otra vez al Prócer, destacamos su personalidad, su obra y su pensamiento. Buceamos en los documentos en busca de su legado y encontramos en sus palabras, palabras que nos parecen adecuadas a nuestra realidad.

Pero los designios del destino también llevan a que ocurran situaciones similares y muchos traten de imitar lo que hicieran nuestros antepasados.

Hay quien dice, y yo estoy de acuerdo con ello, que no debemos hacer lo mismo que nuestros antepasados sino buscar lo que ellos buscaban.

Es que lo que ellos enfrentaban no es lo mismo que lo que enfrentamos hoy. Aunque si existen cosas en común.

El lugar es el mismo, pero la realidad no.

Lo que no quiere decir que no haya situaciones similares puesto que la región y el País siguen siendo parecidos.

Podemos imaginarnos al joven José Artigas acá en los pagos del Sauce trabajando en las tareas del campo. Desjarretando, arreando ganado, cuereando, tomándose unos mates con los paisanos, preparando sus pingos, bien que lo podemos imaginar.

Hoy los jóvenes se preparan también en estos pagos pero para otras actividades. Las de este siglo que son mas exigentes, mas demandantes, más de hoy.

Aunque todos seguimos buscando las mismas cosas que buscaba don José. Y enfrentando problemas parecidos.

José Artigas hizo sus primeras armas en la lucha contra el contrabando. Sus misiones como novel integrante del Regimiento de Blandengues fueron precisamente el cuidado de la frontera.

Fue en esas tareas que comenzó a construir su prestigio entre sus compañeros de armas y la gente de la campaña. Su solo nombre era suficiente para imponer respeto.

Pues bien, hoy en día enfrentamos un problema similar. Aunque ya no es cuestión de arrear ganado de un lado al otro de la frontera o llevar carretas con cueros o aguardiente. Ahora se trata de containers, de aviones y camiones. Pero nuestra suerte también esta ligada a la forma en que enfrentamos este actuar deshonesto del contrabando y la evasión.

Y, ¿como olvidar los problemas que tuvo Artigas frente a las intrigas del enviado del Triunvirato? Ese que pretendía socavar su autoridad y predisponer a los orientales en su contra.

Hoy en este año del 2002 también nos enfrentamos a modernos y modernas sarrateas, que con el mismo objetivo intrigante llegan a nuestra tierra. No lo hacen munidos de armas y sables sino de modernos instrumentos. Pero siguen persiguiendo el mismo fin insidioso de enfrentar a los orientales con los orientales, de causar daño y de enfrentar a nuestro pueblo con pueblos hermanos.

A estos sarrateas los aplauden hoy algunos doctos.  Como lo aplaudieran otros togados al intrigante hace casi doscientos años. 

Porque doctos y togados  como ellos existieron en todas las épocas. Eran los que iban del Triunvirato a las cortes imperiales, velando por sus propios intereses y no por los intereses del pueblo Oriental.

A ellos se les debe responder con las propias palabras de Artigas: “La libertad proporciona a los buenos ciudadanos la utilidad de expresar sus ideas, pero imprime en los malvados el prurito de escribir con brillos aparentes contradicciones perniciosas para la sociedad”.

Hoy en día nos enfrentamos a una gran crisis. Una tan grande como quizás muy pocas veces ha existido. Tan grande, puede ser, como la que tuvo a su frente el General.

Recordemos lo que se le presentó a el: un deterioro de la situación económica como consecuencia de la larga guerra, las penurias del Exodo, las invasiones de 1811, las exacciones de los ejércitos porteños, el desorden del medio rural. Hasta el clima. ¡si previo a la Batalla de las Piedras llovió durante varios días! Pero además las intrigas y el acecho de los agentes del centralismo y del imperio que cerraban sus mercados y puertas a los productos de la Provincia Oriental.

En ese rumbo, para enfrentar esos problemas lo primero que aseguró Artigas fue el orden en la campaña. Así se lo ordena al Cabildo. Luego forma su Reglamento de Tierras en el que establece la organización, el plan de distribución, el fomento a la producción y las medidas de policía de campaña.

Pero el era bien consciente, como lo somos hoy en día todos que sin un orden básico es imposible plan, reglamentación o de reactivación de especie alguna.

En estos últimos meses nuestro país vio seriamente atacado la base misma de su sistema financiero. Logro soportar un embate que pocos países habrían podido soportar. Puso el empeño y el empuje durante estos meses en no perder esos preciados cimientos.

¿Qué hizo Artigas en aquel entonces luego de asegurar el orden?

Fomentó el comercio y la producción industrial buscando una unión mercantil y aduanera con las provincias.

Puso especial énfasis en la vinculación a través del puerto.

Defendió especialmente el consumo frente al abuso y la arbitrariedad de los abastecedores.

Combatió el contrabando y cuando se cerraron los puertos vecinos no dudó ni un instante en abrir los orientales a los ingleses a través de la misión del Comodoro Bowles . Tampoco dudo en comunicarse con el mismísimo  James Monroe presidente de los Estados Unidos.

Curiosos designios los del destino que nos coloca en similares situaciones y nos hace reaccionar de manera parecida.

Es que la realidad es distinta pero la situación geopolítica es similar. Todas estas decisiones son valientes. Surgen de pensamientos sólidos pero como son tomadas en épocas críticas a veces cuestan compartirlas.

Pero al tomarlas tenemos que tener en cuenta las mismas palabras de Artigas, el que decía “Si mis pensamientos hubieran sido mas delicados, yo me avergonzaría de haberlos concebido”.

Frente a la adversidad y la crisis  no hay que amilanarse. Todo lo contrario, Artigas no se amilanó. Recuerdo que sucedió hace dos años cuando se realizo esa maravillosa gesta que fue el homenaje de los orientales al General Artigas a los 150 años de su muerte.

Cientos de paisanos terminaron siendo miles en 18 de Julio en Montevideo desfilando frente a él. Pero tuvieron que soportar muchas adversidades. Yo recuerdo que estuve con ellos cuando con venían bajando por Río Negro y enfrentaban una tormenta del sur tremenda. Los veía avanzar, tercos, empecinados, convencidos de lo que estaban haciendo. El viento sur levantaba los ponchos y les metía el agua adentro del cuerpo. Pero ellos avanzaban con los caballos con el pescuezo torcido, las orejas tiradas hacia atrás, los jinetes encogidos sobre los recados. En un alto le pregunte a un paisano, le dije, por qué  tanto sufrimiento, por qué explicámelo y me contestó: “Es que el homenaje vale mucho más y seremos mas dignos de desfilar ante él”.

Ese sentir que en todo el País hoy tenemos por José Artigas es único. Todos nos unimos bajo su nombre, en todo momento. En especial en la adversidad.

Y Artigas también vivió en la austeridad mas grande. Los que lo visitaban en el cuartel general de Purificación quedaban asombrados, en su cuartel general. “Se sentaba sobre una cabeza de vaca” escribe un visitante. Pese a ello despachaba decenas de cartas y ordenes por día.

Esa misma austeridad Artigas se la reclama a su pariente y secretario Barreiro cuando le solicita que ejerza el gobierno “con toda aquella moderación que debe existir en el carácter de funcionario público”.

Hoy el País enfrenta una instancia única como es el desafío de bajar el costo de su Estado. Ello con el fin de aliviar las cargas públicas al sector productivo. ¿Qué mejor forma de reactivar que esa? No solo no aumentar sino reducir el gasto y llegar “a la moderación que debe existir en el funcionario publico”. Teniendo cuidado sí, en no alentar los aumentos bajo el nombre de aperturas o agregados a Rendiciones de Cuentas.

Discusión que también mantuvo don José con su secretario Barreiro cuando este le planteó contratar mas funcionarios para hacer las tareas del Cabildo. El se negaba para ello porque decía: “no hay recursos para ello”.

Hoy en día nos enfrentamos al dilema de seguir teniendo un Estado con el tamaño que posee el nuestro. Que en muchas áreas no compite con nadie y por ende nos obliga a todos a pagar mucho más. El tema hoy, no es la venta de las empresas sino que estas compitan y podamos acceder todos a precios adecuados.

No se puede esperar mas tiempo en esta materia. Ya lo decía don José en un despacho al Cabildo de fecha 13 de junio de 1815: “un minuto de demora es una desventaja”

Por último.

Artigas también vivió la lucha de dos imperios que tomaron esta tierra oriental como escenario para dirimir sus conflictos. Los peleó a los dos.  Muchos orientales se sumaron a uno y otro bando. Al final del día españoles y portugueses, imperialistas y porteños se alejaron de nuestras tierras. Pero dejaron en ellas heridas que demoraron muchos años en cicatrizar.

Hace algún tiempo volvimos a ser escenario de confrontación. Otros  eligieron este lugar como escenario. De nuevo los uruguayos nos enfrentamos entre nosotros. Paso el tiempo, los muros y las ideologías cayeron, pero quedaron heridas abiertas, de ambos lados.

Hoy cuando las mismas están cicatrizando definitivamente merced al trabajo callado, serio, silencioso de algunos orientales, es cuando tenemos que recordar las palabras del Jefe y decir nunca más a la confrontación entre los nacidos en esta tierra, nunca más.

Curiosos designios tiene el destino.

A veces parece que repite situaciones, otras que no. Con seguridad nos encontraremos el próximo 19 de junio en este mismo lugar hablando del General, de don José, del invicto, del mejor de todos los Orientales.

En ese momento como dijo Artigas “el tiempo será el mejor testigo de nuestra conducta” como lo fue de la de él.


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