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       19/06/03 
      
       
      CREAR UNA RED DE
      CONTENCION SOCIAL 
      El
      Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Saúl
      Irureta, reclamó la necesidad de crear una “red de contención social”,
      que permita proteger a los sectores golpeados por las dificultades
      económicas, buscando políticas de estado en las que todos los sectores
      apoyen soluciones, en su alocución en el aniversario del Natalicio del
      Prócer, José Artigas.
            
        
      Señor
      Intendente de Canelones, señores ministros de Estado, Subsecretarios,
      
      autoridades nacionales, civiles y militares, señoras y señores: 
      
       
      Todos
      quienes estamos aquí no tenemos dudas de pertenecer a este país,
      sentimiento que forma parte del bagaje que nos trasmitieron generaciones
      anteriores, que nos vinculan entrañablemente a una comunidad y a su
      territorio, y que consideramos un rasgo esencial de nuestra identidad. En
      un país joven como el nuestro ese sentido de pertenencia nació y se
      fortaleció en menos de 200 años, pero ese proceso presenta algunas
      particularidades.
      
       
      Somos
      un pueblo que se fue integrando por sucesivas oleadas migratorias. En el
      1800, en los límites de lo que hoy es nuestro territorio, había 70.000
      habitantes, en 1900 éramos un millón, hoy somos algo más de 3 millones
      y algunos cientos de miles dispersos por el mundo. A partir de aquel
      puñado de hombres y mujeres que intuyeron un país, quienes se fueron
      sumando, aceptaron y fueron aceptados por la comunidad, hundieron raíces
      en lo que pasó a ser su tierra, y paulatinamente asumieron conciencia 
      colectiva de ser una nación. Y aún los hijos de inmigrantes que
      hoy están lejos, sienten que sus raíces están acá, añoran esta tierra
      y su gente, se sienten orientales.
      
       
      Ante
      el vigor de esa conciencia que gana a los recién llegados, que hoy
      resuena y llama  en los
      rincones más alejados del mundo, cabe preguntarse por su génesis. La
      historia nos muestra que la voluntad de ser un pueblo autónomo fue al
      comienzo balbuceante, se enfrentó a contradicciones, vivió avances y
      retrocesos, dio lugar a la traición y al heroísmo. Pero al repasar ese
      proceso colectivo encontramos el papel decisivo del ser individual, de
      quien en los momentos fundacionales, en las instancias de crisis, de
      dudas, cuando no hay caminos, o cuando los pueblos desembocan en cruces
      que definen el destino de todos, son capaces de unificar anhelos, impulsos
      que apuntan en direcciones contrapuestas para marcar un rumbo que todos
      siguen. 
      
       
      Hoy,
      19 de junio, estamos recordando al hombre que mas influyó en la
      conciencia y en la voluntad autónoma, no sólo de la gente de su tiempo,
      sino de todos quienes luego nos llamaríamos orientales, porque nos
      propuso proyectos y valores que reconocemos desde entonces en la raíz de
      nuestro sentido de pertenencia, en el centro de nuestra identidad
      nacional.
      
       
      A
      lo largo de nuestra historia, la voluntad colectiva, la conciencia de
      nación debió enfrentar  terribles
      contratiempos. Recordemos el 19 de junio del año 2002, en pleno estallido
      de las crisis económica más grave y profunda de nuestra historia, con
      consecuencias sociales que aún no terminamos de evaluar en su real
      dimensión. Este 19 de junio de hoy nos encuentra en el día después del
      tornado, cuando reconocemos que estamos vivos pero que nos quedan recursos
      muy escasos para seguir viviendo y reparar los daños.
      
       
      Hoy
      tengo la convicción de que el año pasado murió una forma de país que
      ya no era viable, y que nuestra responsabilidad actual es construir otra,
      y en estos momentos es cuando la recordación de Artigas, de quien puso
      los cimientos de la nación, adquiere un sentido particular. Le hemos
      levantado un monumento en bronce y esculpimos su pensamiento en los muros
      de granito de un mausoleo, pero cuando vemos el estado de la traducción
      que hicimos de su proyecto, es cuando debemos volver a la esencia de su
      propuesta e insertarla en las circunstancias que hoy nos toca vivir.
      Debemos confrontar lo que somos, lo que hemos hecho, y comenzar por
      reconocer que debemos volver a reconstruir los fundamentos que nos legó,
      porque contra ellos hemos atentado inconsciente o deliberadamente en los
      años anteriores. 
      
       
      Quiero
      destacar tres elementos que considero esenciales en la propuesta de
      Artigas y que debemos analizar.
      
       
      En
      primer lugar la propuesta de Artigas fue un proyecto político, y ese
      proyecto fue el primer y fundamental factor unificador de los pueblos de
      las provincias, estuvo en el centro inicial de nuestra conciencia de
      nación. Hoy creo firmemente que este primer cimiento esta muy disminuido
      y que tan grave como la crisis económica y social que nos aqueja es 
      la dificultad que muchos sienten ya como insalvable, de arribar a
      un proyecto mínimo compartido, para ponerlo como núcleo unificador del
      conjunto social en los años difíciles que tenemos por delante. 
      
       
      Debemos
      comenzar por reconstruir en el sistema político la capacidad de acordar,
      de confrontar ideas no para destacar lo que divide, sino para explorar y
      encontrar los elementos comunes que nos permitan unirnos detrás de unas
      pocas metas compartidas. Cuando necesitamos como nunca fijar rumbos, todos
      reconocemos en un riesgo probable el de perder el próximo año y medio en
      escaramuzas y enfrentamientos estériles, en que todos procuran marcar
      diferencias, descalificar al oponente, sabotear su capacidad de proponer e
      impulsar iniciativas.
      
       
      Un
      segundo elemento que considero central es 
      que para Artigas el proyecto común que esta en el centro de
      nuestro sentido de nación sólo se construye si todos quienes lo
      compartan anteponen los intereses de la patria a los intereses
      particulares. Y esta no fue una proposición discursiva, porque la
      respaldó con su propia vida, y significó una exigencia absoluta y total
      para todos aquellos a quienes asignó responsabilidades públicas.
      
       
      Este
      es otro pilar a reconstruir de cara al futuro, y debemos aceptar la
      responsabilidad que a  todos
      nos cabe en su descaecimiento, ya sea por acción o por omisión. Debemos
      reconocer la necesidad de cambios sustanciales para volver a la probidad
      en el manejo de los bienes del Estado, para que el desempeño de la
      función pública deje de ser en algunos casos el usufructo de una
      prebenda. Pero también debemos dejar de admitir en el conjunto de la
      sociedad, si es  que queremos
      construir un proyecto común, el ejercicio de la presión de las
      corporaciones de todo tipo, que pretenden conservar reductos aislados a
      donde no llega la crisis, aún en desmedro del bien común.
      
       
      Un
      tercer aspecto a destacar en el legado de Artigas es el cuidado de los
      más débiles y desprotegidos, y esto lo olvidamos en la forma de país
      que murió el año pasado. En las épocas de bonanza no supimos acumular o
      invertir, y cuando llegaron las crisis económicas optamos por vivir de
      créditos externos mientras esperábamos que volvieran los buenos tiempos.
      Pero no nos dimos cuenta que la sucesión de épocas difíciles generaba
      en muchas familias situaciones de pobreza de las que era cada vez más
      difícil salir, y que esa población se afincaba en áreas diferenciales
      de la ciudad. Se instaló entre nosotros la concentración territorial de
      la pobreza, la marginalidad económica, social y cultural de parte de
      nuestra gente, de lo cual es hoy una expresión los asentamientos
      irregulares. Comenzar a reconstruir hoy la cohesión social, integrar a la
      ciudad esos territorios segregados e incorporar a la sociedad su
      población, es sin duda una tarea pendiente y prioritaria.
      
       
      ¿Qué
      estamos haciendo hoy para reconstruir estos cimientos de la nacionalidad
      que nos propuso Artigas a comienzos del siglo 19?
      
       
      ¿Compartimos
      la necesidad de esa reconstrucción?
      
       
      ¿Podemos
      confiar en que ella es posible?
      
       
      Estas
      creo que son las preguntas que debemos hacernos todos los orientales en
      este 19 de junio, y al sentirme  interpelado,
      siento la necesidad de rendir cuentas a mis compatriotas, como integrante
      del Poder Ejecutivo.
      
       
      Creo
      firmemente que con los recursos limitados de que hoy disponemos, y que van
      a ser escasos por varios años, necesitamos enfrentar nuestros problemas
      básicos a partir de políticas de Estado, que permanezcan estables
      durante varias administraciones y nos permitan acumular resultados a los
      largo del tiempo.
      
       
      Por
      tal razón, luego de asumir en noviembre del año pasado el Ministerio de
      Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, cargo con que me
      honró el Señor Presidente de la República, de evaluar los desafíos que
      teníamos por delante, la situación del Ministerio y los recursos de que
      dispondríamos, en abril de este año el equipo de dirección del
      Ministerio propuso, durante 3 sesiones consecutivas de la Comisión
      correspondiente de la Cámara de Diputados, los 
      lineamientos de política a largo plazo en las tres áreas que son
      competencia de nuestro Ministerio. Y a partir de esos lineamientos expuso
      los planes de trabajo a ejecutar en bienio 2003-2004, como primera etapa
      de un camino trazado  en esa
      dirección y sobre la cual luego la siguiente administración pudiera
      seguir acumulando resultados.
      
       
       
      
      Debo manifestar que estas propuestas contaron con el apoyo de todos los
      sectores políticos, que realizaron aportes sustantivos a la concreción
      de políticas y programas de trabajo, tarea que pensamos culminar en este
      mes de junio. Pero además, ante desafíos como el de la pobreza extrema,
      el ordenamiento del territorio o el cuidado del medio ambiente, que exigen
      políticas transversales que involucran al conjunto de políticas
      sectoriales del Estado, hemos encontrado el apoyo de ministros,
      subsecretarios, intendentes, y hoy en esas áreas casi no tenemos
      programas de trabajo que no ejecutemos en conjunto con otras reparticiones
      estatales. Creo que podemos solucionar nuestros problemas, y el fundamento
      de esa convicción es que hemos comprobado la posibilidad de acordar entre
      todos proyectos comunes.
      
       
      En
      segundo término debo decir que creo en nuestro país, porque en la
      mayoría de su gente aún alienta de un modo u otro el mandato artiguista
      de velar por los intereses de todos. No es lo más visible, porque lo que
      es noticia y encontramos con frecuencia en los titulares de la prensa es
      lo que el economista Martín Rama llamó hace unos años “el país de
      los vivos”. Pero sería profundamente injusto si hoy no diera testimonio
      de que existe, más callada y menos promocionada, una mayoría de
      orientales capaces de aceptar el sacrificio de intereses aún legítimos,
      en orden a asegurar una distribución equitativa de los perjuicios
      inherentes a la crisis.
      
       
      Los
      ejemplos abundan, desde el largo proceso de negociación que mantuvimos
      con la Cámara de la Construcción, que con sentido patriótico supo
      acordar soluciones alternativas que contribuyeron significativamente a
      equilibrar las finanzas del Ministerio, hasta la entereza y disposición
      de cientos de familias indigentes a quienes el país ya no puede
      suministrar viviendas terminadas sino elementos para que con su esfuerzo
      mejoren su nivel habitacional. A todos los niveles de la sociedad y en
      todo el país encontramos gente dispuesta a colaborar en la búsqueda del
      bienestar colectivo, y esto es absoluta mayoría.
      
       
      Por
      último, ante la crisis social que afecta a parte de la población, las
      Direcciones Nacionales de Vivienda y Ordenamiento Territorial han dado
      prioridad a una línea de acción denominada Prevención de Asentamientos,
      en coordinación con las políticas de otros Ministerios y reparticiones
      
       
      Es
      indudable que la recesión económica incrementó el número de familias
      residentes en asentamientos irregulares, especialmente en Montevideo y su
      área metropolitana, dando así continuidad al proceso de marginación
      territorial de la pobreza. Y en esas circunstancias se hace imperioso
      detener este proceso que afecta la cohesión y capacidad del conjunto
      social para asumir metas colectivas. Este propósito implica
      necesariamente el uso simultáneo de un conjunto de instrumentos
      complementarios, capaces de dar cuenta de la complejidad y diversidad de
      situaciones, y de impactar sobre los múltiples factores que motivan y
      reproducen la pobreza extrema. Hoy queremos resumir sus principales
      componentes brevemente.
      
       
       
      
       
      1)    
      Apoyo financiero al programa de 
      MEVIR con financiación de la Unión Europea, para la atención de
      productores rurales en situación de pobreza crítica, a través de 
      “Unidades Productivas” que sostienen a las familias en su lugar
      de trabajo, mejorando la producción y el nivel habitacional.
      
       
      2)    
      Programas de Actividades Comunitarias y Obras Municipales con el
      Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el Ministerio de Economía y
      Finazas, Intendencias Departamentales de todo el país y ONG’s, para
      cubrir niveles de subsistencia a familias sin ningún ingreso, al tiempo
      que se mejora la infraestructura urbana y productiva en las áreas mas
      carenciadas.
      
       
      3)    
      Convenios del Ministerio con Intendencias y MEVIR, para solucionar
      el realojo de población residente en áreas inundadas y en otros
      asentamientos urbanos irregulares en ciudades de todos los Departamentos
      del Interior.
      
       
      4)    
      Programa de Lotes con Servicios urbanos, con el Ministerio de
      Transporte y Obras Públicas e Intendencias Municipales, disponiendo
      tierras para asentar familias que hoy no tienen otra solución
      habitacional que el asentamiento ilegal.
      
       
      5)    
      Programa de autoconstrucción de un mínimo habitacional, mediante
      el suministro a familias con vivienda insalubre de canastas de materiales
      y ayuda técnica por parte del Ministerio, a través de convenios con
      Intendencias Municipales y ONG's.
      
       
      6)    
      Programa de estímulo a la inversión en vivienda de bajo costo
      para alquilar, e implementación simultánea del Fondo de Garantía de
      Alquileres para sectores de población de bajos ingresos.
      
       
      7)    
      Programa de coordinación inter-institucional para poner en
      funcionamiento efectivos procedimientos que impidan, con apoyo de las
      propias comunidades, la proliferación de nuevos asentamientos.      
      
      
       
      Este
      conjunto de programas en su mayoría ya comienzan a estar operativos y en
      estos días el Poder Ejecutivo toma las medidas necesarias para asegurar
      su financiamiento en el período.
      
       
      Somos
      conscientes de que con esto no terminan los problemas económicos y
      sociales que hoy enfrentan al país, pero sabemos, porque sabemos que en
      último término la superación de la crisis actual depende de la
      reactivación económica y productiva que 
      procura el Poder Ejecutivo. Pero sí pretenden contribuir este
      conjunto de programas a concretar dos objetivos básicos e ineludibles.
      Por un lado, generar entre todos una red mínima de contención para
      impedir que el país pierda por abajo su capital mas valioso, que es la
      esperanza de su gente en una salida a la cual sumarse. Por otro lado,
      reconstruir también entre todos los cimientos de la nacionalidad que nos
      legó Artigas, para entonces poder construir sobre esa base una nueva
      forma de país que asegure la continuidad histórica de su propuesta.
      
       
      Creo
      que solo así la celebración que hoy realizamos adquiere pleno sentido.
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