13/10/03
MIRAR EL FUTURO CON
ESPERANZA
El Presidente en
ejercicio, Luis Hierro López, destacó que el país comienza a tener
buenas perspectivas lo que significa que hay que “mirar el futuro con
esperanza”, en declaraciones al participar en la ceremonia de
conmemoración del 178º Aniversario de la Batalla de Sarandí.
DECLARACIONES DEL
PRESIDENTE EN EJERCICIO DE LA REPÚBLICA, LUIS HIERRO LÓPEZ, EN RUEDA DE
PRENSA REALIZADA EN FLORIDA, CON MOTIVO DE LA CONMEMORACIÓN DEL 178°
ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE SARANDÍ
13/10/03
PERIODISTA: .... Del
pasado, del presente, palabras de grandes personalidades y el futuro,
señor Presidente.
HIERRO: Un pasado de
coraje, de determinación, de esfuerzo. Hay que ver lo que era el imperio
de Brasil en aquel tiempo, y hay que ver lo que eran los mil y pico de
compatriotas que lucharon en la Batalla de Sarandi; y eso mismo es lo que
yo creo que nos une a los uruguayos y nos ubica por encima de diferencias,
de partidos y de banderías, para sentir que tenemos un pasado muy fuerte
que nos respalda, y tener la misma determinación, el mismo coraje, la
misma confianza en el porvenir, el mismo sentido del proyecto que tuvieron
estos héroes, para estar en condiciones de enfrentar las condiciones del
Uruguay, que siguen siendo, naturalmente de índole muy distinta, pero
siguen siendo dificultades muy importantes, que si tenemos ese
temperamento y ese coraje, estaremos en condiciones también de superar.
PERIODISTA: Hierro,
¿estamos asistiendo a un franco crecimiento en materia económica? ¿El
país se recupera tras la crisis?
HIERRO: Sí, desde el punto
de vista económico, por
suerte, el Uruguay empezó a crecer entre febrero y marzo del año 2003,
después de cuatro años consecutivos seguidos, de caída en el Producto
Bruto; por suerte, hemos empezado a superarnos. Este crecimiento es un
crecimiento que se expresa a través de las exportaciones y, por suerte, a
través de una caída pequeña, pero permanente, del desempleo. Y estamos
convencidos que en el año 2004 es un crecimiento que va a llegar a las
familias, al ingreso familiar, a la condición de vida cotidiana de la
gente, y que vamos a tener otro temperamento, otro talento para mirar el
porvenir a través de ese crecimiento económico; seguir aprobando leyes
que son fundamentales para el país. Hemos aprobado la Ley de la Caja
Policial en el Senado, que va a Diputados; Diputados aprobó la Caja
Profesional, seguramente va a aprobar la Caja Militar ahora y vendrá al
Senado, y pronto tendremos que estudiar una nueva ley para la Caja
Bancaria, con lo cual se está completando un ciclo de reformas de
estructuras muy importantes. Y espero que podamos tener, pese a que hay un
referéndum ahora, y a que el año que viene será un año típicamente
electoral, igualmente podamos tener el espíritu de contribución y de
unidad que debe prevalecer en el Parlamento para aprobar estas grandes
leyes.
PERIODISTA: ¿Cuáles
son los temas prioridad para el gobierno?
HIERRO: Bueno,
básicamente, seguir apostando al crecimiento económico y a la mejora de
las exportaciones. En ese sentido, se inscribe el viaje del Presidente de
la República ahora a Italia y a Angola, país donde seguramente habrá
posibilidad de mejorar el intercambio comercial y de asegurar, incluso,
algunas inversiones; algunas que tienen que ver con Florida,
particularmente. Allí hay un depósito por el tema del frigorífico, es
muy posible que se concrete esta operación, que significaría para
Florida un avance muy importante, y un mercado que ya nos permitiría
pensar que las obras de instalación del gas por cañería no serían tan
impensables y que estarían significando para este departamento una
perspectiva realmente importante desde el punto de vista productivo. Por
lo tanto, yo diría que los temas que siguen, tienen que ver con la
producción, con la forma de seguir bajando el costo del Estado, con esta
asociación de ANCAP que, indudablemente, de confirmarse el 7 de
diciembre, va a permitir que ANCAP tenga una escala adecuada para estar en
términos de competir con empresas internacionales que indudablemente se
van a venir a radicar acá con la perspectiva de abaratar los costos de
los combustibles, lo que tanto para la producción como para la familia de
los uruguayos, es de enorme importancia. Yo diría que estos son los temas
principales que tiene el gobierno y que tiene el país.
PERIODISTA: ¿Cómo
evalúa la situación del desempleo en el país y también algunos
inconvenientes en lo que es la situación social, alimenticia, de muchos
de los uruguayos?
HIERRO: El desempleo ha
venido bajando, por suerte. Yo les diría que era uno de los temas que
preocupaba más al gobierno, que angustia más; hemos tenido un desempleo
récord e histórico; seguramente, el desempleo va a seguir bajando en
estos meses. Si todo sigue bien, vamos a tener una temporada turística
interesante, con lo cual vamos a estar generando empleo genuino, y en esa
medida, nos parece que las perspectivas son de interés. Hay dificultades
sociales -nadie lo duda- la gente que está desempleada o tiene empleo
precario, tiene dificultades; hemos atravesado momentos muy duros, pero yo
creo que estos momentos se están superando, y que el Uruguay va a estar
en condiciones de mirar con esperanza estos meses próximos, con otro
espíritu en materia económica, y con otro espíritu social, y por lo
tanto, dejando atrás lo que fueron la crisis y sus terribles secuelas.
PERIODISTA: Y esta
preocupación que se comenta por Europa, de la deuda externa, de los
plazos...
HIERRO:
Mire, esto se debe a una gira que ha hecho el presidente del Frente
Amplio, el Dr. Vázquez, y que ha dicho que ha tenido apoyo de las
autoridades europeas para una posible negociación de la deuda con los
organismos internacionales a partir del año 2005. El primer tema es que
no sabemos realmente la representación,
la representatividad de las autoridades que ha visto y entrevistado el Dr.
Vázquez. En segundo término, es un tema del año 2005 y no del año
2004, y tenemos que ir por partes. Y en tercer lugar, el Uruguay se ha
caracterizado por cumplir los términos de su deuda. Negoció la deuda con
el sector privado, que era la más importante, y tiene resto para
enfrentar los temas con los organismos. Yo creo que esta gestión ha sido
una gestión mucho más partidaria, o política, que nacional. Estos
temas, los países tienen que tomarlos con sentido de unidad nacional y a
través de los gobiernos, y no a través de los partidos. Fue un gusto,
señores.
PALABRAS
DEL MINISTRO PEDRO BORDABERRY EN SARANDI GRANDE
12 DE OCTUBRE DE 2003.
Señor
Presidente de la República, señor Intendente Municipal de Florida,
señores legisladores, autoridades militares y policiales, señoras y
señores. “Carabina a la espalda y sable en mano”. ¡Cuántas cosas
sucedieron a partir de esa orden dada aquí en el Sarandi el 12 de octubre
de 1825!. No es posible saber si sin esa orden la batalla se hubiera
ganado; quizá si, o quizá hubiera sido más difícil. Lo cierto es que
esa orden y esa batalla lleva a que todos los 12 de octubre nos
encontremos aquí en los pagos de Sarandí Grande a conmemorar ese
episodio formidable de la gesta libertadora.
No
cuesta mucho hacer correr la imaginación y tratar de recrear esos días
como lo hicieron antes que yo. No existía ni la ruta ni los alambrados
que vemos hoy. Menos aún una ciudad: puro campo era, quizás algunos
caseríos, alguna posta donde cambiar los caballos, unos pocos árboles,
allá arriba aquí cerquita, con seguridad el campamento de Juan Antonio.
Los jinetes con los partes debían llegar a cada rato y salir a cada rato
del mismo. Cerquita debían estar los campamentos de Zufriategui y de
Manuel Oribe; quizá un poco más lejos, el de don Frutos.
El día
anterior a ese 12 de octubre, el fresco de la tarde, como el de la tarde
de ayer, debió haber levantado el olor del campo de los pastizales, que
se habrá mezclado con el del olor de los caballos, y el de los leños
encendidos donde se asaba la carne. Una tarde serena debe haber sido, que
daba paso a la noche, donde debe haberse escuchado los mismos gritos de
los teros que escuchamos hoy, que se deben haber confundido con los
relinchos de algunos caballos, los ruidos de los cascos de los jinetes que
traían los partes. Conociendo a la gente nuestra, pocas voces se debían
escuchar.
En
silencio, los orientales con seguridad se debían pasar un mate de mano en
mano, esperando a los imperialistas. Debían tener el ánimo bien alto en
ese momento.
Después
de la Agraciada y del Monzón, del abrazo del Monzón, las cosas se
habían encaminado. Se había tomado Soriano, se había sitiado
Montevideo, se había sitiado Colonia. Hacía pocos días nomás, don
Frutos había correteado a los brasileros allá en el Rincón, pero ahora
la mano venía bien difícil. La victoria de
Rincón fue como meter un palo en un panal. Los imperialistas
andaban zumbando como abejas buscando a quien picanear. Mil hombres
venían desde Montevideo al mando de Bentos Manuel Ribeiro a unirse con
otros mil que tenía Bentos González. Los patriotas los habían hostigado
y tratado de impedir que se unieran, pero no lo habían logrado.
Ese día
previo a la batalla debe haber sido bien tenso. Difícil meterse en la
cabeza de los compatriotas en ese momento; debían tener tantas certezas
como incertidumbres. Conocían el lugar, conocían la gente, eso los
debía tener muy tranquilos, pero la situación de la región y la
situación del mundo debía depararles muchas incertidumbres. Por un lado
estaba el Imperio, que sostenía que sus límites naturales incluían a la
Banda Oriental, algo que venían buscando desde 1680 con la fundación de
la Colonia del Sacramento. Por otro lado, compartíamos nosotros cultura,
historia, idioma y hasta lazos familiares con las provincias argentinas.
Pero cuando miraban para allá, esos patriotas se encontraban con que el
sueño federal de Artigas chocaba con el centralismo, el centralismo que
pretendía disciplinarlos. Y el mundo también estaba cambiando como está
cambiando hoy. La vieja España ya llevaba varios años en retirada e
iniciaba un proceso de desglobalización que recién terminaría en la
década de 1970.
Nuevos
gritos libertarios se escuchaban en todas las Américas. Los ingleses ya
aparecían por acá, por estas tierras, queriendo hacer negocio. El padre
Artigas, el más claro de todos, Don José, se había recluido en el
Paraguay. ¡Qué difícil debía ser en ese momento tener claro hacia
dónde iba la Patria! Debía ser difícil tener claro qué es lo que
hacer: ¿una provincia parte de las Provincias Unidas, una Provincia
Cisplatina integrante del Brasil, un país independiente?
Difícil
saber si todos esos patriotas estaban de acuerdo. Conociendo la
idiosincrasia de nosotros, los orientales, seguramente estaríamos
discutiendo mucho en esos momentos. Pero sí se puede saber lo que
buscaban, lo que sentían esas personas que tensamente esperaban esa
batalla de Sarandi. No querían ser parte del Imperio; no querían tampoco
someterse al centralismo porteño. Eso se los había grabado a fuego el
General José Artigas. Se sabían orientales, libres, y eso era lo que
buscaban: ni límites naturales ni incorporación al centralismo que le
hiciera perder su identidad, su sentir,
su nacionalidad. Federalismo sí, pero no sometimiento. Difícil, bien
difícil debe haber sido tomar decisiones en ese momento. No debía ser ni
siquiera fácil tener noticias de lo que pasaba en toda la Banda, en
América, en el mundo. No había ni radio, ni periódicos, ni televisión,
ni la CNN, ni noticieros, ni Internet, ni cámaras. En lugar del mouse de
la computadora o del control remoto del televisor , manejaban las riendas
de sus pingos, y las noticias demoraban en llegar; aunque con una ventaja
respecto a nosotros: sucedían menos cosas, había menos noticias, tenían
más tiempo para pensar y decidir.
Igual
que nosotros, tenían que tomar decisiones y lo hacían, tenían que
enfrentar los problemas y lo hacían. Y ese 12 de octubre con más de dos
mil brasileños sedientos de vengar la afrenta del Rincón no debe haber
sido nada fácil. Los orientales, al igual que hoy, al igual que hoy lo
hicieron los que van a desfilar, habrán ensillado temprano, habrán
elegido los mejores pingos, seguramente los que no pegaran saltos, los que
se tendieran en el galope, los que no fueran duros de boca. Algún
veterano de otras batallas habrá montado un pingo de mismo pelo que
había montado en Las Piedras, en el Cerrito, en el Paso del Rey o en el
Rincón: de cábala nomás lo habrán montado. Temprano también las
lanzas dejaron de abrazarse al lado de los fogones. Los sables debían
brillar a la luz del sol afilados el día anterior. Los facones, las
pistolas, el mosquetón, estaban todos prontos. Dicen los partes que
Lavalleja tenía tres cuerpos: a la izquierda lo puso a Don Frutos, a
quién mandó venir de apuro, al medio a Manuel Oribe y a la derecha a
Zufriategui. Tenía la información de que
los portuguesas habían pasado el día anterior el arroyo de Castro
cerca del Polanco, rumbo al Durazno.
A las
cinco de la mañana todavía no había clareado y ya le avisaron que se
venían los imperiales y que estaban a una legua de distancia. A las ocho
Lavalleja le habló a sus divisiones y
las arengó. Ya con el sol arriba se corrió hasta donde estaba
Rivera y conversó un rato con él. Uno puede imaginarse a los dos
compadres conversado, aquí cerquita, aquí nomás. Habrán repasado el
plan de batalla que tenían. Iban a esperar
que el enemigo avanzara y pasara el Arroyo del Medio: cuando lo hicieran,
atacarían para que no
tuviera por dónde escapar. Pero los brasileros sabían lo que hacían y
no avanzaron. Lavalleja adelantó un cañoncito, disparó y ahí sí se
decidieron. Ahí manda a la carga de carabina a la espalda y sable en
mano. A la izquierda los orientales entran en contacto, arrollan y
dispersan a las fuerzas enemigas. En el centro Alencastre sorprende a
Oribe y abre una brecha, pero
ahí nomás Lavalleja con sus reservas los repele, mientras que las
fuerzas de Maldonado y Canelones sablean a los de Bentos Manuel.
Se debían escuchar los gritos, se debían escuchar los sables
cuando entraban en contacto, los rugidos de los orientales.
La
batalla es dura, pero al final los imperiales huyen. Sus jefes cruzan el
Yí y son perseguidos hasta el Cerro Largo. Dicen los expertos en
estrategia que el éxito se debió al conocimiento y a la elección del
campo de batalla; también a la decisión tomada frente a la información
que se tenía. Dicen también que el festejo en Durazno fue grande.
Todos marcharon para allá, que se juntaron en la casa del Mayor
Bernardino Pelayo más de 500 personas con buen vino y buena comida, y
hasta trajeron los músicos de Montevideo para la fiesta.
Ese 12
de octubre fue no sólo importante porque llevó a que las provincias
argentinas se decidieran a apoyar a la Revolución Oriental. Lo fue porque
una vez más los orientales mostraron lo que buscaban y demostraron que
podían lograrlo, como lo habían hecho en Las Piedras frente a otro
enemigo. Salvando las distancias y los tiempos, en estos últimos dos
años a nosotros los orientales nos tocó enfrentar otros problemas y
enemigos, problemas distinos, no de invasores, sables, imperiales o
centralismos. Hoy por los cerros y los bajos no andan los imperialistas
tratando de juntarse para pegarnos un revolcón como en 1825, ni por el
mundo franceses, o ingleses destruyendo el orden globalizado de
la vieja España y el Portugal. Hoy son otros los Bentos Manuel y
los Bentos Gonçalves que nos acechan; los centralistas que nos quieren
disciplinar no vienen con sables y pistolas. Los problemas que nos toca
enfrentar son distintos pero tan duros como los de aquellos tiempos.
Nuestros problemas fueron las devaluaciones de la región, la aftosa, la
crisis financiera y hasta el atraso cambiario. Siguen siendo los
subsidios, el dumping, los accesos a los mercados, también los
monopolios; problemas graves que pueden afectarnos tanto como que aquellos
que se enfrentaban aquí en el Sarandi en 1825. La epidemia de aftosa fue
un enemigo durísimo que atacó la esencia de la actividad agropecuaria y
económica de nuestro país: ese sí que fue un Bentos bien complicado,
como lo era la situación en que estaba el agro. La devaluación de las
economías de la región fueron dos ejércitos complicados que barrieron
con buena parte de nuestras exportaciones. La crisis del sistema
financiero de los bancos, que también nos vino de afuera, más los
vencimientos de la deuda externa y los acreedores privados eran un enemigo
muy poderoso. Los subsidios, el dumping, los monopolios, la forma en que
se cierra el acceso a los distintos mercados, la forma en que se lleva
adelante el comercio mundial, son enemigos que vienen gritando fuerte, tan
complicados como los Bentos que tenían enfrente los patriotas en el 25.
Las
circunstancias y los enemigos son distintos, pero el lugar el mismo, y de
éste lado estamos los orientales. No se puede bucear en las cosas que se
hicieron en aquellos años para pretender hacer lo mismo hoy. Sí se puede
buscar las mismas cosas que esos patriotas buscaban, pelear por aquello
por lo que ellos peleaban, y los orientales no nos amilanamos frente a
esos enemigos modernos. Hoy el agro se está recuperando. Ya no se ve en
los carteles de rentabilidad o muerte. Volvimos a los mercados aftósicos
en tiempo récord, récord en el mundo, porque conocíamos el terreno, nos
planteamos la estrategia y supimos superarlo. También se encaró el
problema del endeudamiento, de los impuestos y de todo el sector; y hoy
quedaba atrás los que decían que teníamos que dedicarnos a otra cosa o
que el basalto servía sólo para juntar piedras. Hace un año el
escuadrón de húsares más duro que nos enfrentaba desde al crisis
bancaria: la del sistema financiero. De un día para el otro nos
encontramos sin bancos, con los organismos internacionales dudando sobre
nuestro futuro y una cadena de vencimientos de Bonos y Letras que no se
podía enfrentar porque habían caído los ingresos y el producto. En
menos de un año tenemos el sistema bancario que ha vuelto a funcionar
redimensionado. Los organismos internacionales que han acordado un
plan en el que creen porque se cumple, y el canje de la deuda concretado.
El país ya lleva varios
meses creciendo en sus exportaciones, hasta el turismo empezó a crecer.
Todavía
no hemos terminado de salir; nos quedan algunas marcas en el lomo, algunas
cicatrices en el cuerpo, algunas magulladuras de los sablazos que nos
pegaron, sí nos quedan y nos salimos. Claro que sí, si fue según los
especialistas la peor crisis de los últimos 70 u 80 años y el enemigo
era bien grande y bien duro. En los momentos más difíciles de hace un
año no escuchamos los gritos de “Viva el Imperio” o “Viva don Pedro
de Bragança”. Tampoco vimos el redoble de los tambores del otro lado
del arroyo. Sí escuchamos el ruido de algunas cacerolas, pocas por suerte
y otros gritos que ya no se oyen. También aparecieron algunos Sarrateas
que querían sacar ventaja de nuestra situación, pero al igual que los
patriotas del 25, nos juntamos todos los orientales para enfrentar los
problemas, estudiamos el terreno, dispusimos la estrategia y los estamos
dispersando. Hoy cuando empieza a clarear después de la tormenta, cuando
el agro y las exportaciones, el puerto, empiezan a mejorar y hasta los
índices de desocupación al bajar no hay que aflojar en el esfuerzo. Hay
que seguir corriendo a la crisis mucho más allá de los que patriotas
corrieron a los Bentos. Como dice el parte de cuando cruzaron el Yí en la
persecución: los vamos a correr hasta a nado y sin ropa.
Hay que
seguir por la senda de enfrentar a los problemas
que surgen todos los días. Hoy enfrentamos los subsidios y las
trabas al comercio internacional. Nuestro grito no es “Carabina a la
espalda” sino “Abran los mercados”. Luchamos por colocar nuestros
productos en igualdad de condiciones, de abrirnos al mundo en igualdad de
condiciones. Al mirar atrás y analizar lo que nos tocó vivir en estos
dos últimos años, se encuentran similitudes con lo que sucedió acá en
el 25. En el parte del día siguiente a la batalla de Sarandí, el General
Lavalleja da cuenta de los hechos y entre otras cosas dice: “Los
orientales acaban de dar al mundo un testimonio indudable del aprecio en
que estiman su libertad”.
Es el
mismo testimonio que el Uruguay dio hace un año cuando enfrentó a otros
Bentos y con la misma tranquilidad, sabiduría y decisión los derrotó.
Ahora nos toca a nosotros terminar de dispersarlos.
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