16/10/03

BATLLE HABLÓ EN EL DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN

El Presidente Batlle fue el orador principal en el acto de conmemoración del Día Mundial de la Alimentación, que tuvo lugar en la sede de la FAO en Roma. Señaló –entre otros puntos- que, aunque tiene problemas, América del Sur es un continente que está en condiciones de atender las obligaciones alimentarias de sus pueblos. 

 

DISCURSO DEL PRESIDENTE JORGE BATLLE EN LA SEDE DE LA EN OPORTUNIDAD DE CELEBRARSE EL DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN
16/10/2003 

PRESIDENTE BATLLE: Le pedimos a nuestros asesores que nos escriban unos discursos importantísimos para hablar ante asambleas tan importantes como éstas, en donde el Uruguay tiene el enorme honor de hacerse presente y de tener la oportunidad de dirigirles la palabra.

Pero yo, lamentablemente, voy a molestar a los señores traductores porque yo hago política; toda la vida hemos hecho política en nuestros países y de estos números ustedes saben mucho más que yo. Los conocen de memoria.

Y luego de los anuncios hechos por el señor Director General, que nos dicen que para el 2150 es posible que podamos resolver la situación de más de 840 millones de personas que necesitan alimentación, me parece que no es refiriendo estadísticas y números que voy a cumplir con mis obligaciones como Presidente de la República del Uruguay ante ustedes.

Aquí se ha hablado de la necesidad de la presencia y de la intervención de la mano visible de los Estados para resolver los problemas. Se ha hablado de las muchas cosas que todos estamos en deuda con nuestros pueblos para hacer, dentro de nuestros países. Serán muchas obligaciones que cada uno en nuestros gobiernos tiene que  reconocer como tareas a cumplir, para ser más justos en la distribución de los ingresos en las naciones.

Pero me parece que no hemos hablado nada de la mano invisible del mercado. Mientras no exista plenamente en funcionamiento en el  mundo la mano invisible del mercado, no vamos a poder adelantar con la velocidad necesaria en la solución de los problemas que aquí se denuncian con tanta claridad.

En América, particularmente en América del Sur, sin ninguna duda, somos un continente que está en condiciones de atender las obligaciones alimentarias de nuestros pueblos. Sin embargo, todos tenemos problemas. En nuestro pequeño país, en el Uruguay, por la notoria dificultad financiera que hemos sufrido en los últimos dos años, el Estado y la sociedad civil han debido atender con asistencia alimentaria a los sectores más débiles de la población. Lo hacemos a nivel escolar, lo hacemos en una red alimentaria en todo el país, organizada por la sociedad con la colaboración y la participación de instituciones oficiales.

Pero no creemos en el Uruguay que ese sea un escenario permanente. Ha sido una actividad coyuntural, únicamente referida a la necesidad de atender carencias derivadas de la caída del producto, del aumento del desempleo, de las dificultades financieras. Sentimos que hoy el Uruguay empieza a superar esa situación, que los guarismos de desempleo mejoran, que el crecimiento del producto es una realidad, que la exportación aumenta. Las condiciones sociales del Uruguay van a volver a ser normales. Y entonces estaremos en condiciones de dejar de atender a sectores sociales que tendrán -en libertad- la capacidad, con oportunidades abiertas, de realizarse a sí mismos atendiendo sus necesidades y cumpliendo con sus derechos.

Pensemos en los dos grandes países de América del Sur: pensemos en Brasil y pensemos en la Argentina. Brasil y Argentina son formidables productores de alimentos. Este año pasado, Brasil produjo 55 millones de toneladas de soja y la Argentina produjo 35 millones de toneladas de soja. Por primera vez en la historia agrícola, Brasil y Argentina producen más soja que los Estados Unidos. La Argentina es el primer productor de girasol del mundo. La Argentina es el segundo productor de maíz del mundo. Brasil es el más grande productor agrícola de América del Sur. Tiene 150 millones de cabezas de ganado. Sin embargo, ese gran ciudadano que es el Presidente Luiz Inácio Lula Da Silva sintió la necesidad de expresar que su primer tema era atacar el hambre en su país, y sin embargo, tiene ese enorme surplus de alimentos. ¿Cómo se comprende esa dicotomía?. Brasil exporta 60 billones y Argentina 25 billones y el Uruguay 2 billones. Necesitamos exportar el doble. Y si exportamos el doble, no solamente podemos pagar nuestras deudas con nuestro trabajo, sino que, además, podremos alimentar mejor a nuestra gente, dándole la oportunidad de generar la riqueza con su trabajo, y no depender de la distribución del Estado para poder sobrevivir. Y eso es lo que tenemos que hacer.  

Nunca, jamás alcanzaremos los objetivos que todos sentimos que son las obligaciones de aquellos que estamos en el gobierno, como de los que son titulares de las distintas actividades de la sociedad civil: empresarios, sindicatos, iglesias, Organizaciones No Gubernamentales; todos trabajan. Pero nunca por ese camino alcanzaremos la solución de nuestros problemas, porque es entre la gente más pobre que hay más niños. El 40 % de los niños que  nacen en el Uruguay nacen en los sectores más débiles de la sociedad. Y es natural, es lógico: la tasa de natalidad uruguaya en los sectores económicamente más suficientes es más o menos igual que la francesa, o que la alemana. Pero en los sectores más débiles, esos sectores en donde los niños se sienten expulsados del sistema y donde su única forma de identidad es reaccionar contra el sistema, allí es donde nace la mayor parte de los niños que nacen en el Uruguay. No alcanza con que vayamos hacia ellos, dándoles el mejor esfuerzo educativo o asistiéndolos en escuelas de tiempo completo a una alimentación mejor. Lo que tenemos, es asegurarles a sus familias es trabajo, con oportunidades, para  que al igual que los demás, se nutran de sus propio esfuerzo y no de lo que es el esfuerzo mínimo que se hace en el mundo para poder atender estas dificultades.

En Monterrey, el señor Kóhler, Director General del Fondo Monetario Internacional, y el señor Wolfesohn, Presidente del Banco Mundial, hicieron planteos realmente importantes a nuestro juicio, tendientes a señalar que un mínimo de desactivación de la protección agrícola en los sectores de los países desarrollados, generaría un enorme beneficio en el resto de la naciones, muy por encima, muy por encima, de lo que supone el esfuerzo que hoy -siendo importante- realizan los países que tienen una posibilidad financiera de hacerlo.

A mí me parece -y termino- que  las estructuras que nos dimos en Bretton Woods,  las estructuras que nos dimos en 1944, después de la Segunda Guerra Mundial, había  muy pocos países que participaban de esa organización; muy pocos.

El GATT, el General Trade and Tariff Agreement, nació en La Habana entre pocos países, todos países industrializados. Armaron una cosa que lógicamente tenía que ver con sus intereses fundamentales: la industria.

Recién en 1957 –57- comenzó el debilitamiento progresivo y definitivo del sistema colonial. Por tanto, las organizaciones que se hicieron en el mundo se hicieron  para mirar hacia atrás, no para mirar hacia delante; se hicieron a imagen y semejanza de los problemas que habían sido aquellos que dieron origen al conflicto. Pero hoy estamos en otro mundo. Aquellas organizaciones no tienen nada que ver con el  mundo del hoy; no se hablan entre sí. 

El Banco Mundial no habla con la OM y entonces resulta que no nos podemos entender, y como no nos podemos entender,  el status quo sólo perjudica a los más débiles. Y cuando los débiles son extremadamente débiles, se producen muertos en las calles de los países, caen las instituciones, desaparece la democracia, y aumenta el hambre. Por tanto, ha llegado el momento de hacer menos discursos y más cosas.

En esa materia, el Uruguay entiende que estamos en tiempo para abrir los mercados  y dejar que la gente viva de su trabajo honrado y libre.

Muchas gracias.