14/09/03
EL
AGRO ES MOTOR DE LA ECONOMÍA URUGUAYA
“El sector
agropecuario se ve hoy no
sólo como un gran motor de la economía uruguaya, mostrando su dinámica
y capacidad de respuesta, sino como una oportunidad de crecimiento para
todos los uruguayos”, dijo el Ministro Martín Aguirrezabala en la
ceremonia de clausura de la Expo Prado 2003.
DISCURSO
DEL MINISTRO DE GANADERÍA, AGRICULTURA Y PESCA, MARTÍN AGUIRREZABALA, EN
EL ACTO DE INAUGURACIÓN DE LA 98ª EDICIÓN DE LA EXPOSICIÓN
INTERNACIONAL DE CAMPEONATOS DE GANADERÍA EN EL PRADO. 14/09/2003
MINISTRO AGUIRREZABALA:
Señor Vicepresidente de la República en Ejercicio de la Presidencia,
profesor Luis Hierro López; señor presidente de la Asociación Rural del
Uruguay, doctor Fernando Alfonso; señores Ministros de Estado; señor
Intendente de la ciudad de Montevideo; señores legisladores; señor
Secretario de Agricultura de Río Grande del Sur; señores representantes
de las asociaciones rurales
de países vecinos; señores legisladores; señores representantes del
Cuerpo Diplomático; autoridades nacionales y
departamentales; señoras y señores: constituye un enorme placer y
un mayor honor ocupar en el día de hoy esta tribuna. El placer proviene
de la satisfacción personal que significa inaugurar una nueva muestra de
esta querídisima exposición con renovados bríos y hacerlo entre tantas
personas que queremos y con las cuales hemos pasado momentos muy diversos.
Proviene también del recuerdo de muchos que hoy no están entre nosotros
y que nos dejaron muchas cosas. El honor proviene de la investidura con
que nos ha honrado el Presidente de la República en un momento tan
particular de la vida del sector y de la vida del país. Yo siento la
necesidad personal en este momento de agradecer a la vida la oportunidad
de luchar por las cosas que creo, el desafío de contribuir desde esta
trinchera –desde esta privilegiada trinchera- a construir un futuro
mejor.
El sector agropecuario
uruguayo ha atravesado en los años pasados un durísimo período de
dificultades. Tras una década de dificultoso crecimiento signada por una
fuerte inversión, un alto endeudamiento y notorias mejoras de
productividad en todos los rubros, que no fueron suficientes para
contrarrestar los efectos de un tipo de cambio desfavorable, cayeron sobre
el sector una serie de flagelos que parecieron interminables. La
devaluación brasileña no sólo destruyó nuestro principal mercado de la
época sino que desencadenó una serie de efectos regionales altamente
perjudiciales. Con empresas en serias dificultades financieras, con
fuertes deudas, pasando por los terribles efectos de la aftosa, años de
pésimas cosechas y peores precios, con la terrible crisis financiera
regional, una noche oscura pareció ceñirse sobre nosotros. Sin embargo,
el cambio en los precios relativos, la liberalización en los tipos de
cambio, el alivio fiscal establecidos desde el año 2000, la recuperación
de los mercados, la creación de nuevas fuentes de financiamiento que
permitieron aprovechar las restantes condiciones, provocaron cambios muy
significativos en la economía del sector, que inicia hoy una pronunciada
recuperación.
El 2002 nos deparó un
crecimiento del producto agropecuario de 6,7 por ciento, el guarismo más
alto de la década y el mayor crecimiento sectorial en la economía
uruguaya. El 2003 nos traerá un crecimiento similar y las exportaciones
de origen agropecuario crecerán más de 20 por ciento. El trabajo de
todos los agentes del sector es el que ha hecho posible este cambio, la fe
y la pujanza de un conjunto de orientales que –más allá de
coincidencias o de discrepancias- ha dicho presente para construir un
futuro mejor. Esto no es triunfalismo: es trabajo. Es trabajo que
transforma en realidad pujante un ambiente originalmente adverso, trabajo
de gente que construye el sector más dinámico de nuestra economía,
constituyéndose en factor de crecimiento y esperanza para todos los
uruguayos.
Enfrentamos ahora el
desafío de la inclusión de la gente en ese proceso de crecimiento.
Primero de la inclusión de los productores y empresarios rurales y
agroindustriales, la gente capaz de generar la riqueza, que conoce los
vericuetos de un negocio que –aunque antiguo- es complejo, cambiante y
demandante de conocimiento. Sin ellos, la respuesta de crecimiento es
imposible. Su inclusión requiere no sólo seguir desarrollando mecanismos
que permitan enfrentar sus deudas sino también generar procesos de
integración y organización que permitan competir mejor en los mercados
más exigentes e instrumentos que permitan disponer de financiamiento
apropiado de esas organizaciones, así como una mejora permanente de la
gestión de las empresas y la tecnología disponible.
El peso que aún
constituye el endeudamiento de muchas empresas debe ser atendido con
mecanismos que permitan a los deudores afrontar sus obligaciones, sin
lesionar los derechos de los acreedores y evitando costos al conjunto de
la sociedad. Se puede.
Los instrumentos
creados para abatir el endeudamiento a través del Fondo Lechero, del
Fondo Arrocero, así como el canje de deuda pública llevado a cabo,
demuestran la viabilidad de ese tipo de soluciones y muestran –a nuestro
juicio- el derrotero a seguir para resolver situaciones que aún requieren
nuestra atención, permitiendo además potenciar el financiamiento futuro
y la confianza del sector. El financiamiento ha sido un instrumento
importante para permitir este crecimiento.
Así han surgido una serie de mecanismos, como la inclusión de
cultivos y contratos como garantía de créditos, el Bono Cupón Cero, el
reperfilamiento acordado con el Partido Nacional, el canje de la deuda, el
Fondo Lechero, el Fondo Arrocero, el financiamiento de la zafra de arroz
del 2002-2003, el financiamiento de la zafra de cultivos 2002-2003, el
financiamiento de la zafra 2003-2004.
Ninguna de estas
soluciones ha sido fácil; tampoco lo serán las que vendrán, pero han
sido ejemplos de cómo, aún en la peor adversidad, se puede construir con
trabajo e inteligencia siempre que se trabaje conjunta y positivamente. Se
puede.
En segundo término,
maximizar el crecimiento, aprovechar las oportunidades para toda la
sociedad requiere de un muy importante nivel de inversión. Esto requiere
la inclusión de toda la sociedad en ese proceso, de ahorristas, de
inversores. La creación de instrumentos de inversión que permitan
canalizar el ahorro de los uruguayos hacia el trabajo del sector es
indispensable para maximizar el crecimiento y compartirlo con toda la
sociedad. Se puede.
En ese sentido, se
trabaja en el desarrollo de iniciativas innovadoras para el financiamiento
del Fondo Agrícola para cultivos de verano, de los Fondos de tierras, de
los Fondos ganaderos.
El tercer gran desafío
de inclusión lo constituye incorporar a la juventud.
Un desarrollo moderno del agronegocio requiere permanente
innovación, innovación en la información, innovación en el comercio,
innovación en los servicios financieros, innovación en todas las áreas
del negocio agropecuario. Sólo así tendremos un desarrollo sostenido del
sector, que será la base de la mejora del nivel de vida de todos los
uruguayos. Hay que hacer lugar a la juventud para que construya.
Abandonemos la idea de un agro estancado y quieto. Se puede.
El desafío de
potenciar al sector agroexportador requiere a nivel sectorial un esfuerzo
muy importante en algunas áreas. La permanente lucha por el acceso a los
mercados, la modernización de los servicios, la mejora del financiamiento
y la inversión, y la
permanente innovación tecnológica.
En los mercados, en estas horas, un puñado de uruguayos lucha
denodadamente en la Organización Mundial de Comercio por articular un
acuerdo que ponga fecha de finalización a los subsidios a las
exportaciones agrícolas y mejore sustancialmente el comercio, bajando las
ayudas distorsionantes de los países desarrollados y disminuyendo las
trabas arancelarias a nuestras exportaciones. En el día de ayer, el
propio Presidente ha partido encabezando una delegación en busca de
mejorar nuestro comercio con Puerto Rico y Estados Unidos, así como lo ha
hecho exitosamente con China. El trabajo realizado para la recuperación
de mercados posterior ala crisis de la aftosa ha sido exitosísimo, pero
aún queda mucho por hacer.
En estos días nos
hemos reunido dos veces con México y confiamos en tener pronto novedades
positivas. El desarrollo agroexportador requiere, además, un marco de
política fiscal estable y adecuado. La política cambiaria y la política
fiscal serán mantenidas. Sostener los reintegros de impuestos a las
exportaciones y mantenerlas libres de gravámenes constituye un esfuerzo
fiscal considerable, que muestra claramente la determinación del Poder
Ejecutivo de marcar el camino de la reactivación económica: exportar
para crecer. Se puede.
En el sector cárnico,
la impresionante recuperación de los mercados y el cambio en los precios
relativos han marcado una recuperación que hay que mantener y potenciar.
Seguimos batallando por la apertura de los mercados que aún nos resta
recuperar y haciendo esfuerzos permanentes para posicionarnos mejor en los
recuperados. Las iniciativas apoyadas por el Proyecto Ganadero y la
reglamentación para nuevos proyectos de INAC permiten avizorar nuevas y
mejores alternativas de diferenciar productos, agregar valor y mejorar la
integración de la cadena. Hemos reforzado los servicios sanitarios y
seguiremos haciéndolo y hemos incorporado una dimensión regional
renovada a la lucha contra la aftosa. Estamos trabajando conjuntamente con
todos los Ministros del MERCOSUR, Chile y Bolivia en la implementación de
un plan de vacunación en Bolivia y sus fronteras para poyar a ese país
–y así a la región- a erradicar la enfermedad.
La concreción de los
proyectos de trazabilidad y de cajas negras constituyen pasos gigantescos
para afianzar el liderazgo de una ganadería moderna que se destaca en el
mundo y se constituye como nunca en una herramienta de desarrollo y una
actividad civilizadora.
También
en el rubro ovino las innovaciones han sido relevantes, tanto en el rubro
cárnico como de la lana. Hemos dispuesto la creación de un grupo de
trabajo para proponer acciones que consoliden el incipiente crecimiento
del rubro tras años muy difíciles.
La
lechería uruguaya retoma su senda de crecimiento. El aporte del Fondo
Lechero a la solución de buena parte de su endeudamiento, la mejora de
los precios internacionales y regionales y la libre exportación de leche
fluida han sido elementos importantes de esa recuperación. Seguir
trabajando en el acceso a mercados y
mejorando la competitividad agroindustrial es nuestro principal
objetivo.
El
sector arrocero ha conseguido sostener su área de siembra y crecerá
seguramente en forma importante. La mejora de los precios, la creación
del Fondo Arrocero y las innovaciones que permitieron el financiamiento de
la zafra pasada y que se repetirán en esta, son esenciales para ese
crecimiento. La estabilidad de las condiciones regionales de
comercialización, incluida la renegociación del arancel externo común y
la creación de un paraguas antisubsidios son importantes para la
sustentabilidad de ese crecimiento. El sector agrícola de secano ha
tenido especialmente en materia de oleaginosas, un crecimiento muy
destacado. De la mano de la mejora de los precios, cambios tecnológicos
muy importantes y fórmulas que permitieron financiar una siembra muy
voluminosa en momentos muy difíciles, se apresta a una nueva zafra de
crecimiento.
La
estabilidad de las condiciones fiscales, que nos diferencian claramente de
nuestros vecinos, marcan la mejora de un negocio que ofrece amplias
oportunidades. La disponibilidad de financiamiento para nuestros
productores ha permitido sostener a estos en la actividad y realizar un
negocio de grandes beneficios al país. Terminar de resolver la
transferencia de los silos a las cooperativas mejorando la situación
financiera de las mismas y darle continuidad a los nuevos instrumentos
financieros son medidas indispensables para consolidar el crecimiento.
También estamos tomando medidas para mejorar la infraestructura de
transporte, almacenaje y secado.
La
granja nacional presenta un panorama nunca antes visto: un sector
orientado casi exclusivamente al mercado interno que ha hecho un esfuerzo
de modernización importante en estos años, un esfuerzo de reconversión
formidable en algunos rubros, enfrenta ahora una perspectiva exportadora.
El gran desafío es lograr una organización e integración que permita
una masiva participación de los productores en proyectos de exportación.
Una
especial consideración al
endeudamiento de los pequeños y medianos granjeros que se ha trabajado
con el Banco de la República y la continuidad de proyectos de
integración agroindustrial, como el plan de tomate realizado el año
pasado aplicados a rubros exportadores serán instrumentos clave para un
desarrollo firme del sector.
Los
sectores citrícola y vitivinícola tienen, en diferente magnitud, ya
marcado su claro destino exportador. El sector forestal, que
inicia su fase de cosecha, brindará en los próximos años un
fuerte impulso exportador y será la base de una importante inversión
industrial y de infraestructura de transporte y portuaria.
Se
puede.
Somos
y seremos un país agroexportador. Exportar es nuestra única ruta de
crecimiento sostenido. Un país con alta dotación de recursos naturales
per capita; un país con recursos
humanos altamente capacitados y una estructura de caminos y comunicaciones
destacada sobre nuestros competidores; un país con servicios
desarrollados y confiables, aunque por supuesto muy mejorables en calidad y costo; un
país lleno de oportunidades de crecimiento agroexportador.
Se
puede.
Hay
un conjunto de factores que hacen de este momento un momento
históricamente singular. La crisis de la aftosa mostró la magnitud de la
importancia del sector para el país y concientizó a todos los uruguayos
de la misma. La crisis financiera, con la enorme
fuga de capitales de la región, magnificó el efecto en la
percepción de todos. Las dificultades emergentes de esa fuga de capitales
revalorizaron el sector como destinatario de los ahorros de todos los
uruguayos. Un sector de alta seguridad que puede brindar altas garantías
y buena rentabilidad.
La
creación de nuevos instrumentos financieros ha permitido canalizar hacia
el sector muchos millones de dólares de inversores privados y también
comenzar a canalizar fondos previsionales a la inversión productiva. El
sector se ve hoy no sólo como un gran motor de la economía uruguaya,
mostrando su dinámica y su capacidad de respuesta, sino como una
oportunidad de crecimiento para todos los uruguayos. Utilizar y potenciar
esa capacidad de crecimiento es nuestro gran desafío. Es una oportunidad
de consolidar una estrategia de desarrollo exportador que brindará a todo
el Uruguay un crecimiento sostenible y genuino. Que todos los uruguayos
puedan invertir en el negocio agroexportador es una tarea sectorial.
Requiere sostener y mejorar la competitividad, mejorar en forma permanente
la gestión empresarial y crear instrumentos adecuados que permitan al
inversor participar en el agronegocio. Se puede.
Muchos
han considerado que el agronegocio no constituye una herramienta potente
de desarrollo sino un negocio anticuado, atrasado, con escasa capacidad de
generar riqueza y bienestar. Los agronegocios demuestran, sin embargo, en
todo el mundo, una capacidad de crecimiento formidable y constituyen -en
el caso de Uruguay- no sólo su fuente natural de divisas sino también
una de sus principalísimas oportunidades de crecimiento.
Las
condiciones económicas para ese crecimiento están dadas. El sector no
necesita que le digan adonde ir. Requiere sí instrumentos para apoyar ese
crecimiento. Seguir batallando por los mercados, crear servicios modernos
de certificación, crear condiciones e instrumentos que abaraten e
incrementen el financiamiento, seguir mejorando nuestros servicios de
comunicación, logística, transporte, apoyar la incorporación de valor
mediante procesos de innovación tecnológica, de integración
agroindustrial, de certificación de productos y procesos,
diversificación productiva exportadora.
Debemos
participar a todo el país de esa visión agro exportadora. Este es un
sector que puede con una visión moderna apalancar el crecimiento de
todos. Se puede. No perdamos la oportunidad.
Esta
visión de país agroexportador no es la visión bucólica de un país
atrasado, lento. No es la visión de un país pobre, cansino. No es la
visión anclado en el pasado y peleada con la modernidad y el desarrollo
tecnológico. No es una visión que opone el sector primario con el resto
de la sociedad y la condena a una vida de pobreza. Es la visión de un
país dinámico, que crece sobre sus ventajas, que construye sobre sus
cimientos. Es la visión de un país que no vive de su atraso, sino de su
trabajo, incorporando conocimiento e inteligencia a un sector que se
moderniza y agrega valor a pasos agigantados, como en todo el mundo. Se
puede.
Es
nuestro desafío, es nuestro compromiso y es nuestro deber, trabajando
juntos, trabajando mucho y no desfalleciendo ante los obstáculos.
Se
puede. Hagámoslo realidad.
DISCURSO
DEL PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN RURAL DEL URUGUAY, DR. FERNANDO ALFONSO,
EN LA EXPO PRADO 2003
Los
Presidentes de ARU tenemos chance de dos discursos en nuestra gestión.
Para no ser la excepción voy a usar de éste para agradecerle a la
Asociación Rural la confianza que han depositado en esta Junta Directiva
y especialmente en mi persona. Es uno de los grandes honores a que tendré
acceso en la vida. Para tener ese acceso es imprescindible contar, detrás
de uno, con una familia que apoya, alienta y aconseja. Gracias a Dios ARU
cuenta con ella.
Vivimos
en un país que acaba de cumplir 178 años de vida independiente, de los
cuales la ARU ha conocido 132 como Institución organizada.
Sin
embargo, la producción agropecuaria como tal ha acompañado estas tierras
aún desde antes de nuestra Independencia. Quienes colonizaron estas
tierras, lo hicieron con la visión del autoabastecimiento de sus
colonias.
Fundaron
enormes "estancias" dedicadas a la reproducción de ganado
vacuno y pronto descubrieron la natural predisposición de estos lugares
para la cría.
Aparecieron
luego las ciudades, la organización urbana y luego social. y nació
posteriormente la llama de la libertad. Y se luchó por ella. Y se
alcanzó. Y continuamente, mientras este proceso avanzaba nadie tuvo miedo
del desabastecimiento. Porque aquellas primeras reses muy reproducidas
fueron suficientes para alimentar a la creciente población. Montevideo
crecía y se seguía organizando y entre muchas obras encara la
construcción de su Catedral.
Déjenme
contarles a manera de anécdota que la Catedral terminó de edificarse con
un impuesto de 2 reales a cada res faenada para el consumo de la ciudad.
Es
el primer ejemplo de imposición al ganado de que al menos yo tenga
noticias.
Resulta
bastante claro pues, que nuestro país nació basado en su producción
pecuaria primero, y con el asentamiento de sus pobladores,
consecuentemente, agro-pecuaria.
Sin
embargo, quizás por innecesario en aquellos tiempos, por asimilación de
cosa sabida, de un hecho que no admitía discusión, el País nunca
decidió su destino final.
Así,
como decíamos, al comienzo se autoabastecía, luego generó excedentes
que se exportaban como carne salada y cueros. Y así sumó décadas de
comportamiento agro-exportador donde creció a tasas increíbles para el
día de hoy.
Llegó
la época de la industrialización y con ella la apertura de fábricas de
toda naturaleza. Algunas sin mucho sentido, pero la fiebre industrial del
mundo nos alcanzó. El sector "famoso" pasó a ser la industria.
Es la época en que paralelamente empezó a crecer el Estado.
Siguieron
transcurrieron las décadas y un día encontramos que el País era un polo
turístico apreciadísimo por los habitantes de otros países de la
región y enseguida del mundo.
Nos
convertimos en un País Turístico. El Estado seguía con su crecimiento
imparable en volumen, no ya en calidad.
Con
el turismo nació la necesidad de brindar servicios y nos hicimos
vendedores de Servicios.
Y
finalmente el mundo creó tanta riqueza artificial que no se podía ser
otra cosa que Plaza Financiera. Y allí fuimos, con un Estado que
presumía de rico, pero saludaba con sombrero ajeno. La Plata no era
nuestra y naturalmente la Plata se fue. Nos quedó un cascarón vacío,
pero con aspecto y estructura de rico. Nos quedó el peso de una industria
fundida, un desarrollo turístico que tristemente pudieron disfrutar
algunos pocos uruguayos, un sector Servicios que no brindaba servicios a
nadie y una Plaza Financiera arrasada y al borde de la quiebra.
En
este periplo de "bandazos", con diferentes sectores de actividad
convertidos alternativamente en fugaces estrellas, el sector agropecuario
fue siempre quien trajo recursos auténticos, genuinos, al País. Fue el
sector que, pese a no ser el sector "estrella", aportó los
principales rubros exportables y fue quien hizo posible mediante
transferencia de recursos, la fugacidad de las otras
"estrellas".
Terminada
la crisis es el único que, muy herido, fuertemente endeudado en el
intento de mantener las empresas en marcha, alienta esperanzas de
recuperación. Es el único que produce el producto primero, no
"primario", que había pasado a ser un adjetivo casi humillante
y despreciativo, con el que la industria exportadora, y luego de dar mano
de obra uruguaya a sus productos, hace ingresar las imprescindibles
divisas al país, que luego se distribuyen lenta pero seguramente en todas
los sectores de la sociedad, generando más actividad, mas empleo y más
recaudación.
Decíamos
en nuestro discurso del Concurso de Novillos que el país nunca se dio
destino. Y este resumen de las actitudes que ha tomarlo el País son la
demostración de lo dicho. Han sido actitudes, no tomas de decisiones.
Actitudes en su momento muy válidas, porque nada tenemos contra la
industria, el turismo, los servicios o la actividad financiera. Todas son
importantes y compatibles, así como todas las personas integrantes de
nuestra sociedad.
Lo
que pedimos es toma de decisión con respecto a nuestro Destino, con
mayúscula, como país e, implícitamente, con respecto a nuestro destino,
con minúscula, como productores, y no una mera actitud pasajera para que
ante una nueva propuesta, cualquiera sea, olvidemos una vez
más cual fue nuestra historia, cual nuestro presente y cual habrá de ser
nuestro futuro.
Y
lo que decimos es que ese futuro está ligado indisolublemente con nuestro
potencial exportador, y hasta que no se demuestre lo contrario el
potencial exportador del País, el genuino, está en las actividades de
producción y entre ellas, la más importante es la producción de bienes
agropecuarios.
Veníamos
en forma paralela, analizando el comportamiento del Estado. Es suficiente
lo que se ha dicho en cuanto a su peso y tamaño, en cuanto a su
eficiencia y eficacia. Nadie tiene dudas.
Se
ha hecho tan usado el concepto de peso del Estado, que ha perdido su valor
de impacto, pero no su potencia conceptual. Todos Io decimos y nadie lo
hace.
No
voy a ser yo el primer Presidente que lo diga desde esta tribuna. Pero
espero ser el último. Releyendo discursos de anteriores presidentes de
ARU, no falta en ninguno de los que leí este reclamo. Y leí unos
cuantos.
No
voy a dejarme ganar por el pesimismo y abandonar la prédica. Pero quiero
introducir el concepto de que los responsables de bajar el costo del
Estado somos todos sus integrantes, ya que por definición el Estado lo
integramos todos.
El
reclamo ha sido desde siempre dirigido a los gobernantes o a aquellos que
en primera instancia debieron haber sido los dueños de la propuesta.
No
se ha podido romper el círculo vicioso creado por votantes y votados. Los
unos piden que todo quede como está, los otros los escuchan y aún a
sabiendas que se equivocan temen pérdida de liderazgos y entonces los
unos vuelven a reclamar, ante el menor atisbo de cambio, que todo siga
igual.
Si
los líderes no se dan cuenta, o no quieren hacerlo, de que quien rompa el
círculo vicioso pasará a la gran Historia del Uruguay, Ia Asociación
Rural del Uruguay convoca a cada uno de los uruguayos que sientan esto
como nosotros, a romper el círculo desde nuestra posición.
Con
el derecho que nos da el ser integrantes del propio Estado, Nuestro
Estado. Cada uno de nosotros tiene una oportunidad, por pequeña que sea,
de ser líder, aunque más no sea de si mismo, o líder de una familia, o
de un grupo de amigos o de cada organización gremial. Y puede ser líder
de más proyección, de una organización política o del país entero.
A
cada uno de esos líderes, a cada uruguayo, ARU convoca a decidir por el
País, a dejar de ser integrantes de una mayoría silenciosa, sumisa de
minorías radicalizadas en cada ámbito, que nos proponen dejar todo como
está.
Si
esta convocatoria fracasa, si nadie se hace eco de ella, si no nos ponemos
de acuerdo para hacer la tan mentada Reforma del Estado, que sabemos
dolorosa, la misma se hará sola, en desorden y con más dolor.
Si
seguimos recordando Maracaná, a tupamaros y militares de hace 30 años;
si permitimos que nuestra justicia se desdiga de si misma para encontrar
viejas revanchas entre nosotros; si votamos los plebiscitos de nuestras
empresas con sentimiento y no con razonamiento porque nuestros mayores nos
dijeron que eran maravillosas en otras épocas; si añoramos nuestras
exportaciones de tasajo y cueros, sumiremos al país en una permanente
noche nostálgica y entonces dejaremos a las generaciones venideras sin
opción de vida en el Uruguay y la corriente migratoria del campo a la
ciudad y de la ciudad al exterior será imparable.
En
cambio si rechazamos todas las condicionantes anteriores y nos dedicamos a
mirar hacia adelante, todos juntos, transformaremos esta tierra, que fue
purpúrea, en una tierra verde; verde por sus pasturas naturales; verde
por las artificiales que volveremos a cultivar, pero, fundamentalmente,
verde por la esperanza que nos ofrece.
Hace
pocos días me dijo un uruguayo que vive en el exterior, Economista, que
sus nietos van a ganar en el país en que reside (país sudamericano)
cuatro veces más que sus sobrinos-nietos que vivirán en el Uruguay.
El
Uruguay todavía es posible si cada uno de nosotros toma el desafío de
hacerlo posible. Ya no es tarea de nuestros dirigentes políticos solos.
Es tarea de todos.
El
tomar conciencia de que cada una de las acciones que cada uruguayo haga
será en beneficio de todos, debe ser nuestra premisa. La defensa de
parcelas corporativas va en contraposición de bienestar general y a aquel
uruguayo que dijo que prefería un país con aftosa para comer un kilo de
asado más, le contestamos que el innegable placer, pero muy pasajero, de
comer ese kilo más de asado va en contra del bienestar perdurable que las
divisas producidas por ese kilo de asado exportado le traerán a él mismo
y a sus hijos y a los sobrino-nietos de mi amigo radicado en el exterior.
Permítame
decirles que ni la decisión del Destino País, ni la toma de conciencia
para reformar el Estado, son para ARU mero objeto de discurso.
Al
asumir esta Junta Directiva, que tengo el honor de presidir, nos pusimos
como objetivo el estudiar la posibilidad de que el agro uruguayo cuente
con una Política Agropecuaria Permanente.
Para
llegar al objetivo, pusimos a trabajar una Comisión que lleva esa
denominación, asilada de la Junta Directiva y, por lo tanto, aislada de
sus problemas diarios a solucionar (función conocida íntimamente como de
"ataja-penales"). Para que se dedicara a jugar todo el partido y
para jugarlo a ganar. No para llegar a un nuevo diagnóstico de
situación. No lo necesitamos. Es para intentar lograr un consenso
nacional de definición de estrategias a mediano y largo plazo.
Las
conclusiones finales aún están en proceso. Esperamos contar con una
propuesta finalizada en breve, que encierre el concepto y la formulación
de un compromiso del destino del país fuertemente ligado a la
agropecuaria.
Al
finalizar esta 98a Expo
Prado, la Asociación Rural del Uruguay quiere agradecer públicamente a
los expositores de todas las razas y todas las especies que son el
atractivo sin el cual esta exposición no tiene objeto. A todos los
expositores comerciales que dan brillo a este evento.
A
los visitantes del extranjero que nos deleitan con su visita y,
especialmente, a los Presidentes de las instituciones rurales de países
vecinos con quienes tenemos el compromiso de trabajar juntos por el sector
al que representamos.
A
los cientos de trabajadores que han hecho posible el armado de esta
Exposición. Especialmente a nuestros funcionarios que en época del Prado
no conocen los límites de su trabajo.
A
la prensa y al público en general que han acompañado nuevamente estas
jornadas de trabajo. Trabajo que hemos traído montados en aquellos pingos
del progreso que ensillamos en el discurso de 1996, Pingos que siguen
ensillados, más flacos y muy sudados, pero que no han perdido la fuerza
con la que nacieron y están dispuestos a seguir cuarteando el lazo, no
para que reviente, sino para mantenerlo tirante y así sacar del barro al
Uruguay.
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