15/09/2003
PRESIDENTE BATLLE: Señor Presidente de la Cámara,
señores Representantes, señoras Legisladoras y señores Legisladores: en
primer lugar, quiero decirles que para un uruguayo y más para el
Presidente del Uruguay, no hay mayor honor que hablar ante los
representantes del pueblo, que son ustedes, porque son la más auténtica
representación del sistema democrático. Y por tanto, yo, que además he
sido en toda mi vida no otra cosa que vinculado a la acción política
como legislador, como representante por el Departamento de Montevideo,
como senador más tarde, y finalmente he llegado a la Presidencia de la
República, siento -como lo he sentido siempre- que es en la fuerza de los
parlamentos en donde radica la vigencia de los sentimientos democráticos,
donde se cultiva la democracia y donde se defiende ese sistema, que al
decir del señor Winston Churchill, es el menos malos de todos los
sistemas, y sigue siendo el menos malo de todos los sistemas.
Quiero decirles, además, no muchas cosas diferentes a
la que hemos oído acá de los señores presidentes, que han sido muy
claros y muy expresivos. Ustedes saben que el Uruguay es un muy pequeño
país, grande en extensión territorial comparado con Puerto Rico, pero
muy pequeño comparado con los dos grandes países que son nuestros
vecinos inmediatos, tanto Argentina como Brasil. Es un país que tiene
tres millones y pocos miles de habitantes, es un país estable, es un
país democrático, que tiene una vieja tradición democrática, que se
fundamenta en un gran desarrollo educativo que nace ya en 1875.
Nosotros en 1875 le copiamos la educación primaria
textualmente a Horacio Mann, y la extendimos en el Uruguay, la educación
pública primaria -digamos- gratuita y obligatoria, y laica. Las escuelas
primarias existen desde entonces en todo el territorio nacional, lo que
nos ha permitido alcanzar un grado de analfabetismo muy, muy bajo, una
educación que es que es desde la escuela primaria, -desde inclusive en la
modalidad de tres y cuatro años hasta que uno se recibe como abogado,
como es mi caso- siempre gratuita y absolutamente dependiente de los
impuestos que recauda el Estado. Creo que en eso hemos conseguido fundar
nuestro sistema democrático y nuestra estabilidad social.
Pero como ustedes se pueden imaginar todo sistema
democrático, y todo sistema que procura la estabilidad social, y que
trata de mejorar las condiciones de vida de los pueblos, reposa en las
posibilidades de trabajo. No se vive de los discursos, ni se lleva a la
casa un alimento de todos los días con los buenos discursos que todos
nosotros podemos hacer, sino con las oportunidades de trabajo que cada uno
de los ciudadanos aspira alcanzar en libertad.
¿Qué le pasó al Uruguay? Al Uruguay le pasó, desde
el siglo XIX, promediando el siglo XIX, primero nada diferente a lo que le
pasó a la Argentina y al Brasil, nuestros vecinos. Vivíamos en un mundo
abierto organizado por la Pax Britannica. O sea, teníamos una
civilización atlántica totalmente abierta. Si uno mira en términos
desestacionalizados, las inversiones que Europa hizo entonces en América
del Sur son sin ninguna duda mucho más importantes en valores, sin BID,
sin Banco Mundial, sin Fondo Monetario, que todas las que se han hecho
ahora.
En el Uruguay, siendo un país muy pequeño, se
construyeron partir de 1860 tres mil kilómetros de vías férreas; desde
1860 y poco tenemos agua potable, tenemos vías férreas, tenemos gas,
tenemos todos los servicios en infraestructura, que son los mismos que
siguen funcionando hoy. En una palabra había un mundo abierto, una gran
avenida de doble vía. Nosotros vendíamos todo lo que podíamos vender,
los precios convergían, los salarios convergían, y al mismo tiempo
comprábamos con libertad todo lo que se ofrecía en el mundo y teníamos
un sistema financiero respaldado con una conjunción muy grande entre los
países del Río de la Plata y básicamente Europa.
Eso continúa así hasta después de la Segunda Guerra
Mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa se cierra, cosa que
es natural. Europa termina destruida: tiene que cerrarse. El Plan Marshall
le permite volver a vivir. La asociación profunda que hacen de Gaulle y
Adenauer en Alemania les permite terminar con aquel conflicto permanente,
que en toda su vida ciertamente le pasó: cada 25 años, en forma
rigurosa, los europeos se mataban entre sí. Llevábamos a nuestras costas
los frutos de los beneficios de nuestras exportaciones durante años.
Creíamos de esa manera que habíamos tocado el cielo con las manos.
Un buen día Europa se cerró. Es lógico que tenía
que cerrarse. Entonces aquellos países se quedaron sin socio y al
quedarse sin socio empezamos a distribuir entre nosotros, además de
discursos, inflación; y además de discursos e inflación, pérdida del
nivel de vida, y además de discursos, inflación y pérdida del nivel de
vida, descaecimiento de los sistemas sociales y por ende debilidad de los
sistemas institucionales.
Y eso nos fue pegando a todos progresivamente. Y como
convivíamos en ese tiempo con aquella terrible guerra fría que había,
uno tras otro los sistemas institucionales democráticos fueron cayendo;
uno tras otro, uno tras otro.
Cuando salimos de ese problema, nosotros en 1985,
después de cien años de ser un país con instituciones democráticas
libres, tuvimos un sistema militar que duró once años en el Uruguay,
cuando salimos de eso, recurrimos ¿a qué? Recurrimos a ver si
superábamos nuestras dificultades con un entendimiento regional. ¿Y qué
sucedió con el entendimiento regional llamado MERCOSUR? Como eliminamos
los aranceles entre nosotros al final eran nuestras respectivas
tesorerías las que pagaban el crecimiento comercial de cada país.
Habíamos alcanzado una recreación del comercio y teníamos una
dependencia -inclusive un país pequeño como el Uruguay- una muy grande
dependencia de nuestros grandes vecinos. Llegamos a tener una dependencia
de casi el 50 por ciento de nuestras exportaciones con nuestros grandes
vecinos. Hasta que un buen día nos dimos cuenta que no era ese el mundo
al cual teníamos que llegar. Inclusive cuando nuestros grandes vecinos,
Brasil y Argentina, hacían terribles devaluaciones por causa de sus
propios problemas, las exportaciones del Uruguay caían en el primer caso
a la mitad y luego al 67 por ciento, y nos dimos cuenta en forma
definitiva que nuestro destino era el mundo y que nuestro destino era lo
que tuve el honor de decirle al Parlamento de la República el 1º de
marzo del 2000: desde el Yukón hasta Tierra del Fuego, un solo mercado.
La única gran forma de consolidar la democracia es el
comercio. Solamente los seres humanos a título individual o colectivo,
trabajando, produciendo y vendiendo consolidan los sistemas interiores de
cada país. Y solamente desde el Yukón a Tierra del Fuego se lee un solo
libro. Algunos lo leen más y otros lo leen menos, unos lo practican más,
otros lo practican menos, pero todos leemos un solo libro.
No tenemos los problemas religiosos que en el mundo hoy
existen. Hemos hecho un melting pot que nos habilita a vivir en paz entre
nosotros. Tenemos una unidad histórica. Estamos separados por dos grandes
océanos, que nos aleja de un mundo en donde se va de a pie desde
Vladivostok hasta el Cabo Finisterre y donde se va prácticamente en bote
desde el Cabo de Buena Esperanza hasta las costas del Mediterráneo
europeo. No tenemos en un futuro que se aproxima los grandes problemas que
tienen otros sectores de la humanidad. Pero los vamos a tener si el sector
más débil de todo este continente cree que el destino mejor no es
quedarse en su país, y se van a los Estados Unidos o Canadá.
Quiere decir que hay entre nosotros un enorme potencial
de crecimiento en la medida que nos unamos. Y unirnos no quiere decir
perder nuestra identidad. Yo soy de origen catalán y conversando con mi
amigo Jordi Pujol veo que Cataluña cada día es más catalana, cada día
es más europea, cada día crece más y cada día mantiene más su
identidad, como la mantiene Holanda frente a Alemania y como la mantiene
Bélgica frente a Francia. Quiere decir que es en la riqueza y no en la
pobreza en que mantenemos nuestra identidad y es en la unidad con riqueza
y con comercio en que la unidad nuestra afirma nuestra identidad.
¿Por qué estamos entonces acá? Porque esta presencia
nuestra acá es una expresión de eso. Es una expresión de lo que
intentamos hacer comercialmente a través de nuestros empresarios, que son
los que nos indican el camino a seguir.
Los gobernantes tenemos la función de dar a los
empresarios, digamos, los estamentos previsibles, claros, firmes, que no
les den sorpresas de cambios permanentes, sistemas judiciales, que son
también cumplidores de la Ley y que protegen entonces el trabajo de la
gente. Pero son los empresarios los que nos dicen: ahí está el negocio.
Ellos son los que saben mejor que nosotros.
Y por tanto hoy estamos aquí, no solamente en función
de la alegría de estar junto al pueblo de Puerto Rico, estamos aquí no
solamente por el deseo de volver a un lugar que, para además a nosotros
tiene una significación muy particular, porque como muchos yo también
pasé mi luna de miel acá, quiere decir que es una isla encantada y
encantadora, si no que además estamos detrás del empeño de los
empresarios de buscar desde Puerto Rico un ámbito en donde ellos puedan
ofrecer su trabajo desde aquí en toda el área del Caribe y entrar a
distintos mercados.
¿Y qué podemos ofrecer? Podemos ofrecer otro tanto
desde Montevideo. Como capital del MERCOSUR, Montevideo brinda garantías
no solamente en estabilidad en su naturaleza, que también la encontramos
acá, sino que brinda garantías en servicios, brinda garantías en
puertos. Lo que ustedes están haciendo, o lo que pretenden hacer en
Puerto Ponce, es lo mismo que estamos haciendo en Montevideo, como un
puerto libre, un puerto abierto, que es el puerto natural desde siempre,
desde la época de España, el más importante del Río de la Plata, en
cuanto a las facilidades que él ofrece como acceso al mismo, y entendemos
que es el único camino posible para que esos países sean cada día más
justos, que den a la gente de trabajo cada día respuestas más naturales
y más lógicas, y la democracia sea un sistema que todo el mundo sienta
que es el mejor en donde vivir.
Además tenemos una inmensa fortuna: hablamos el mismo
lenguaje, y eso facilita enormemente nuestra comunicación, y por ende
estar aquí es sentirnos en nuestra casa, y hoy estar entre ustedes es
sentirnos en la casa de un Parlamento electo por el pueblo de Puerto Rico,
afirmando su democracia. Muchas gracias.