30/09/03

FORTALECER LA ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU

Para Uruguay el aspecto más importante de la reforma de las Naciones Unidas "es el fortalecimiento de la Asamblea General, cuyos actos son las manifestaciones más genuinas de la voluntad de la comunidad internacional", dijo el Canciller Didier Opertti en su discurso ante la Asamblea General de la ONU.

DISCURSO DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, DIDIER OPERTTI, EN LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
30/09/03

Señor Presidente:

Uruguay cree en Naciones Unidas, confía en Naciones Unidas, apoyará a la organización y seguirá contribuyendo con ella, como lo ha venido haciendo desde que se convirtió en uno de sus miembros fundadores. Es reconfortante comprobar que en este tiempo de crisis para la institución, este sentimiento ha sido expresado prácticamente por todos los participantes en esta Asamblea.

Hace casi seis décadas, las Naciones Unidas fueron creadas para generar y ordenar la cooperación multilateral con que la comunidad internacional  acordó enfrentar y resolver los problemas comunes. La estructura de la institución, el funcionamiento de sus órganos, los derechos y obligaciones de sus miembros tales como fueron formulados en la Carta de San Francisco, reflejaban la realidad política internacional de entonces.

Pero en el transcurso de más de medio siglo  se han producido profundos cambios en la estructura de la sociedad internacional. Sus actores se han multiplicado y diversificado; se han propagado manifestaciones nuevas o más peligrosas de violencia, amenazas a la paz no previstas por los autores de la Carta ocurren cada vez con mayor frecuencia, y se han intensificado algunas tendencias que afectan seriamente el bienestar humano, tales como el creciente deterioro del medio ambiente, el agotamiento de los recursos naturales, las epidemias y el contraste entre las sociedades de consumo y las que viven en la pobreza extrema

En los últimos tiempos, y en particular durante este debate general, se ha señalado con particular énfasis la necesidad de reformar y revitalizar a las Naciones Unidas para adaptarlas a las actuales circunstancias.  El Uruguay comparte esta posición, no tanto por considerar que la organización no ha sido efectiva en el manejo de algunas  crisis recientes, sino porque entiende que la magnitud de los cambios en el mundo justifican la búsqueda de fórmulas de ajuste de la institución.

Si bien es cierto que el sistema de seguridad colectiva establecido por la Carta no siempre respondió a las crisis de manera efectiva, en múltiples situaciones la acción multilateral ejercida a través de las Naciones Unidas logró el restablecimiento de la paz en muchas regiones y países, contribuyó a  consolidar la democracia y aceleró la reconstrucción de los países afectados. Y muchos más son los casos en que la organización a través de sus órganos ha ejercido un control benéfico decisivo sobre crisis y conflictos,  evitando de este modo el deterioro de la situación y asegurando su solución pacífica.

El proceso de reforma, indispensable e inaplazable, debe llevarse a cabo, según nuestra opinión, teniendo en cuenta las siguientes premisas:

La primera premisa consiste en mantener intactos los propósitos y principios de esta organización tal como ellos han sido consagrados en la Carta de San Francisco. Después de todo, si somos convocados aquí todos los años como Naciones Unidas, es porque nuestras naciones están unidas en torno a los valores e ideales encarnados en la Carta, compartidos por toda la humanidad, cuya vigencia permanente y universal perdura más allá de los avatares de la historia

La segunda premisa es que el proceso de reforma debe orientarse primordialmente hacia el objetivo de fortalecer la acción multilateral, porque nunca como hasta ahora ha sido tan grande la necesidad de cooperar y de actuar en conjunto para hacer frente a los problemas internacionales. La multiplicación y diversificación de los actores en el escenario internacional, el empequeñecimiento del mundo, cada vez más interdependiente debido al incremento de los intercambios y al extraordinario desarrollo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones, y sobre todo la globalización de las amenazas a la paz, a la seguridad y al bienestar de nuestros pueblos exigen respuestas globales y solidarias. Para utilizar el lenguaje  que utilizó el Secretario General ante esta Asamblea hace algunos días, el Uruguay cree en "respuestas colectivas a nuestros problemas y retos comunes".

Hace dos años, la comunidad internacional a través de los Órganos de las Naciones Unidas ofreció una muestra ejemplar de solidaridad y actuó eficazmente en forma multilateral al reaccionar contra  el terrorismo internacional, que desafía gobiernos, pueblos, ideologías, religiones, y sobre todo la razón humana imbuida en valores elementales como la tolerancia, la compasión,  la solidaridad y el respeto de los derechos. El atentado contra la sede de Naciones Unidas en Bagdad – por el cual deseamos expresar al Secretario General nuestras más sentidas condolencias - no es sino otra muestra de la barbarie y fanatismo que sólo podremos combatir con éxito si trabajamos juntos. Con esta agresión, el terrorismo ha mostrado descarnadamente su universalidad destructiva. La muerte del enviado especial Sergio Vieira de Mello emblematiza la tragedia sufrida.

Al igual de lo que ocurre con la lucha contra la pobreza, no se derrota al terrorismo como se derrota a un enemigo convencional, con una batalla victoriosa. La erradicación del terrorismo es  un objetivo permanente cuya consecución requiere tiempo, paciencia, perseverancia. Solo a través de la concertación y la acción multilateral dirigida sobre todo a las raíces del terrorismo – no sólo a sus atroces manifestaciones - se podrá reducir y quizás eliminar este perverso y ubicuo enemigo y en cualquier caso mantener incólume su repudio.

Uruguay, que es parte de la mayoría de los Instrumentos Internacionales para combatir el terrorismo, asigna prioridad a la conclusión de una Convención General Contra el Terrorismo Internacional. Al respecto deseamos manifestar nuestra complacencia al Secretario General por haber elegido a la criminalidad internacional organizada y el terrorismo como tema de la ceremonia de firma y adhesión de los tratados promovidos por la organización en ocasión de este debate general.

La tercera premisa es que no debemos olvidar que desde hace años las Naciones Unidas están empeñadas en  una empresa de autocrítica y auto reforma que se basa en la idea de que el fortalecimiento de una institución consiste en el fortalecimiento de sus órganos. Se están procesando reformas en tres de los órganos principales de la organización. Las modalidades de cada uno de los respectivos procesos difieren: con respecto al Consejo de Seguridad estamos buscando la reforma de su composición para darle mayor representatividad y aumentar su carácter democrático; con relación a la Asamblea estamos intentando su revitalización a fin de que sus decisiones recuperen la autoridad que tuvieron en el pasado, y en la Secretaría la finalidad de los cambios es la de incrementar su efectividad, objetivo este último por el que tantos esfuerzos está llevando a cabo el Secretario General.  Estos tres procesos están íntimamente relacionados. Pero a pesar de esa íntima conexión, entendemos que ellos deben continuar desarrollándose como hasta ahora, en forma separada, cada uno en su respectivo foro.

Para Uruguay el aspecto más importante de estas reformas es el  fortalecimiento de la Asamblea General, cuyos actos son las manifestaciones más genuinas de la voluntad de la comunidad internacional. Recientes reformas tienden a hacer este Órgano más efectivo, pero se requieren cambios más profundos para restablecer la autoridad que la Carta le confiere y que la Asamblea ejerció en el pasado. Creemos que queda aún mucho margen para reformar. Persisten estructuras y procedimientos obsoletos. Inclusive deberían examinarse y evaluarse la organización, desarrollo y resultados de esta convocatoria anual que nos reúne aquí todos los años, incluida la idea de concentrar la negociación de decenas de resoluciones en pocas semanas. Uruguay apoyara medidas drásticas para revitalizar la Asamblea. Un mejor relacionamiento entre los diferentes órganos es, sin duda, otro de los capítulos necesarios de la reforma.

La cuarta y última premisa es que los esfuerzos para reformar las instituciones deben complementarse con esfuerzos para cambiar nuestra propia conducta en tanto miembros de las Naciones Unidas. Al aceptar formar parte de esta organización hemos aceptado libremente cumplir de buena fe con las obligaciones internacionales que emanan de los numerosos tratados, convenciones y otros instrumentos resultantes de la gigantesca labor legislativa cumplida por esta Asamblea, las Agencias de las Naciones Unidas y otros organismos y conferencias internacionales.

Sin embargo, las disposiciones de muchos de esos instrumentos no son aplicadas. A veces, en una malentendida defensa de la soberanía, se frustran las expectativas comunes para satisfacer intereses nacionales que con frecuencia no tienen una importancia decisiva. La protección del medio ambiente y el derecho del mar son ejemplos elocuentes, pero no únicos, de áreas en las que se percibe un agudo contraste entre la abundante legislación existente y el grado de ejecución.  Por ello,  año tras año las agencias y los organismos internacionales competentes y las autoridades científicas nos informan que continúa el deterioro del medio ambiente en general, la explotación abusiva de los recursos naturales, la contaminación de los mares y la disminución o extinción de especies marinas.

La cuestión del cumplimiento de las obligaciones asumidas es el eslabón débil en la cadena del multilateralismo. Debemos buscar formas de asegurar que se cumplan las obligaciones internacionales.  En el largo plazo, la satisfacción de los intereses comunes es la mejor forma de satisfacer el interés nacional.

Señor Presidente:

Sin perjuicio de esta profesión de fe en las Naciones Unidas, Uruguay, país de América Latina, participa también activamente en la Organización de los Estados Americanos y en el sistema interamericano en general. Uruguay esta sumamente comprometido con los procesos regionales de integración, en particular en el MERCOSUR. Vemos en estos mecanismos  una vía prometedora que nos ayudará a superar  las dificultades que resultan de nuestra condición de país en vía de desarrollo, que  está emergiendo de la crisis económica más grave de su historia, y  tratando de superar los obstáculos que  le impiden insertarse en la economía mundial, como por ejemplo las cuantiosas subvenciones con que los países industrializados  benefician a la producción agrícola.

En este contexto, no podríamos dejar de mencionar la reciente Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Cancún, cuya falta de avance constituye una señal negativa para un mundo que está reclamando reglas de comercio más justas y equilibradas, especialmente para países como Uruguay, cuya economía reposa primordialmente en la producción de bienes agrícolas. Tenemos la esperanza  que  una renovada fuerza negociadora nos permita  asegurar resultados positivos en  las próximas  reuniones que tendrán lugar en Ginebra, en bien de los países.

Termino expresándole la satisfacción y orgullo del Uruguay por verlo a ud., representante de un país amigo  de nuestra región, presidir esta Asamblea.