02/12/04

TENER AMIGOS CONFIABLES, ENTRE PERSONAS Y ENTRE NACIONES

El Presidente Batlle sostuvo que tener amigos confiables, entre las personas y entre las naciones, es lo más importante que uno puede elegir en la vida.

Tal uno de los conceptos expresados por el Primer Mandatario uruguayo en el acto de entrega de la Medalla de la República Oriental del Uruguay al Embajador estadounidense Martin J. Silverstein.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE, EN OCASIÓN DE CONDECORAR AL EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS, MARTIN J. SILVERSTEIN, EN EL EDIFICIO PLAZA INDEPENDENCIA
02/12/2004

Señor Embajador de los Estados Unidos de América, don Martin Silverstein, señora de Silverstein, familia de Silverstein, señoras y señores:

El Uruguay ha tomado la decisión de condecorarlo a usted con la Orden más importante con la que el Uruguay reconoce y homenajea a aquellos ciudadanos que en representación de su país y por sí mismos, por sus propias acciones y valores, se merecen que el país, que la ciudadanía del país, les reconozca -a través de este símbolo y de este homenaje- precisamente esos valores.

Usted sabe bien, señor Embajador, que el Uruguay ha tenido desde los albores de su existencia como nación, ya desde mil ochocientos y poco - y precisamente una de las fechas más importantes y sagradas para nosotros fue la de 1820- los Estados Unidos y el Uruguay desde entonces tuvieron una relación muy íntima y muy profunda, en donde los Estados Unidos -a través de sus gobernantes de aquella época, en aquellos momentos tan difíciles- dieron un paso que los ha reconocido ante todos los uruguayos para siempre en la historia como una nación amiga, cuando habiendo tomado el Jefe de los Orientales, el General Artigas, la decisión de pasar la frontera hacia el Paraguay, el gobierno de los Estados Unidos le ofreció a Artigas recibirlo en su país, reconocerle su grado militar, su condición de líder por la lucha de la independencia y la democracia en nuestro país y en América, y así recibirlo con los brazos abiertos.

Cada vez, desde entonces hasta ahora, que el Uruguay ha tenido un problema serio hemos encontrado en su país el amigo confiable, que es lo más importante que uno puede elegir en la vida: tener amigos confiables, entre las personas y entre las naciones. Naciones que pese a la enorme diferencia de su tamaño, de sus recursos, de sus riquezas, de su presencia en el mundo, siempre supieron tratarse en esa condición de naciones que se respetaron y que cuando acordaron, acordaron desde esa amistad confiable porque tenían ideas semejantes, y por eso los caminos eran comunes y habían sido comunes antes de acordarlos, porque ambas naciones vivimos dentro de esos principios de democracia y de libertad que nos hacen similares.

Situaciones han habido en el siglo XIX y en el siglo XX muy importantes, que la historia ha recogido, en las que el Uruguay encontró, cuando lo precisó, ese amigo confiable. Siempre con Cónsules americanos aquí que supieron entender nuestras realidades y nuestras necesidades, o con Embajadores como aquel primero que llegó al Uruguay, a quien conocí muy bien, el señor Embajador Dawson, en tiempos de las difíciles circunstancias por las que atravesamos en común en los tiempos de la década del 40 durante la Segunda Guerra Mundial.

Yo le diría, señor Embajador, que volvimos a encontrar el amigo confiable no solamente en su país, sino en usted, que nos dio una mano en momentos verdaderamente difíciles.

Recuerdo cuando fuimos juntos el 24 de abril del 2001 a la Casa Blanca, el día que recibimos la aftosa, y recuerdo todo lo que su gobierno hizo. Y recuerdo lo que usted hizo, lo que usted hizo en forma permanente, trabajando todos los días; llegando en la forma en que usted sabe y puede llegar a todos los amigos que usted nos acercó en su gobierno, para poder resolver con bien esos problemas. Y realmente, ¡cómo los hemos resuelto!

Usted sabe que usted en esa relación nació con la aftosa y cuando llegamos al fin del gobierno usted convive con el 73 por ciento de la carne del Uruguay que se exporta a su país.

¡Ni qué decir lo que fue la crisis de la deuda! ¡Ni qué decir lo que fue entonces su participación, su presencia, su acción, su decidida vocación de ayudar, la influencia que usted puso en sus amigos! ¡Cómo usted hizo lo que un embajador debe hacer: ser embajador del país que representa y del país en donde está usted actuando, haciéndole conocer a los integrantes de su gobierno la realidad de nuestro país!

¡Y cómo usted confiaba –y acertó- en que nosotros podíamos encontrar caminos de soluciones diferentes a las que las organizaciones multilaterales de crédito nos ofrecían! ¡Y cómo usted ayudó para que las autoridades superiores que manejaban las finanzas de los Estados Unidos dieran un paso histórico, no solamente parea nosotros sino también para ustedes, porque fue una medida que su gobierno buscó entre toda la legislación vigente en los Estados Unidos para poder encontrar el camino legal que justificara lo que legal y políticamente era difícil de hacer, aun para un país de la importancia de su país!

Después de eso, señor Embajador, los resultados están a la vista. Y su país y usted –usted y su país- tienen mucho que ver en estos buenos resultados que el Uruguay siente que han sido la consecuencia más clara, más directa y más firme de este tránsito del desierto que vivimos y de este profundo cambio a un fértil horizonte de crecimiento que el Uruguay hoy goza, y que esperemos que siga gozando por muchos años.

Finalmente, Embajador, usted ha participado en otras cosas muy importantes para nosotros. No solamente los acuerdos de cielos abiertos, sino que además usted en su foja de servicios diplomáticos ha incorporado el hecho que su país el único acuerdo bilateral que hizo en la primera administración del señor Bus, para garantía reciproca de inversiones, lo hizo con el Uruguay. Y, además, también en su pasaje por esta administración usted consiguió ayudarnos a que el Uruguay fuera el primer país del mundo cuyo producto natural, la carne, sea certificado como producto natural a los consumidores de su país.

Y además de todo eso, ha ayudado todo el día. Ha ayudado todo el día desde que ha ido con su familia al Estadio a hinchar equivocadamente seguramente por algún cuadro, y hasta ha montado a caballo para acompañar a un lote de uruguayos en el festejo a un héroe histórico, y se ha confundido con nuestro pueblo donde ha hecho amistades. En una palabra, no solamente ha integrado a su país, sino que ha integrado a sus señora y a sus hijos a nuestro pueblo.

Y nosotros tenemos gratitud por todo lo que ha hecho. Y la forma que tenemos de expresarla es hoy, a través de esta resolución y esta medalla, que le luce muy bien y que estamos contentos de haber tenido la oportunidad histórica de dársela.

Muchas gracias, Embajador.