07/12/04
ES NATURAL EXPRESAR UN SENTIMIENTO DE GRATITUD.
"Para los uruguayos es natural expresar un sentimiento de gratitud
hacia quienes ayudaron al país en la forma en que lo hicieron", dijo
el Presidente Batlle al condecorar hoy a Terrence Checki y William
McDonough, destacando así el papel que ambos ciudadanos estadounidenses
tuvieron durante la pasada crisis.
En el transcurso de una ceremonia realizada en el
Edificio Independencia, el Presidente de la República, Jorge Batlle,
confirió este martes la Medalla de la República Oriental del Uruguay a los
señores William McDonough y Terrence Checki.
La condecoración se llevó a cabo en reconocimiento de
su decisivo aporte en los procesos de canje de la deuda externa uruguaya.
El acto contó con la presencia del destacadas
personalidades tales como el ex-Presidente Julio María Sanguinetti, el
presidente de la Suprema Corte de Justicia doctor Leslie Van Rompaey, el
Ministro de Economía, Isaac Alfie, el Canciller Didier Opertti, el ex
Presidente del Banco Central, César Rodríguez Batlle, el Ministro de
Ganadería, Agricultura y Pesca, Martín Aguirrezabala, su par de Industria,
Energía y Minería, José Villar, el Director de la Oficina de Planeamiento
y Presupuesto, Ariel Davrieux y los ex-Ministros de Economía, Industria e
Interior, Alberto Bensión, Sergio Abreu y Guillermo Stirling,
respectivamente, además del ex-Ministro de Economía Ignacio de Posadas.
En el acto hicieron uso de la palabra el Presidente
Batlle –que destacó la figura de los homenajeados- y los ciudadanos
norteamericanos condecorados, quienes expresaron su satisfacción por tal
distinción.
WILLIAM J. MCDONOUGH fue nombrado Presidente y Jefe
Ejecutivo de la Compañía Pública, ("Public Company Accounting
Oversight Board / PCAOB), Directorio de Compañías Públicas de
Contabilidad y Contralor, el día 11 de junio de 2003.
El PCAOB, es una corporación privada sin fines de lucro,
creada por el Acta Sarbanes-Oxley de 2002, para supervisar los auditores de
las compañías públicas a efectos de proteger los intereses de los
inversores y otrosí los intereses públicos en la preparación de reportes
de auditorías informativas, equitativas e independientes.
McDonough ingresó al PCAOB después de 10 años como
Presidente y Jefe Ejecutivo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.
Fue nombrado octavo Presidente de la Reserva Federal de
Nueva York el 19 de julio de 1993 y se desempeñó como Vice-Presidente y
miembro votante permanente del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC),
grupo responsable para la formulación de la política nacional en materia
monetaria.
Estuvo 22 años con la Primera Corporación de Chicago y
su banco el Primer Banco Nacional de Chicago.
Fue Vicepresidente de la Junta Directiva y Director del
Banco accionista de la compañía desde 1986 hasta su retiro en 1989.
Antes de integrar la Reserva Federal de Nueva York,
McDonough actuó como asesor en múltiples organizaciones domésticas e
internacionales.
Previo a su carrera con el Primer Banco Nacional de
Chicago, trabajó con el Departamento de Estado desde 1961 hasta 1967 y fue
Oficial de la Marina de los Estados Unidos de 1956 a 1961.
Obtuvo una maestría en Economía en la Universidad de
Georgetown de Washington D.C. y una Licenciatura en Economía de la
Universidad de "Holy Cross" en Worcester, Massachusetts en 1956.
McDonough es miembro de la Junta Directiva de la Orquesta
Filarmónica de Nueva York, de la Junta Directiva de la Universidad de
Georgetown y de la Junta de Asesores de la Escuela de Administración de
Yale.
TERRENCE J. CHECKI es Vicepresidente Ejecutivo y Titular
del grupo de asuntos internacionales y mercados emergentes de la Reserva
Federal de Nueva York. También es miembro del Comité de Administración
del Banco.
Checki se ha desempeñado como el principal conciliador
internacional del Banco en las últimas dos décadas, es bien conocido entre
los industriales locales, tanto en los sectores públicos como privados, por
sus contribuciones a la administración y resolución de problemas relativos
a la deuda externa que han sacudido a muchas naciones en desarrollo y a sus
acreedores durante dicho período.
La multifacética en el Banco del Checki incluye un
número de cargos claves en la corporación bancaria, supervisor del Banco,
áreas de asuntos extranjeros e internacionales.
Inmediatamente antes a su designación como
Vicepresidente Ejecutivo actuó como Consejero del Presidente del Banco para
asuntos relacionados con los desarrollos financieros en mercados emergentes.
Previamente había sido Vicepresidente Ejecutivo a cargo
de la supervisión internacional del Banco entre 1994 y principios de 1995.
Durante 1993 a 1994 Checki fue Director de la Oficina de
Asuntos Internacionales coordinando la participación total del banco en la
arena internacional.
Asimismo actuó como asistente del presidente desde 1991
hasta 1993.
Fue Vicepresidente a cargo del área de asuntos
extranjeros del Banco desde 1986 hasta 1991 y Consejero en dicha área desde
1984 hasta 1986.
A inicios de 1983 y parte de 1984 dejó el cargo para
desempeñarse en el Fondo Monetario Internacional y funciones específicas.
Con anterioridad actuó como Secretario de la Corporación del Banco.
Checki obtuvo una maestría en negocios en la Universidad
de Columbia y una Licenciatura en Literatura en la Universidad de Saint
Peter's.
Es miembro del Consejo sobre Relaciones Exteriores de la
Sociedad de las Américas, de la Asociación de Política Exterior, del Club
Económico de Nueva York, del Comité Nacional sobre Relaciones USA- China y
del Consejo Consultivo Internacional del Centro de Finanzas Global en el
Colegio Lubin de Administración.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE, DURANTE LA
CONDECORACIÓN CON LA MEDALLA DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY A
WILLIAM MCDONOUGH Y TERRENCE J. CHECKI EN EL EDIFICIO PLAZA INDEPENDENCIA. 07/12/2004
PRESIDENTE BATLLE: El Uruguay no acostumbra a ser así
muy espléndido y generoso en materia de condecoraciones, somos bastante
remisos en ese sector de nuestras actividades para con nuestros amigos. Pero
hoy tenemos que hacer una excepción, como la hicimos hace pocos días con
el señor Embajador Martin Silverstein, y la vamos a hacer en las personas
del señor Terry Checki y de nuestro amigo Bill McDonough.
¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué damos este paso por el
que reconocemos en ellos a personas que merecen éste tipo de distinciones y
éste tipo de condecoraciones? Por una razón a la vez simple pero compleja.
La simplicidad del acto democrático en el cual el Uruguay vive, y la
complejidad de las circunstancias que ellos vivieron y que posibilitaron que
tuviéramos todos el gusto de reunirnos aquí hoy para dar éste paso.
Ustedes saben que nuestro amigo Terry Checki es hoy el
Vicepresidente Ejecutivo y titular del Grupo de Asuntos Internacionales y
Mercados Emergentes de la Reserva Federal de Nueva York; también es miembro
del Comité de Administración del Banco. Tiene una larga actividad
profesional vinculado a los temas más importantes de la Reserva Federal de
los Estados Unidos de Nueva York, ha recorrido todo el escalón de las
actividades hasta llegar hoy a esta condición de Vicepresidente Ejecutivo y
titular del Grupo de Asuntos Internacionales.
Mister Checki conoce al Uruguay porque participó
activamente en los temas del canje de la deuda en los tiempos de la
solución Brady y, por tanto, no estaba ajeno a nuestras circunstancias
financieras y a nuestras circunstancias económicas.
Pero cuando comenzó la crisis del 2002, cuando
comenzaron los momentos más difíciles para el Uruguay, mister Checki
realmente remangó su camisa, con la cual circulaba permanentemente en las
oficinas del Fed y se puso a trabajar como un obrero incansable para
ayudarnos a resolver los problemas.
Yo estoy absolutamente convencido que, tanto Carlos
Sténeri como Ariel Davrieux, como el Embajador Fernández Faingold, pero
fundamentalmente los que vivieron ese tiempo en los Estados Unidos, se
conectaban con Terry Checki más o menos una o dos veces por día y una o
dos veces por día iban siguiendo paso a paso y minuto a minuto las cosas
que teníamos que encarar para ir resolviendo las enormes dificultades que
el Uruguay tenía que resolver.
Participaron en todos los procesos hasta que, finalmente,
festejaron con nosotros los acuerdos finales con el Fondo Monetario
Internacional, allá por mayo de 2003. Pero sufrieron con nosotros a lo
largo del 2002 y participaron de los momentos tan difíciles, tan difíciles
que vivimos, que solamente por circunstancias muy especiales a las cuales el
Uruguay tuvo la fortuna de acceder, ellos pudieron con su capacidad, con su
conocimiento, con su presencia y fuerza personal en el mundo financiero de
los Estados Unidos, darnos el empujón necesario para ir arreglando nuestras
cosas.
Ahora están aquí festejando con nosotros. Tienen los
rostros mucho más distendidos. Los escuchaba por teléfono, y les hablaba
por teléfono, y yo creo que era una competencia de preocupaciones. Hoy
están más contentos, porque vienen con nosotros a festejar cuánto hemos
hecho, cuánto nos han ayudado a hacer y cuánto han participado en las
buenas cosas que entre todos los uruguayos pudimos hacer.
Porque ellos tienen que saber, y saben, que lo que
pudimos hacer fue en función de varias cosas: en primer lugar, de que
tuvimos en el Uruguay un pueblo que comprendió. El pueblo uruguayo fue el
que sostuvo al gobierno. Si el pueblo uruguayo no hubiera comprendido -como
comprendió- la raíz y la razón de las dificultades financieras y por ende
las dificultades sociales que el pueblo estaba viviendo con la caída tan
profunda que hubo en los niveles de ingreso y en el aumento de la pobreza;
si el pueblo uruguayo no lo hubiera comprendido, seguramente más allá de
los buenos oficios y de la fuerza y capacidad que estos amigos pusieron no
hubiéramos podido resolver con bien nuestros problemas.
Pero también ellos saben que el sistema político
uruguayo respondió, votando las urgencias que nos conducían resolver los
problemas imprescindibles con el tiempo ajustado, acotado y casi mínimo que
habilitó a que el Parlamento de la República, unos votando y otros
silenciosos pero aceptando la decisión, le facilitaron al Gobierno los
instrumentos que eran imprescindibles para llevar adelante las
modificaciones que la crisis nos exigió.
Por tanto, participaron de todo esto día a día. Yo
recuerdo perfectamente que en algunos momentos, en algunas semanas levantaba
el teléfono, sabía de memoria los números del Fed, levantaba el teléfono
y del otro lado había una señorita llamada Miss Polada que cuando
escuchaba mi voz me reconocía y ya me pasaba con Bill o me pasaba con
Checki para poder llorar juntos y lamentarnos en común de las tristezas que
estábamos pasando y de las dificultades que teníamos que enfrentar.
Es entonces, para nosotros los uruguayos, natural
expresar un sentimiento de gratitud hacia quienes ayudaron al país en la
forma en que lo hicieron, en la forma absolutamente generosa y
desinteresada, dando todo su tiempo para hacerlo y colaborando con nuestra
gente.
Y lo vamos a hacer, entonces, y lo hemos hecho en primer
lugar con Terry Cheki; porque ahora lo hacemos primero con él, porque ahora
que Bill no está más en la Fed necesitamos tener siempre un ancla en la
Fed y el ancla en la Fed la tenemos con Terry que ahora es el que va a
mandar todo allá y nosotros dentro de poco le caeremos a visitarlo para ver
si podemos hacer un depósito en vez de pedirle plata. No, no retiros; más
retiros no.
Por tanto, señor Checki, todos los que estamos acá
tenemos el gusto, los amigos que han concurrido, el señor presidente de la
Corte de Justicia, el doctor Van Rompaey; el ex Presidente de la República,
el doctor Sanguinetti; los técnicos que colaboraron con usted; el señor
escribano Guillermo Stirling que ha sido candidato a la Presidencia; los
antiguos Ministro de Economía, Alberto Bensión; el antiguo presidente del
Banco Central, el señor Rodríguez Batlle; todos los que estamos acá
tenemos el gusto de unirnos para agradecerle, saludarlo y decirle que
desearíamos que viniera muy a menudo a descansar, porque ya -y esperemos
que por mucho tiempo- no le vamos a pedir más desembolsos.
PALABRAS DE TERRENCE CHECKI
TERRENCE CHECKI: Muchas gracias, señor Presidente.
Gracias por este gran honor y por estas amables y generosas palabras. Este
es un gran honor y un gran privilegio muy exclusivo para un simple
funcionario público, no solamente por esta condecoración en sí misma,
sino por el profundo respeto y admiración que tengo por el país, por sus
tradiciones democráticas, por la fortaleza de sus instituciones y su
liderazgo, por su amistad con mi propio país, y por la historia política y
tradiciones basadas en principios. Es importante reconocer que hubo mucha
gente que ha querido ayudar a Uruguay compartiendo una visión amplia en
todos los niveles, esta visión ha sido compartida en los niveles más altos
tanto a nivel público como privado.
La visión es que Uruguay se merecía un fuerte apoyo. Y
es crítico entender por qué existía esta buena disposición de ayudar al
Uruguay.
Uruguay se enfrentó a una crisis muy profunda, no
solamente debido a sí mismo, sino también a una crisis desencadenada y
exacerbada por eventos que ocurrieron en la región y a nivel global.
El país se tuvo que enfrentar a decisiones muy
difíciles y, en definitiva, no todas las promesas se pudieron cumplir. Pero
al tratar de trabajar, y buscar de trabajar dentro de las reglas, dentro de
las instituciones, y cooperar con la comunidad internacional, y no buscar
más apoyo del que se necesitaba, Uruguay se ha posicionado no solamente
para una recuperación cíclica y fuerte que está disfrutando en este
momento, sino también para futuro estable y próspero.
El entender lo que se necesita frente a una crisis exige
gran sabiduría. Hacer lo que se debe hacer exige un gran coraje.
Los dos componentes que estaban muy presentes tanto en
usted como en su equipo.
Tanto el Uruguay como sus ciudadanos tienen que sentirse
halagados y orgullosos de la forma en que el gobierno ha trabajado y cómo
se han sacrificado para dar un mensaje de integridad y de fortaleza a todo
el mundo.
La economía y la prosperidad financiera están basadas
en la cooperación y la confianza, también en instituciones fuertes y en un
sentido de justicia.
Es la confianza en esos factores lo que alienta a la
población a invertir en esos países, y es también lo que alienta a los
inversores extranjeros a traer capital en lugar de sacarlo.
La economía y el crecimiento económico siempre tratan
del futuro. Al tratar con estas obligaciones de forma responsable usted ha
posicionado al país en una fortaleza de sus instituciones, lo cual es
fundamental para el futuro.
Me considero muy privilegiado de que se me haya permitido
pararme al lado suyo, esto es un gran honor para mi.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE
PRESIDENTE BATLLE: Dos palabras para nuestro amigo Bill.
Algunos de los que estamos acá le conocemos, más o menos, desde hace 40
años, puesto que tuvimos el privilegio de en su juventud tenerlo con
nosotros como integrante de la Embajada de los Estados Unidos.
Bill, que estudió en un colegio de monjas y luego en un
colegio jesuita, y después se hizo oficial de la marina y luego recibió un
título económico en Georgetown, aterrizó en Montevideo en los años 60. Y
pasó algunos años con nosotros, y desde entonces y entonces se hizo
además una serie de amistades muy profundas, un conocimiento también muy
próximo de toda la sociedad uruguaya, de ambos sexos, y pudo de esa forma
engarzarse en la vida del Uruguay.
Acá, el doctor Sanguinetti lo ha incorporado al Círculo
de Montevideo: el doctor Posadas mantiene con él una vieja amistad; el
doctor Lacalle otro tanto, y yo también pude hacerlo y mucha otra gente.
Nuestras familias entonces se conocieron, nuestras hijas
chicas jugaban juntas y pudimos, cuando Bill partió de acá y aterrizó en
Chicago y fue presidente de First National Bank of Chicago, irlo a visitar,
acompañarlo en las incursiones musicales cuando era presidente del Ravinian
Festival, con su señora, acompañándolo fundamentalmente a unas sesiones a
que me llevaba a donde él le pedía dinero a todo el mundo para consolidar
el festival, cosa que es hábil en hacerlo porque es a lo que se ha dedicado
la mayor parte de su vida detrás de los bancos.
Hasta que un buen día lo llevaron al Fed, o sea, a la
Reserva Federal de New York, la más importante de todas. Y ahí lo tuvimos
diez años. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando en medio del descalabro
y del caos lo encontramos a Bill sentado en el Fed; más o menos sentimos la
misma sensación que ha de haber sentido un naufrago que se encontró de
pronto con una lancha a motor que lo levantaba del medio del mar, que lo
sacaba de los pelos y que le decía que había un buen lugar de refugio para
llegar con buen orden y con tranquilidad a la costa.
Así fue nuestra nueva conexión con Bill, una conexión
de salvataje. O sea, creo que de las muchas cosas que viví en aquel tiempo,
algunas espantosas, otras horribles, otras calamitosas y otras tronituantes,
la única cosa que puso un poco de aceite sobre la superficie fue que me
encontré a Bill, y dije, bueno, ahora tengo con quien llorar.
Y trabajamos juntos. Naturalmente, yo era el que menos
trabajaba. Trabajaban Alberto, Alejandro y el Lito y Davrieux, a quien
mandamos aquél día sólo al despeñadero y pudimos hacer todo lo que nos
ha permitido las circunstancias que vivimos, que fue mucho y que, sin
ninguna duda, en el correr del tiempo se va a evaluar con toda claridad lo
que se evitó.
En la política sucede siempre eso, lo que no sucede no
se ve, no se evalúa, no se siente. Pero nosotros, que somos todos los que
estamos acá personas que hemos asumido responsabilidades públicas del más
alto nivel y que hemos tenido que enfrentarlas, tanto en los sectores
privados como en los sectores públicos, sabemos lo que significa, en primer
lugar, cuando uno tiene tantas dificultades, una ayuda de la importancia y
del grado y naturaleza que estos ciudadanos representaban entonces y sabemos
también lo que supone que el país haya podido evitar desastres mayores.
Allá lo veo a nuestro ex colaborador el Ministro Abreu.
Las veces que juntos, en los días de jueves del acuerdo, comentábamos las
cosas que nos iban pasando y pensábamos si llegábamos con vida a la otra
orilla.
Y, por cierto, el gobierno no puede dejar de reconocer lo
que los colaboradores del Partido Nacional realizaron en el tiempo en el que
tuvimos el honor de que participaran del gobierno.
Y tampoco podemos dejar de reconocer el esfuerzo de todo
el sector industrial, que sintió muchas veces que no estábamos en
condiciones de ayudarlos para sobrevivir.
Y todo el sector pecuario, que se debatía con
dificultades anteriores que recién ahora han podido resolverse con éxito.
En todo ello, intervinieron estos amigos, y Bill
particularmente de una manera excepcional, porque le agregó a su
conocimiento, a su capacidad como presidente del Fed, algo que es propio de
alguien que conoció a este país.
Tenemos la idea de que todos aquellos que conocen al
Uruguay lo quieren, se enamoran del Uruguay, siguen pensando en él, siguen
cerca de nosotros, ¡y vaya si Bill lo ha demostrado con su conducta y con
las dos manos que nos tendió, amistosa y generosamente! Bill, muchísimas
gracias por todo.
PALABRAS DE WILLIAM MCDONOUGH
WILLIAM MCDONOUGH: Señor Presidente, señor Ministro,
señoras y señores:
Al irme del Uruguay en octubre de 1965, después de haber
pasado tres años y tres meses en este país, con dos hijos nuevos nacidos
en Uruguay, la última persona con quien yo hablé en el barco Brasil, era
el doctor Batlle, y yo le dije que yo creo que tengo con usted –o contigo-
una amistad profunda y que me afecta muchísimo. En mi tribu irlandesa se
dice de que uno tiene un montón de amigos, pero amistades profundas hay muy
pocas, si uno tiene la suerte de tener cinco en la vida uno tiene una suerte
extraordinaria.
Y de mis cinco hay por lo menos dos uruguayos: este
señor y el doctor Sanguinetti.
Y en 2002 en el momento de la crisis uruguaya, hubo dos
salidas posibles: una salida exitosa o un caos total.
Y si hubiera sido el caos total habría sufrido
enormemente el pueblo uruguayo y sobre todo el pueblo humilde.
Entonces, eso no fue aceptable. Entonces, se tenía que
lograr la salida positiva. Pero sin un juego? sumamente jugado por el pueblo
uruguayo, no habría habido la más mínima posibilidad de esa ayuda masiva
que se logró.
Entonces, la victoria fue una victoria del pueblo
uruguayo.
Y el Presidente de la República, como jefe del equipo,
realmente fue el héroe nacional, pero también el equipo excelente.
El apoyo tan importante de los partidos tradicionales,
todos, y uno podría decir como estudiante de la democracia una cooperación
de la oposición en el sentido de no votar pero de mantener la calma, muy
importante.
Entonces, cuando uno veía que el pueblo uruguayo apoyaba
al Presidente, al equipo de gobierno, y que todos los demás partidos
políticos lo apoyaban también en su forma, entonces nosotros en el
exterior tuvimos la oportunidad de ayudar, pero les aseguro: sin la victoria
del pueblo uruguayo no habría habido la mínima posibilidad de esa ayuda,
porque la ayuda fue masiva en términos tradicionales.
¿Y por qué? Porque el Uruguay es un país muy
chiquitito, pero la crisis uruguaya no tenía que ver mucho con Uruguay,
sino con los países vecinos.
El primer golpe, la desvaloralización brasilera y
después cuando el Uruguay sabía bastante bien de ese episodio, bueno,
llegó la ola enorme como resultado del terremoto en la Argentina.
Entonces la crisis uruguaya era mucho más grande que el
Uruguay, porque fue el resultado de los grandotes vecinos; entonces, los
técnicos internacionales tenían que pensar de que si damos la ayuda
necesaria a Uruguay hay un precedente imposible para todos los demás
países, y eso fue el problema más difícil de insistir. Yo me peleaba
todos los días con el Fondo Monetario, con el Banco Mundial. Obviamente,
tuvimos la cooperación muy importante de Enrique Iglesias, del Banco
Interamericano de Desarrollo, pero yo me sentía en un momento dado como el
Duque de Wellington en la Batalla de Waterloo, una batalla sumamente bien
peleada pero pronto para perderse. Bueno, en el momento para él llegaron
los prusianos, en el momento para nosotros llegó el Presidente de los
Estados Unidos que intervino personalmente. Bueno, eso fue menos de un año
después del golpe tremendo del 11 de setiembre.
Entonces, obviamente el Presidente Bush tenía mucho que
hacer. ¿Y por qué ayudó personalmente, directamente, a Uruguay? Por dos
razones, hay lazos tradicionales entre los dos países: en el momento del
nacimiento uruguayo, y en la infancia de los Estados Unidos. El Presidente
Monroe, el quinto Presidente de los Estados Unidos, se interesaba mucho en
esta parte del mundo; su Secretario de Estado, el futuro sexto Presidente de
Estados Unidos, John Quincy Adams, apoyaba mucho al Uruguay hasta el punto
de invitar al General Artigas a residir en los Estados Unidos; decidió ir
al Paraguay.
Entonces, hay lazos muy importantes entre los dos
países. Pero, además, en una conferencia interamericana, en el primer año
del gobierno de Bush y en el primer año del gobierno de Batlle, hubo una
conferencia interamericana; el primer orador fue el Presidente de los
Estados Unidos, hablando de una idea importantísima, de la posibilidad de
un acuerdo hemisférico, y después los demás Presidentes de América
Latina hablaban de cualquier cosa, pero no de eso. Entonces, le tocó al
Presidente uruguayo el momento de hablar y él habló de una sola cosa: de
la idea estupenda del Presidente Bus. Por supuesto, el Presidente nuestro
salió de esa conferencia creyendo, con razón, que su mejor amigo en el
exterior era el doctor Batlle. Es un ejemplo muy bueno, además, de la
viveza criolla.
Entonces cuando entra en acción el Presidente Bush se
ganaba la batalla gracias a Dios.
Señor Presidente, me honra tanto con esta Medalla de la
República Oriental del Uruguay que yo les aseguro a todos que desde hace 40
años me siento más uruguayo que americano a veces, pero que en los años
que me quedan les puedo asegurar, a usted señor Presidente y a todos los
amigos uruguayos, que yo seré siempre un amigo leal y firme del pueblo
uruguayo. Gracias.