07/12/04

ES NATURAL EXPRESAR UN SENTIMIENTO DE GRATITUD.


"Para los uruguayos es natural expresar un sentimiento de gratitud hacia quienes ayudaron al país en la forma en que lo hicieron", dijo el Presidente Batlle al condecorar hoy a Terrence Checki y William McDonough, destacando así el papel que ambos ciudadanos estadounidenses tuvieron durante la pasada crisis.


  
 
 

En el transcurso de una ceremonia realizada en el Edificio Independencia, el Presidente de la República, Jorge Batlle, confirió este martes la Medalla de la República Oriental del Uruguay a los señores William McDonough y Terrence Checki.

La condecoración se llevó a cabo en reconocimiento de su decisivo aporte en los procesos de canje de la deuda externa uruguaya.

El acto contó con la presencia del destacadas personalidades tales como el ex-Presidente Julio María Sanguinetti, el presidente de la Suprema Corte de Justicia doctor Leslie Van Rompaey, el Ministro de Economía, Isaac Alfie, el Canciller Didier Opertti, el ex Presidente del Banco Central, César Rodríguez Batlle, el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Martín Aguirrezabala, su par de Industria, Energía y Minería, José Villar, el Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Ariel Davrieux y los ex-Ministros de Economía, Industria e Interior, Alberto Bensión, Sergio Abreu y Guillermo Stirling, respectivamente, además del ex-Ministro de Economía Ignacio de Posadas.

En el acto hicieron uso de la palabra el Presidente Batlle –que destacó la figura de los homenajeados- y los ciudadanos norteamericanos condecorados, quienes expresaron su satisfacción por tal distinción.

WILLIAM J. MCDONOUGH fue nombrado Presidente y Jefe Ejecutivo de la Compañía Pública, ("Public Company Accounting Oversight Board / PCAOB), Directorio de Compañías Públicas de Contabilidad y Contralor, el día 11 de junio de 2003.

El PCAOB, es una corporación privada sin fines de lucro, creada por el Acta Sarbanes-Oxley de 2002, para supervisar los auditores de las compañías públicas a efectos de proteger los intereses de los inversores y otrosí los intereses públicos en la preparación de reportes de auditorías informativas, equitativas e independientes.

McDonough ingresó al PCAOB después de 10 años como Presidente y Jefe Ejecutivo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.

Fue nombrado octavo Presidente de la Reserva Federal de Nueva York el 19 de julio de 1993 y se desempeñó como Vice-Presidente y miembro votante permanente del Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC), grupo responsable para la formulación de la política nacional en materia monetaria.

Estuvo 22 años con la Primera Corporación de Chicago y su banco el Primer Banco Nacional de Chicago.

Fue Vicepresidente de la Junta Directiva y Director del Banco accionista de la compañía desde 1986 hasta su retiro en 1989.

Antes de integrar la Reserva Federal de Nueva York, McDonough actuó como asesor en múltiples organizaciones domésticas e internacionales.

Previo a su carrera con el Primer Banco Nacional de Chicago, trabajó con el Departamento de Estado desde 1961 hasta 1967 y fue Oficial de la Marina de los Estados Unidos de 1956 a 1961.

Obtuvo una maestría en Economía en la Universidad de Georgetown de Washington D.C. y una Licenciatura en Economía de la Universidad de "Holy Cross" en Worcester, Massachusetts en 1956.

McDonough es miembro de la Junta Directiva de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, de la Junta Directiva de la Universidad de Georgetown y de la Junta de Asesores de la Escuela de Administración de Yale.

TERRENCE J. CHECKI es Vicepresidente Ejecutivo y Titular del grupo de asuntos internacionales y mercados emergentes de la Reserva Federal de Nueva York. También es miembro del Comité de Administración del Banco.

Checki se ha desempeñado como el principal conciliador internacional del Banco en las últimas dos décadas, es bien conocido entre los industriales locales, tanto en los sectores públicos como privados, por sus contribuciones a la administración y resolución de problemas relativos a la deuda externa que han sacudido a muchas naciones en desarrollo y a sus acreedores durante dicho período.

La multifacética en el Banco del Checki incluye un número de cargos claves en la corporación bancaria, supervisor del Banco, áreas de asuntos extranjeros e internacionales.

Inmediatamente antes a su designación como Vicepresidente Ejecutivo actuó como Consejero del Presidente del Banco para asuntos relacionados con los desarrollos financieros en mercados emergentes.

Previamente había sido Vicepresidente Ejecutivo a cargo de la supervisión internacional del Banco entre 1994 y principios de 1995.

Durante 1993 a 1994 Checki fue Director de la Oficina de Asuntos Internacionales coordinando la participación total del banco en la arena internacional.

Asimismo actuó como asistente del presidente desde 1991 hasta 1993.

Fue Vicepresidente a cargo del área de asuntos extranjeros del Banco desde 1986 hasta 1991 y Consejero en dicha área desde 1984 hasta 1986.

A inicios de 1983 y parte de 1984 dejó el cargo para desempeñarse en el Fondo Monetario Internacional y funciones específicas. Con anterioridad actuó como Secretario de la Corporación del Banco.

Checki obtuvo una maestría en negocios en la Universidad de Columbia y una Licenciatura en Literatura en la Universidad de Saint Peter's.

Es miembro del Consejo sobre Relaciones Exteriores de la Sociedad de las Américas, de la Asociación de Política Exterior, del Club Económico de Nueva York, del Comité Nacional sobre Relaciones USA- China y del Consejo Consultivo Internacional del Centro de Finanzas Global en el Colegio Lubin de Administración.


PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE, DURANTE LA CONDECORACIÓN CON LA MEDALLA DE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY A WILLIAM MCDONOUGH Y TERRENCE J. CHECKI EN EL EDIFICIO PLAZA INDEPENDENCIA. 07/12/2004

PRESIDENTE BATLLE: El Uruguay no acostumbra a ser así muy espléndido y generoso en materia de condecoraciones, somos bastante remisos en ese sector de nuestras actividades para con nuestros amigos. Pero hoy tenemos que hacer una excepción, como la hicimos hace pocos días con el señor Embajador Martin Silverstein, y la vamos a hacer en las personas del señor Terry Checki y de nuestro amigo Bill McDonough.

¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué damos este paso por el que reconocemos en ellos a personas que merecen éste tipo de distinciones y éste tipo de condecoraciones? Por una razón a la vez simple pero compleja. La simplicidad del acto democrático en el cual el Uruguay vive, y la complejidad de las circunstancias que ellos vivieron y que posibilitaron que tuviéramos todos el gusto de reunirnos aquí hoy para dar éste paso.

Ustedes saben que nuestro amigo Terry Checki es hoy el Vicepresidente Ejecutivo y titular del Grupo de Asuntos Internacionales y Mercados Emergentes de la Reserva Federal de Nueva York; también es miembro del Comité de Administración del Banco. Tiene una larga actividad profesional vinculado a los temas más importantes de la Reserva Federal de los Estados Unidos de Nueva York, ha recorrido todo el escalón de las actividades hasta llegar hoy a esta condición de Vicepresidente Ejecutivo y titular del Grupo de Asuntos Internacionales.

Mister Checki conoce al Uruguay porque participó activamente en los temas del canje de la deuda en los tiempos de la solución Brady y, por tanto, no estaba ajeno a nuestras circunstancias financieras y a nuestras circunstancias económicas.

Pero cuando comenzó la crisis del 2002, cuando comenzaron los momentos más difíciles para el Uruguay, mister Checki realmente remangó su camisa, con la cual circulaba permanentemente en las oficinas del Fed y se puso a trabajar como un obrero incansable para ayudarnos a resolver los problemas.

Yo estoy absolutamente convencido que, tanto Carlos Sténeri como Ariel Davrieux, como el Embajador Fernández Faingold, pero fundamentalmente los que vivieron ese tiempo en los Estados Unidos, se conectaban con Terry Checki más o menos una o dos veces por día y una o dos veces por día iban siguiendo paso a paso y minuto a minuto las cosas que teníamos que encarar para ir resolviendo las enormes dificultades que el Uruguay tenía que resolver.

Participaron en todos los procesos hasta que, finalmente, festejaron con nosotros los acuerdos finales con el Fondo Monetario Internacional, allá por mayo de 2003. Pero sufrieron con nosotros a lo largo del 2002 y participaron de los momentos tan difíciles, tan difíciles que vivimos, que solamente por circunstancias muy especiales a las cuales el Uruguay tuvo la fortuna de acceder, ellos pudieron con su capacidad, con su conocimiento, con su presencia y fuerza personal en el mundo financiero de los Estados Unidos, darnos el empujón necesario para ir arreglando nuestras cosas.

Ahora están aquí festejando con nosotros. Tienen los rostros mucho más distendidos. Los escuchaba por teléfono, y les hablaba por teléfono, y yo creo que era una competencia de preocupaciones. Hoy están más contentos, porque vienen con nosotros a festejar cuánto hemos hecho, cuánto nos han ayudado a hacer y cuánto han participado en las buenas cosas que entre todos los uruguayos pudimos hacer.

Porque ellos tienen que saber, y saben, que lo que pudimos hacer fue en función de varias cosas: en primer lugar, de que tuvimos en el Uruguay un pueblo que comprendió. El pueblo uruguayo fue el que sostuvo al gobierno. Si el pueblo uruguayo no hubiera comprendido -como comprendió- la raíz y la razón de las dificultades financieras y por ende las dificultades sociales que el pueblo estaba viviendo con la caída tan profunda que hubo en los niveles de ingreso y en el aumento de la pobreza; si el pueblo uruguayo no lo hubiera comprendido, seguramente más allá de los buenos oficios y de la fuerza y capacidad que estos amigos pusieron no hubiéramos podido resolver con bien nuestros problemas.

Pero también ellos saben que el sistema político uruguayo respondió, votando las urgencias que nos conducían resolver los problemas imprescindibles con el tiempo ajustado, acotado y casi mínimo que habilitó a que el Parlamento de la República, unos votando y otros silenciosos pero aceptando la decisión, le facilitaron al Gobierno los instrumentos que eran imprescindibles para llevar adelante las modificaciones que la crisis nos exigió.

Por tanto, participaron de todo esto día a día. Yo recuerdo perfectamente que en algunos momentos, en algunas semanas levantaba el teléfono, sabía de memoria los números del Fed, levantaba el teléfono y del otro lado había una señorita llamada Miss Polada que cuando escuchaba mi voz me reconocía y ya me pasaba con Bill o me pasaba con Checki para poder llorar juntos y lamentarnos en común de las tristezas que estábamos pasando y de las dificultades que teníamos que enfrentar.

Es entonces, para nosotros los uruguayos, natural expresar un sentimiento de gratitud hacia quienes ayudaron al país en la forma en que lo hicieron, en la forma absolutamente generosa y desinteresada, dando todo su tiempo para hacerlo y colaborando con nuestra gente.

Y lo vamos a hacer, entonces, y lo hemos hecho en primer lugar con Terry Cheki; porque ahora lo hacemos primero con él, porque ahora que Bill no está más en la Fed necesitamos tener siempre un ancla en la Fed y el ancla en la Fed la tenemos con Terry que ahora es el que va a mandar todo allá y nosotros dentro de poco le caeremos a visitarlo para ver si podemos hacer un depósito en vez de pedirle plata. No, no retiros; más retiros no.

Por tanto, señor Checki, todos los que estamos acá tenemos el gusto, los amigos que han concurrido, el señor presidente de la Corte de Justicia, el doctor Van Rompaey; el ex Presidente de la República, el doctor Sanguinetti; los técnicos que colaboraron con usted; el señor escribano Guillermo Stirling que ha sido candidato a la Presidencia; los antiguos Ministro de Economía, Alberto Bensión; el antiguo presidente del Banco Central, el señor Rodríguez Batlle; todos los que estamos acá tenemos el gusto de unirnos para agradecerle, saludarlo y decirle que desearíamos que viniera muy a menudo a descansar, porque ya -y esperemos que por mucho tiempo- no le vamos a pedir más desembolsos.

PALABRAS DE TERRENCE CHECKI

TERRENCE CHECKI: Muchas gracias, señor Presidente. Gracias por este gran honor y por estas amables y generosas palabras. Este es un gran honor y un gran privilegio muy exclusivo para un simple funcionario público, no solamente por esta condecoración en sí misma, sino por el profundo respeto y admiración que tengo por el país, por sus tradiciones democráticas, por la fortaleza de sus instituciones y su liderazgo, por su amistad con mi propio país, y por la historia política y tradiciones basadas en principios. Es importante reconocer que hubo mucha gente que ha querido ayudar a Uruguay compartiendo una visión amplia en todos los niveles, esta visión ha sido compartida en los niveles más altos tanto a nivel público como privado.

La visión es que Uruguay se merecía un fuerte apoyo. Y es crítico entender por qué existía esta buena disposición de ayudar al Uruguay.

Uruguay se enfrentó a una crisis muy profunda, no solamente debido a sí mismo, sino también a una crisis desencadenada y exacerbada por eventos que ocurrieron en la región y a nivel global.

El país se tuvo que enfrentar a decisiones muy difíciles y, en definitiva, no todas las promesas se pudieron cumplir. Pero al tratar de trabajar, y buscar de trabajar dentro de las reglas, dentro de las instituciones, y cooperar con la comunidad internacional, y no buscar más apoyo del que se necesitaba, Uruguay se ha posicionado no solamente para una recuperación cíclica y fuerte que está disfrutando en este momento, sino también para futuro estable y próspero.

El entender lo que se necesita frente a una crisis exige gran sabiduría. Hacer lo que se debe hacer exige un gran coraje.

Los dos componentes que estaban muy presentes tanto en usted como en su equipo.

Tanto el Uruguay como sus ciudadanos tienen que sentirse halagados y orgullosos de la forma en que el gobierno ha trabajado y cómo se han sacrificado para dar un mensaje de integridad y de fortaleza a todo el mundo.

La economía y la prosperidad financiera están basadas en la cooperación y la confianza, también en instituciones fuertes y en un sentido de justicia.

Es la confianza en esos factores lo que alienta a la población a invertir en esos países, y es también lo que alienta a los inversores extranjeros a traer capital en lugar de sacarlo.

La economía y el crecimiento económico siempre tratan del futuro. Al tratar con estas obligaciones de forma responsable usted ha posicionado al país en una fortaleza de sus instituciones, lo cual es fundamental para el futuro.

Me considero muy privilegiado de que se me haya permitido pararme al lado suyo, esto es un gran honor para mi.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE

PRESIDENTE BATLLE: Dos palabras para nuestro amigo Bill. Algunos de los que estamos acá le conocemos, más o menos, desde hace 40 años, puesto que tuvimos el privilegio de en su juventud tenerlo con nosotros como integrante de la Embajada de los Estados Unidos.

Bill, que estudió en un colegio de monjas y luego en un colegio jesuita, y después se hizo oficial de la marina y luego recibió un título económico en Georgetown, aterrizó en Montevideo en los años 60. Y pasó algunos años con nosotros, y desde entonces y entonces se hizo además una serie de amistades muy profundas, un conocimiento también muy próximo de toda la sociedad uruguaya, de ambos sexos, y pudo de esa forma engarzarse en la vida del Uruguay.

Acá, el doctor Sanguinetti lo ha incorporado al Círculo de Montevideo: el doctor Posadas mantiene con él una vieja amistad; el doctor Lacalle otro tanto, y yo también pude hacerlo y mucha otra gente.

Nuestras familias entonces se conocieron, nuestras hijas chicas jugaban juntas y pudimos, cuando Bill partió de acá y aterrizó en Chicago y fue presidente de First National Bank of Chicago, irlo a visitar, acompañarlo en las incursiones musicales cuando era presidente del Ravinian Festival, con su señora, acompañándolo fundamentalmente a unas sesiones a que me llevaba a donde él le pedía dinero a todo el mundo para consolidar el festival, cosa que es hábil en hacerlo porque es a lo que se ha dedicado la mayor parte de su vida detrás de los bancos.

Hasta que un buen día lo llevaron al Fed, o sea, a la Reserva Federal de New York, la más importante de todas. Y ahí lo tuvimos diez años. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando en medio del descalabro y del caos lo encontramos a Bill sentado en el Fed; más o menos sentimos la misma sensación que ha de haber sentido un naufrago que se encontró de pronto con una lancha a motor que lo levantaba del medio del mar, que lo sacaba de los pelos y que le decía que había un buen lugar de refugio para llegar con buen orden y con tranquilidad a la costa.

Así fue nuestra nueva conexión con Bill, una conexión de salvataje. O sea, creo que de las muchas cosas que viví en aquel tiempo, algunas espantosas, otras horribles, otras calamitosas y otras tronituantes, la única cosa que puso un poco de aceite sobre la superficie fue que me encontré a Bill, y dije, bueno, ahora tengo con quien llorar.

Y trabajamos juntos. Naturalmente, yo era el que menos trabajaba. Trabajaban Alberto, Alejandro y el Lito y Davrieux, a quien mandamos aquél día sólo al despeñadero y pudimos hacer todo lo que nos ha permitido las circunstancias que vivimos, que fue mucho y que, sin ninguna duda, en el correr del tiempo se va a evaluar con toda claridad lo que se evitó.

En la política sucede siempre eso, lo que no sucede no se ve, no se evalúa, no se siente. Pero nosotros, que somos todos los que estamos acá personas que hemos asumido responsabilidades públicas del más alto nivel y que hemos tenido que enfrentarlas, tanto en los sectores privados como en los sectores públicos, sabemos lo que significa, en primer lugar, cuando uno tiene tantas dificultades, una ayuda de la importancia y del grado y naturaleza que estos ciudadanos representaban entonces y sabemos también lo que supone que el país haya podido evitar desastres mayores.

Allá lo veo a nuestro ex colaborador el Ministro Abreu. Las veces que juntos, en los días de jueves del acuerdo, comentábamos las cosas que nos iban pasando y pensábamos si llegábamos con vida a la otra orilla.

Y, por cierto, el gobierno no puede dejar de reconocer lo que los colaboradores del Partido Nacional realizaron en el tiempo en el que tuvimos el honor de que participaran del gobierno.

Y tampoco podemos dejar de reconocer el esfuerzo de todo el sector industrial, que sintió muchas veces que no estábamos en condiciones de ayudarlos para sobrevivir.

Y todo el sector pecuario, que se debatía con dificultades anteriores que recién ahora han podido resolverse con éxito.

En todo ello, intervinieron estos amigos, y Bill particularmente de una manera excepcional, porque le agregó a su conocimiento, a su capacidad como presidente del Fed, algo que es propio de alguien que conoció a este país.

Tenemos la idea de que todos aquellos que conocen al Uruguay lo quieren, se enamoran del Uruguay, siguen pensando en él, siguen cerca de nosotros, ¡y vaya si Bill lo ha demostrado con su conducta y con las dos manos que nos tendió, amistosa y generosamente! Bill, muchísimas gracias por todo.

PALABRAS DE WILLIAM MCDONOUGH

WILLIAM MCDONOUGH: Señor Presidente, señor Ministro, señoras y señores:

Al irme del Uruguay en octubre de 1965, después de haber pasado tres años y tres meses en este país, con dos hijos nuevos nacidos en Uruguay, la última persona con quien yo hablé en el barco Brasil, era el doctor Batlle, y yo le dije que yo creo que tengo con usted –o contigo- una amistad profunda y que me afecta muchísimo. En mi tribu irlandesa se dice de que uno tiene un montón de amigos, pero amistades profundas hay muy pocas, si uno tiene la suerte de tener cinco en la vida uno tiene una suerte extraordinaria.

Y de mis cinco hay por lo menos dos uruguayos: este señor y el doctor Sanguinetti.

Y en 2002 en el momento de la crisis uruguaya, hubo dos salidas posibles: una salida exitosa o un caos total.

Y si hubiera sido el caos total habría sufrido enormemente el pueblo uruguayo y sobre todo el pueblo humilde.

Entonces, eso no fue aceptable. Entonces, se tenía que lograr la salida positiva. Pero sin un juego? sumamente jugado por el pueblo uruguayo, no habría habido la más mínima posibilidad de esa ayuda masiva que se logró.

Entonces, la victoria fue una victoria del pueblo uruguayo.

Y el Presidente de la República, como jefe del equipo, realmente fue el héroe nacional, pero también el equipo excelente.

El apoyo tan importante de los partidos tradicionales, todos, y uno podría decir como estudiante de la democracia una cooperación de la oposición en el sentido de no votar pero de mantener la calma, muy importante.

Entonces, cuando uno veía que el pueblo uruguayo apoyaba al Presidente, al equipo de gobierno, y que todos los demás partidos políticos lo apoyaban también en su forma, entonces nosotros en el exterior tuvimos la oportunidad de ayudar, pero les aseguro: sin la victoria del pueblo uruguayo no habría habido la mínima posibilidad de esa ayuda, porque la ayuda fue masiva en términos tradicionales.

¿Y por qué? Porque el Uruguay es un país muy chiquitito, pero la crisis uruguaya no tenía que ver mucho con Uruguay, sino con los países vecinos.

El primer golpe, la desvaloralización brasilera y después cuando el Uruguay sabía bastante bien de ese episodio, bueno, llegó la ola enorme como resultado del terremoto en la Argentina.

Entonces la crisis uruguaya era mucho más grande que el Uruguay, porque fue el resultado de los grandotes vecinos; entonces, los técnicos internacionales tenían que pensar de que si damos la ayuda necesaria a Uruguay hay un precedente imposible para todos los demás países, y eso fue el problema más difícil de insistir. Yo me peleaba todos los días con el Fondo Monetario, con el Banco Mundial. Obviamente, tuvimos la cooperación muy importante de Enrique Iglesias, del Banco Interamericano de Desarrollo, pero yo me sentía en un momento dado como el Duque de Wellington en la Batalla de Waterloo, una batalla sumamente bien peleada pero pronto para perderse. Bueno, en el momento para él llegaron los prusianos, en el momento para nosotros llegó el Presidente de los Estados Unidos que intervino personalmente. Bueno, eso fue menos de un año después del golpe tremendo del 11 de setiembre.

Entonces, obviamente el Presidente Bush tenía mucho que hacer. ¿Y por qué ayudó personalmente, directamente, a Uruguay? Por dos razones, hay lazos tradicionales entre los dos países: en el momento del nacimiento uruguayo, y en la infancia de los Estados Unidos. El Presidente Monroe, el quinto Presidente de los Estados Unidos, se interesaba mucho en esta parte del mundo; su Secretario de Estado, el futuro sexto Presidente de Estados Unidos, John Quincy Adams, apoyaba mucho al Uruguay hasta el punto de invitar al General Artigas a residir en los Estados Unidos; decidió ir al Paraguay.

Entonces, hay lazos muy importantes entre los dos países. Pero, además, en una conferencia interamericana, en el primer año del gobierno de Bush y en el primer año del gobierno de Batlle, hubo una conferencia interamericana; el primer orador fue el Presidente de los Estados Unidos, hablando de una idea importantísima, de la posibilidad de un acuerdo hemisférico, y después los demás Presidentes de América Latina hablaban de cualquier cosa, pero no de eso. Entonces, le tocó al Presidente uruguayo el momento de hablar y él habló de una sola cosa: de la idea estupenda del Presidente Bus. Por supuesto, el Presidente nuestro salió de esa conferencia creyendo, con razón, que su mejor amigo en el exterior era el doctor Batlle. Es un ejemplo muy bueno, además, de la viveza criolla.

Entonces cuando entra en acción el Presidente Bush se ganaba la batalla gracias a Dios.

Señor Presidente, me honra tanto con esta Medalla de la República Oriental del Uruguay que yo les aseguro a todos que desde hace 40 años me siento más uruguayo que americano a veces, pero que en los años que me quedan les puedo asegurar, a usted señor Presidente y a todos los amigos uruguayos, que yo seré siempre un amigo leal y firme del pueblo uruguayo. Gracias.