LOGRAR UN SISTEMA COMERCIAL MULTILATERAL JUSTO
El objetivo de la XI UNCTAD es el de "lograr un
sistema comercial multilateral justo, equitativo y basado en normas, que
funcione de manera no discriminatoria y transparente, en particular con el
sector agrícola", dijo el Presidente Batlle.
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PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE,
EN LA XI CONFERENCIA DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE COMERCIO Y DESARROLLO, EN
LA CIUDAD DE SAN PABLO, BRASIL
14/06/2004
PRESIDENTE BATLLE: En primer lugar, quisiera felicitar
muy sinceramente al Brasil, a la ciudad de San Pablo, al estado de San
Pablo, una reunión de esta naturaleza y de este carácter finalmente en el
sur tenía que naturalmente que ejercer en San Pablo que es el centro más
importante en América del Sur, y una de las ciudades mayores del mundo y
por ende uno de los centros industriales más importante del presente y del
porvenir.
Esto es un hecho importante y una muestra elocuente de la
relevancia que la región le sigue asignando al tema de la interdependencia
de los asuntos comerciales, financieros y monetarios, y muy particularmente
a sus vínculos con el desarrollo de nuestros países, que ha sido una
preocupación central de la UNCTAD desde su creación. Asimismo, extendemos
esta felicitación -así como un saludo muy especial- a nuestro amigo Rubens
Ricupero, Secretario General de la UNCTAD, e ilustre figura latinoamericana
que ha conducido con acierto los destinos del organismo en los últimos diez
años.
El Uruguay ha seguido siempre muy cerca la trayectoria de
este organismo desde su creación en 1964. Siempre hemos respaldado las
acciones de la UNCTAD, siempre hemos pedido que esta estructura de Naciones
Unidas pudo haber sido a lo largo de estos 40 años mucho más provechosa de
lo que ha podido ser, si bien ha mantenido el ritmo que tuvo al principio, y
si hubiera conseguido extender los logros muy importantes que tuvo al
principio, para el comercio de los países, y para la relación del comercio
y demás elementos que lo componen.
Esto nació bajo el liderazgo de Raúl Prebisch, un
ilustre argentino, que también hizo mucho por la causa de los pueblos en
vía de desarrollo, y que tiene como hechos iniciales la instrumentación
del Sistema Generalizado de Preferencias, que fue un elemento muy importante
negociado en el seno de la UNCTAD, así como los Acuerdos Internacionales
sobre Producto Básicos, y el establecimiento de la ayuda oficial para el
desarrollo de los países que necesitaban como hoy lo siguen necesitando- de
la instrumentación de mecanismos que no solo tengan que ver con el
comercio, sino que tienen que ver también con los aspectos que se conectan
con el comercio, en un mundo donde está globalizado todo menos la acción
común de Naciones Unidas. Por un lado aparece el Fondo Monetario, por otro
lado aparece el Banco Mundial, por otro lado la OMC, por otro lado la
UNCTAD, por otro lado la OIT, todos participando de cosas que son centrales
en un mundo que está globalizado y en donde no hay una acción común de
todas las agencias de Naciones Unidas, para decir vamos a trabajar en tales
áreas o en tales lugares. Al punto, que llegamos a la conclusión de que
los esfuerzos enormes que Naciones Unidas hace en pro de naciones, que más
que el comercio precisan de la colaboración de Naciones Unidas para su
existencia, se frustran porque quedan aislados los esfuerzos y no se
incorporan a ellos actividades que son igualmente decisivas para que los
países mejoren.
Nosotros, los uruguayos, por ejemplo participamos en los
esfuerzos de paz de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo;
en 10.000 personas que forman parte del grupo militar que asegura allí la
paz, más o menos la asegura, el Uruguay representa 2.000 integrantes, es el
mayor grupo individualmente considerado. Y nosotros sentimos, y así se lo
hemos expresado al señor Secretario General, que ese tremendo esfuerzo
económico y financiero que hace Naciones Unidas sirve para muy poco si en
ese lugar se trata del desarrollo de África, de esa África a la que con
tanta efusión y certeza se refirió el señor Rubens Ricupero, y a la que
se refirió sin ninguna duda en este país mejor que ninguno Joaquín
Nobuco. Si nosotros no acompañamos a eso con los esfuerzos de
infraestructura necesarios, para que en un área de 1.200.000 kilómetros
cuadrados no se pueden comunicar entre sí, y por tanto, ¿cómo se va a
asegurar la paz? ¿Cómo se van a asegurar las instituciones? ¿Cómo se va
a asegurar el porvenir y menos el comercio?
Quiere decir que es absolutamente necesario e
imprescindible para las naciones en vía de desarrollo no seguirse alejando
más de las posibilidades que la globalización, de la ciencia y la
tecnología, y todo lo demás que se dice como si fuera un hecho. Es
necesario que Naciones Unidas puedan empezar a trabajar en común y que el
mundo entienda, aun en desarrollo, la urgente necesidad de hacer realidad la
infraestructura imprescindible para que luego se hagan posible las tareas
propias que hay que hacer.
Y, por tanto, me parece que hay que desarrollar los
instrumentos donde correspondan, en el Consejo de Seguridad y en este grupo
de países, para hacer sentirle que el ideal de paz en el mundo, que para su
propia paz, que para su propia tranquilidad, es necesario que nos ayudemos
con más claridad y con fortaleza, para crear los medios necesarios a los
efectos de que los países puedan luego hacer lo que hoy no pueden hacer.
En la década de los setenta también acompañamos con
entusiasmo los esfuerzos del organismo por conseguir precios más justos y
remunerativos para los productos básicos exportados por países en
desarrollo dentro del marco de las negociaciones conocidas entonces como el
Programa Integrado para los Productos Básicos. Este tuvo resultados
bastante por debajo de las expectativa que había generado y se desarrolló
en un clima de creciente confrontación Norte/Sur.
Luego fuimos testigos de épocas más sombrías para la
organización, donde se cuestionaron sus objetivos y competencias; se
trasladaron los debates sustantivos en muchas áreas a otras organizaciones,
y como consecuencia la UNCTAD sufrió una crisis de identidad que le restó
peso, gravitación y credibilidad dentro de la institucionalidad económica
mundial.
Desde la UNCTAD IX hemos presenciado un
"aggiornamento" de la institución, caracterizado por nuevos
entendimientos entre sus miembros sobre sus funciones y prioridades y todo
esto acompañado de profundas reformas institucionales acordes a las nuevas
realidades de la economía mundial. Esta tendencia quedó consolidada con la
adopción de la Declaración de Bangkok en la UNCTAD X, que básicamente
mantiene su vigencia en la actualidad.
Hoy llegamos a una nueva Conferencia de la Organización,
con una economía mundial crecientemente globalizada que nos enfrenta a
realidades y desafíos distintos a los del pasado y para los cuales debemos
identificar y aplicar las medidas necesarias. Esta Conferencia también nos
convoca con la necesidad de definir el papel, que este organismo del sistema
de las Naciones Unidas, debe desempeñar en la instrumentación de los
resultados de una serie de conferencias globales que han tenido lugar en los
últimos años: La Declaración del Milenio de la ONU; el Consenso de
Monterrey sobre Financiación para el Desarrollo; el Plan de Implementación
acordado en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo;
el Plan de Acción de la Conferencia Mundial de la Sociedad de la
Información, y la Declaración de Doha para el Desarrollo.
No es mi intención entrar en materia sobre estos
cometidos, ni discutir en detalle el aspecto del Proyecto de Declaración, o
Plan de Acción, que será objeto de debate.
Hemos venido a esta Conferencia a dar nuestro apoyo
político y a sumar nuestra voz a la de aquellos que siguen creyendo en la
utilidad de este foro y que ven en esta Conferencia la oportunidad para
fortalecerlo.
A tales efectos, privilegiamos -en primer lugar- el
fortalecimiento de la capacidad de análisis de la organización en todos
los temas de su competencia y muy particularmente en aquellos que impulsen
el crecimiento y desarrollo tanto económico como social de nuestros
países. En segundo término, queremos una UNCTAD actualizada, presente y
activa, que contribuya con sus estudios e insumos a la toma de decisiones
por los gobiernos en áreas claves de la agenda internacional. Tercero,
queremos que los programa de cooperación técnica de la UNCTAD puedan
asistir directamente a los gobiernos en temas específicos de comercio y
desarrollo, y apoyar el fortalecimiento institucional de estos países en
desarrollo en áreas donde existan carencias. Finalmente, queremos una
UNCTAD con capacidad para brindar capacitación a los funcionarios y
negociadores nacionales, a través de cursos de carácter permanentes.
Finalizo estas palabras, señalando dos aspectos que
merecen a nuestro juicio una atención singular durante esta Conferencia. El
primero, atañe el objetivo - seguramente compartido por la gran mayoría de
países en desarrollo y otros aquí presentes- de lograr un sistema
comercial multilateral más justo y más equitativo, basado en normas que
funcionen de manera no discriminatoria y transparente, y en particular para
el sector agrícola que sigue siendo el más protegido y el más
distorsionado de todos los sectores a nivel mundial. Si bien es la OMC la
que tiene las competencias principales en esta materia, pensamos que un
pronunciamiento firme por parte de este foro sobre la conveniencia de lograr
resultados positivos en los principales temas pendientes en la OMC, de aquí
a fines de julio, podría ser una contribución importante para impulsar el
proceso negociador. Espero que la presencia de tantos Ministros de Comercio
en esta reunión, permita los contactos necesarios para destrabar los
problemas pendientes y acordar las bases de los posibles terrenos de
entendimiento.
El segundo tema al que me gustaría referirme es del
comercio Sur/Sur. Hasta la fecha las negociaciones comerciales
multilaterales le han dado una alta prioridad al comercio Norte/Norte y más
recientemente también al Norte/Sur. Las realidades indican, sin embargo,
que más del 40% del comercio mundial es actualmente comercio entre los
países del Sur, y esta cifra seguirá creciendo en el futuro. Las
estadísticas también nos indican que más del 60% del pago total por
aranceles por parte de países en desarrollo es a otros países en
desarrollo.
De ahí que somos partidarios del lanzamiento de una
ronda de negociaciones comerciales entre países en desarrollo. Nos
gustaría que dicha ronda se fije un mandato ambicioso como el de la
reducción de aranceles entre el 30% y 50%. Estudios de la propia UNCTAD nos
indican que esta liberalización podría traer beneficios estimados en US$
14.000 mil millones. En tales circunstancias, el Uruguay estaría dispuesto
a considerar un trato muy favorable para los países de menor desarrollo. En
este sentido, compartimos el objetivo del lanzamiento de una tercera ronda
de negociaciones UNCTAD/SGPC, aunque nuestra aspiración sería el logro de
resultados mucho más ambiciosos que en las primeras dos rondas.
Quisiéramos, al mismo tiempo, que las negociaciones
contemplaran un segundo frente de acción, que es el de la cooperación
Sur/Sur en todas sus dimensiones y alcances, por considerarlo un complemento
muy importante al programa de desgravación comercial.
Les agradezco su atención y les deseo el mayor de los
éxitos en sus deliberaciones.