18/06/04    

URUGUAY CRECE CON LIBERTAD Y CONOCIMIENTO

El Presidente de la República, Jorge Batlle, destacó la libertad y el conocimiento como valores fundamentales que permiten a un país crecer y desarrollarse en el mundo.

 

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE, EN LA CEREMONIA DE GRADUACIÓN 2004 DE LA UNIVERSIDAD DE LA EMPRESA, EN EL BALLROOM DEL RADISSON VICTORIA PLAZA HOTEL. 18/06/2004

PRESIDENTE BATLLE: En el primer nivel, sí, es a esto que me dedico hace 76 años. Y no fui ni el único ni el más importante, es absolutamente cierto. Mucha gente ha ayudado, y sobre todo se han ayudado ustedes a ustedes mismos; si no fuera por la ayuda que se dan ustedes a ustedes mismos, la Universidad de la Empresa no existiría.

Que estuve junto a ustedes en los tiempos difíciles, es cierto. Debo decirles que en estos cinco años me he hecho experto en tiempos difíciles. Espero que no los tengan nunca más, sino necesitarán de mi consejo, lo único que les quiero dar es tener fe y principios, firmeza en las cosas y objetivos claros e ir detrás de ellos sin pensar en el momento ni en la coyuntura, ni en la adversidad circunstancial.

Si en el Uruguay, a partir del 24 de abril de 2001 cuando aterrizamos de aquél mundo idílico que era un país sanitariamente libre de aftosa, que un buen día nos invadió por todos lados con miles de casos como un incendio en un pajar, y más tarde en el 2002 no hubiéramos sufrido el cataclismo financiero que sufrimos; y en el 2003, en el primer semestre, no hubiéramos apretado los dientes para persuadir a unos y a otros que había que acertar en otras modalidades el canje voluntario de la deuda; si no estuviéramos hoy, todos los días, conectando con Buenos Aires y con Brasil para asegurarnos luz y energía eléctrica; si no hubiéramos tenido esa firmeza en los tiempos difíciles, no estaríamos pudiendo decir que hoy estamos bastante mejor amparados en los buenos números.

En el año de 1880, un hombre quizás de los más talentosos que ha tenido el Río de la Plata y América, Juan Bautista Alberdi, en una ceremonia de grados en la Facultad de Abogacía de la ciudad de Buenos Aires, seis años antes de morir, hizo un precioso discurso. Y el discurso de Juan Bautista Alberdi se basó en el análisis histórico de la diferencia entre la civilización griega y la civilización cristiana, referido ese discurso a los temas vinculados al ser humano y a su condición, mostrando cómo en la civilización griega los derechos no eran de la persona, sino que eran de la polis y era solamente aquel que era ciudadano el que tenía derechos. Y, por tanto, en aquel tiempo la pena mayor era la del ostracón, porque así al dejar de ser ciudadano devenía en un esclavo ante cualquier otra sociedad que llegara.

El mundo cristiano cambió todo eso en una forma radical. El mundo cristiano dijo que los derechos son por ser persona y que los derechos le corresponden al ser humano tan solo por ser y que emanan de él, y que no son una dádiva dada por nadie, sino que emanan de él. Y esos derechos, que son los que cada uno de nosotros tenemos, y que son los que nos hacen diferentes a todos, y son los que aquí en el Uruguay hemos cuidado de una manera tan excepcional, que todavía no se ha dado una justa explicación de por qué se escribió la Instrucción número tres, y qué quiere decir filosófica y políticamente la Instrucción número tres, aquella que ustedes seguramente recordarán que dice que se promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable. Ese no es un concepto jurídico, ese es un concepto político, es un concepto filosófico, es un concepto espiritual.

Desde esa libertad, desde ese ser que cada uno de ustedes, como lo dijo Abuchalja, estudiando, aprendiendo a aprender, van a ser arquitectos de ustedes mismos y van a ayudar a formarse a un país que, sin ninguna duda, como primera premisa tiene que tener y saber que este país solamente crece, se expande, es feliz, si crece hacia afuera, si crece en el mundo, si crece en los otros. Porque el crecimiento se da igual que la libertad. Robison Crusoe cuando estaba en la isla solo no era libre. Empezó a ser libre cuando apareció junto a él, en el mismo lugar, otra persona; porque fue en el otro que reconoció la libertad propia. Y así el país va a crecer en el otro, va a crecer en el mundo.

Y hoy, más que nunca, para crecer en el mundo no solamente hay que tener valores morales, sino hay que saber; sino hay que conocer cada día con más profundidad y más devoción la disciplina que se practica. Toda, toda ella, aun aquella que parece de menor sesgo, es noble en sí misma y encierra un mundo en sí misma.

Me felicito, desde mi condición de Presidente de la República, poder participar en una ceremonia como esta, y considero que es como un alumbramiento multitudinario de esperanzas, expectativas, ideales y destinos.

Pienso, que cuando todos los años se repitan estas cosas, el alma máter de la Universidad se enriquecerá por los que están en la vida de todos los días como graduados, por los que se gradúan, y por los que estudian; y sobre todo por la cálida participación y sostén de los familiares y de los amigos.

Larga vida, pues, al conocimiento de la Universidad de la Empresa. Muchas gracias.