Con la presencia del Presidente Jorge Batlle y altas autoridades
nacionales se realizó el acto conmemorativo del 193° aniversario de la
Batalla de Las Piedras, teniendo como único orador al Ministro de Defensa,
Yamandú Fau.
PALABRAS DEL MINISTRO DE DEFENSA, YAMANDÚ FAU, EN EL
ACTO CONMEMORATIVO DEL 193° ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE LAS PIEDRAS
18/05/2004
MINISTRO FAU: Señor Presidente de la República,
autoridades de la Nación y del departamento, instituciones privadas que se
adhieren al acto, señoras y señores.
El 18 de Mayo es para la Patria Oriental uno de los
grandes fastos nacionales.
Siete años faltan para conmemorar los dos siglos en que
Artigas tuvo memorable victoria sobre fuerzas españolas que habían sitiado
Montevideo.
Esta fecha, tan significativa para pedrenses y para el
país todo, nos convoca año a año, para expresar un profundo sentimiento
patriótico de reconocimiento a hechos que redujeron el dominio español,
llevándolo al recinto amurallado de Montevideo.
Y pocos días después de la victoria que hoy estamos
recordando, las fuerzas orientales terminaron sitiando al propio reducto
español.
En un continente y en una región, donde ya resultaba
imparable el sentimiento independentista, esta batalla retempló el ánimo
patriótico, en ambas márgenes del Plata, luego de las derrotas sufridas
por las fuerzas enviadas por la Junta Revolucionaria de Buenos Aires.
Con 1.100 efectivos contaban los españoles en esta
batalla de mayo de 1811, en su inmensa mayoría marinos. Artigas, contaba
con 1.190 soldados: 250 del Regimiento de Patricios y 96 Blandengues; 400
eran infantes, el resto peleaba a caballo.
Una estratagema habilidosa del Artigas militar, decidió
la batalla.
Pero si grande fue la victoria, grande fue también la
conducta ante el vencido.
Cuentan que las costumbres militares de la época
obligaban al vencido a entregar personalmente su sable al vencedor. Este,
parado frente a su adversario, procedía a quebrar el sable.
Ello no formaba parte ni del estilo, ni de la
sensibilidad de Artigas. Nuestro Prócer hizo que el Jefe español vencido,
José Posadas, entregara su sable al sacerdote Valentín Gómez.
Configuró así un profundo gesto de clemencia que solo
los grandes saben protagonizar.
Ciento noventa y tres años después, otros soldados
orientales, los que hoy a miles de kilómetros de su tierra trabajan para
lograr la paz, se inspiran en esos valores humanitarios y recogen el
reconocimiento de la comunidad internacional por su humanismo, por su
compromiso y por su solidaridad.
Pero esta batalla, que 100 años después quedó
recordada para siempre en este Obelisco obra de Juan Ferrari, es en
definitiva un eslabón.
El fin último de Artigas no era ganar batallas
militares; libró todas las que fueron necesarias. Pero este eslabón de Las
Piedras está indisolublemente unido a otros, entre ellos al conocido como
"Congreso de Abril" y a las Instrucciones del año XIII, que en su
conjunto con la batalla de Las Piedras definen el Artigas político y el
Artigas militar.
En la llamada "Oración de Abril", con que abre
el Congreso, Artigas supera la definición histórica del propio Lincoln,
cuando define el concepto democrático-republicano.
Es la cumbre del pensamiento liberal del Prócer: asume
de donde emana su autoridad, la que le delegan, y asume con más fuerza
cuando cesa: frente al soberano.
Principio rector que ha inspirado todas nuestras
constituciones que el pueblo ratificó y que con sintetizan dos conceptos
básicos para entender nuestra vocación democrática y la conducta
republicana de nuestro pueblo y sus instituciones.
Pero si la "Oración Inaugural" supera los
maravillosos conceptos democráticos de Lincoln, las célebres veinte
Instrucciones de 1813, configuran el más logrado documento del ideario
político de Artigas.
Dos principios fundamentales surgen de esas
instrucciones, para perfilar la Nación que luego fuimos y que hoy somos: la
INDEPENDENCIA y la forma de GOBIERNO REPUBLICANO.
La Independencia como actitud ante la vida, base de
nuestro principio de autodeterminación; voluntad de no sesgarla, sin
proclamarlo frente a unas y entregarla frente a otros.
Proclamó la independencia en su visión profunda, en su
visión federal, pero rechazando toda opción de dependencia a potencia
extranjera alguna.
El otro punto esencial: la forma de gobierno democrática
republicana.
Solo con poderes separados y en justo equilibrio,
estarán seguros los derechos individuales. Y la libertad, la más amplia
posible; la civil y la religiosa.
Con estos fundamentos, Artigas nos enseñó el valor de
la ley. La ley que se discute cuando se elabora, y se acata cuando se
sanciona.
Él nos inculcó que las garantías están en la ley y
que su cumplimiento y respeto nos hace respetables ante el mundo y ante
nosotros mismos.
Ratifiquemos la convicción de Artigas: somos libres
porque hay ley. Y para ser libres las leyes deben ser cumplidas y
respetadas, como debe respetarse todo aquello que se hace bajo su amparo. La
ley no es para ser desconocida, y no es buena cosa amenazar con su no
cumplimiento ante decisiones que se tomaron al amparo y en el marco de la
ley.
Este pensamiento de Artigas, que hoy nuevamente nos
convoca, expresa el mejor sentimiento de la emancipación. En el que el
héroe fue su protagonista mayor y nuestro pueblo su beneficiario.
Y si las formas de sus conceptos pueden surgir de los
Estados Unidos de América, a través de su Constitución, que fue la
primera y única Constitución democrática que existía entonces en el
mundo, su contenido tiene una profunda raíz nuestra y es Artigas que
expresa esa idea en toda su lucha emancipadora.
Compatriotas: estos valores independentistas, estos
valores democráticos y republicanos, esta adhesión irrenunciable a la
libertad, esta tolerancia que nos ha permitido convivir y superar nuestras
discrepancias, implican y deben implicar un compromiso superior.
Tratemos de seguir siendo lo que fuimos y lo que queremos
seguir siendo. Podrán cambiar los gobiernos, pero lo que no podemos cambiar
son estos valores.
Para ello, Artigas peleó y venció en estas adyacencias.
Muchas Gracias.