23/09/04
SOLO EN LIBERTAD SE PUEDE CREAR EL PORVENIR
UN SOLO MERCADO DESDE ALASKA HASTA TIERRA DEL FUEGO
El Presidente Batlle dijo que Uruguay es partidario de
un solo mercado desde Alaska hasta Tierra del Fuego, y afirmó que los
pueblos sólo se harán fuertes si pueden crear en libertad su porvenir.
DISERTACION DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JORGE BATLLE , ANTE EL 59°.
PERÍODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
23/09/2004
PRESIDENTE BATLLE: Por cierto, nadie discute hoy en el
mundo que la globalización ha llegado y ha llegado para quedarse.
No solo ha cambiado el mundo de la comunicación,
haciendo que todas las cosas ocurran al mismo tiempo en todos lados, sino
que lo que es más importante, ha hecho inexistentes a las fronteras fijadas
por la historia.
La nueva generación de jóvenes tiene más contacto con
otros jóvenes que viven a miles de kilómetros, que lo que tienen con sus
vecinos o con sus parientes.
Es absolutamente cierto que una cultura global está
naciendo en este mundo.
Mientras esto sucede, las naciones aun vive de sus
nacionalismos, sus hábitos centenarios, sus intereses y proyectos propios,
muchas veces ajenas a este nuevo tiempo.
La pregunta que los gobernantes de los países nos
hacemos, y sobre todo aquellos que representamos a países pequeños, es si
este cambio inexorable está contenido en las organizaciones que nos hemos
dado o si éstas aún están lejos de haberse adaptado a la realidad.
Mirado el formidable logro alcanzado por Naciones Unidas
desde San Francisco en 1944 hasta hoy, dos cosas parecen claras.
En primer lugar, las instituciones que hemos constituido
representan el más importante y exitoso esfuerzo realizado por la humanidad
para organizar su convivencia pacífica y dotar al planeta de instrumentos
idóneos que atiendan los aspectos más relevantes de la vida de los seres
humanos en sociedad.
En segundo lugar, nos parece igualmente claro que el
mundo de entonces ha cambiado tanto que ha superado con largueza la
capacidad de estas instituciones, creadas para enfrentar y resolver asuntos
que hoy se presentan con características totalmente diferentes.
Alcanza con recordar que en 1944 los que fundamos
Naciones Unidas éramos 51; hoy somos 191.
Alcanza con recordar que entonces en el planeta había la
mitad de habitantes que hoy, y que en el 2050 vamos a ser inexorablemente
9000 millones de habitantes.
Por otra parte, en los últimos cuarenta años el
desarrollo científico y su consiguiente aplicación tecnológica,
multiplicó los recursos de un grupo muy reducido de naciones, dejando muy
atrás a muchas, algunas de ellas recientemente incorporadas a la vida
independiente, la mayoría ricas en recursos naturales pero carentes de
estructuras de base que les permitan un crecimiento sostenible, donde
además y seguramente por ello, la población crece a tasas muy altas y la
emigración que generan y proyectan sobre otros continentes, sin duda,
provocará en poco tiempo agudas dificultades de convivencia.
El Uruguay, que integra las Naciones Unidas desde su
fundación, que cree en esta organización y en los organismos
multilaterales de distinta naturaleza en los que se ha apoyado, entiende que
es conveniente analizar la modificación de la Carta, para que naciones que
entonces no representaban lo que sí hoy representan, asuman mayores
obligaciones en las tareas irrenunciables que la situación de la humanidad
nos demanda.
Es tiempo que compartan responsabilidades con las cinco
naciones que las asumieron hace ya casi 60 años.
Uruguay participa desde hace muchos años en las
operaciones de paz. Es actualmente uno de los mayores contribuyentes, para
la paz, de tropas. Y el primero si se relaciona su aporte militar con su
pequeña población de tres millones cuatrocientos mil habitantes.
Hemos participado en operaciones en Asia, en África; hoy
estamos en la República Democrática del Congo, en Haití, en Eritrea y
otros países.
El Uruguay reconoce y aplaude el sabio esfuerzo llevado a
cabo por la Unión Europea para poner al nivel de los mejores a los pueblos
de las naciones de ese continente, con diferencias notorias en sus ingresos
con los más ricos. Los casos de Irlanda, Portugal, España, Grecia, a los
que le seguirán seguramente las nuevas incorporaciones, demuestran lo que
nosotros en Naciones Unidas tenemos que hacer en el Congo y en Haití.
De nada vale asegurar la paz, si al mismo tiempo no
cuenta Naciones Unidas con fondos que sean aplicados de inmediato y de
manera práctica en beneficio de pueblos que viven en dificultades
económicas extremas.
Debemos crear instrumentos financieros globales, en buena
medida autónomos, para asegurar estos objetivos. Solo así Naciones Unidas
tendrá éxito.
Una pequeñísima nación como Haití, de 27.000
kilómetros cuadrados de superficie, con 9 millones de habitantes, donde el
promedio de niños por madre es de 4.7, sin la infraestructura institucional
y material necesaria, no resuelve sus problemas ni los resolverá, porque un
núcleo de fuerzas militares de naciones del MERCOSUR aseguran la paz.
En el Congo hemos visto personalmente, recorriéndolo,
con nuestras tropas allí instaladas, que pasa exactamente lo mismo. Una
nación de 2.200.000 kilómetros cuadrados, con cincuenta millones de
habitantes, no tiene un camino que la ligue de un extremo al otro. Y si
Naciones Unidas no cuenta con medios autónomos inmediatos, independientes,
que los pueda incorporar efectivamente a las tareas de transformar esa
realidad, estaremos 5, 10, 15 o 20 años y no resolveremos absolutamente
nada. Sólo Naciones Unidas puede hacer esa tarea.
Señor, Presidente, a poco más de tres años del
fatídico 11 de setiembre y a seis meses del drama de Madrid, nuevas y
terribles formas de violencia continúan azotando a otras zonas del mundo y
cobrando cientos de víctimas inocentes, como lo hemos visto recientemente
en Rusia, como lo vemos en el Medio Oriente. Ellas manifiestan con todo su
poder destructivo, convirtiéndose en una permanente amenaza para el mundo
en su conjunto, y son una fuente irresistible de tristeza y un factor de
desilusión acerca de la propia condición humana.
El terrorismo y el compromiso verdadero para combatirlo y
derrotarlo, debe constituir por lo tanto el primer punto de nuestra agenda
internacional. Cada uno de los Estados, señor Presidente, cada una de las
Naciones y comunidades, cada uno de nosotros, deben ser quienes contribuyan
a esta empresa, ayudando así a Naciones Unidas a cumplir su papel de
garante universal.
La lucha contra ese y otros males -hambre, pobreza,
subdesarrollo, marginación, exclusión- necesita de unas Naciones Unidas
mejor amalgamadas, más expeditivas y eficaces, y es por ello que debe ser
más representativa y balanceada, más cierta, más confiable para seguir
constituyendo el referente de los débiles y el límite de los fuertes.
COMPROMISOS ASUMIDOS POR URUGUAY PARA EL COMBATE AL
TERRORISMO Y SU FINANCIACION
En esta materia, señor Presidente, nuestro país ha
sancionado las leyes que profundicen el sistema de prevención y control del
lavado de activos financieros y de financiación del terrorismo.
En esa materia hemos cumplido con prácticamente todos
los tratados vigentes y la ley prevé entre nosotros una mejora de los
mecanismos de cooperación internacional para combatir el lavado de activos
y el financiamiento del terrorismo.
Señor Presidente, en la Cumbre del Milenio, en la
Declaración de Doha y en el Consenso de Monterrey, acordamos principios,
objetivos y prioridades, asumiendo compromisos que venimos de refrendar en
nuestra Reunión de Líderes sobre el Combate al Hambre y a la Pobreza.
Para alcanzar estos objetivos, es necesaria la
articulación de reglas de comercio internacional más justas y equitativas,
para de esta manera hacer que esto se convierta en un capítulo fundamental
en el recorrido hacia una estabilidad social y política hoy severamente
comprometida.
Lo dicho resulta, además, sensible cuando es notorio que
Estados que proclaman a voz en cuello la libertad de comercio y reclaman la
apertura de los mercados, que en nuestro caso están totalmente abiertos,
imponen y establecen trabas al comercio, subsidian de modo distorsionaste su
producción y compiten con países como el nuestro y otros muchos que sólo
pueden ofrecer al mundo el trabajo de nuestra gente en los sectores
primarios y en la cadena industrial que los enriquece.
El Uruguay le atribuye a la cuestión financiera y
comercial una importancia fundamental. El Uruguay se compromete y se empeña
en todos los foros internacionales en un mercado más libre, más abierto.
Somos partidarios de que haya un solo mercado desde Alaska hasta Tierra del
Fuego. Somos partidarios de un entendimiento en Doha y somos partidarios de
la apertura de los mercados.
Creemos en la libertad, creemos que la libertad es una
sola. No creemos que hay libertad política sin libertad económica y no
creemos que haya libertad económica sin libertad política que marche junto
a ella.
Por tanto, sentimos que los pueblos sólo se harán
fuertes si pueden crear en libertad su porvenir.
No se consolida la democracia si al mismo tiempo mujeres
y hombres no encuentran trabajo honrado donde empeñar su esfuerzo.
Esto no se logra tan solo con ayudas económicas, o con
préstamos que hay que devolver con dificultad en los países más pobres,
sino se consolida y se asegura con libertad de comercio como el mundo ya lo
vivió en el Siglo XIX.
Finalmente, Señor Presidente:
Uruguay declara que continúa siendo un país
comprometido con el sistema internacional, con la evolución progresiva del
Derecho Internacional, cuya última expresión ha sido el establecimiento de
la Corte Penal cuyo estatuto hemos ratificado.
Reitera su convicción de que el multilateralismo es el
principio fundamental sobre el que debe basarse la conducción de los
asuntos internacionales.
Aspira a que región y mundo puedan articular sus
esfuerzos con una actitud realista y comprometida.
Sigue creyendo en las Naciones Unidas, reconociendo en
ellas nuestro mejor instrumento colectivo para alcanzar la paz. Muchas
gracias, señor Presidente.