Un debate necesario: modelos posibles de
políticas publicas en drogas.
Más preguntas que respuestas.
Bien elegido el título para esta
necesaria y formidable jornada: el arte de lo posible.
A veces esta frase se enuncia como "realismo" conformista.
Pero en un proceso-a veces lento- de reformas, de revisión
de las políticas en drogas VER es de alguna manera
modificar. Porque la mirada sobre las cosas modifica el
objeto. Esto es una evidencia de las ciencias duras. El
principio de indeterminación de Heisemberg debería
alumbrar, también, este debate artístico de lo posible.
Un debate necesario. A veces escamoteado
Mi intención en este evento es
contribuir a un debate necesario, imprescindible, que se da
a nivel mundial pero también a nivel hemisférico y en cada
una de nuestros países. Pero que muchas veces se elude, se
niega, como si este tema fuera uno más de los
fundamentalismos religiosos que dominan al mundo. Creo
firmemente que una visión amplia, democrática y progresista
del fenómeno y del problema de las drogas debe contemplar e
incluir como uno se sus competentes fuertes, el debate
político sobre los modelos que sustentan nuestras practicas
de Estado, la experiencia social y comunitaria en este
terreno, y donde la evidencia científica, las buenas
practicas y la defensa de derechos y garantías sea la base
de ello.
Componente muy importante asumiendo que
el fenómeno de las drogas parece responder al modelo de la
complejidad. De los sistemas complejos abiertos. Un
reduccionismo de corte economicista nos ha introducido a
analizar oferta-demanda en un par que se corresponde
automáticamente a represión-prevención y tratamiento. El
debate político necesario es ¿Cuál es la definición de lo
que llamamos "problema"? Es un debate político y socio
cultural….y de lógica formal elemental: ¿estamos planteando
bien el problema? Porque es imposible resolver ningún
enigma humano si esta mal planteado. Problema humano que
esta en el fondo de nuestro drama existencial, de la vida
en común, de la salud (en sentido amplio) nuestra y la de
los demás. De los desafíos y dramas mundiales que pautan la
vida de nuestras naciones y que en ejercicio de nuestra
soberanía no solo tenemos el derecho, sino el deber de
discutirlos a fondo. La percepción es que el problema,
lejos de estar contenido, todavía no esta suficientemente
descripto en sus diversas complejidades.
Decíamos en el reciente 53° periodo de
sesiones de la Comisión de Estupefacientes:
"Debate internacional, sin
simplificaciones ni fundamentalismos. Hay que escuchar
todas las voces. El sistema de NNUU en especial la
ONUDD debe promover, impulsar, organizar y respetar las
argumentaciones, opiniones y fundamentaciones que haga de
este debate un dialogo tolerante, respetuoso, con
evidencias y datos científicos.
En nuestro Hemisferio algunas
personalidades y ex presidentes han emitido puntos de vista
que merecen respeto y atención. Aún en el disenso. Tanto en
el Prefacio como en el informe de JIFE se toma nota de
estas voces, lo que es un buen paso. Lo que no parece
adecuado es que se elijan arbitrariamente los argumentos a
responder y el lector no tenga oportunidad de confrontar
argumentos. Sería más útil un panel donde se discutan
argumentos de una y otra parte.
Como dice el Director Ejecutivo Antonio
María Costa: "las drogas no son dañinas porque se
fiscalicen". Bien. Pero parece al menos insuficiente la
afirmación posterior: "se fiscalizan porque son dañinas".
Es un paralogismo de falsa oposición.
El dilema válido es ¿cómo fiscalizamos?
No hay un MODELO UNICO DE FISCALIZAR. Hay diversos modelos
de fiscalización. Que pueden y deben ser discutidos,
analizados, evaluados."
Uruguay ha reclamado en Viena y en todo
foro internacional una debida y adecuada integración de la
política de fiscalización de drogas con los instrumentos de
derechos humanos. No es un precisismo de la ilustración o
de la academia. Iniciar una guerra conculcando derechos, es
perderla de antemano. Es no asumir que esto no es una
guerra, no se puede plantear como tal, porque no son las
leyes de la guerra con las cuales se pueda abordar este
fenómeno social complejo. Hoy en día se ha banalizado mucho
a un autor (que las buenas fuentes dicen que en realidad
son varios). El entrenamiento en Management insiste en
citar a Sun-Tzu. En realidad, ha sido el mayor Lidell Hart
el que lo descubrió y formuló su "Estrategia de
aproximación indirecta". En todo caso la filosofía de Sun
Tzu propone que el arte supremo de la guerra es doblegar al
enemigo sin librar una sola batalla. Es más: conoce bien al
enemigo y conócete a ti mismo es su mayor recomendación.
Lo que hemos tenido hasta ahora es una
guerra de enfrentamiento directo y global sin
discriminación y sin saber cual es el enemigo (¿Son las
sustancias -algunas milenarias- los enemigos? ¿Los
productores, los traficantes, los lavadores, las mulas lo
son? ¿Son los usos abusivos, las adicciones? Tampoco nos
hemos dedicado a conocernos nosotros mismos.
Eludimos los debates y no nos damos
cuenta que la mirada, modifica. Que VER es desde ya
transformar. En un tema donde vemos o no queremos ver,
donde los grises se duplican y el maniqueísmo del blanco y
negro, del Bien y el Mal no nos ayuda en un desafío ético,
poético y cultural que tenemos.
Preguntas más que respuestas.
Tengo la intención de dejar planteadas
algunas preguntas. Quizás porque lo más interesante en el
problema de las drogas es hacernos muchas, muchas preguntas
en vez de hacer tantas afirmaciones ampulosas que
desgraciadamente muestras nuestras falencias y el acta de
fracaso de algunos modelos todavía vigentes.
Lo primero que tendríamos que
preguntarnos es si necesariamente tienen que existir
políticas especificas, focalizadas, desagregadas, en un
tema que cuando lo analizamos atraviesa tantas políticas
distintas que el hecho de agruparlas en "la droga" puede
correr el riesgo de un reduccionismo simplificador que nos
amputa sobre las posibilidades de intervención efectiva.
La pretensión punitiva de algunos
guerreros de las drogas, amen de su acta de fracaso
¿ejercen realmente y con sentido practico la violencia
represiva del Estado? El uso indiscriminado de la
penalización y por tanto de la discrecionalidad policial y
militar ¿no es la mejor forma de ineficacia e ineficiencia
del uso de la fuerza? ¿No significa recargar la tarea
policial en temas que no son de la policía? Cuando se
involucra a las FFAA, en razón que los mecanismos normales
fueron rebasados ¿no será hora de pensar que las políticas
sociales han llegado tarde pero son más útiles? El
Presidente Felipe Calderón hacia este mismo razonamiento
hace 15 días al llegar a Ciudad Juárez.
¿Es necesario, pertinente, útil, ayuda a
solucionar un problema social que tiene la humanidad
desplegar políticas específicamente tituladas bajo el
nombre de "políticas en drogas"? ¿Desagregarlas
focalizándolas e intensificar su valor con un centramiento
que no respeta la multidimensionalidad del problema? ¿No
será mejor tener un descentramiento positivo, que nos
permite a la vez atender a la emergencia y a su vez
desplegar la mirada más allá de las sustancias y su
toxicología?
¿No será que tanto problema, en términos
estrictamente lógicos, lo tenemos mal planteado? Mas allá
de los modelos explicativos que vienen siempre después de
tener bien descripto y planteado. No hay problema son
solución posible si esta mal planteado.
El reduccionismo y la simplificación son
de los peores tóxicos que alteran nuestra mente y modifican
nuestro comportamiento. La formulación de políticas
publicas a partir de la simplificación cuando no el
desconocimiento de muchas variables es iatrogénico.
Realimentan el circuito toxico y no solo, como dicen
algunos, se cometen "daños colaterales".
La dimensión pública de las políticas en
este terreno parece importante señalarlas, porque después
del huracán de la desregulación, del imperio del mercado y
la fetichizacion de las mercancías, de la invitación y
promoción del retiro del Estado-padre y tutor, fijador de
límites y orientador de los planes colectivos es central en
las reformas actuales. Lo público integra a lo privado.
Tanto en el límite de nuestras vidas, como en la empresa
publico-privada a la que convoca este tema.
Los mitos y leyendas, las reacciones
sociales ante la emergencia que generalmente acompañan al
surgimiento de patrones de consumo de mucho impacto, la
realización de políticas al influjo de la alarma social,
parecen ser un eterno retorno nietzscheano de este
fenómeno. Esto es un tema que hay que incorporarlo y que
tiene tanta fuerza como el daño toxico, el crimen
organizado, la violencia social como un componente
indivisible del problema. No hay un problema de consumo y
de tráfico y por otro lado la respuesta social y política.
Es un continuo que en la cultura moderna y liquida tiene un
gran potenciador que son los medios masivos de difusión.
Las drogas tienen efecto más allá de su ingesta individual.
Es un problema esencialmente vincular. Los vínculos no solo
entre hombres y mujeres viviendo en comunidad. Sino en
relación a su pasado presente y futuro. En las decisiones
colectivas. También en la forma en que se construyen los
controles sociales. O son cogestionados, autoconstruidas. O
son impuestos por una política criminal o un control
policial (cuando no militar) que es exterior a la
comunidad.
El problema de la marginación y
exclusión social. La violencia social de nuestra
cotidianeidad, de las entrañas mismas de nuestra
convivencia, en todas las capas de la sociedad, el quiebre
de la ética y los valores de la responsabilidad social, la
inequidad ¿son solo factores de riesgo o son variables
interpretativas de las causas y consecuencias potenciadas
del problema drogas? Existe siempre una explicación
simplista: hay delito por culpa de la droga. Lo contrario
también es cierto. Y la coexistencia también. En realidad:
vamos a encarar el tema de la violencia, del delito, como
un problema nuestro, de la sociedad o vamos a buscar un
factor externo que cual fenómeno natural "hay que
combatir".
El debate democrático y ciudadano, cuya
resistencia a nivel mundial y nacional es también un
analizador del tema, es una necesidad creciente para ver,
rever, develar, profundizar, decir simplemente "en esto no
sabemos", investigar, evaluar, discernir…..entre todos, o
entre la mayor gente posible, la mejor forma de afrontar
estos desafíos de la humanidad.
Evidencia científica, evaluación de
buenas prácticas, construcción de ciudadanía con la
comunidad y enfoque de derechos. En ese marco: muchas
preguntas. Porque las respuestas todavía son insuficientes
y las que se han ensayado han sido ineficaces e
ineficientes. Además han contribuido a sumar daños antes
que reducirlos y se han encerrado en un dogmatismo
fundamentalista de corte autoritario.
Orientales. Levemente ondulados.
La Republica Oriental del Uruguay,
verdadero nombre de mi país, es el rincón del cono sur de
esta America Latina multietnica, poetica, heroica, rica en
matices, llena de color y de historia. Quizá el país con
mas pretensión europea que hizo gala de su estilo
democrático, de un estado de bienestar con mecanismos de
amortiguación políticos y sociales. Que estableció ya en
1917 el voto universal, habilitando el voto femenino,
conquisto las 8 horas de la jornada laboral, separó la
Iglesia del Estado, sanciono el divorcio y avanzó en su
economía a partir de la estatización de sus grandes
empresas. El perfil de Uruguay fue diferente al resto de
America. Sin conflictos étnicos o raciales, con el
desarrollo de un movimiento sindical fuerte y activo, con
un cooperativismo y organizaciones sociales fuertes.
Estado y sociedad "levemente ondulada"
como se dice en los textos escolares de nuestra geografía.
Chiquito a la medida de la mano humana, culto,
alfabetizado, sin rigores geográficos o amenazas ecológicas
de importancia.
A pesar de nuestra vocación y tradición
democrática fuertemente arraigada en lo institucional y en
el movimiento obrero y popular, el relieve levemente
ondulado se vio sacudido en los 70 por un régimen cívico
militar que se inspiró en el terrorismo de Estado y la
doctrina de la seguridad nacional. Que asoló a nuestros
países con su dosis de de desapariciones, cárcel y exilio.
Uruguay se latinoamericanizó. Las grietas que irrumpieron
en la ondulación se vieron sacudidas nuevamente por el
temporal neoliberal que reventó muy mal en la gran crisis
del 2001-2002 que tuvo consecuencias que todavía hoy
intentamos remontar.
El problema de las drogas fue conocido,
también "levemente ondulado" hasta el 2000... Uruguay
adhirió a la estrategia mundial y hemisférica desde el año
1988 a pesar que en su realidad, ni era un país productor
de drogas, ni se había detectado vías de transito y sus
consumos estaban dentro de los parámetros controlables.
Hace 10 años apenas que el Uruguay
comenzara a plantearse la política de drogas a partir de
algunas iniciativas gubernamentales y de algunas practicas
de organizaciones no gubernamentales y comunitarias. Su
tradición liberal y libertaria produjo una legislación
avanzada que optó por no penalizar la tenencia personal
para el consumo. Las comunidades terapéuticas, así como las
intervenciones inspiradas en la reduccion del daño han sido
buenas prácticas de aquella época. La crisis del 2002
desnudó a Uruguay en todas sus vulnerabilidades: país que a
partir de la legislación y la política de flexibilidad
financiera se convirtió en una gran lavandería, y de la
mano de ello país de transito acelerado. De la mano de esa
crisis que duplico la cantidad de gente por debajo de la
línea de la pobreza y de la indigencia, de esa "caída", y
de una nueva territorializacion de la producción de cocaína
en la región, surgió un patrón de consumo de gran impacto:
la pasta base de cocaína.
La política de la Junta Nacional de
Drogas inaugurada por el Dr. Tabaré Vázquez y ratificada
por el actual Presidente Jose Mujica, manteniendo el mismo
equipo desplegó una estrategia integral, equilibrada,
fuertemente clivada en las policías sociales y
comunitarias, con un enfoque de derechos y garantías y
desde la óptica de responsabilidad y coparticipación de la
sociedad. Hemos avanzado en la red de asistencia y
tratamiento, en prevención en el sistema educativo, en el
ámbito laboral. Fieles a un enfoque de proporcionalidad de
la política criminal hemos dado cumplimiento a la lucha
contra el crimen organizado y fundamentalmente a los
esquemas del lavado de dinero. Hemos avanzado mucho,
colocando el tema en la agenda pública y en la
responsabilidad del Estado pero reclamando el compromiso y
la participación social a todos los niveles. Tanto de tipo
comunitario, como de los agentes privados involucrados en
la salud o en la empresa privada y su salud laboral.
Sin embargo, queda mucho por hacer. Y
por sobre todo queremos ser muy humildes y sensatos.
Estamos muy lejos de reducir los daños y consecuencias
sociales en forma significativa. Falta mucho. Seguimos
empecinados en transformar esta política empoderando a la
sociedad. El drama de la pobreza vincular, de horizontes de
futuro y de inclusión social es la piedra angular que nos
sigue desafiando. El modelo cultural duradero: la
autoconstrucción de los controles sociales por la propia
comunidad, sin eludir las responsabilidades del Estado.
Fortalecer la lucha represiva contra el crimen organizado,
la financiación del trafico y fundamentalmente el lavado de
dinero. Esto ha levantado mucha polvareda. Cooperando en el
tema de seguridad ciudadana desde una óptica firme pero
abarcando la reinserción social en una crisis del sistema
penitenciario grave. En la creación de espacios públicos de
convivencia ciudadana donde se gestione la seguridad entre
los propios vecinos
En Uruguay es también la hora del
debate. Recién ahora, surge el debate, la polémica y los
planteos diversos. Algunos basados en la alarma y la
urgencia. Buscamos nuevas prácticas y experiencias que nos
permita ampliar los mecanismos socios sanitarios, los
emprendimientos comunitarios que atiendan a cubrir no solo
el consumo sino la inclusión social. Buscamos innovar
experiencias que no solo traten al adicto, sino que
apuesten a su reintegración social. Jóvenes pobres sin
empleo y sin perspectiva. Hijos de cuatro generaciones de
exclusión y marginación social. Algunos, quizás muchos,
delinquen. Otros que simplemente vagan por las calles.
Uruguay en el 2002 duplicó en un año los índices de pobreza
e indigencia. En estos cinco años de gobierno progresista
hemos podido llevarlo al 18% y al 1,5. Sin embargo estos
números todavía nos ofenden con los muchachos y muchachas
que todavía están en situación de calle. Con pobreza de
expectativas. Recordemos que en America Latina seguimos
exhibiendo el 34% de pobreza y el 13,5 de indigencia. Pero
además es el continente cuyo índice de desigualdad es el
mas alto del mundo entero.
El malestar de la cultura.
En esto somos categóricos: el consumo
problemático de drogas, de circulación licita que causan
graves daños como el alcohol y el tabaco, como de estatus
ilícito, es expresión de un gran malestar y dolor social.
El tráfico de pequeño porte es un problema social que hay
que atender y fundamentalmente poder y saber plantearlo
correctamente. Ningún problema se puede resolver sino esta
bien planteado. La proporcionalidad de la política criminal
sin impunidad y con equidad es una guía fundamental para la
economía de la fuerza del Estado. Reprimir sin ton ni son,
genera daños irreparables y gasta mucho y mal.
El tema del crimen organizado,
respuestas de los instrumentos internacionales de
interdicción, investigación y prevención son muy
necesarios. La cooperación internacional necesita de una
responsabilidad común y compartida. Pero también
equitativa. Los costos de este tema no son siempre iguales.
No es de recibo las certificaciones unilaterales de países
como EEUU que tienen vulnerabilidades como las nuestras.
Esto nos introduce en otro terreno: vemos que los intereses
geopolíticos prevalecen por sobre el interés de combatir el
crimen. Es así. El multilateralismo sigue siendo una
necesidad democrática para evaluar. Los mecanismos que
instrumenta la JIFE son sus formularios anuales y bianuales
no nos parecen una herramienta seria. Hoy se están
revisando porque son varios los países miembros que los han
cuestionado.
Vemos que muchos temas se presentan como
alarmas y amenazas que aparecen como fenómenos que no tiene
historia. Que están nuevamente al servicio de un gran
centro ordenador: la seguridad nacional de los países
centrales. Si vamos a cooperar, admitamos que la
vulnerabilidad también es un problema compartido. En una
presentación del Observatorio Interamericano de Drogas de
la CICAD se afirma "del total de consumidores de cocaína en
el mundo entero, un 50% se encuentra en nuestro
hemisferio". Pero se agrega: n 24% en Sudamérica y menos
del % en America Central y el Caribe"
En Bolivia, como en Colombia, el
problema de las drogas y el narcotráfico no empezó ahora,
ni la fragilidad deviene solo y exclusivamente de las
hectáreas cultivadas y de los carteles. Deviene de las
narcodictaduras que en Bolivia comenzaron el negocio.
Comenzó en la America Latina cuando los términos de
intercambio dejaron a poblaciones campesinas enteras
inermes. Cuando la violencia se desató, el Estado
desapareció y en la sociedad se impulsaron valores no
solidarios, competitivos, ultraindividulistas que ahora
devienen en narcocultura. La narcocultura es la contracara
no querida de los valores del consumismo y de la injusticia
social: lo que no se obtiene por la carrera neodarwinista
del éxito, se obtiene por el empresarismo ilícito. De todas
maneras con el lavado del dinero se vuelven a juntar, a ser
amigos ambos. Hipocresía económica y financiera que también
sobrevuela esto.
"Al analizar la génesis de las
actividades del narcotráfico en Colombia tenemos que
aceptar la existencia de un factor de carácter interno y
externo permanente en la historia lejana, pasada y presente
de nuestro país: "la corrupción", actividad, actitud,
cultura y tendencia, cuyo significado antiético identifica
la presencia del narcotráfico en diferentes niveles de la
delincuencia organizada, la cual se nutre y cuenta con la
corrupción como mecanismo preponderante de la
permisibilidad (…) El respeto y el reconocimiento de la
comunidad internacional no se gana entregando informes de
hectáreas de país arrasado con relación a la aspersión de
cultivos ilícitos, la destrucción del laboratorios de
procesamiento, el número de detenidos y procesados que, por
supuesto no deja de ser importante; sino cuando, paralelo a
ello se adquiera la capacidad de actuar con la claridad que
permite la no intervención de la corrupción, la actitud
recia frente a la corresponsabilidad internacional en
cuanto al consumo de la droga y el trafico de insumos
químicos, y el conocimiento preciso de lo que se tiene y lo
que se pierde en términos de vidas humanas, cultura ,
patrimonio, calidad de vida y medio ambiente." (Maria Olga
Nieto Garcia. Narcotráfico, actividad primaria del crimen
organizado en Colombia como amenaza para la seguridad
nacional. Cuadernillos Avances Universidad Santo Tomas)
Este fenómeno social y cultural es un
emisario, un portavoz de un malestar multifacético, que
expresa a veces la exclusión de grandes poblaciones de su
derecho a un desarrollo social justo. Justo quiere decir
que los vínculos entre los hombres y mujeres que viven en
sociedad tengan un futuro, un horizonte compartidos en
términos de equidad. A veces el vacío del no sentido de
nuestra sociedad. Se puede ser pobre, tener poca plata y
vivir a su vez con dignidad, con proyectos de futuro para
sus hijos. Sin tener que estar asomados a la vidriera del
lujo, de las marcas imbatibles que prometen la
"exclusividad", de los objetos maravillosos que nos
"resuelven" el vacío de la vida y al mismo tiempo, al mismo
tiempo se le niegan a millones de hombres y mujeres. Hay un
vacío existencial y un vacío ético. Señalamos injustamente
hacia los jóvenes, los miramos con desconfianza, no somos
capaces los adultos de educar para la vida. Los adultos
oscilamos entre la estigmatización, la prescindencia o la
demagogia. Marcelo Viñar, psicoanalista uruguayo, amigo y
compañero:
"Cuando el adolescente llega al mundo
del tercer milenio
(del rock y la informática) ya no hay meta relatos o
discursos de utopía encarnados en la autoridad sólida
de las figuras patriarcales, sino los patrones fluidos y
cambiantes de la modernidad líquida: ya no hay
un establishment social al que aherir u oponerse,
sino una sociedad fragmentada donde hay que
inventar o construir un intersticio para introducirse
y lograr un itinerario que de consistencia y
sentido a la propia existencia"
Mundos adolescentes y vértigos civilizatorio. Ed.
Trilce
Bernardo Kliksberg en "