José Mujica
El control requiere oposición de intereses
Cuando nuestra actividad actúa sobre los intereses de
otros, la tapa del libro establece que debemos ser
cuidadosos en la manera en que afectamos esos intereses.
Pero no conozco dirigente, funcionario, organización,
empresa o país al que le guste que lo controlen sobre la
manera en que hace las cosas. Todos aborrecemos que nos
presionen o nos pongan límites y estamos dispuestos a jurar
por lo más sagrado que si nos dejan solos y tranquilos
seremos los más celosos custodios de los intereses ajenos.
Estoy dispuesto a creerle estas declaraciones a la Virgen
María, a la Madre Teresa y a nadie más. Por lo pronto, no me las creería a mi mismo.
Hace rato que aprendimos que los seres humanos, de a uno
o en paquete, amuchados u organizados, tiran para su propio
bolsillo, su propio grupo, y hasta su propio código
genético. No por casualidad "Nosotros" es una palabra mucho
más entrañable que "Ellos".
El autocontrol, puede ser un concepto muy valioso en la
discusión ética pero tiene patas cortas en la vida
material. El sistema de control que vale es el que hace
espacio a la oposición de intereses, porque es la única
manera de contener la natural inclinación a ser indulgentes
con nosotros mismos.
Son los afectados más directamente por nuestras acciones
los que más derecho tienen a estar involucrados en la
protección de sus intereses.
Lo contrario es incurrir en ese tipo de actitud que los
españoles llaman "Yo me lo guiso, yo me lo como". Mejor
cocinamos a medias y nos hacemos la fiesta juntos.
Ensanchamos el "nosotros" y recortamos el "ellos". |