Desarrollo territorial
Dirección de Ordenamiento Territorial elabora el marco
para directrices nacionales en la materia
Un documento de trabajo redactado por
la Dirección de Ordenamiento Territorial del MVOTMA, recoge
los primeros trazos que interesan a la institucionalidad
pública en el marco de la nueva Ley Nº 18.308. El texto
aborda los antecedentes históricos y jurídicos del
ordenamiento territorial uruguayo y, fundamentalmente,
brinda las primeras líneas sobre el debate en torno a las
nuevas directrices en ordenamiento territorial.
Luego de aprobada la Ley Nº 18.308, de
Ordenamiento Territorial, la Dirección Nacional de esa rama
del Ministerio de Vivienda preparó un documento de 28
páginas con un primer compendio organizado sobre el
ordenamiento territorial uruguayo. En ese documento se
observa una sección dedicada a la necesidad por la
planificación territorial, el surgimiento del problema en
nuestro país y su desarrollo jurídico y finalmente, las
primeras líneas para el debate de las directrices
nacionales.
Las directrices nacionales son los
pilares que elabora el Poder Ejecutivo, en materia de
ordenamiento territorial. Según el artículo 10 de la nueva
Ley, son el instrumento más importante en materia de
políticas a largo aliento. El documento de trabajo
denominado "directrices nacionales de ordenamiento
territorial y desarrollo sostenible", de abril de 2010,
señala una serie de orientaciones, para continuar la
discusión, para las áreas rurales, urbanas,
infraestructuras y nueva institucionalidad.
Orientaciones para las políticas de
ordenamiento territorial, dirigido al ámbito rural.
Promoción al uso sustentable e integral de los suelos, pues
son un patrimonio social. Los factores definitorios de las
políticas públicas atenderían la capacidad y las
características de los suelos, para garantizar el uso
responsable y la productividad territorial a las próximas
generaciones.
Los usufructuarios estarían obligados a
mantener el máximo potencial del territorio y se daría una
atención especial a los problemas de erosión de los suelos,
contaminación de recursos hídricos y pérdida de la bio-diversidad.
Pero también se observará el deterioro de las condiciones
de vida en la población y de los productores relacionados
al suelo, según expresa el documento. La producción
familiar cuenta con un párrafo aparte, pues se la comprende
como un instrumento para fomentar la soberanía alimenticia.
En materia urbana, la intención es
evitar la expansión irracional de las ciudades, que generan
un encarecimiento innecesario en determinadas zonas y, a su
vez, periferias carenciadas. Se promovería una definición
clara sobre los destinos de cada espacio urbano (áreas de
servicios, logística, industria u otros), además de
políticas para la mejora de los espacios públicos y su uso
racional.
Para las infraestructuras, el impulso
iría hacia las estrategias que mitiguen el macrocefalismo
capitalino. Por ejemplo, en materia de transporte se
fomentará una integración democrática que neutralice los
desequilibrios existentes en el traslado de personas,
bienes y mercancías. Es que un hábitat digno implica una
vivienda con servicios básicos (como el agua o la energía),
integrada a una red de equipamientos sociales accesibles
(educación, salud, cultura, comercio y por supuesto,
transporte).
Para una nueva institucionalidad, las
transformaciones en el Estado también debe conjugar en su
visión la perspectiva territorial. Y el documento considera
que torna esencial reconsiderar la división
político-administrativa, sus profundas asimetrías y sus
formas de gestión.