Imprimir 

3 de agosto, 2010
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JOSÉ MUJICA, EN LA XXXIX CUMBRE DE JEFES DE ESTADO DEL MERCOSUR, REALIZADA EN SAN JUAN, ARGENTINA en 2 y 3 de agosto de 2010.

PRESIDENTE MUJICA: Permítanme queridos Presidentes, Cancilleres, amigos de América Latina, agradecer lo mucho que se ha intentado, lo mucho que se ha logrado, porque lo que más estamos logrando es la paciencia, porque construir un nuevo edificio cuando se viene de una historia atomizada, recortada, requiere compromiso, devoción y paciencia, y sé que son infinitas las tareas que nos quedan pendientes.

La integración no puede ser sólo el reto de los gobiernos, es el desafío de las fuerzas políticas progresistas en el sentido profundo del término, porque falta la reunión de nuestras masas.

Nuestros pueblos no paralizan fábricas ni cortan carreteras por la integración. Todavía nos falta mucho llegar al corazón de nuestros pueblos y ninguna victoria estará asegurada hasta que nuestros pueblos estén incorporados y se den cuenta de la brutal conveniencia desde el punto de vista estratégico de la integración.

Nuestras universidades todavía no cultivan la integración de la inteligencia, y no hay soldadura definitiva si la inteligencia no se integra. Si nos quedarán tareas por delante. No nos va a dar la vida; requiere mucha paciencia, mucha perseverancia. Lo que han hecho los gobiernos, muy particularmente el gobierno de Brasil y el gobierno de Argentina, que tuvieron el coraje histórico de sepultar viejos chovinismos nacionales y empezar a estar a la altura de los desafíos que significa la costumbre de empezarnos a juntar y ser alguien en esta América Latina. Yo tengo que agradecerles todo eso.

Dentro de unas cuantas décadas recién se darán cuenta lo difícil que ha sido dar vuelta la página de la historia chovinista donde cada República se creía el centro del universo, y donde intentamos construir un nuevo centro.

Algunos pensaron y piensan que éste es un negocio de intercambio; ésta es la razón de ser o no ser.

Seremos algo en un mundo que se estrecha si somos capaces de irnos juntando, de construir conocimiento, de construir cultura, obviamente que de construir economía, pero de construir poder en el sentido hondo y determinante del término, que no es multiplicar las botas militares, sino multiplicar la capacidad de hacer de nuestras masas y de nuestros recursos.

Por eso, señora Presidenta, usted habló de un conflicto, benditos sean los conflictos.

Tal vez no nos demos cuenta, obligados por la necesidad inauguramos una política verdad, de saber cuál es la realidad de uno de los grandes ríos que componen nuestra historia.

Ineludiblemente todos los ríos de América Latina van a necesitar mecanismos de ese tipo para decirnos y saber cuál es la verdad, porque sólo luego de conocer la verdad como es, nuestra gente empujará para ir modificando nuestras realidades y en el fondo cuidar a esos ríos que son verdaderos patrimonios nuestros.

Por eso, no hay que temerle a los conflictos, hay que temerle a la esterilidad de los conflictos, cuando no dejan nada, cuando son nada más que mera confrontación. Y hay que entender que toda superación tiene su contradicción y las contradicciones enseñan.

Entonces, hemos hecho un acuerdo que es mucho más que un acuerdo. Empujados por la realidad, hemos arrancado una política que es fundamental para las generaciones que van a venir. Demasiado desaguisado ha hecho el hombre, pero hace 50 años no había pescaditos en el Támesis; hoy hay pescaditos en el Támesis, donde surgió el capitalismo industrial. No se pueden comer, por ahora, pero, vamos andando.

Por eso, gracias. ¡Y cuánto nos queda por hacer! Quisiera poder vivir unas cuantas décadas, porque la changa es gigantesca, no hay lugar al aburrimiento, contradicciones, y los que están apurados, acá vamos subiendo de escalones en escalones. Y si más no hacemos, es porque no hemos podido, pero no nos podemos dar el lujo de renegar, y de tirar por la borda lo mucho que se ha hecho, pero a su vez darnos cuenta lo mucho que queda por delante. Gracias.