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18 de septiembre, 2010
Palabras del Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Tabaré Aguerre, durante el acto de clausura de la 105 Expo Prado 2010

MINISTRO TABARÉ AGUERRE: Señor Presidente, señores senadores, señores ministros, autoridades nacionales, departamentales, visitantes extranjeros, integrantes de la academia, docentes de investigación, de los institutos públicos no estatales, de organismos internacionales, señores de la Asociación Rural del Uruguay y demás gremiales agropecuarias, señores productores, señores trabajadores del grupo y, especialmente, mujeres rurales que están hoy aquí y las que nos están viendo por televisión, el mensaje de reconocimiento a quienes sin lugar a dudas, sin ellas, no sería posible la actividad agropecuaria de este país ni mucho menos esta actividad que estamos viviendo hoy acá.

Yo pensé que mi discurso iba a ser corto, porque estaba elaborado en base a la propuesta y va a tener que ser de propuesta y de contestación. Pero antes que nada, quiero aprovechar la oportunidad mediática que el Prado le da al agro uruguayo de presentarse una vez por año en el medio de la ciudad, donde vive el 60% de la población de este país. Somos un país, tal vez el país más agropecuario del planeta, y buena parte de nuestra población no tiene clara conciencia de la importancia que tiene el sector agropecuario en su economía. Razones habrá. Tal vez, el sector agropecuario no ha sabido comunicarlo con claridad. Tal vez, ha abusado de la queja en las buenas y en las malas. Hay momentos donde hay que quejarse y hay otros momentos donde hay que festejar.

El Uruguay está pasando por el período más floreciente de la historia de su economía. Exhibimos los niveles de crecimiento económico más importantes de la historia del país. El sector agropecuario ha crecido a un ritmo superior al que ha crecido el resto de la economía. Llevamos siete años de crecimiento sostenido. Siete años a un promedio del 4,5%. Habría que haber recorrido 25 años hacia atrás para acumular el mismo crecimiento económico. Ese crecimiento económico explica la situación actual donde el 70% de las exportaciones de este país provienen del sector agropecuario. Donde el 57% de la industria de este país es agroindustria y explica algo así como el 25% del Producto Bruto Interno. Nadie duda de la importancia que tiene el sector agropecuario en este país. Tampoco, nadie debe dudar de la importancia de las políticas macroeconómicas, fiscales y laborales que se han llevado a cabo, sobre todo durante el último Gobierno se han transformado en políticas de Estado, estables, predecibles, confiables, sobre las cuales se invirtió, se creció y si alguno de acá duda, que mire por qué vienen tantos de afuera a invertir acá. Comparemos mirando el vaso medio lleno y no el vaso medio vacío. Nos hace bien a los uruguayos, sobretodo  a los que estamos en condiciones de festejar, reconocer el buen momento por el que estamos pasando. ¿A dónde vamos? Lo hemos dicho muchas veces. Lo vamos a reiterar. En los últimos días, parece que se dudaba de cuál era el rumbo del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y del Gobierno. Me voy a permitir unos minutos porque no puede ser que esas dudas permanezcan, cuando hay un  ministro de agricultura que desde hace siete meses, todos los viernes, de distintos lugares del país, repite lo mismo. Los tengo aburridos a todos los que están alrededor mío y digo los mismo porque estoy convencido de que es lo que este país tiene que hacer para proyectarse, no para tener una agropecuaria moderna, para tener un país moderno, con inclusión social y con distribución, con riqueza generada genuinamente, sobre la base de nuestras competitividades autenticas, pero además las que hemos desarrollado con innovación, con investigación, con esfuerzo, con dedicación, con compromiso, con integración social, que es lo que no podemos descuidar, si queremos ser un país de primera y no simplemente una país que exhiban buenos números económicos y espantosos números sociales. Ese es nuestro camino. Este país va crecer hacia el exterior, este país, tiene una capacidad de producción de alimentos para 50 o 60 millones de habitantes y somos 3 millones y medio. Lo he dicho hasta el cansancio: cada litro de leche,  cada kilo de carne, cada kilo de arroz que se agregue a nuestras producciones tendrán que tener una adecuada inserción internacional. Esa es la razón porque la principal política de Estado, es tratar de tener una adecuada inserción  internacional.

La Unidad de Asientos Internacionales del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, ha sido fortalecida y se propone en este próximo Presupuesto fortalecerla más el Señor Presidente Lussich refería con aceptación esa actitud. Las cosas no se venden solas, se pasó la época de que nos vengan a comprar. Si queremos vender más, mejor, y con mayor valor, tenemos que salir a vender. Y esa actitud es la que tenemos que tener y eso es lo que han hecho los países desarrollados.

Tenemos que anticiparnos a los problemas comerciales, tenemos que tener inteligencia comercial, estamos trabajando en este preciso momento con cada una de las cadenas de valor de este país preparando la agenda de negociación del convenio Unión Europea-MERCOSUR. Y vaya si se nos va la vida a muchas generaciones de uruguayos futuras en consolidar bien esa acción, por lo que implica para el MERCOSUR y por lo que implica desde el punto de vista comercial. Y ahí estamos dándole participación al sector privado, como no podía ser de otra manera. El Estado debe generar unas condiciones para que los privados desarrollen las actividades económicas. Pero la participación debe ser bien entendida; la participación es de ida y vuelta; la participación es con claro compromisos asumidos por ambas partes.

¿Hacia dónde tenemos que ir? Tenemos que ir hacia la diferenciación de nuestros productos. A partir de nuestras fortalezas, a partir de nuestro ambiente, a partir de la naturalidad de nuestro sistema de producción, a partir de aquellas ventajas competitivas que hemos edificado a través del ingenio. La trazabilidad de nuestro ganado empezó siendo una solución para resolver un problema sanitario y con inteligencia y pragmatismo lo hemos transformado en una herramienta de diferenciación. La sofisticación creciente que logremos agregarle a nuestros productos es lo que nos permitirá agregarle más valor. El Uruguay no tiene que jugar en la cancha de la cantidad, tiene que jugar en la cancha de la calidad. Pero para eso hay que desarrollar inteligencia. Para eso hay que tener creatividad. Para eso hay que tener un trabajo de estrategia comercial.

Hace pocos meses festejábamos la posición de Uruguay en Sudáfrica. Déjenme decirles, señores, para los que no saben, que Uruguay es 4º en fútbol pero es 5º en exportación de carne vacuna, es 6º a nivel mundial en exportación de arroz, es 6º en exportación de soja, es 3º en exportación de carne ovina. La estrategia comercial que llevemos adelante para vender las carnes, además, tendremos que llevarla adelante para vender los vinos, para vender los quesos y para vender las frutas que hoy no se exportan pero que se habrán de exportar.

Le agradezco al Presidente Lussich que tocara el tema con compromiso y convicción con respecto a la sustentabilidad de los recursos naturales. El Uruguay es un país intensivo en uso de recursos naturales. De nuestros recursos naturales sale nuestra producción, pero de nuestros recursos naturales también viene el turismo. El cuidado que este país tenga con los recursos naturales define el futuro que este país tenga. La propiedad privada nadie la discute, señor Presidente. Lo que se trata aquí es que como dijo aquel viejo filósofo alemán de principios del siglo pasado, “los hombres tienen la tierra en préstamo de sus nietos”. No se trata de quién tiene la escritura, se trata del uso que se le de a un bien que, en términos de generaciones, tiene un fin social. ¡Pobre de nosotros! ¡Pobre de aquellas generaciones que basadas en el concepto de la propiedad no hicieron un buen uso del suelo! No nos anima a nosotros intervenir en los procesos de producción de las empresas privadas. Usted sabe bien, señor Presidente, que el que le está hablando es un empresario. Usted sabe bien, señor Presidente, que el que le está hablando es un ingeniero agrónomo. Un ingeniero agrónomo de Montevideo. Un ingeniero agrónomo que la profesión lo llevó al interior del país, que aprendió a querer y a respetar la producción agropecuaria, pero que hace 25 años que trabaja promoviendo el sistema productivo que es sondeable, rentable, económico, que paga buenos salarios y que, además, cuida los recursos naturales. Sustentabilidad en recursos naturales no es quedarse quieto. No es no hacer nada. No es dejar de plantar. Es aprovechar toda la capacidad e innovación que este país tiene: la capacidad de investigación. Acá no hay que inventar nada. Acá, hace muchos años, en esta misma sala hay gente que hace más de 20 años que tiene trabajos publicados con respecto a las fortalezas y debilidades de los distintos sistemas de suelos de este país. Se trata de hacer un uso inteligente. El Uruguay agrointeligente es eso: es vender mejor, agregar valor, conservar recursos naturales, distribuir e incluir socialmente, porque también hay que preguntarse –además de los recursos naturales- cuál es la política que tenemos que tener con los recursos humanos. Al fin de cuentas, el fin último de la función de toda sociedad, de los que gobiernan y de los que no gobiernan.

Tenemos que adaptarnos al cambio climático. Nuestra producción es a la intemperie. Se nos va la vida en la velocidad y eficiencia con que nos adaptemos a este proceso. Esto no es sólo juntar agua de lluvia en represas. Es más que eso. Esto es conocer profundamente la vulnerabilidad y la variabilidad de nuestros sistemas productivos para aprender a manejarlos, para generar investigación adaptativa, para disminuir incertidumbres. Intentar empezar a trabajar para tener, algún día, algún sistema de seguros agrícolas que nos permita, por lo menos, en algunos rubros, por lo menos para algunos productores, tener aquellos instrumentos que nos compensen aquellos malos momentos que el clima nos puede dar. En eso estamos trabajando.

Mantener nuestro sistema sanitario animal y vegetal es un deber fundamental. El Uruguay está presente en más de 100 mercados del mundo en función del reconocimiento que tiene por su sanidad, pero además por su seriedad institucional y el cumplimiento que nuestros servicios oficiales y privados tienen en las distintas cadenas de valor. Todo esto a lo que me refiero sería imposible sin una inteligente articulación institucional. La institucionalidad agropecuaria ampliada, como le llamo. La institucionalidad agropecuaria que es el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, pero es el INIA, es el INASE, es el INAVI, es el INALE, es el INAC, es el Instituto Plan Agropecuario. Esa es la coordinación que tenemos que hacer.

Como ustedes saben, mi experiencia en actividades políticas es de seis meses, pero déjenme compartir con todos los uruguayos que me siento gratificado de formar parte de un equipo de trabajo que, semanalmente, se organiza en gabinetes temáticos para tratar los problemas sociales, los problemas productivos y los problemas en la innovación, en una clave de análisis transversal, tratando de que todos los temas inherentes a los problemas de los uruguayos, del tema que sean, se tratan de manera horizontal. Esa misma articulación horizontal es la que estamos construyendo con el resto de la institucionalidad agropecuaria, la pública y la privada. No es casualidad que llevemos, viernes a viernes, reuniones y reuniones con los distintos institutos públicos y estatales. Quiero recordarles –porque puede haber gente que no lo conozca- que en todos esos institutos públicos no-estatales están representados los productores de este país. El Uruguay debe de sentirse orgulloso de la institucionalidad pública-privada agropecuaria que tiene. Llama la atención a quienes nos visitan, cómo en este país se juntan los industriales de la carne con los productores de la carne y con el Gobierno y llegan a posiciones de consenso. Llama la atención cuando hay dinero de por medio y negocios de por medio. Esa cultura institucional es la que no podemos perder de vista con reclamos que, por lo menos algunos, y respetuosamente en mi concepto, son infundados.

Nuestro futuro pasa por la innovación. De eso no hay duda. No digo nada nuevo. Vivimos en la generación del conocimiento y desde la aplicación de innovaciones estará nuestro futuro. La tan mentada competitividad, la tradicional, la clásica, la más simple, pero también la más egoísta, es la de bajos impuestos, alto tipo de cambio y alta intensidad de uso de los recursos naturales. Cuando eso está desequilibrado hay que equilibrarlo. Pero los conceptos modernos de competitividad tienen que ver con valor agregado, tienen que ver con diferenciación de productos, tienen que ver con un buen uso del medio ambiente, tienen que ver con la calificación y capacitación de la mano de obra, tiene que ver con una mejor distribución e inserción social. Y, si no, miremos cómo viven los países modernos. Cuando se habla de innovación se habla de futuro. El Plan CEIBAL, que no tiene nada que ver el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, pero tiene mucho que ver, porque a partir del mes de diciembre cualquier niño, en el interior del Uruguay, va a poder utilizar su Ceibalita para que con un lector que acabamos de diseñar con el LATU, leer las caravanas de trazabilidad, donde ese niño rural, además de aprender a andar a caballo, lo va ayudar a su padre a trabajar, o al empleador de su padre trabajar con una computadora, que es la mejor manera de aprender, trabajando. Ese tipo de innovaciones eran impensables. Pensar en un niño a caballo con una Ceibalita en la espalda volviendo de la escuela rural, que es cierto que hay escuelas rurales que les falta electricidad, pero también es cierto que en el ejercicio de Gobierno pasado se construyeron 6.543 kilómetros de electrificación rural en este país. También es cierto, que falta llegar al 4,5% de los hogares rurales de este país y también es cierto, que este Gobierno se ha comprometido a terminar la electrificación rural por los medios convencionales y aplicando otros medios no convencionales como la energía fotovoltaica y ese compromiso está empeñando y ese compromiso es tan fuerte como el de que llegue INTERNET a todos los lugares del país, para que cualquier niño o cualquier joven o cualquier adulto, pueda acceder al mundo.

A mi me gustaría, dado que estamos en el Prado, reflexionar con respecto a algunas cosas que para mi son estratégicas que es la innovación. Esto empezó siendo una muestra, sigue siendo una muestra de genética, hoy es mucho más que una muestra de genética, pero cuando empezó, empezó siendo una muestra de genética. Aquí vienen los mejores ejemplares de las distintas razas,  mejoradores de nuestros rodeos, fue la primera innovación tecnológica del agro genético,  y vaya en este momento para bajar los decibeles, el reconocimiento y la felicitación a tantas generaciones de productores y de cabañeros que han dedicado su vida y su esfuerzo a desarrollar esto. La ganadería nacional pasa por un buen momento. La carne ovina nos ofrece posibilidades impresionantes, lamentablemente con una reducción en las majadas. La leche se nos presenta como un rubro donde tal vez podamos duplicar nuestras exportaciones; no sin problemas, no sin dificultades, pero exhibiendo nuestras potencialidades. El Uruguay tiene menos hectáreas dedicadas a la ganadería y cada vez produce más carne. Como en tantas otras cosas, tal vez porque somos uruguayos, tal vez porque estudiamos mucho la lógica viva de Vaz Ferreira, practicamos tantas veces y en reiteración real la falacia de falsa oposición. Acá hace diez años que estamos escuchando que porque hay forestación, no va haber ganadería. Hace diez años que estamos escuchando que porque crece la agricultura va a disminuir la ganadería, son ejemplos de falsa oposición. Nunca antes la ganadería creció como en este último periodo porque se encontraron las sinergias y las complementariedades entre la ganadería y agricultura. Y créanme que se van a seguir encontrando, se van a seguir encontrando porque para que la agricultura sea sostenible en este país, la intensidad en las graviñas de verano en la rotación va a tener que aumentar,  porque los modelos agrícolas sin sorgo, sin maíz en el verano, no son sustentables en el largo plazo. Porque esa oferta de grano va a complementar la producción de carne, porque basta hacer 3 o 4 cuentas para darse cuenta que para llegar a 3 millones de terneros, lo que hace falta es llegar a tener 68 u 80% de preñez y pasar a tener una terminación de los animales más rápido, cosa que ya hemos hecho. En este país casi no hay más novillos de 8 dientes, se han terminando porque se intensificó nutricionalmente la última fase del periodo, falta intensificar la primera, el eslabón menos eficiente de la cadena cárnica, el eslabón de la cría. Lo que hay hacer ya se sabe. En el año 1994, a mí me invitaron a dar una charla que se llamaba “Y después del arroz qué”, porque mi planteo era la producción de carne o de pastura en rotación con el arroz y tuve el honor de compartir la charla con el profesor Don Jaime Rovira y en esa conversación, quedó claro, que por razones de eficiencia biológica, para que en este país se pudiera aplicar lo que dice el libro de Rovira, con éxito y me emociono al recordarlo, el ternero tiene que valer un 20% más que el novillo , y la vaca preñada tiene que valer más que al vaca gorda, que son dos de las cosas a las que se está llegando en este momento. Y se está llegando a este momento, porque tenemos un mercado que tira. Porque tenemos un mercado que demanda, porque el mercado internacional, está demandado y está demandado fuertemente, pero también porque tenemos una buena competencia entre la industria frigorífica, porque tenemos una capacidad industrial instalada 25% superior a al capacidad de oferta que tenemos, y porque tenemos la mejora que ha tenido la industria frigorífica en los últimos años. Nadie duda de que la industria frigorífica ha invertido mucho; nadie duda de que se ha modernizado, está en los primeros niveles del mundo y está compitiendo. Ahora ¿por qué ha invertido de esa manera?, ¿y por qué hay más capacidad industrial instalada? Porque el negocio es provisorio, pero también porque ha habido políticas de incentivo fiscal para esas industrias y para otras que le significaron a este país, haber dejado de recaudar en el año pasado 1.300 millones de dólares por concepto de impuestos para incentivar que se compraran tractores, cosechadoras, frigoríficos, plantas textiles o empresas industriales o camiones. Eso hay que ponerlo en la cuenta señor Presidente, eso hay que ponerlo en la cuenta. De qué manera vamos a medir que el impacto que la competencia tiene en la formación de precios cuando hubo políticas que estimularon la inversión. Las mismas políticas predecibles y estables, las mismas exoneraciones que llevaron a las inversiones agropecuarias que han hecho posible que este país produzca casi 100 kilos de carne por hectárea cuando hace 5 años producía 70, y que por primera vez en 400 años desde que Hernandarias trajo las 100 vacas y los 4 toros, este año el Uruguay exporta más productos vegetales que carne y leche juntas. ¿Cuáles son las luces y las sombras? Yo dije que iba a ser largo. ¿Cuáles son las luces y las sombras? Todo esto, toda esta inversión, se da sin duda en un contexto de valorización de la tierra, de una fuerte apreciación de la tierra y en un proceso donde además la tierra sube de precio, más rápido que lo que suben los productos que se producen en la tierra. Porque la tierra no solamente vale por lo que produce. La tierra también es refugio inmobiliario, la tierra también tiene un componente de especulación. El Presidente decía el otro día, hay países viniendo a América Latina a querer comprar tierra. Frente a esa circunstancia, debemos recordar, que en el Uruguay agropecuario hay 52 mil empresas de las cuales 33 mil, son agricultores familiares, dos terceras partes de los productores de este país son agricultores familiares, pequeños y medianos agricultores. De esos 33 mil, 24 mil son ganaderos familiares. Hay en este país 11 mil productores arrendatarios con menos de 1.250 hectáreas y de esos 11 mil, hay 8.652 que tienen menos de 500 hectáreas. Esos productores ganaderos ocupan 2 millones 246 mil hectáreas, que casi el 20% de este país. Y esos productores ganaderos a la larga, si no compran los toros de acá, compran los hijos de los toros de acá.

Pero esos productores enfrentan el enorme desafío de tener que competir por renta con productos que no suben a la misma velocidad, que suben los valores de la tierra. Y hay otros agentes que compiten por la tierra. Tenemos que acordarnos también, de que la producción agropecuaria no se realiza solamente por productores en régimen de propiedad. ¿Tenemos que meternos en ese tema? Es una buena pregunta. Porque lo que nadie puede dudar, que ha sido virtuoso y productivo, las señales que han llevado a que en este país se invierta y las señales de que la tierra sube de valor y se invierte más porque, justamente, la tierra sube y hay que sacarle una renta mayor. Pero, simplemente, a modo de reflexión, hay que tener en cuenta que la pérdida de ese tipo de productores va en contra de los objetivos de inclusión social y de desarrollo rural que también queremos llevar adelante.

Hay que preguntarse si un país es competitivo sólo en términos de productividad, si un país es competitivo sólo en términos de innovación o si un país, para ser competitivo, tiene que tener un mínimo de equilibrio social y de estabilidad. Las políticas que se piensan llevar adelante por parte del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, vinculadas a la Dirección de Desarrollo Rural tienen que ver con algunas de estas cosas. Tienen que ver con ayudar a esos pequeños productores a corregir aquellas asimetrías vinculadas al conocimiento, a la tecnología, a la escala, al lugar donde viven, a las posibilidades que tuvieron. No dándoles pescado, ayudándolos a tener la caña para poder seguir trabajando, pero dándoles la oportunidad porque estos cinco años de crecimiento económico que bate todos los records son a una velocidad que puede expulsar gente, y acá hay un compromiso político. Queremos equilibrio, queremos crecimiento, queremos desarrollo; y desarrollo tiene una pata que es lo social. No quiere decir que se vaya a decretar que todos los que hoy viven en el campo van a seguir estando en el campo, pero tratemos de corregir asimetrías para generar oportunidades porque de eso y en eso va el resultado de tener una sociedad equilibrada, una sociedad justa.

Se plantearon aquí algunas dudas. No las voy a contestar todas, señor Presidente. Me parece importante que haya reconocido la decisión política de mantener –y así lo pensamos- la posibilidad de exportar ganado en pie como una válvula que regula el mercado. Eso no es gratis. Del otro lado hay gente que va al seguro de paro. Del otro lado hay costos del Banco de Previsión Social. Y esas cuentas se hacen y se asumen cuando se toma la decisión, porque se entiende que el mejor estímulo que tiene que tener un criador es saber que su animal va a valer, porque sin estímulo a la cría no hay cadena, porque sin confianza no hay cadena, porque podemos tener todo el sorgo del mundo del mundo, pero si no hay terneros no hay cadena. Ese es un mensaje para el primer eslabón que es el de la cría.

El segundo mensaje tiene que ver con lo que usted reclamó. Viejo reclamo, el del 1% municipal. Nosotros estamos de acuerdo en rever esa situación. Nosotros pensamos que la ganadería moderna apunta a la especialización de los distintos eslabones. Por lo tanto, si tenemos un individuo productor que se especializa en criar y hay otro que se especializa en recriar y hay otro que se especializa en terminar, no es justo que pague tres veces el 1%. Nos parece bien y así lo vamos a estudiar. Es un planteo que estamos discutiendo con el Ministerio de Economía: gravar solamente el último 1%. También reclamó usted por la caminería. Y este país está desarrollando estrategias de construcción de infraestructura en una lógica de integraciones público-privadas. Y en las integraciones público-privadas hay privados, obviamente. Y los privados están por plata, obviamente. Por lo tanto, la lógica es que el que usa paga. Y si la lógica es que el que usa paga, tal vez tengamos que rever eso con el resto de las tasas, impuestos o lo que sea, de aquellos rubros que rompen caminos y que no pagan nada. Pero debe referir a un concepto integral, a un concepto donde lo que se usa se paga, porque eso es lo que tenemos que hacer y es la obligación que tenemos que tener. Los que hacemos actividades empresariales utilizamos infraestructuras públicas. La carga no puede estar repartida entre toda la sociedad para arreglar el camino que rompo yo con mi camión de arroz y ese tipo de cosas tiene que ser acordada desde el Gobierno con el poder municipal.

Del tipo de cambio no le voy a contestar, porque le podría decir –de vuelta- se está mirando el vaso medio vacío y no medio lleno. Este mismo reclamo lo tuvimos cuando el Congreso de la Federación Rural. Hoy tenemos el mismo con dos pesos más arriba el dólar. En realidad, es lógico, si pudiera estar a 25 sería bárbaro, pero no se puede porque hay otras necesidades que cubrir.

Lo del costo laboral y las crisis europeas es bueno reflexionar. Es bueno reflexionar en ese ejemplo pensando, por ejemplo, en tributación. Se habló de la tributación y –déjeme decirle- el Uruguay tiene la carga tributaria más baja al sector agropecuario, según los análisis que estoy haciendo de los últimos 25 años. Y tiene la carga tributaria más baja de la región. De manera que el Uruguay tiene seguridad jurídica, seguridad institucional, carga tributaria baja, mercados abiertos... es natural que se nos esté llenando de gringos. Es lógico, todos vienen. Debemos nosotros reconocer y comparar si el vaso está medio lleno o está medio vacío.

Quiero terminar con una reflexión personal que tiene que ver con varios de los puntos que he tocado y que tiene que ver con la razón de mi posición actual o de mi situación actual. Para los que no me conocen, yo soy de Montevideo. Fui a la Escuela Nº 88, en Garibaldi y Monte Caseros. Fui al Liceo Nº 8. Mi padre era dentista y decía que era un abombado porque estudiaba Agronomía, en la época que para estudiar Agronomía había que tener campo, o era lo común. Mi profesión me llevó a Bella Unión, a donde me acompañó mi esposa, hace 30 años. Y no he vuelto más. En ese proceso fui empleado, trabajé en una cooperativa, arrendé un campito, desarrollé un sistema de rotación de arroz con pasturas, gané un concurso de manejo de recursos naturales del Banco Mundial, logramos record de productividad. Mi mayor capital es el equipo de trabajadores que está conmigo -que aprovecho a saludar por este medio, porque este fin de semana no voy. Gente que hace 20 años que me acompaña y que si hoy yo estoy desarrollando una acción de Gobierno es porque hay un equipo humano atrás trabajando. En ese proceso –puedo decirles con total seguridad- que soy un agradecido a las posibilidades de vivir en este país. En la época que yo me recibí, la parte del Himno Nacional que nosotros más gritábamos era la de “tiranos temblad” y hoy, todos los uruguayos gritamos con más fuerza la de “sabremos cumplir”. En realidad, eso es un cambio cultural del Uruguay. Y esa es la razón por la cual alguien sin trayectoria política acepta el ofrecimiento del señor Presidente de tratar de venir a ayudar en esta tarea de Gobierno, de conocimiento agronómico, productivo, gremial, pero sobre todo como Tabaré Aguerre lo que estoy haciendo es tratando de devolver algo de las oportunidades que esta sociedad me dio y tratando de luchar para que otros puedan tener las oportunidades que alguien alguna vez a mi me dio. Muchas gracias.