Palabras del Ministro de Ganadería, Agricultura y
Pesca, Tabaré Aguerre, durante el acto de clausura de la
105 Expo Prado 2010
MINISTRO TABARÉ AGUERRE:
Señor Presidente, señores senadores, señores ministros,
autoridades nacionales, departamentales, visitantes
extranjeros, integrantes de la academia, docentes de
investigación, de los institutos públicos no estatales, de
organismos internacionales, señores de la Asociación Rural
del Uruguay y demás gremiales agropecuarias, señores
productores, señores trabajadores del grupo y,
especialmente, mujeres rurales que están hoy aquí y las que
nos están viendo por televisión, el mensaje de
reconocimiento a quienes sin lugar a dudas, sin ellas, no
sería posible la actividad agropecuaria de este país ni
mucho menos esta actividad que estamos viviendo hoy acá.
Yo pensé que mi discurso iba
a ser corto, porque estaba elaborado en base a la propuesta
y va a tener que ser de propuesta y de contestación. Pero
antes que nada, quiero aprovechar la oportunidad mediática
que el Prado le da al agro uruguayo de presentarse una vez
por año en el medio de la ciudad, donde vive el 60% de la
población de este país. Somos un país, tal vez el país más
agropecuario del planeta, y buena parte de nuestra
población no tiene clara conciencia de la importancia que
tiene el sector agropecuario en su economía. Razones habrá.
Tal vez, el sector agropecuario no ha sabido comunicarlo
con claridad. Tal vez, ha abusado de la queja en las buenas
y en las malas. Hay momentos donde hay que quejarse y hay
otros momentos donde hay que festejar.
El Uruguay está pasando por
el período más floreciente de la historia de su economía.
Exhibimos los niveles de crecimiento económico más
importantes de la historia del país. El sector agropecuario
ha crecido a un ritmo superior al que ha crecido el resto
de la economía. Llevamos siete años de crecimiento
sostenido. Siete años a un promedio del 4,5%. Habría que
haber recorrido 25 años hacia atrás para acumular el mismo
crecimiento económico. Ese crecimiento económico explica la
situación actual donde el 70% de las exportaciones de este
país provienen del sector agropecuario. Donde el 57% de la
industria de este país es agroindustria y explica algo así
como el 25% del Producto Bruto Interno. Nadie duda de la
importancia que tiene el sector agropecuario en este país.
Tampoco, nadie debe dudar de la importancia de las
políticas macroeconómicas, fiscales y laborales que se han
llevado a cabo, sobre todo durante el último Gobierno se
han transformado en políticas de Estado, estables,
predecibles, confiables, sobre las cuales se invirtió, se
creció y si alguno de acá duda, que mire por qué vienen
tantos de afuera a invertir acá. Comparemos mirando el vaso
medio lleno y no el vaso medio vacío. Nos hace bien a los
uruguayos, sobretodo a los que estamos en condiciones de
festejar, reconocer el buen momento por el que estamos
pasando. ¿A dónde vamos? Lo hemos dicho muchas veces. Lo
vamos a reiterar. En los últimos días, parece que se dudaba
de cuál era el rumbo del Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca y del Gobierno. Me voy a permitir unos
minutos porque no puede ser que esas dudas permanezcan,
cuando hay un ministro de agricultura que desde hace siete
meses, todos los viernes, de distintos lugares del país,
repite lo mismo. Los tengo aburridos a todos los que están
alrededor mío y digo los mismo porque estoy convencido de
que es lo que este país tiene que hacer para proyectarse,
no para tener una agropecuaria moderna, para tener un país
moderno, con inclusión social y con distribución, con
riqueza generada genuinamente, sobre la base de nuestras
competitividades autenticas, pero además las que hemos
desarrollado con innovación, con investigación, con
esfuerzo, con dedicación, con compromiso, con integración
social, que es lo que no podemos descuidar, si queremos ser
un país de primera y no simplemente una país que exhiban
buenos números económicos y espantosos números sociales.
Ese es nuestro camino. Este país va crecer hacia el
exterior, este país, tiene una capacidad de producción de
alimentos para 50 o 60 millones de habitantes y somos 3
millones y medio. Lo he dicho hasta el cansancio: cada
litro de leche, cada kilo de carne, cada kilo de arroz que
se agregue a nuestras producciones tendrán que tener una
adecuada inserción internacional. Esa es la razón porque la
principal política de Estado, es tratar de tener una
adecuada inserción internacional.
La
Unternacionales del Ministerio de Ganadería, Agricultura y
Pesca, ha sido fortalecida y se propone en este próximo
Presupuesto fortalecerla más el Señor Presidente Lussich
refería con aceptación esa actitud. Las cosas no se venden
solas, se pasó la época de que nos vengan a comprar. Si
queremos vender más, mejor, y con mayor valor, tenemos que
salir a vender. Y esa actitud es la que tenemos que tener y
eso es lo que han hecho los países desarrollados.
Tenemos que anticiparnos a
los problemas comerciales, tenemos que tener inteligencia
comercial, estamos trabajando en este preciso momento con
cada una de las cadenas de valor de este país preparando la
agenda de negociación del convenio Unión Europea-MERCOSUR.
Y vaya si se nos va la vida a muchas generaciones de
uruguayos futuras en consolidar bien esa acción, por lo que
implica para el MERCOSUR y por lo que implica desde el
punto de vista comercial. Y ahí estamos dándole
participación al sector privado, como no podía ser de otra
manera. El Estado debe generar unas condiciones para que
los privados desarrollen las actividades económicas. Pero
la participación debe ser bien entendida; la participación
es de ida y vuelta; la participación es con claro
compromisos asumidos por ambas partes.
¿Hacia dónde tenemos que ir?
Tenemos que ir hacia la diferenciación de nuestros
productos. A partir de nuestras fortalezas, a partir de
nuestro ambiente, a partir de la naturalidad de nuestro
sistema de producción, a partir de aquellas ventajas
competitivas que hemos edificado a través del ingenio. La
trazabilidad de nuestro ganado empezó siendo una solución
para resolver un problema sanitario y con inteligencia y
pragmatismo lo hemos transformado en una herramienta de
diferenciación. La sofisticación creciente que logremos
agregarle a nuestros productos es lo que nos permitirá
agregarle más valor. El Uruguay no tiene que jugar en la
cancha de la cantidad, tiene que jugar en la cancha de la
calidad. Pero para eso hay que desarrollar inteligencia.
Para eso hay que tener creatividad. Para eso hay que tener
un trabajo de estrategia comercial.
Hace pocos meses
festejábamos la posición de Uruguay en Sudáfrica. Déjenme
decirles, señores, para los que no saben, que Uruguay es 4º
en fútbol pero es 5º en exportación de carne vacuna, es 6º
a nivel mundial en exportación de arroz, es 6º en
exportación de soja, es 3º en exportación de carne ovina.
La estrategia comercial que llevemos adelante para vender
las carnes, además, tendremos que llevarla adelante para
vender los vinos, para vender los quesos y para vender las
frutas que hoy no se exportan pero que se habrán de
exportar.
Le agradezco al Presidente
Lussich que tocara el tema con compromiso y convicción con
respecto a la sustentabilidad de los recursos naturales. El
Uruguay es un país intensivo en uso de recursos naturales.
De nuestros recursos naturales sale nuestra producción,
pero de nuestros recursos naturales también viene el
turismo. El cuidado que este país tenga con los recursos
naturales define el futuro que este país tenga. La
propiedad privada nadie la discute, señor Presidente. Lo
que se trata aquí es que como dijo aquel viejo filósofo
alemán de principios del siglo pasado, “los hombres tienen
la tierra en préstamo de sus nietos”. No se trata de quién
tiene la escritura, se trata del uso que se le de a un bien
que, en términos de generaciones, tiene un fin social.
¡Pobre de nosotros! ¡Pobre de aquellas generaciones que
basadas en el concepto de la propiedad no hicieron un buen
uso del suelo! No nos anima a nosotros intervenir en los
procesos de producción de las empresas privadas. Usted sabe
bien, señor Presidente, que el que le está hablando es un
empresario. Usted sabe bien, señor Presidente, que el que
le está hablando es un ingeniero agrónomo. Un ingeniero
agrónomo de Montevideo. Un ingeniero agrónomo que la
profesión lo llevó al interior del país, que aprendió a
querer y a respetar la producción agropecuaria, pero que
hace 25 años que trabaja promoviendo el sistema productivo
que es sondeable, rentable, económico, que paga buenos
salarios y que, además, cuida los recursos naturales.
Sustentabilidad en recursos naturales no es quedarse
quieto. No es no hacer nada. No es dejar de plantar. Es
aprovechar toda la capacidad e innovación que este país
tiene: la capacidad de investigación. Acá no hay que
inventar nada. Acá, hace muchos años, en esta misma sala
hay gente que hace más de 20 años que tiene trabajos
publicados con respecto a las fortalezas y debilidades de
los distintos sistemas de suelos de este país. Se trata de
hacer un uso inteligente. El Uruguay agrointeligente es
eso: es vender mejor, agregar valor, conservar recursos
naturales, distribuir e incluir socialmente, porque también
hay que preguntarse –además de los recursos naturales- cuál
es la política que tenemos que tener con los recursos
humanos. Al fin de cuentas, el fin último de la función de
toda sociedad, de los que gobiernan y de los que no
gobiernan.
Tenemos que adaptarnos al
cambio climático. Nuestra producción es a la intemperie. Se
nos va la vida en la velocidad y eficiencia con que nos
adaptemos a este proceso. Esto no es sólo juntar agua de
lluvia en represas. Es más que eso. Esto es conocer
profundamente la vulnerabilidad y la variabilidad de
nuestros sistemas productivos para aprender a manejarlos,
para generar investigación adaptativa, para disminuir
incertidumbres. Intentar empezar a trabajar para tener,
algún día, algún sistema de seguros agrícolas que nos
permita, por lo menos, en algunos rubros, por lo menos para
algunos productores, tener aquellos instrumentos que nos
compensen aquellos malos momentos que el clima nos puede
dar. En eso estamos trabajando.
Mantener nuestro sistema
sanitario animal y vegetal es un deber fundamental. El
Uruguay está presente en más de 100 mercados del mundo en
función del reconocimiento que tiene por su sanidad, pero
además por su seriedad institucional y el cumplimiento que
nuestros servicios oficiales y privados tienen en las
distintas cadenas de valor. Todo esto a lo que me refiero
sería imposible sin una inteligente articulación
institucional. La institucionalidad agropecuaria ampliada,
como le llamo. La institucionalidad agropecuaria que es el
Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, pero es el
INIA, es el INASE, es el INAVI, es el INALE, es el INAC, es
el Instituto Plan Agropecuario. Esa es la coordinación que
tenemos que hacer.
Como ustedes saben, mi
experiencia en actividades políticas es de seis meses, pero
déjenme compartir con todos los uruguayos que me siento
gratificado de formar parte de un equipo de trabajo que,
semanalmente, se organiza en gabinetes temáticos para
tratar los problemas sociales, los problemas productivos y
los problemas en la innovación, en una clave de análisis
transversal, tratando de que todos los temas inherentes a
los problemas de los uruguayos, del tema que sean, se
tratan de manera horizontal. Esa misma articulación
horizontal es la que estamos construyendo con el resto de
la institucionalidad agropecuaria, la pública y la privada.
No es casualidad que llevemos, viernes a viernes, reuniones
y reuniones con los distintos institutos públicos y
estatales. Quiero recordarles –porque puede haber gente que
no lo conozca- que en todos esos institutos públicos
no-estatales están representados los productores de este
país. El Uruguay debe de sentirse orgulloso de la
institucionalidad pública-privada agropecuaria que tiene.
Llama la atención a quienes nos visitan, cómo en este país
se juntan los industriales de la carne con los productores
de la carne y con el Gobierno y llegan a posiciones de
consenso. Llama la atención cuando hay dinero de por medio
y negocios de por medio. Esa cultura institucional es la
que no podemos perder de vista con reclamos que, por lo
menos algunos, y respetuosamente en mi concepto, son
infundados.
Nuestro futuro pasa por la
innovación. De eso no hay duda. No digo nada nuevo. Vivimos
en la generación del conocimiento y desde la aplicación de
innovaciones estará nuestro futuro. La tan mentada
competitividad, la tradicional, la clásica, la más simple,
pero también la más egoísta, es la de bajos impuestos, alto
tipo de cambio y alta intensidad de uso de los recursos
naturales. Cuando eso está desequilibrado hay que
equilibrarlo. Pero los conceptos modernos de competitividad
tienen que ver con valor agregado, tienen que ver con
diferenciación de productos, tienen que ver con un buen uso
del medio ambiente, tienen que ver con la calificación y
capacitación de la mano de obra, tiene que ver con una
mejor distribución e inserción social. Y, si no, miremos
cómo viven los países modernos. Cuando se habla de
innovación se habla de futuro. El Plan CEIBAL, que no tiene
nada que ver el Ministerio de Ganadería, Agricultura y
Pesca, pero tiene mucho que ver, porque a partir del mes de
diciembre cualquier niño, en el interior del Uruguay, va a
poder utilizar su Ceibalita para que con un lector que
acabamos de diseñar con el LATU, leer las caravanas de
trazabilidad, donde ese niño rural, además de aprender a
andar a caballo, lo va ayudar a su padre a trabajar, o al
empleador de su padre trabajar con una computadora, que es
la mejor manera de aprender, trabajando. Ese tipo de
innovaciones eran impensables. Pensar en un niño a caballo
con una Ceibalita en la espalda volviendo de la escuela
rural, que es cierto que hay escuelas rurales que les falta
electricidad, pero también es cierto que en el ejercicio de
Gobierno pasado se construyeron 6.543 kilómetros de
electrificación rural en este país. También es cierto, que
falta llegar al 4,5% de los hogares rurales de este país y
también es cierto, que este Gobierno se ha comprometido a
terminar la electrificación rural por los medios
convencionales y aplicando otros medios no convencionales
como la energía fotovoltaica y ese compromiso está
empeñando y ese compromiso es tan fuerte como el de que
llegue INTERNET a todos los lugares del país, para que
cualquier niño o cualquier joven o cualquier adulto, pueda
acceder al mundo.
A mi me gustaría, dado que
estamos en el Prado, reflexionar con respecto a algunas
cosas que para mi son estratégicas que es la innovación.
Esto empezó siendo una muestra, sigue siendo una muestra de
genética, hoy es mucho más que una muestra de genética,
pero cuando empezó, empezó siendo una muestra de genética.
Aquí vienen los mejores ejemplares de las distintas razas,
mejoradores de nuestros rodeos, fue la primera innovación
tecnológica del agro genético, y vaya en este momento para
bajar los decibeles, el reconocimiento y la felicitación a
tantas generaciones de productores y de cabañeros que han
dedicado su vida y su esfuerzo a desarrollar esto. La
ganadería nacional pasa por un buen momento. La carne ovina
nos ofrece posibilidades impresionantes, lamentablemente
con una reducción en las majadas. La leche se nos presenta
como un rubro donde tal vez podamos duplicar nuestras
exportaciones; no sin problemas, no sin dificultades, pero
exhibiendo nuestras potencialidades. El Uruguay tiene menos
hectáreas dedicadas a la ganadería y cada vez produce más
carne. Como en tantas otras cosas, tal vez porque somos
uruguayos, tal vez porque estudiamos mucho la lógica viva
de Vaz Ferreira, practicamos tantas veces y en reiteración
real la falacia de falsa oposición. Acá hace diez años que
estamos escuchando que porque hay forestación, no va haber
ganadería. Hace diez años que estamos escuchando que porque
crece la agricultura va a disminuir la ganadería, son
ejemplos de falsa oposición. Nunca antes la ganadería
creció como en este último periodo porque se encontraron
las sinergias y las complementariedades entre la ganadería
y agricultura. Y créanme que se van a seguir encontrando,
se van a seguir encontrando porque para que la agricultura
sea sostenible en este país, la intensidad en las graviñas
de verano en la rotación va a tener que aumentar, porque
los modelos agrícolas sin sorgo, sin maíz en el verano, no
son sustentables en el largo plazo. Porque esa oferta de
grano va a complementar la producción de carne, porque
basta hacer 3 o 4 cuentas para darse cuenta que para llegar
a 3 millones de terneros, lo que hace falta es llegar a
tener 68 u 80% de preñez y pasar a tener una terminación de
los animales más rápido, cosa que ya hemos hecho. En este
país casi no hay más novillos de 8 dientes, se han
terminando porque se intensificó nutricionalmente la última
fase del periodo, falta intensificar la primera, el eslabón
menos eficiente de la cadena cárnica, el eslabón de la
cría. Lo que hay hacer ya se sabe. En el año 1994, a mí me
invitaron a dar una charla que se llamaba “Y después del
arroz qué”, porque mi planteo era la producción de carne o
de pastura en rotación con el arroz y tuve el honor de
compartir la charla con el profesor Don Jaime Rovira y en
esa conversación, quedó claro, que por razones de
eficiencia biológica, para que en este país se pudiera
aplicar lo que dice el libro de Rovira, con éxito y me
emociono al recordarlo, el ternero tiene que valer un 20%
más que el novillo , y la vaca preñada tiene que valer más
que al vaca gorda, que son dos de las cosas a las que se
está llegando en este momento. Y se está llegando a este
momento, porque tenemos un mercado que tira. Porque tenemos
un mercado que demanda, porque el mercado internacional,
está demandado y está demandado fuertemente, pero también
porque tenemos una buena competencia entre la industria
frigorífica, porque tenemos una capacidad industrial
instalada 25% superior a al capacidad de oferta que
tenemos, y porque tenemos la mejora que ha tenido la
industria frigorífica en los últimos años. Nadie duda de
que la industria frigorífica ha invertido mucho; nadie duda
de que se ha modernizado, está en los primeros niveles del
mundo y está compitiendo. Ahora ¿por qué ha invertido de
esa manera?, ¿y por qué hay más capacidad industrial
instalada? Porque el negocio es provisorio, pero también
porque ha habido políticas de incentivo fiscal para esas
industrias y para otras que le significaron a este país,
haber dejado de recaudar en el año pasado 1.300 millones de
dólares por concepto de impuestos para incentivar que se
compraran tractores, cosechadoras, frigoríficos, plantas
textiles o empresas industriales o camiones. Eso hay que
ponerlo en la cuenta señor Presidente, eso hay que ponerlo
en la cuenta. De qué manera vamos a medir que el impacto
que la competencia tiene en la formación de precios cuando
hubo políticas que estimularon la inversión. Las mismas
políticas predecibles y estables, las mismas exoneraciones
que llevaron a las inversiones agropecuarias que han hecho
posible que este país produzca casi 100 kilos de carne por
hectárea cuando hace 5 años producía 70, y que por primera
vez en 400 años desde que Hernandarias trajo las 100 vacas
y los 4 toros, este año el Uruguay exporta más productos
vegetales que carne y leche juntas. ¿Cuáles son las luces y
las sombras? Yo dije que iba a ser largo. ¿Cuáles son las
luces y las sombras? Todo esto, toda esta inversión, se da
sin duda en un contexto de valorización de la tierra, de
una fuerte apreciación de la tierra y en un proceso donde
además la tierra sube de precio, más rápido que lo que
suben los productos que se producen en la tierra. Porque la
tierra no solamente vale por lo que produce. La tierra
también es refugio inmobiliario, la tierra también tiene un
componente de especulación. El Presidente decía el otro
día, hay países viniendo a América Latina a querer comprar
tierra. Frente a esa circunstancia, debemos recordar, que
en el Uruguay agropecuario hay 52 mil empresas de las
cuales 33 mil, son agricultores familiares, dos terceras
partes de los productores de este país son agricultores
familiares, pequeños y medianos agricultores. De esos 33
mil, 24 mil son ganaderos familiares. Hay en este país 11
mil productores arrendatarios con menos de 1.250 hectáreas
y de esos 11 mil, hay 8.652 que tienen menos de 500
hectáreas. Esos productores ganaderos ocupan 2 millones 246
mil hectáreas, que casi el 20% de este país. Y esos
productores ganaderos a la larga, si no compran los toros
de acá, compran los hijos de los toros de acá.
Pero esos productores
enfrentan el enorme desafío de tener que competir por renta
con productos que no suben a la misma velocidad, que suben
los valores de la tierra. Y hay otros agentes que compiten
por la tierra. Tenemos que acordarnos también, de que la
producción agropecuaria no se realiza solamente por
productores en régimen de propiedad. ¿Tenemos que meternos
en ese tema? Es una buena pregunta. Porque lo que nadie
puede dudar, que ha sido virtuoso y productivo, las señales
que han llevado a que en este país se invierta y las
señales de que la tierra sube de valor y se invierte más
porque, justamente, la tierra sube y hay que sacarle una
renta mayor. Pero, simplemente, a modo de reflexión, hay
que tener en cuenta que la pérdida de ese tipo de
productores va en contra de los objetivos de inclusión
social y de desarrollo rural que también queremos llevar
adelante.
Hay que preguntarse si un
país es competitivo sólo en términos de productividad, si
un país es competitivo sólo en términos de innovación o si
un país, para ser competitivo, tiene que tener un mínimo de
equilibrio social y de estabilidad. Las políticas que se
piensan llevar adelante por parte del Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca, vinculadas a la Dirección
de Desarrollo Rural tienen que ver con algunas de estas
cosas. Tienen que ver con ayudar a esos pequeños
productores a corregir aquellas asimetrías vinculadas al
conocimiento, a la tecnología, a la escala, al lugar donde
viven, a las posibilidades que tuvieron. No dándoles
pescado, ayudándolos a tener la caña para poder seguir
trabajando, pero dándoles la oportunidad porque estos cinco
años de crecimiento económico que bate todos los records
son a una velocidad que puede expulsar gente, y acá hay un
compromiso político. Queremos equilibrio, queremos
crecimiento, queremos desarrollo; y desarrollo tiene una
pata que es lo social. No quiere decir que se vaya a
decretar que todos los que hoy viven en el campo van a
seguir estando en el campo, pero tratemos de corregir
asimetrías para generar oportunidades porque de eso y en
eso va el resultado de tener una sociedad equilibrada, una
sociedad justa.
Se plantearon aquí algunas
dudas. No las voy a contestar todas, señor Presidente. Me
parece importante que haya reconocido la decisión política
de mantener –y así lo pensamos- la posibilidad de exportar
ganado en pie como una válvula que regula el mercado. Eso
no es gratis. Del otro lado hay gente que va al seguro de
paro. Del otro lado hay costos del Banco de Previsión
Social. Y esas cuentas se hacen y se asumen cuando se toma
la decisión, porque se entiende que el mejor estímulo que
tiene que tener un criador es saber que su animal va a
valer, porque sin estímulo a la cría no hay cadena, porque
sin confianza no hay cadena, porque podemos tener todo el
sorgo del mundo del mundo, pero si no hay terneros no hay
cadena. Ese es un mensaje para el primer eslabón que es el
de la cría.
El segundo mensaje tiene que
ver con lo que usted reclamó. Viejo reclamo, el del 1%
municipal. Nosotros estamos de acuerdo en rever esa
situación. Nosotros pensamos que la ganadería moderna
apunta a la especialización de los distintos eslabones. Por
lo tanto, si tenemos un individuo productor que se
especializa en criar y hay otro que se especializa en
recriar y hay otro que se especializa en terminar, no es
justo que pague tres veces el 1%. Nos parece bien y así lo
vamos a estudiar. Es un planteo que estamos discutiendo con
el Ministerio de Economía: gravar solamente el último 1%.
También reclamó usted por la caminería. Y este país está
desarrollando estrategias de construcción de
infraestructura en una lógica de integraciones
público-privadas. Y en las integraciones público-privadas
hay privados, obviamente. Y los privados están por plata,
obviamente. Por lo tanto, la lógica es que el que usa paga.
Y si la lógica es que el que usa paga, tal vez tengamos que
rever eso con el resto de las tasas, impuestos o lo que
sea, de aquellos rubros que rompen caminos y que no pagan
nada. Pero debe referir a un concepto integral, a un
concepto donde lo que se usa se paga, porque eso es lo que
tenemos que hacer y es la obligación que tenemos que tener.
Los que hacemos actividades empresariales utilizamos
infraestructuras públicas. La carga no puede estar
repartida entre toda la sociedad para arreglar el camino
que rompo yo con mi camión de arroz y ese tipo de cosas
tiene que ser acordada desde el Gobierno con el poder
municipal.
Del tipo de cambio no le voy
a contestar, porque le podría decir –de vuelta- se está
mirando el vaso medio vacío y no medio lleno. Este mismo
reclamo lo tuvimos cuando el Congreso de la Federación
Rural. Hoy tenemos el mismo con dos pesos más arriba el
dólar. En realidad, es lógico, si pudiera estar a 25 sería
bárbaro, pero no se puede porque hay otras necesidades que
cubrir.
Lo del costo laboral y las
crisis europeas es bueno reflexionar. Es bueno reflexionar
en ese ejemplo pensando, por ejemplo, en tributación. Se
habló de la tributación y –déjeme decirle- el Uruguay tiene
la carga tributaria más baja al sector agropecuario, según
los análisis que estoy haciendo de los últimos 25 años. Y
tiene la carga tributaria más baja de la región. De manera
que el Uruguay tiene seguridad jurídica, seguridad
institucional, carga tributaria baja, mercados abiertos...
es natural que se nos esté llenando de gringos. Es lógico,
todos vienen. Debemos nosotros reconocer y comparar si el
vaso está medio lleno o está medio vacío.
Quiero terminar con una reflexión
personal que tiene que ver con varios de los puntos que he
tocado y que tiene que ver con la razón de mi posición
actual o de mi situación actual. Para los que no me
conocen, yo soy de Montevideo. Fui a la Escuela Nº 88, en
Garibaldi y Monte Caseros. Fui al Liceo Nº 8. Mi padre era
dentista y decía que era un abombado porque estudiaba
Agronomía, en la época que para estudiar Agronomía había
que tener campo, o era lo común. Mi profesión me llevó a
Bella Unión, a donde me acompañó mi esposa, hace 30 años. Y
no he vuelto más. En ese proceso fui empleado, trabajé en
una cooperativa, arrendé un campito, desarrollé un sistema
de rotación de arroz con pasturas, gané un concurso de
manejo de recursos naturales del Banco Mundial, logramos
record de productividad. Mi mayor capital es el equipo de
trabajadores que está conmigo -que aprovecho a saludar por
este medio, porque este fin de semana no voy. Gente que
hace 20 años que me acompaña y que si hoy yo estoy
desarrollando una acción de Gobierno es porque hay un
equipo humano atrás trabajando. En ese proceso –puedo
decirles con total seguridad- que soy un agradecido a las
posibilidades de vivir en este país. En la época que yo me
recibí, la parte del Himno Nacional que nosotros más
gritábamos era la de “tiranos temblad” y hoy, todos los
uruguayos gritamos con más fuerza la de “sabremos cumplir”.
En realidad, eso es un cambio cultural del Uruguay. Y esa
es la razón por la cual alguien sin trayectoria política
acepta el ofrecimiento del señor Presidente de tratar de
venir a ayudar en esta tarea de Gobierno, de conocimiento
agronómico, productivo, gremial, pero sobre todo como
Tabaré Aguerre lo que estoy haciendo es tratando de
devolver algo de las oportunidades que esta sociedad me dio
y tratando de luchar para que otros puedan tener las
oportunidades que alguien alguna vez a mi me dio. Muchas
gracias.