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20 de septiembre, 2010

Trinidad Ladrón de Guevara: “la irremplazable”

La historia de la mujer que brilló sobre las tablas en su juventud, protagonizó amores escandalosos y murió en el olvido
La actriz uruguaya Trinidad Guevara fue la primera figura que encandiló con luz propia en la historia del teatro del Río de la Plata. Su talento provocó versos encendidos: "Miel, ardor y muerte tu labio derrama. Quien te oye y no te ama, corazón no ha...". Fue amante de Manuel Oribe, el padre de su primer hijo. Madre soltera, seductora y díscola, su potente carisma llega hasta hoy gracias a los múltiples narradores encendidos por su capacidad.

El 11 de mayo de 1798 nace Trinidad Guevara, en la primera edificación de la villa más antigua del Uruguay: la Casa de los Marfetán en Santo Domingo de Soriano. Allí se vinculará con los actores de su villa natal, pero es a partir de su traslado a Montevideo que desarrolló el comienzo de una carrera que la colocaría en un lugar fundacional en el arte escénico rioplatense.

A los 13 años comienza sus labores como actriz secundaria en la Casa de Comedias de Montevideo, bajo la dirección de Bartolomé Hidalgo. A los 17 años obtiene su primer papel protagónico. Según los relatos de época, recogidos por Ariel Mastandrea, su talento descollaba en géneros tan diversos como el drama, el sainete o la danza. El brillo para destacarse sobre las tablas va de la mano con su temple, pues en aquella sociedad montevideana, de valores encorsetados, Guevara decide vivir en soledad, en la casa confiscada por el gobierno revolucionario que pertenecía a Vicente Cal y que será la sede del primer escándalo de su vida.

El Coronel Manuel Oribe era un militar criollo, de familia patricia y con fuertes valores hispánicos. Fue su pareja y su romance no pasó desapercibido. La alta sociedad montevideana observó con escándalo el nacimiento de Carolina Martina, el 21 de febrero de 1816, fruto del amorío que nunca consumó en matrimonio. El padrino de la niña fue Gabriel Antonio Pereira, quien apenas tenía cuatro años más que la madre (ese 17 de marzo cumpliría 20 años). Era el Ayudante Mayor del General Artigas y más tarde sería firmante de la Declaratoria de la Independencia y posteriormente, entre 1856 y 1860, Presidente de la República.

Buenos Aires y el Teatro Coliseo

"Miel, ardor y muerte tu labio derrama. Quien te oye y no te ama, corazón no ha...". Estos versos pertenecen a Juan Cruz Varela y son del año 1821. Forman parte de la fervorosa adhesión que el público en Buenos Aires le tributó, pues trabajó en el Teatro Coliseo desde su llegada, el 7 de octubre de 1817. Si bien ella viajó con su pareja y padre de su niña, Manuel Oribe, la relación se quebró al poco tiempo. Por lo tanto, ella permaneció sola en la capital del Virreinato, con una hija, a los 19 años de edad.

Su permanencia no pasó desapercibida en el mundo del espectáculo de aquella capital virreinal. Sufrió una campaña de injurias provocada por un sector del público escandalizado por su vida y su revolucionaria forma de ver el teatro.

Desde las páginas de "El Despertador Teofilantrópico Místicopolítico", su editor, el padre Castañeda, desplegaba todo tipo de adjetivos negativos para la labor de Guevara. Su disputa con una actriz de mejor reputación pero de aptitudes toscas casi la deja fuera de las tablas, gracias a la encendida defensa del recato y las buenas costumbres que lideró El Despertador. Sin embargo, el público no dejó de ovacionarla y triunfó su trabajo teatral, lo que despejó las dudas sobre quién era la primera figura del teatro del Río de la Plata.

El trabajo en las Provincias Unidas era escaso debido a las guerras intestinas. Esto llevó a la Guevara hacia nuevos rumbos. A su paso caían los aplausos del público de Montevideo, Córdoba, Mendoza, y todo Chile. Asombra el valor de una compañía de teatro que, al pié de la cordillera de los Andes, cruzaba esa cadena montañosa para encontrar no solo un aplauso cálido, sino también por un espacio para trabajar y ganarse el sustento, entre el fragor de aquella tierra purpúrea, tal como lo afirma Ángel Curotto. Trinidad Guevara lo hizo, como líder de aquella compañía teatral y en procura de los ingresos necesarios para mantener a sus tres hijos. En total, la Guevara fue madre de siete hijos.

Luego de los cañones de la Guerra Grande, el olvido

Trinidad Guevara visitó la Casa de Comedias de Montevideo en tres ocasiones, mientras los muros colorados de Montevideo resistían el embate blanco de la Guerra Grande. Lo hizo en 1842, 1844 y 1848. En la Capital de aquel Estado Oriental del Uruguay, se encontraba la mujer más importante de la cultura rioplatense. Del otro lado, el Presidente Manuel Oribe, su ex amante, atacaba los muros con encono, comandando las tropas de las provincias con mano firme. Un dato curioso: durante la última visita, entre marzo y julio de 1848, se constataron los mayores bombardeos en los 13 años de conflicto.

La edad hizo mella en su añosa carrera. Luego de 46 años sobre las tablas, Trinidad Guevara muere en casa de su hija Laurentina, un 24 de junio de 1874. Ella, que protagonizó escandalosas pasiones, que mantuvo en vilo a una sociedad joven y revolucionaria, la diva del Buenos Aires de la Revolución de Mayo, murió sin menciones en los diarios.

 

Basado en el trabajo del investigador Ariel Mastandea, publicado en:
http://www.portaluruguaycultural.gub.uy/2009/12/trinidad-ladron-de-guevara/