Florencio Sánchez
Al dramaturgo más popular del Río de la Plata, a cien
años de su fallecimiento
Florencio Sánchez es el autor más
prestigioso de la dramaturgia uruguaya. En 1902 estrena
“M’hijo el dotor” y la lucidez de esa obra marca buena
parte de la visión que los uruguayos tenemos de nosotros.
Su breve carrera comprende apenas ocho años de vida, debido
a su vida licenciosa, radical y militante, sumado a la
tuberculosis que padece, alimenta la leyenda del escritor
uruguayo para teatro de mayor relevancia hasta el momento.
El teatro criollo de principios de
Siglo XX cuajó en un relato costumbrista y nativo de la
campaña. Frente a eso, Florencio Sánchez ofreció un teatro
profundo. Sus obras “M’hijo el dotor” y “Canillita”
bautizaron una forma de vernos que llega a nuestros días.
Con apenas 35 años de vida, se convirtió en el más afamado
dramaturgo de nuestro país.
Florencio Sánchez nació en Montevideo,
un 17 de enero de 1875. Sin embargo, sus primeros escritos
fueron publicados en de Minas, pues fue redactor de “La voz
del pueblo”. A partir de ese momento se dedicó al
periodismo. Trabajó en prestigiosos diarios de la época,
como El Nacional, La Razón o El Siglo. Como novedad,
Sánchez incorporaba la voz de los protagonistas a sus
crónicas rojas.
Participó de forma activa en las
vicisitudes de la vida política de nuestro país. Sumó sus
fuerzas a las huestes de Aparicio Saravia en la guerra del
’97. De ahí su fuerte relación con otro intelectual de la
época, Eduardo Acevedo Díaz. En 1900 escribió “Cartas de un
flojo”, en las cuales analizaba los perjuicios del
caudillismo. En aquellos años ya comulgaba con el
anarquismo, que también imprimió en su obra dramática, pero
que no la define.
En 1902 se estrena “La gente honesta”
y “M’hijo el dotor”. Luego de esos sainetes el público lo
acompañará siempre en el resto de sus obras. En 1906 se
traslada a la ciudad de La Plata, donde trabaja en la
oficina de identificación antropométrica de Juan Vucetich.
La gran mayoría de las obras fue estrenada por la Compañía
de los Hermanos Podestá.
Debido a una solicitud del Presidente
Claudio Williman, Sánchez se traslada en 1909 a Milán para
analizar la conveniencia de la participación uruguaya en
una feria internacional de artes. Además, recorre el resto
de Europa tras compañías que adquieran los derechos de
autor de sus obras. Pero su vida licenciosa también lo
persigue en el viejo continente y vilipendia los ingresos
que el Estado uruguayo y las compañías teatrales le
adelantan.
La tuberculosis tísica quiebra su
salud definitivamente el 7 de noviembre de 1910, en el
hospital de caridad Fate Bene Fratelli. Ese día se
conmemora el día del “Canillita”, nombre por el cual se
conoce a los distribuidores de diarios en el Río de la
Plata, el protagonista de su obra homónima. Sus restos
descansan en el Panteón Nacional desde el 21 de enero de
1921.
Desde el año 1960, cada año las
figuras más destacadas del teatro uruguayo son premiadas
por la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay con una
estatuilla que lleva su nombre. |