Alberto Candeau
Porque aún resuena el eco grave de su voz que exclama:
“¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la republica!
¡Viva la democracia!"
El actor Alberto Candeau contaba con un
buen prestigio a los 37 años. En ese período su labor se
desarrollaba en Buenos Aires, pero regresó al país para
construir el primer elenco oficial de teatro: La Comedia
Nacional. Con ella realizó innumerables obras y su
desempeño le valió grandes satisfacciones artísticas, en
especial sus personajes Don Zoilo y Galileo Galilei, por
los cuales aún se lo recuerda. Pero el momento más
perdurable en la memoria de los uruguayos es la de su
figura recitando la Proclama del 27 de noviembre de 1983.
Su voz, por lo tanto, es sinónimo de libertad y poesía.
Candeau nació en la ciudad de
Montevideo, el 11 de octubre de 1910. Comenzó su carrera
sobre las tablas en pequeños grupos teatrales hasta su
incorporación en el elenco dirigido por Carlos Brussa. Si
bien la profesión lo llevará a los escenarios del Río de la
Plata, siempre integró los elencos que intentaron una
construcción siempre truncada: la formación de un elenco
oficial estable para desarrollar al teatro y a los autores
nacionales.
En el año 1947 es convocado por Zavala
Muniz y Ángel Curotto para realizar un nuevo intento
teatral con recursos públicos. Cuando fue llamado a la
Comedia Nacional estaba trabajando en Buenos Aires, ya
desde el año 1938, en la Comedia Nacional Argentina, cuya
sede era el teatro Cervantes. Gracias a esa reputación fue
uno de los pocos actores directamente contratados de
aquella compañía incipiente. A partir de ese momento, la
relación entre Candeau y la Comedia Nacional se extendería
hasta el fin de sus días.
Pero también se destaca su pasión por
Bertol Bretch, ya que dirigió la sede montevideana de la
casa que lleva el nombre del prestigioso dramaturgo alemán.
Actuó y dirigió en la Comedia y en instituciones
independientes, como El Galpón. Inició el cine nacional,
participando en “El pequeño héroe del Arroyo de Oro” y
otros proyectos. Su voz grave acompaño registros fonéticos
de Tabaré Etcheverry y Daniel Viglietti. Recogió varios
premios Florencio. Pero a ese gran mérito que le pertenece
por colaborar en la construcción de la cultura nacional, se
le suma el gran aporte al civismo característico de los
uruguayos.
Alberto Candeau puso la voz al discurso
elaborado por Enrique Tarigo y Gonzalo Aguirre. Lo recitó
ante medio millón de personas el último domingo de
noviembre de 1983, un día marcado por la Constitución de la
República para elegir a las autoridades legales. Pero eran
tiempos de gobierno de facto y los uruguayos, con mucho
arrojo, se lanzaron hacia aquel “río de libertad” para
defender la ley y las instituciones. Candeau, rodeado de
las figuras políticas de todos los partidos políticos,
solicitaba con su voz y en nombre de los ciudadanos
uruguayos el restablecimiento de la República.
“¡COMPATRIOTAS!: proclamemos bien alto y
todos juntos, para que nuestro grito rasgue el firmamento y
resuene de un confín a otro del terruño, de modo que ningún
sordo de esos que no quiere oír diga que no lo escuchó:
¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA REPUBLICA!
¡VIVA LA DEMOCRACIA!" El gesto encabezado por Candeau aún
permanece en la retina de todos y es, sin dudas, uno de los
hitos más destacados de nuestra historia.
Alberto Candeau falleció un 22 de enero
de 1990.